HISPANISTA - Vol X 36 - enero - febrero - marzo de 2009
Revista electrónica de los Hispanistas de Brasil - Fundada en abril de 2000
ISSN 1676-9058 ( español)
ISSN 1676-904X (portugués)
Editora general: Suely Reis Pinheiro

LOCUAZ

Alexis Márquez Rodríguez


El adjetivo “locuaz” califica a una persona que habla mucho, a veces con una velada referencia a que lo que habla es intrascendente o necio. En este caso la palabra adquiere una connotación peyorativa o satírica. En Venezuela usamos como equivalentes a “locuaz” los adjetivos “hablachento” y “hablantinoso”, en los cuales es más marcado el carácter satírico y despectivo de la expresión.

Según el DRAE “locuaz” es el “Que habla mucho o demasiado”, y agrega que en México significa también “loco (? que ha perdido la razón)”. Nuestro “hablachento” no figura en el DRAE, pero sí “hablantinoso”: “hablador (? que habla mucho)”. En ninguno de estos casos se advierte sobre la posible connotación satírica o peyorativa de los tres vocablos, pero esta se da de hecho, en el habla común: “El locuaz funcionario habló de lo humano y de lo divino”; “Este tipo es muy hablachento, y nunca dice nada que valga la pena”; “Hay que ver que ese Fulano si es hablantinoso, y lo que dice es pura paja”. El que sí registra esta connotación es el Diccionario del español actual, de Seco, Andrés y Ramos: “locuaz (Pers.) que habla mucho. Frecuentemente con intención despectiva: ‘Es un hombre muy locuaz’. b) Propio de la persona locuaz: ‘Se leen muchas pedanterías originadas en la ignorancia locuaz”.

El Diccionario de uso del español de América y España VOX define “hablantinoso” como “Que habla en exceso y de forma desordenada e insustancial”, y atribuye su uso a Venezuela y Colombia.

En el Dicionario del habla actual de Venezuela, de R. Núñez y F. J. Pérez, se define “hablachento” como “Persona que habla mucho. 2. Persona imprudente en el hablar que dice cosas que no debería comentar. 3. Persona chismosa”. De “hablantinoso” este mismo diccionario dice escuetamente: “Persona que habla en exceso”.

El excelente Diccionario de venezolanismos, de M. J. Tejera et al, dice que “hablachento” es de uso informal y despectivo, y lo define como persona “(…) que habla mucho y sin discreción, sobre todo de cosas sin importancia”. Además, da “hablantinoso” como sinónimo de “hablachento”.

“Locuaz” deriva el latino loquax, -acis, que significa “hablador”.

SUPERCHERÍA

“Superchería”, dice el DRAE, es “Engaño, dolo, fraude. ||2. Desus. Injuria o violencia hecha con abuso manifiesto o alevoso de fuerza”. El DRAE registra también el adjetivo “superchero”: persona “Que actúa con superchería”. Según estas definiciones puede decirse: “Es un mentiroso compulsivo. Yo no creo en sus supercherías”. “Fulano es un superchero: siempre busca engañar a los demás”. El sustantivo “superchería” es usual en Venezuela, pero no muy frecuente. El adjetivo “superchero” no se usa entre nosotros.

Otros diccionarios son más precisos y dan la definición de “superchería” con más amplitud. El “CLAVE. Diccionario de uso del español actual”, por ejemplo, dice: “superchería. 1. Engaño o fraude que se hacen para conseguir algo: No conseguirás timarme con tus supercherías. [2. Superstición o creencias falsas: No me podrás convencer de la existencia de fantasmas porque no creo en ‘supercherías’ ”. (El corchete indica que esta acepción no aparece en el DRAE).

El “Diccionario de uso del español de América y España” VOX agrega una modalidad interesante: “superchería. Engaño o fraude consistente en sustituir una cosa verdadera por una falsa: ello supone maniobra, negociación y demás supercherías con que el político, con el pretexto de salvar a su país, contenta a los unos y a los otros”. En esta definición va implícita la idea de manipulación, e incluso la de sofisma, definida esta como “Razón o argumento aparente con que se quiere defender o persuadir lo que es falso” (DRAE).

Con esta definición coincide la del “Diccionario del español actual”, de M. Seco, O. Andrés y G. Ramos: “Acción engañosa que implica la sustitución de algo verdadero por algo falso”. Este diccionario registra también el adjetivo “superchero”.

El “Diccionario Anaya de la lengua”, si bien coincide en general con los anteriores, agrega elementos muy interesantes: “superchería. 1) Engaño que se hace para sacar provecho o beneficio, especialmente si se perjudica a una persona. 2) Creencia que no tiene fundamento racional y que consiste en atribuir carácter mágico u oculto a determinados acontecimientos: no creo en amuletos ni otras supercherías (…)”.

“Superchería” viene del italiano “superchieria”.



PERMISOLOGÍA


Con frecuencia algunos lectores consultan sobre el sustantivo “permisología”, casi siempre buscando apoyo a su rechazo del vocablo, por considerarlo errado. Dicen, o bien que “permisología”, según su origen etimológico, significa “tratado de los permisos”, lo cual suena algo absurdo, y no “conjunto de permisos”, como suele emplearse. O bien que tal palabra “no existe”, puesto que no aparece en el diccionario. A esto último cabría responder que, si no existe ¿cómo es que la pronuncian y hasta la escriben?, y en última instancia, si no existe ¿para qué preocuparse por ella?.

Es verdad que “permisología” es palabra compuesta, formada por el sustantivo “permiso” y el sufijo “-logía”, que en Griego y en Latín significa “tratado, estudio, ciencia” (DRAE). Así tenemos “fisiología”, “politología”, “espeleología”, “filología”, etc. De modo que, efectivamente, desde el punto de vista etimológico “permisología” vendría a ser el “tratado o la ciencia de los permisos”, lo cual, efectivamente, suena por lo menos raro, si es que no absurdo.

Sin embargo, nuestro idioma es muy dinámico, y en él se producen constantemente cambios y alteraciones que, cuando son legítimos terminan por arraigarse y generalizarse. Eso ha permitido que el uso haya impuesto ciertas palabras que presentan el mismo caso de “permisología”. Por ejemplo, “mitología” significa, ciertamente, el estudio o tratado de los mitos, pero también un conjunto de mitos, como cuando decimos “la mitología venezolana”, que se refiere al conjunto de mitos propios de Venezuela. O cuando decimos “sintomatología” nos referimos a un conjunto de síntomas: “la sintomatología de la diabetes” es el conjunto de síntomas de esa enfermedad. Asimismo “climatología” es el estudio o tratado acerca del clima, pero también es el conjunto de características climáticas de un lugar. O “terminología”, que es el conjunto de términos de una ciencia o disciplina.

Todas estas palabras, y muchas más, aparecen en el DRAE así definidas. ¿Por qué, entonces, no se puede decir “permisología”?. Claro que también puede usarse “permisería”, propuesta por el Dr. Rafael Caldera, no en tanto que político, sino en su condición de académico de la lengua.