|    HISPANISTA - Vol 
        XI- nº 44 - Enero 
        - Febrero - Marzo de 2011 
          Revista electrónica 
          de los Hispanistas de Brasil - Fundada en abril de 2000  
          ISSN 1676-9058 ( 
          español) 
          ISSN 1676-904X (portugués) 
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      |   Editora general: Suely Reis Pinheiro   | 
    
     
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      ARTIMAÑA  
    
     
    
    El sustantivo “artimaña” es una palabra 
    compuesta, formada por el sustantivo “arte” en sus acepciones de “Virtud, 
    disposición y habilidad para hacer algo” y “Maña, astucia” (DRAE), y el 
    también sustantivo “maña”, en sus acepciones de “Destreza, habilidad”, 
     “Artificio o astucia” o “Manera o modo de hacer algo” (Ibídem).  
     
    Esa composición da origen a su 
    definición en los diccionarios: “2. f. coloq. martingala (‖ 
    artificio para engañar)” (DRAE); “(…) coloquial. Lo que se hace con 
    habilidad y astucia para  conseguir algo, especialmente para engañar a 
    alguien; treta: ‘Ya te conocemos y no  conseguirás nada con tus artimañas”
    (Diccionario de uso del español actual CLAVE); “Acción hábil, 
    disimulada y generalmente malintencionada, para conseguir algo:
     ‘Se 
    sentía capaz de ejercitar todas las artimañas de los encantos femeninos sin 
    tener que  avergonzarse’. (…) (Diccionario de uso del español de América y España VOX); “Maniobra hábil y engañosa: ‘Jeromo (…) había preparado 
    la artimaña cuidadosamente’. ‘El eficaz auxilio de una propaganda que 
    facilitaba toda suerte de artimañas encaminadas al engaño de los 
     espectadores dispuestos a tolerarlo” (Diccionario del español actual 
    de Manuel Seco, Olimpia Andrés y Gabino Ramos); “Medio que se emplea con 
    habilidad y astucia para engañar o conseguir algo. Sinónimos:  añagaza, 
    ardid, artilugio” (Diccionario Anaya de la Lengua).  
     
    En casi todas estas definiciones está 
    explícita la idea de engañar, definitoria  del vocablo “artimaña”, y donde 
    no está  explícita, es fácil percibirla implícita. 
    Tales definiciones ponen en claro que las “artimañas”, al margen de que 
    todas contienen la idea de engaño, pueden producirse de diversas maneras, 
    siempre que esté en ellas el definido propósito de engañar, de  embaucar.  Puede 
    ser un “artificio” explícitamente para ese fin. Puede también ser  una 
    “treta”, definida esta como un “Artificio sutil e ingenioso para  conseguir 
    algún intento” (DRAE). Igualmente puede tratarse de una “acción hábil”,  explícitamente 
      orientada al engaño. Y hasta puede ser una “acción”, es decir, una 
    actividad  cualquiera dirigida a un fin determinado, que, insisto, en este 
    caso se  trata de engañar, aunque también puede ser el de lograr un 
    determinado propósito nada encomiable. 
   
 
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                BAZOFIA 
             
            
            
             
            
            “Bazofia” es una palabra poco usada, más aún, bastante  desconocida, 
            no obstante que figura en el léxico de nuestro idioma desde el siglo 
            XVII (Corominas), proveniente del vocablo italiano “bazzoffia”, 
            mucho más viejo, pues posiblemente entra a esa lengua en el siglo 
            XIV (Ibídem). Vale la pena, además, rescatarla, porque es palabra 
            muy expresiva y de mucha fuerza.  
             
            El DRAE define esta palabra de la siguiente manera: “1.
            f. Mezcla de heces, sobras o desechos de comida.
            2. f. 
            Cosa soez, sucia y despreciable. 3. 
            f. Comida poco apetitosa”. Esta 
             definición, como puede observarse, relaciona a “bazofia”, sobre 
            todo  en sus dos primeras acepciones, con otra palabra de la cual 
            hablé  recientemente: “escatológico”. 
             
            Otros diccionarios son más 
            amplios en su definición. El  Diccionario de uso del español 
            CLAVE, por ejemplo, dice: “bazofia: Lo que se considera 
            despreciable, desagradable o de mala calidad: ‘En ese   bar sólo 
            sirven bazofia’. ‘No sé cómo te puede gustar esa bazofia de 
            película”. 
             
            El Diccionario de uso del 
            español de América y España, por su parte, registra: “bazofia. 
            1. coloquial. Comida o bebida que  tiene un aspecto o sabor 
            repugnante o desagradable: ‘esta bazofia, que se la beba la dueña’. 
            2. coloquial. Cosa que es de la  peor calidad, despreciable o 
            desagradable: ‘esta sociedad  consume, musicalmente, música del 
            pasado o bazofia del  presente’; ‘su última película es bazofia pura 
            y simple porno’. 3,  coloquial. Persona que es despreciable: ‘es una 
            bazofia de hombre, que maltrata a su mujer’. Sinónimo: basura”. Esta 
            definición tiene el mérito de definir “bazofia” como aplicable a  los 
            seres humanos, como se da en la práctica, no obstante lo cual  este 
            uso no aparece en las otras definiciones citadas. 
             
            Esta aplicación del término a seres humanos es muy importante y 
            responde, como ya dije, a una realidad. “Bazofia” no sólo se emplea 
            para calificar a determinadas personas, sino que su uso se extiende 
            a ciertos actos humanos, como se desprende de algunas de las 
            definiciones transcritas. O sea, que no solamente puede calificarse 
            de “bazofia” a una persona, sino también a lo que esta dice o hace. 
            Por  ejemplo, podemos decir que es “bazofia” un discurso, una 
            declaración, un gesto, una manifestación cualquiera de un 
             determinado sujeto.
             
           
       
        
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                                                           EGO 
               
               
              En Latín “ego” es la primera 
              persona singular del pronombre personal. Equivale, por tanto, al 
              español “yo”. El DRAE no registra “ego” como tal, pero sí lo hace 
              con la acepción que Freud da a dicha palabra en sus 
              investigaciones: “En el psicoanálisis de Freud, instancia psíquica 
              que se reconoce como yo, parcialmente consciente, que 
              controla la motilidad y media entre los instintos del ello, 
              los ideales del superyó y la realidad del mundo exterior”. También 
              registra la  acepción con que la palabra “ego” se usa comúnmente: 
              “Exceso de autoestima”: “Ese tipo tiene el ego muy desarrollado”. 
               
              Igualmente trae el DRAE varios vocablos compuestos con  “ego” como 
              primer componente: “egoísmo”, “egolatría”, “egocentrismo” y 
              “egotismo”, y sus derivados “egoísta”, “ególatra”, “egocéntrico” y 
              “egotista”. 
               
              De “egoísmo” dice el DRAE: “Inmoderado y excesivo amor a sí mismo, 
              que hace atender desmedidamente al propio interés, sin cuidarse 
              del de los demás”. “Egoísta” es, por supuesto, el que practica el 
              “egoísmo”.  En la práctica el “egoísmo” se define poniendo énfasis 
              en la atención a los propios intereses, en detrimento de 
              cualesquiera otros. 
               
              La “egolatría” la define el DRAE como “Culto, adoración, amor 
              excesivo de sí mismo”. El “ególatra” equivale al “narcisista” o 
              “narciso”, al que el mismo diccionario da como “Hombre que cuida 
              demasiado de su adorno y  compostura, o se precia de galán y 
              hermoso, como enamorado de sí mismo”. La palabra viene de Narciso, 
              el personaje de la mitología griega que vio su rostro reflejado en 
              el agua de un estanque como en un espejo, que entonces no existían, 
              y se quedó  prendado de sí mismo. 
               
              Sobre “egocentrismo” dice el DRAE: “Exagerada exaltación de la 
              propia personalidad, hasta considerarla como centro de la atención 
              y actividad generales”. El egocéntrico actúa en todos los actos de 
              su vida en función de sí mismo, actitud típica y definitoria del 
              mesiánico, del que se cree único e indispensable. 
               
              El “egotismo” es definido por el DRAE como el “Prurito de hablar 
              de sí mismo”, y como el “Sentimiento exagerado de la propia 
              personalidad”. El “egotista” se aproxima mucho al  “ególatra”. 
               
              Como puede verse, estas palabras se parecen mucho entre sí,  pero 
              si se observa bien se perciben claramente las diferencias entre 
              ellas.  
             
           
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