HISPANISTA - Vol
XII- nº 46 - Julio
- Agosto - Septiembre de 2011 Revista electrónica de los Hispanistas de Brasil - Fundada en abril de 2000 ISSN 1676-9058 ( español) ISSN 1676-904X (portugués) |
Editora general: Suely Reis Pinheiro |
ERRORES Está claro que uno de los errores más frecuentes en el uso del idioma consiste en emplear palabras dándoles un significado que no les corresponde. En general, puede considerarse un vicio que se origina en un deficiente conocimiento de la lengua. Nada hay que justifique, por ejemplo, que se diga “experticia” en lugar de “experiencia”, ni que se emplee la expresión “a nivel de…” en vez de “a la altura de…”. No es nada nuevo, pues ya Andrés Bello, en el prólogo de su Gramática, lo censuraba, y lo consideraba uno de los peores vicios de lenguaje. Sin embargo, en esto no se debe ser demasiado radical. Si bien, en general, se trata de un vicio que, insisto, casi siempre se debe a un escaso dominio del idioma, en ocasiones el agregar a alguna palabra una nueva acepción resulta conveniente, y de hecho puede tenerse como un medio de enriquecimiento semántico del idioma. Un buen ejemplo lo tenemos en la palabra “álgido”. Esta aparece por primera vez en el DRAE en su edición de 1869, como un término propio de la Medicina, con el siguiente significado: “Med. Lo que produce un frío excesivo, glacial; así se dice fiebre ÁLGIDA, período ÁLGIDO del cólera, etc.”. Esta definición se mantiene, con ligeras variantes, hasta la 20ª edición, de 1984, en que se amplía en los siguientes términos: “Muy frío. 2. Med. Acompañado de frío glacial. Fiebre ÁLGIDA; período ÁLGIDO del cólera morbo. 3. Fig. Dícese del momento o período crítico o culminante de algunos procesos orgánicos, físicos, políticos, sociales, etc”. Esta ampliación se hace en el DRAE para registrar un uso que se venía haciendo del vocablo, agregándole esta definición en sentido figurado. Es decir, el uso, al generalizarse y arraigarse consagró la nueva acepción de ”álgido”, pero es de observar que tal empleo peculiar se impuso por una necesidad expresiva, pues la idea que se expresa con dicha acepción no la contiene ningún otro vocablo de nuestro idioma con tal precisión y exactitud. No fue, pues, una modificación semántica arbitraria ni caprichosa. Estas modificaciones semánticas son válidas en tanto que no obedezcan a caprichos, imitaciones serviles de otras lenguas o a algunas otras motivaciones parecidas, sino a la natural evolución de la lengua que hablamos. |
IMPRIMIDO
/ IMPRESO Varias veces he escrito y hablado en mi programa de radio sobre los vocablos imprimido e impreso. Ambos son participios pasivos del verbo imprimir. El primero es regular y el segundo irregular. En principio, ambos pueden emplearse libremente en cualquier caso. Sin embargo, en la práctica se han ido produciendo preferencias. Impreso se usa generalmente cuando se emplea como adjetivo: ³Un libro impreso en Argentina² ; ³Ya la revista está impresa². También cuando se emplea como sustantivo: ³Están circulando unos impresos infamantes²; ³Voy a mandar a hacer unos impresos de propaganda². Imprimido se usa libremente en los tiempos compuestos de los verbos: ³Ya hemos imprimido la mitad de la edición²; ³Cuando ya hayan imprimido todo le avisamos². Sin embargo, en Hispanoamérica se da una vacilación, y muchas veces se prefiere emplear la forma irregular, impreso, para los tiempos compuestos: ³Para mañana ya habrán impreso todo²; ³Cuando ya habíamos impreso una buena cantidad, se detectó una errata muy grave y hubo que detener la impresión para corregirla². Pero esto no es una regla, sino una simple preferencia. Si en estos casos se emplea impreso no se comete ningún error. Al respecto el Diccionario panhispánico de dudas advierte: ³Aunque existe hoy una clara tendencia (Š) a preferir el uso de la forma irregular impreso, ambos participios pueden utilizarse indistintamente en la formación de los tiempos compuestosŠ².
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CANCELAR
No entiendo la duda. El DRAE dice: ³cancelar. (Š) 2. Acabar de pagar una deuda. (Š)². Según esto, obviamente, quien ³acaba de pagar una deuda² es el que cancela. Así es como todo el mundo lo emplea, y el DRAE sólo registra el uso general. Si alguien va a determinado lugar a pagar una deuda, puede ser que diga: ³Vengo a cancelar mi deuda², no ³Vengo a que me cancelen la deuda². Desde luego, si vemos el asunto desde el punto de vista de la primera acepción de cancelar en el DRAE, con su ingrediente jurídico, podría entenderse que cuando alguien paga una deuda, se cancela dicha deuda, en el sentido de que queda sin efecto. Pero si lo vemos desde el punto de vista de la segunda acepción, no hay duda de que quien paga es el que cancela. Además, la acción de cancelar es bilateral, y vale tanto para el que cancela o paga, como para el que recibe la cancelación o pago. Hace algún tiempo, el 4 de enero de 1998, en mi columna ³Con la lengua², que entonces se publicaba en El Nacional, escribí sobre este tema un largo artículo. En ese entonces todavía cancelar con el significado de pagar no había entrado al DRAE, y por eso en tal ocasión lo analicé específicamente en relación con su uso venezolano. Allí decía más o menos lo mismo que dije en el artículo de la semana pasada, pero ahora con la diferencia de que ya en el DRAE aparece cancelar como ³terminar de pagar una deuda². Definición que, por cierto, no es del todo exacta, pues en la práctica lo que se paga cuando se cancela una deuda no es lo que reste de ella, como pareciera sugerirlo la definición del DRAE. Cuando la deuda se paga por partes, o por cuotas, es común también que se emplee cancelar como sinónimo de pagar una cuota. Lo mismo cuando se cancela o paga el recibo de la luz, del teléfono u otros servicios, casos en los cuales cancelar no se empela como ³terminar de pagar², sino simplemente como ³pagar², sea todo lo que se debe, o parte de ello. En las cosas de la lengua no hay que hilar demasiado delgado ni buscarle cinco patas al gato. El idioma tiene sus naturales complicaciones, casi todas fáciles de entender. ¿Para qué buscarle más? |