HISPANISTA - Vol
XIV - nº 52 - Enero
- Febrero - Marzo de 2013
Revista electrónica de los
Hispanistas de Brasil - Fundada en abril de 2000
ISSN 1676-9058
(
español)
ISSN 1676-904X (portugués)
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Editora general: Suely Reis Pinheiro
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Alexis Márquez Rodríguez
Agua
Una atenta lectora
pregunta por qué agua en singular es masculino, el
agua, y en plural, las aguas, es femenino. El
problema está mal planteado. El sustantivo agua, en
singular y en plural, es femenino, y nunca masculino.
Ocurre que, cuando agua, en singular, va precedido de
una palabra que comienza por ³a², como el artículo ³la², se
altera la concordancia, empleando una silepsis, para evitar
que la concurrencia de dos ³aes² choque al oído: la agua.
Eso no significa que agua allí sea masculino, como lo
prueba que si le ponemos un adjetivo, este tiene que ir en
femenino: el agua mansa, el agua fríaŠ En cambio,
cuando agua está en plural y lleva el artículo ³las²,
la ³s² de este impide la unión de las dos ³aes² y evita el
sonido cacofónico, las aguas. Igual si entre el
artículo y el sustantivo va otra palabra, que evita la
concurrencia de ³aes²: ³la hirviente agua de la
ollaŠ². Lo que no ocurre si al sustantivo posponemos el
adjetivo: ³El agua hirviente de la ollaŠ².
Curiosamente, una palabra compuesta a partir del sustantivo
agua, como aguardiente, es de género
masculino, mientras que otra, como aguamarina, es
femenina.
Esto no se da sólo con el sustantivo agua, sino con
muchos otros que comienzan por ³a² tónica o acentuada: el
arma, las armas, el ánfora, las ánforas; el águila, las
águilas; el alma, las almas; el arpa, las arpasŠ También
con sustantivos que comienzan por ³h² muda seguida de ³a²
tónica: el hacha, las hachas; el habla, las hablas;
el hada, las hadas; el hambre, las hambres; el hampa, las
hampasŠ
No es así con los sustantivos que empiezan por ³a² átona o
no acentuada: la avaricia, la academia, la acequia, la
aventura, la asperezaŠ. Igual los que empiezan por ³h²
muda seguida de ³a² átona: la hallaca; la hamaca; la
habitación, la harinaŠ En estos casos el carácter átono
de la vocal ³a² del sustantivo permite que en la
pronunciación las dos ³aes² se fundan en un solo sonido,
como si fuese una ³a² larga, y se evita el choque disonante
de las dos vocales.
El sustantivo azúcar es un caso especial. Azúcar
comienza por una ³a² átona, por lo que no debería aplicarse
la silepsis. Pero decimos el azúcar, aunque no es
inusual que digamos la azúcar, sin que sea chocante.
En una receta de cocina se lee: ³se agrega luego la
azúcarŠ². Incluso no es extraño que, en plural, digamos
los azúcares, en masculino. Ha habido, pues, una
vacilación en este caso. Tal vacilación se refleja en el
DRAE. En su primera versión, el Diccionario de
Autoridades (1726), se le calificó de masculino.
En la edición de 1817 se le definió como femenino,
calificación que duró solo cinco años. A partir de la
edición siguiente, de 1822, se le pasó a género común,
hasta la de 1869, en que se comenzó a dar como ambiguo,
hasta hoy. El Diccionario panhispánico de dudas (DPD)
dice que ³Este sustantivo tiene (,,,) la particularidad de
admitir su uso con la forma el del artículo y un
adjetivo en forma femenina, a pesar de no comenzar por /a/
tónica: ŒSe ponen en una ensaladera las yemas y el azúcar
molida¹ (Š). Se trata de un resto del antiguo uso de la
forma el del artículo ante sustantivos femeninos que
comenzaban por vocal, tanto átona como tónica, algo que era
normal en el español medieval². La explicación es razonable.
Sin embargo, creo que en este empleo peculiar también ha
influido el uso del sustantivo agua y algunos otros.
El DRAE también atribuye género ambiguo al sustantivo
arte, cuyo comportamiento es del mismo tipo: el
arte cinético, las artes plásticas. En este caso hay
igualmente vacilación en el uso. El Diccionario de
autoridades lo daba como femenino, tal como su raíz
latina, ars, artis. Luego, en varias ediciones del
DRAE se señala como masculino y femenino, hasta que,
a partir de 1884, se marca como ambiguo.
Una vez más estamos ante unos casos que ilustran muy bien el
extraordinario dinamismo de nuestro idioma.
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SOFISTICADO
El adjetivo
sofisticado
pertenece a una familia de palabras muy
interesante. Sofisticado significa ³Falto de
naturalidad, afectadamente refinado. || 2. Elegante.
Refinado. || 3. Dicho de un sistema o de un mecanismo:
Técnicamente complejo o avanzado² (DRAE).
Como se ve, este adjetivo expresa varias ideas, entre algunas
de las cuales hay cierta contraposición. Sofisticado
o sofisticada se le puede aplicar a una persona que
acostumbra expresarse o actuar de manera artificiosa, sin
naturalidad, aparentando lo que no es, dándoselas de
tiquititaqui, como coloquialmente suele decirse en
Venezuela. Muchas veces lo hacen de manera inocente, sin
malicia y hasta con ingenuidad. Otras, en cambio, revelan la
intención de humillar a los demás, pero aun en estos casos
quienes así actúan no pueden dejar de resultar cómicos, y a
veces despreciables. Este comportamiento es muy común en los
llamados nuevos ricos, pobres de ayer que de pronto
devienen en ricos, frecuentemente con riqueza mal habida. A
menudo intentan comportarse como los ricos de vieja data,
pero como no están acostumbrados, caen en sofisticaciones
ridículas y grotescas.
El adjetivo sofisticado también se aplica, no a
personas, sino a otras cosas. Por ejemplo, del estilo de un
escritor puede decirse que es sofisticado, es decir,
falso, rebuscado. Asimismo puede aplicarse al estilo de un
pintor, de un escultor, de un arquitecto, de un actor. Y
también de un orador.
Eventualmente puede decirse de alguien que es sofisticado
sin ánimo de criticarlo, refiriéndonos a su elegancia y
refinamiento.
También se aplica el vocablo sofisticado a un
instrumento o a ciertas técnicas o procedimientos, con
referencia a su complejidad y su alto nivel de novedad o
refinamiento: ³Esta máquina es muy sofisticada²; ³La
técnica empleada es de un alto grado de sofisticación².
Muy importante es, dentro de esta familia de palabras, el
sustantivo sofisma, de vieja estirpe filosófica.
Sofisma es ³Razón o argumento aparente con que se quiere
defender o persuadir lo que es falso² (DRAE). Y se llama
sofistas a quienes acostumbran utilizar sofismas
para engañar a la gente, tal como es frecuente en
actividades como la política y la religión no en balde se
parecen tanto, en las cuales el propósito fundamental es
conquistar adeptos con determinada finalidad, para lo cual
se valen de mentiras y engaños, comúnmente urdidos con
ingenio y habilidad, aunque con frecuencia grotescos y
descarados.
Sofística, finalmente, se llamó en la antigua Grecia
una corriente filosófica que originalmente privilegiaba el
uso del lenguaje como arte para la enseñanza y la
persuasión (Protágoras, Gorgias), pero que luego derivó
hacia el manejo del engaño y el refinamiento habilidoso de
la palabra empleados de manera tendenciosa.
Sofisticado deriva del verbo sofisticar. A
este lo define el DRAE como ³Adulterar², y advierte que
sofisticar es adulterar en el sentido de
³falsificar algo².
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COLAPSAR
El verbo colapsar es
uno de los vocablos de los cuales más se abusa, sobre todo en
los medios de comunicación, que lo emplean con demasiada
frecuencia, casi siempre mal, atribuyéndole un significado que
no es el suyo. No hay día que no aparezca en los periódicos o
que no se oiga en los medios electrónicos la noticia de que
algo ha colapsado. Aquí colapsa todo: el tráfico
automotor, incluyendo el Metro; los hospitales; las cárceles;
las instituciones de cualquier tipo; las universidades y demás
planteles de educación; los servicios públicos; el transporte;
los terminales de autobuses; los puertos y aeropuertos; las
playas; determinados negocios e industrias; el cine nacional;
los museos; el sistema bancarioŠ En fin, todoŠ Muchas veces no
se dice que algo ha colapsado, sino que está a punto
de colapsar.
A veces es verdad, algo ha colapsado o está a punto de
hacerlo. Pero la mayoría de las veces el empleo del verbo
colapsar no es apropiado, bien porque se lo use sin conocer
exactamente su significado, por lo que se le atribuye otro que
no le corresponde, bien porque se exagere una realidad dándola
por colapsada cuando no es así.
En efecto, colapsar, según el DRAE, es ³Producir colapso.
|| 2. Sufrir colapso o caer en él. || 3. Dicho de una actividad:
Decrecer o disminuir intensamente². Colapso, a su vez, el
mismo diccionario lo define como ³Destrucción, ruina de una
institución, sistema, estructura, etc. || 2. Paralización a que
pueden llegar el tráfico y otras actividades. || 3. Mec.
Deformación o destrucción bruscas de un cuerpo por la acción de
una fuerza. || 4. Med. Estado de postración extrema y
baja tensión sanguínea, con insuficiencia circulatoria. || 5. Med.
Disminución anormal del tono de las paredes de una parte
orgánica hueca, con decrecimiento o supresión de su luz².
Si se leen con cuidado estas definiciones, se observará que el
sustantivo colapso y el verbo colapsar se emplean
demasiado a menudo de manera inapropiada. El tráfico, por
ejemplo, en las calles o carreteras puede sufrir serias
perturbaciones, por congestionamiento de vehículos o
cualesquiera otras causas, pero mientras no se paralice
totalmente no puede decirse que ha colapsado. Asimismo,
de un hospital, mientras funcione, aunque sea con muchas fallas
y dificultades, no puede decirse que colapsó. Lo mismo de
una cárcel, y mucho menos del sistema carcelario, cuyo
colapso supondría que las cárceles dejaran totalmente de
existir o de funcionar. Aún más exagerado es decir que el país
ha colapsado, por el hecho de que sus instituciones
funcionen extremadamente mal.
Es de advertir que el sustantivo colapso, de donde deriva
el verbo colapsar, inicialmente no tenía todas las
acepciones que aparecen hoy en el DRAE. Ese sustantivo ingresa
al DRAE en su edición de 1884, con la siguiente definición:
³Med. Postración repentina de las fuerzas vitales y
determinada por la debilidad de la influencia necesaria de los
centros vitales². Al principio se trata, pues, de un término
médico, carácter que conserva hasta el presente. Pero el uso
metafórico de dicho vocablo lo fue enriqueciendo semánticamente,
y se fueron arraigando los otros significados registrados
actualmente en el DRAE. Lo cual, a su vez, determinó la
definición del verbo colapsar, que ingresa al diccionario
en su edición de 1983, con la misma definición que tiene en la
actual.
La exageración, conocida en Retórica como hipérbole, es
válida en ciertas circunstancias, cuando se quiere o se necesita
darle mucho énfasis a una determinada idea o expresión.
Igualmente es válido utilizar el término colapsar con
sentido metafórico. Pero, como en todo, abusar de ello es
contraproducente, entre otras razones porque de ese modo un
vocablo semánticamente tan vigoroso, como colapsar, se
convierte en lugar común y pierde fuerza y expresividad.
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