HISPANISTA - Vol XV - 56 - Enero - Febrero - Marzo de 2014
Revista electrónica de los Hispanistas de Brasil - Fundada en abril de 2000
ISSN 1676-9058 ( español) ISSN 1676-904X (portugués)

Editora general: Suely Reis Pinheiro

Alexis Márquez Rodríguez

 

Trapo

“Trapo” es palabra polisémica, con muchas acepciones. La primera (Drae) es la más común y corriente: “Pedazo de tela desechado”, aunque lo de “desechado” es discutible, pues los “trapos” son a menudo muy útiles, de uso frecuente y con diversos fines. También es corriente la 2ª acepción: “2. Paño de uso doméstico para secar, limpiar, quitar el polvo, etc.”.

Son muchos más los usos de la palabra trapo. Uno muy común se refiere a la ropa, sobre todo la femenina: “coloq. Prendas de vestir, especialmente de la mujer: ‘Todo su caudal lo gasta en trapos’”.

Antes se llamaba “trapos” a las velas de los barcos. De ese uso deriva el dicho “a todo trapo”, referido a una acción rápida, equivalente a “a toda vela” y “a todo meter”.

Frecuente es el uso de trapo con una connotación despectiva, registrada en la 8ª acepción por el Drae: “… como a un trapo (…). Con desprecio y de forma humillante: ‘Trata a su marido como a un trapo’”. El mismo uso se da también sin valor despectivo, como cuando una persona extremadamente cansada dice de sí misma: “Me siento como un trapo”.

También es frecuente el uso de trapo en la locución “sacar los trapos sucios” o “sacar los trapos al sol”, referida al hecho de “Echar a alguien en cara sus faltas y hacerlas públicas, en especial cuando se riñe con él acaloradamente”.

Aunque no está registrado en el Drae, se da mucho la expresión “trapo rojo”, de evidente reminiscencia tauromáquica, para referirse a ciertos anuncios falsos que hace el Gobierno para distraer la atención del público y evitar que se ocupe de los reales vicios y errores gubernamentales: “Eso no es sino un trapo rojo…”.

La palabra “curul” es femenina. Varias veces he leído en textos periodísticos la palabra curul empleada como si fuese de género masculino: “El curul, un curul”. Es un grueso error. Curul es palabra de género femenino: “La curul, una curul”. En realidad, la expresión “la curul” es una forma de simplificar el sintagma “la silla curul”. Se trata de un adjetivo que se usa para señalar idealmente el asiento o lugar que corresponde a los diputados o senadores, donde los hay, en el congreso o asamblea legislativa, lo mismo que a los ediles o concejales en los concejos municipales. Se sigue así una antigua tradición, que se remonta a los lejanos tiempos del Imperio Romano.

 

                                         Guarimba  

 

La palabra “guarimba” no aparece en la última edición del Diccionario de la Lengua Española (2001), pero sí en el Diccionario de americanismos (2010) de la Asociación de Academias de la Lengua Española, con la marca de venezolanismo y definida de la siguiente manera: “En los juegos infantiles, lugar en el que los jugadores se ponen a salvo de una persecución”. Lo cual permite pensar que en la próxima edición del Drae, que pronto entrará en circulación, sí aparecerá.

Esta definición del Diccionario de americanismos está incompleta, porque calla otros usos que de dicha palabra, como luego se verá, se hacen en Venezuela.

Tampoco la incluye Rosenblat en sus Buenas y malas palabras, aunque la menciona una vez, de paso, pero sin definirla.

En el Diccionario del habla actual de Venezuela, de R. Núñez y F. J. Pérez, leemos: “guarimba. En distintos juegos infantiles, lugar en donde están a salvo los jugadores”. Definición igualmente incompleta, cosa extraña, pues tratándose de un diccionario de venezolanismos, debió incluir los otros usos que de la mencionada palabra hacemos los venezolanos.

Más preciso es el Diccionario de venezolanismos de María Josefina Tejera y otros: “guarimba. 1. En el juego del gárgaro, lugar elegido de antemano para librarse de la persecución. 2. Refugio, lugar para ponerse a salvo”.

En la práctica, “guarimba” tiene un uso más amplio de lo que registran los diccionarios. Es verdad la presencia de la “guarimba” como refugio, en el juego del “gárgaro”, donde los jugadores han de resguardarse en un momento dado. Pero eso no es solo en el juego del gárgaro, sino en cualquier otro juego en que el jugador deba refugiarse en un lugar, en que se llamará “guarimba” ese lugar para el refugio. Tal como lo sugiere la definición del vocablo en el citado Diccionario del habla actual de Venezuela de R. Núñez y F. J. Pérez.

Del juego del gárgaro el vocablo “guarimba” pasa al uso general, como sinónimo de “refugio” o “asilo”, lugar para ponerse a resguardo una persona, de uso más propio del lenguaje popular. Pero ese uso general ha ido aún más lejos, y no es extraño que encontremos la palabra “guarimba” empleada indebidamente como sinónimo, por ejemplo, de “barricada”, independientemente de que tras de esta puedan refugiarse, o no, determinadas personas.

 

                                              Barricada

La palabra “barricadas” se usa sin relación alguna con la guerra o el amotinamiento

Un amable lector me pide que escriba sobre del significado y los usos de la palabra “barricada”.

Se trata de una palabra de uso frecuente en relación con los amotinamientos o revueltas populares, y antiguamente con las guerras, cuando estas eran cuerpo a cuerpo y los ejércitos se enfrentaban con armas blancas, como espadas, sables, lanzas y alabardas. El Drae la define de la siguiente manera: “barricada. Especie de parapeto que se hace, ya con barricas, ya con carruajes volcados, tablas, palos, piedras del pavimento, etc., usado para estorbar el paso al enemigo, más frecuentemente en las revueltas populares que en el arte militar”.

Esta definición hoy resulta un tanto anticuada, pues el vocablo “barricada” evidentemente ha evolucionado desde aquel tipo de guerra a que antes aludí, y hoy se refiere a actos como los amotinamientos y otras rebeliones populares, pero también a la guerra de guerrillas. Además, por vía metafórica también puede usarse “barricada” en relación con otras cosas, incluso del ámbito civil, ajenas a toda referencia militar.

Otros diccionarios son más amplios y precisos en tal sentido. El Clave. Diccionario de uso del español actual, por ejemplo, registra: “barricada. Obstáculo que se levanta de manera improvisada amontonando distintos objetos para defenderse en un levantamiento o para impedir el paso: ‘Los manifestantes cortaron la calle con una barricada de coches volcados’”.



 

Por su parte, el Diccionario del español actual, de Manuel Seco, Olimpia Andrés y Gabino Ramos, dice: “barricada. Obstáculo improvisado que sirve de parapeto, generalmente en una revuelta callejera: ‘Desde los revoltosos de Nanterre y de las barricadas de mayo en París (…), corre una similar riada de sedición’. ‘El toro es conducido con una soga hasta un poste. (…) Las calles cerradas con altas barricadas de madera donde el público se agolpa para presenciar el espectáculo’”. Lo que interesa en este caso es el ejemplo dado en segundo lugar, donde la palabra “barricadas” se usa sin relación alguna con la guerra o el amotinamiento.En cuanto al origen del vocablo “barricada”, deriva de “barrica”, y llega al castellano desde el francés “barricade”. En todo caso, su origen tiene que ver con el hecho de que las “barricadas” solían hacerse con barricas y otros objetos.