HISPANISTA - Vol
IX nš 32 -enero
- febrero - marzo de 2008 Revista electrónica de los Hispanistas de Brasil - Fundada en abril de 2000 ISSN 1676-9058 ( español) ISSN 1676-904X (portugués) |
Editora general: Suely Reis Pinheiro |
“Chapucero” deriva de “chapuza”, definido por el DRAE como “Obra o labor de poca importancia. ||2. Obra hecha sin arte ni esmero (…)”. De manera más sencilla, un “chapucero” es alguien que hace “chapuzas”, especialmente en su acepción de “Obras hechas sin arte ni esmero…”, o sea, una persona cuyas obras o actuaciones son toscas, groseras, bastas, ordinarias… El “Diccionario de uso del español de América y España” VOX es un poco más preciso: “chapuza: Trabajo hecho sin técnica ni cuidado o con un acabado deficiente”. Según registra el “Diccionario del habla actual de Venezuela” (R. Núñez y F. J. Pérez), en nuestro país, en la región zuliana, “chapucero” es una “Persona que hace trampas”. Segundo Barroeta, por su parte, en su “Diccionario de voces trujillanas” define como “chapucero” al “Que hace o acostumbra hacer chapucerías, es decir, que hace las cosas a medias, mal terminadas o de mala calidad (...)”. En Venezuela el uso de “chapuza” y “chapucero” es bastante amplio y dinámico. Se aplican a cualquier tipo de personas, sin distinción de clase social, profesión u oficio, edad, sexo, grado de instrucción, etc. Lo mismo puede ser “chapucero” un aristócrata que un sujeto de clase media o un proletario; un banquero que un político o un gobernante; un profesional universitario que un obrero o un campesino; un viejo que un muchacho; un hombre que una mujer; un escritor o un artista, que un analfabeta… En segundo lugar, su uso se extiende por vía metafórica a cualquier clase de actividad. Se puede tildar de “chapuza” la obra o actuación de un albañil, un herrero, un carpintero, etc., pero también las de un médico, abogado, ingeniero o arquitecto, un juez, diputado, gobernante de cualquier nivel, empresario, profesor, poeta, pintor, sacerdote, etc. “Chapuza” deriva de “chapuz”, y este del francés antiguo “chapuis”. |
Atorrante “Atorrante” es muy común en Argentina y Uruguay. El DRAE la define como despectiva, con valor de “vago” y “holgazán”. El DRAE también registra “||2. Persona desfachatada, desvergonzada. ||3. Vagabundo sin domicilio fijo”. Más o menos lo que los franceses llaman “clochard”. Para el “CLAVE. Diccionario de uso del español actual” un “atorrante” es un “vago o perezoso”. El “Diccionario Anaya de la lengua” le atribuye el valor de “Vagabundo, pordiosero”. El “Diccionario de uso del español de América y España” VOX da una definición un poco más amplia, siempre atribuida a los países del Río de la Plata: “1. [animal doméstico, objeto] Que es ordinario o mediocre: no quería ningún perro de raza, se conformaba con un perro atorrante. 2. [persona] Que evita el trabajo por comodidad: Los dos hermanos eran muy diferentes, uno muy responsable, el otro muy atorrante. 3. Persona que no tiene ocupación ni domicilio fijo y que vive de la limosna: al final de esta calle hay un grupo de atorrantes, muchos de ellos con sus perros”. El “Diccionario del español de Argentina” precisa mucho mejor el significado de “atorrante: 1. Se usa para dirigirse, en tono de confianza, a un niño o a un joven que suele hacer picardías o travesuras. 2. Persona que no tiene afición por el trabajo y lo evita por comodidad. 3. Persona sinvergüenza o estafadora. 4. Obsol: Persona que no tiene ocupación ni domicilio fijos y mendiga para vivir”. Aunque esta última acepción se marque como obsoleta, mucha gente la tiene como vigente. Este diccionario trae también “atorranta” como “Mujer que ejerce la prostitución” y “Mujer que mantiene relaciones sexuales con varios hombres”; se sobreentiende, en este caso, que se comporta así sin ser prostituta. En este diccionario está también el verbo “atorrantear: Pasar una persona, generalmente un joven, gran parte del tiempo en la calle, sin hacer nada de provecho”. “Atorrante” lo dan los especialistas como de origen incierto. |
Los diccionarios son poco claros e imprecisos al respecto. “Festinado” no aparece en el DRAE, pero sí el verbo “festinar”, con marca de desusado y el significado de “Apresurar, precipitar”, y agrega que es usado en América, pero sin precisar si es un americanismo. También incluye el significado de “malversar”, aunque limitado a Ecuador. El DRAE también registra el sustantivo “festinación” (“Celeridad, prisa, rapidez”) y el adverbio de modo “festinadamente” (“Precipitadamente, sin reflexión”) atribuido a Cuba y Guatemala. El “Diccionario CLAVE” ignora estos vocablos. El “Diccionario de uso del español de América y España” VOX sólo incluye “festinar”, con valor de americanismo y definido como “Apresurar o precipitar la realización de una cosa (…)”. El “Diccionario del español actual”, de Manuel Seco, Olimpia Andrés y Gabino Ramos sólo trae “festinación”, lo considera propio de la Medicina y lo define como “Tendencia involuntaria a acelerar la marcha para evitar la caída hacia delante (…)”. El “Diccionario Planeta de la lengua española usual” da “festinar” con el valor de americanismo que significa “Apresurar, precipitar, activar”. Julio Casares, en su “Diccionario Ideológico de la lengua española”, que a pesar de ser muy viejo sigue siendo una estupenda herramienta para nuestro trabajo, incluye el verbo “festinar” como “Apresurar, acelerar, precipitar”, y el sustantivo “festinación” con el sentido de “Prontitud, celeridad, precipitación, apresuramiento”. El “Diccionario de americanismos” de Marcos A. Morínigo sólo trae el verbo: “festinar. Acelerar, apresurar el despacho de algún asunto”, y lo atribuye a Colombia, Chile, Honduras, México y Venezuela. En nuestro país, de todos los vocablos arriba vistos el más usual es el adjetivo, “festinado”, con valor de apresurado, pero también de enredado o complicado: “No te puedo atender porque estoy muy festinado”. “Hoy el trabajo estuvo muy festinado”. En cuanto al origen etimológico, “festinar” deriva
del verbo latino “festinare”, que significa apresurar.
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