HISPANISTA - Vol
IX nš 32 -enero
- febrero - marzo de 2008 Revista electrónica de los Hispanistas de Brasil - Fundada en abril de 2000 ISSN 1676-9058 ( español) ISSN 1676-904X (portugués) |
Editora general: Suely Reis Pinheiro |
En el año
del centenario
La madrina de bodas de aquel casamiento fue la silenciosa, aparentemente amarga pero también dulce y cariñosa pobreza. El padrino del himeneo la revolución mundial. El discurso
reiterativo de la boda apurar una gran transformación que cambiara
las estructuras del orden social imperante en el mundo, que condena
a la miseria más espantosa a millones de seres humanos y atosiga
en la riqueza más denigrante e infame a unas cuantas familias
poderosas. |
2. Construir una sociedad de fraternidad
En aras de ese ideal murió luchando César Vallejo y dicha herencia espiritual la convirtió ley en su vida su esposa Georgette. Al morir
él estaba consagrado a la causa republicana de la Guerra Civil
Española. |
No tuvieron hijos porque renunciaron a ellos: Un revolucionario no puede condenar a otras criaturas al sacrificio, fue el precepto de César Vallejo El sueño de los hijos propios era más bien ayudar a construir una sociedad de fraternidad entre todos los hombres. César Vallejo como hijo legítimo del mundo andino podía proclamar que esos ideales eran posibles no como utopía irrealizable sino como un vástago fidedigno de esa cultura y de ese mundo al cual pertenecía. Porque
fue la civilización incaica la que puso en práctica un
orden social en base a la solidaridad humana y no solo lo supo ordenar
sino que lo convirtió en arte y en canto.
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3. Seriedad de ambos para vivir y morir «Nunca hablábamos de felicidad, ni de paz, ni de nosotros mismos; siempre de la miseria del mundo; de la revolución; jamás de temas personales». «Él
nunca hablaba de sí mismo; nunca hablábamos de nosotros». Pero sobre todo admira, asombra y conmueve, primero dicha decisión, y en segundo término, la constancia y absoluta seriedad de ambos para vivir y morir en esa línea. César
Vallejo en 1938 y Georgette 46 años después, en el año
1984. Ella erogaba
para las causas nobles de la colectividad, haciéndose presente
en los desfiles en defensa de la vida, solidarizándose y donando
hasta el último de sus recursos a los niños desvalidos.
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4.
Ella también es su obra ¿Por qué era la consigna de un partido político al cual pertenecían? No. ¿Porque lo prometieron de modo ritual en una ceremonia? No. No hubo
nada de eso, ni entre ellos ni ante ninguna congregación. Pero,
¿cómo se entiende que una muchachita que siempre estuvo
bien, que ni siquiera necesitó estudiar, a quien se le deparaban
gustos sutiles como seguir clases de violonchelo en Londres, sin antecedentes
intelectuales ni en su familia ni en su formación, pertenezca
de repente a un mundo tan superior y radical?
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5. En aras de él, por él y con él Y estas
decisiones eran saltos mortales, decisiones trascendentes, cambios supremos. Ella cuenta que si algo chocaba más en su ambiente familiar y social era la palabra comunismo. Y sin embargo su luna de miel fue estar en Moscú, conducido por la mano de César Vallejo para admirar la construcción del socialismo mundial. En razón de este empeño grandioso de salvar al hombre es que él también se convirtió en mendigo en París. Un mendigo
tal y cual es. Un mendigo al cual se desprecia, porque no hay mendigo
digno y decente.
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6.
Verbo fundamental del alma humana A contra viento y marea ella persiste. A pesar de todos los factores en contra, atacada incluso por aquellos que se erigían en representantes y corifeos de la revolución mundial, como Pablo Neruda. Delfina Paredes cuenta cómo al final de sus días ella no comía y ahorraba todo para hacer donativos a la gente pobre, pero se cubría el rostro para que no vayan a fotografiarla. Es la mujer que renunció, junto con su esposo en vida, a tener hijos puesto que su vida la habían consagrado a la revolución mundial. Es la
mujer que cambió conscientemente la felicidad propia por el martirio,
al unirse al hombre al cual amaba. Y tenía razón, porque César Vallejo es César Vallejo, no solo un gran poeta sino un redentor de la humanidad. Porque César Vallejo no es un nombre célebre ni un apellido en un estante o en una vitrina, sino que a partir de él un sustantivo y es más, un verbo fundamental del alma humana y en el habla de la gente. Y ella
lo supo, lo sabía y en ello amparó y sustentó su
vida.
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7.
Un maestro, un conductor y un guía «Una vez que escribía –yo no sé por qué, porque era muy discreta– me acerqué, por detrás de él y lo besé. Y él me apartó con la mano. Y yo quedé tan herida que nunca, nunca más hice un gesto parecido.» El trato de ambos no tuvo nada de seducción, galantería o relación edulcorada. Hay un momento en que él debate si renunciar a ella o continuar con el vínculo que los unía. Era una niña. ¡Y se impuso formarla! Esto último significaba realizar una labor pedagógica, de edificación, de paciencia consumada, de devoción en el género humano. «Me salvo salvándola», es su resolución. Se impone esa tarea, de cómo conducirla por el mundo y cómo enseñarla a ver la realidad. A cómo comprender más ampliamente la vida, y la historia humana. Es él quien se impone guiarla y formarla para que pueda ser cabal a su lado, hasta ciertos límites. César
Vallejo no solo fue para ella un esposo o un amante. Fue un maestro,
un conductor y un guía. ¿Cuál la perspectiva? hacerse
responsable de los problemas del mundo, sin devaneos, reticencias ni
mucho menos beneplácitos.
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8.
Fiel por naturaleza en lo más absoluto «En mis nueve años de unión con César Vallejo, pude convencerme, aunque solo después de su muerte, que ninguna mujer había realmente existido en su destino, sino en proporción de su necesidad esencial para el desarrollo de su obra. Sólo existía por y para ella, haciéndose esa evidencia «la dominante» entre las características de su ser» Y así como le inoculó su pena, sus enigmas, sus dolores y sus secretos, que lo son para nosotros mismos, le insufló su gran responsabilidad frente al destino del hombre, a su militancia con la gran causa de la justicia social, al compromiso con la revolución mundial y a la obra que hemos venido a cumplir y realizar en esta vida. Y esto Georgette lo tuvo muy en claro y muy en cuenta durante toda su existencia. Él
marcó totalmente a Georgette, como influyó en casi todas
las personas que lo conocieron. Dejó honda huella en sus amigos
y casi totalmente, puesto que no hay uno solo que no se volviese su
apóstol, un predicador o un propagador de su evangelio.
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9. Seguirlo ya en espíritu
Georgette para entregar su vida con la totalidad como lo hizo, tiene que haber sido una persona con dotes excepcionales. Para aceptar el ascetismo, el sacrificio y la extremaunción que significó vivir al lado de César Vallejo, quien en cuerpo y alma se consagró a los ideales y sacrificó totalmente su vida personal, tiene que haber estado amparada por un referente supremo. Ella enajenó su vida para ofrendársela completamente a ese hombre que nada tenía de material, que estaba privado de todo, que era escueto, seco y duro: ‘un bloque de hielo sobre tu amapola’. Para olvidarse de sí misma, con una vocación religiosa de votos de obediencia, lealtad y total consagración a la vida y obra de ese hombre implacable. Para ya no estar en el mundo, para encarar toda renuncia. Para estar junto a él. Asumiendo y haciéndose él mismo mendigo de a verdad. Para legitimar su relación esencial con el mundo y la vida. Ahora bien, decidirse a compartir su miseria, evidente e inocultable, pudo estar alentada por un amor juvenil y consumado. Pero persistir,
luego de muerto él, con igual miseria en Europa, y después
seguirlo ya en espíritu por todos los caminos del mundo, es ya
digno de loa y alabanza. |
Apostar por ese hombre cargando una cruz pesada y desgarrante, sin los prodigios ni milagros que nos den amparo para creer que estamos ante un Mesías seguro, con señales divinas que orlen su frente, requiere mucho de coraje y convicción. Y mucho de karma y predestinación. Mucho más, como ella lo fue, para ser su primer apóstol y mártir. Es un designio que ni ella alcanzó a comprender. Sintió
frío y hambre y se abochornó de calor y abundancia junto
a él. Comprendió
que su vida era a partir de entonces un sacrificio y hasta una inmolación
en donde no le cabía casi nada de reclamos y menos de contravención.
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