HISPANISTA - Vol
IX nš 32 -enero
- febrero - marzo de 2008 Revista electrónica de los Hispanistas de Brasil - Fundada en abril de 2000 ISSN 1676-9058 ( español) ISSN 1676-904X (portugués) |
Editora general: Suely Reis Pinheiro |
0. Introducción Un aspecto importante
del habla juvenil es el uso de un argot o una jerga creada por y para
ellos mismos y que queda reflejada en la música, las películas
y en la literatura. Estamos hablando del argot común o jerga
urbana y algunas de estas palabras, con el paso del tiempo y dado el
número de personas que las usan, han ido incorporándose
al léxico general y muchas de ellas forman parte del español
sincrónico utilizadas por un grupo heterogéneo dentro
de la comunidad lingüística. ¿Quién no dice
o entiende en nuestro país las voces: parné o pasta? o
¿quién no sabe lo que es un porro o un camello? Algunos podrán
pensar que la función de un buen profesor de español no
es la de enseñar expresiones o palabras populares, o incluso
malsonantes, en el aula sino más bien hacer que los estudiantes
aprendan un español normativo, aceptado y con prestigio social
con el que puedan comunicarse con toda la comunidad lingüística
española y esperar, de esta manera, a que sean ellos mismos quienes
adquieran estas palabras y expresiones en la calle, con los amigos,
en los bares tomando copas, etc. Pero, a menudo, los estudiantes muestran
interés por el conocimiento de estas palabras para poder sentirse
integrados y aceptados en compañía de sus nuevos amigos
españoles y si no las aprenden en clase de forma contextualizada,
marcadas adecuadamente al registro al que pertenecen y condicionando
en todo momento las posibilidades de uso, pueden cometer errores gravísimos. Y yo me pregunto: ¿podemos decir que en estas ocasiones la comunicación ha tenido éxito? Partiendo de la premisa de que un buen hablante debe tener la capacidad de cambiar de registros adecuándose, en todo momento, a cada situación: ¿por qué se la negamos a nuestros alumnos de E/LE?, ¿por qué no aparecen palabras y expresiones fijas con características argóticas en los manuales de E/LE? y ¿por qué, cuando éstas aparecen, están, a menudo, descontextualizadas? Según Canale y
Swain (1980), un estudiante es competente en una lengua extranjera cuando
domina las competencias lingüística, discursiva, estratégica
y sociolingüística. Y ¿en qué consiste ésta
última? En el dominio del uso apropiado de la lengua en diferentes
contextos lingüísticos. |
Eugenio Cascón Martín nos dice:
|
1.
¿Qué entendemos por argot común o lengua juvenil? Antes de definir estos términos, debemos aludir al hecho de que algunos autores distinguen entre lo que es argot y lo que es jerga aunque, a menudo, se toman como sinónimos. Pilar Daniel nos aclara que “la palabra jerga tiene un matiz peyorativo”, mientras que “el uso de la palabra argot está ampliamente difundido, mucho más aceptado que jerga, y su significado es comprendido con mayor rapidez por un público más extenso” (Daniel, en León, 1991: 15). Nosotros preferiremos, en consecuencia, utilizar la palabra argot o lengua juvenil para designar nuestro objeto de estudio. |
Por
lengua juvenil, entendemos: Es importante resaltar el hecho de que el argot común o lengua juvenil nace en las grandes ciudades, por lo que también podemos encontrar los términos argot urbano y jerga urbana para denominar al argot común. |
Por otro lado, Enrique Alcaraz dice que: Podemos hablar de un argot barcelonés o madrileño, del argot de los estudiantes, de los músicos de rock o del mundo de la prostitución, pero también de un argot general o común que ha pasado al dominio general de la lengua y es empleado por la mayoría de los hablantes en contextos coloquiales (por ejemplo, currar por “trabajar” y mogollón por “gran cantidad de algo”) (Alcaraz, 1997: 25). Es cierto que palabras procedentes del argot de la delincuencia o del mundo profesional se han incorporado al argot común, pero también es cierto que muchas de éstas son sinónimas de palabras y expresiones de la lengua estándar. Julia Sanmartín también distingue entre el argot, o el habla específica de grupos sociales y profesionales, y el argot común, basándose en que éste último “no constituye una estratificación vertical, un sociolecto [nivel de lengua], más bien es una variación lingüística horizontal, un registro [modalidad de habla], en función de la situación comunicativa” (Sanmartín, 1998: 7). A menudo, muchos hablantes califican de vulgares a estas palabras y expresiones pero, a mi entender, esta lengua juvenil o argot común, si se utiliza en situaciones comunicativas adecuadas al contexto en el que se encuentran los interlocutores, puede estar socialmente aceptada y no tiene que estar vinculada al nivel de lengua (eje diastrático) sino a una modalidad de uso (eje diafásico). Además, el uso de estas palabras dota al lenguaje de una gran expresividad, debido a la intensificación que adquieren éstas o al deseo de no utilizar otras (tabúes). Los jóvenes adecuan el registro lingüístico de acuerdo al interlocutor con el que están hablando; cuando están con sus amigos utilizan un vocabulario distinto del que usan cuando se relacionan con sus padres, profesores o personas con las que no tienen una relación de proximidad. De esto se desprende que el uso del argot común depende de las circunstancias comunicativas y no “de las personales cualidades del sujeto hablante (que van con él dondequiera que él va)” (Vigara, 1992: 19), aunque haya jóvenes que no sean capaces de adecuar su registro y puedan ser considerados como hablantes no cultos. |
2. ¿Cuáles son las situaciones que favorecen el uso del argot común? Las situaciones que permiten el uso de palabras y expresiones juveniles son en las que existe una inmediatez interlocutiva, “en la cual los fenómenos más representativos surgen como consecuencia de esa peculiar vivencia que el hablante tiene de sí mismo y de la situación general comunicativa” y un predominio de la perspectiva personal del hablante, “así como de la relación viva y “actual” que establece con su interlocutor y, simultáneamente, con el resto de los elementos que intervienen en la comunicación: el canal (reversibilidad interlocutiva), el código (improvisación formal), el mensaje y el contexto (expresión del sentido por aproximación)” (Vigara, 1998: 128). Otros condicionantes específicos que encontramos en los actos comunicativos de los jóvenes, cuando usan el argot común, son: ? El hablante y el interlocutor son sujetos activos, en copresencia, alternantes potencialmente en la interacción de la conversación y comparten el mismo canal, código, mensaje y contexto. ? La estructura de la conversación es abierta. ? La conversación es inmediata, imprevisible, fugaz, no trascendental y el mensaje siempre está actualizado de acuerdo a la situación comunicativa en la que se encuentran los hablantes. ? Es más importante
la participación en la comunicación que la transmisión
de información, de ahí que sea ésta intrascendente. Estas situaciones son las que se van a encontrar nuestros alumnos extranjeros cada día y nosotros, profesores de español, debemos prepararlos para que improvisen en sus actos lingüísticos, usando el registro más adecuado a la situación comunicativa de acuerdo a la relación de proximidad entre los interlocutores |
3. La formación del argot En la formación del argot se dan tres fenómenos, a saber, cambios de significados, modificaciones del significante y préstamos de otras lenguas. a./ Cambios de significados (relexificación) que implican una materialización de lo abstracto (v.gr. estirar la pata, ser un fiambre), una degradación o desprecio a lo elevado (v.gr. comer(se) el coco/tarro, sudar referido a hacer deporte, mover el esqueleto referido a bailar) y una equiparación del hombre a los animales, vegetales y objetos (v.gr. melón y azotea referido a la cabeza, buzón referido a la boca, morro referido a la cara). En todos estos cambios pueden verse una cierta animalización (v.gr. cerrar el pico, referido a callarse), comparaciones implícitas (v.gr. quesos referidos a los pies) y dosis de humor e ironía (v.gr. poner los cuernos referido al adulterio). b./ Modificaciones del significante debidas a acortamientos o aféresis (v.gr. anfeta por anfetamina, paraca por paracaidista). Según Manuel Casado
Velarde, estas reducciones léxicas: Manuel Casado Velarde apunta que el sufijo –ata es muy característico (v.gr. bocata, bugata referido al coche, drogata) y que este sufijo: “Ha pertenecido y pertenece a la jerga española de la delincuencia. Y es más que probable que de esa jerga lo hayan tomado en préstamo los ambientes juveniles [...] como vehículos de la ideología contracultural reinante en vastos sectores de la juventud” (Casado, 1989: 169) Por lo que respecta a la formación de verbos aparece, con frecuencia, el sufijo –ear (v.gr. mosquearse, cachondearse) y el pronombre “se” reflexivo (v.gr. apalancarse, enrollarse, cepillarse)
y de otras jergas o lenguajes especiales (v.gr. echar un capote, ser un sargento) En cualquier caso, como dice Julia Sanmartín: La variación semántica, la formal y los préstamos sólo se convierten en argot cuando, por una parte, adquieren estas connotaciones y marcaciones y, por otra, quedan fosilizados, lexicalizados, [...] (Sanmartín, 1998: 12). |
4. Fuentes del léxico juvenil El origen de (un mogollón
de) muchísimas palabras características de la lengua juvenil
son de carácter germanesco. Algunos ejemplos que pueden ilustrar
esta aseveración son: Basca (gente), bofia (policía),
currar (trabajar), chorizo (ladrón), chupa (chaqueta), dabuten
o dabuti (excelente, bueno), guita (dinero), menda (yo), mollate (vino),
pasma (policía), picoleto (un guardia civil), tronco (amigo),
etc. E incluso, algunos de estos vienen de la lengua caló: menda,
mollate, currar, etc. |
A esta pregunta Manuel Casado Velarde responde: “Quizá haya que dar una explicación en términos de rechazo de unos determinados valores culturales más o menos vigentes, que estarían representados por la lengua general de la comunidad”. (Casado, 1989: 176) Y, a continuación, añade: “una forma de manifestar que esos valores no se comparten es precisamente la adopción de un lenguaje que representaría justamente unos contravalores” (Casado, 1989: 176). Creo que estas afirmaciones
siguen vigentes después de diez años y seguirán
siéndolo ya que, creo yo, la juventud siempre buscará
una identidad propia. |
5. Comentarios sociolingüísticos El argot tiene un enorme valor sociológico. Un estudio de este lenguaje nos revelaría datos muy interesantes sobre la manera de pensar y actuar del grupo así como de sus valores, actitudes, sentido del humor, etc. El argot común de las personas nos ofrece unas directrices, aun a riesgo de generalizar, de los rasgos comunes de los hablantes. Determinados grupos tienen mayor predisposición que otros para la creación y uso del argot. Generalmente, éste se da más en ambientes cerrados en donde la conciencia de grupo es mayor por lo que el argot viene a ser un distintivo de clase y, además, un elemento integrador. La jerga de los delincuentes protege al grupo, permite la identificación entre ellos y les facilita la comunicación. |
Con respecto a la jerga
juvenil, Manuel Casado Velarde nos dice: Otros rasgos sociológicos son el ingenio y el humor que, como dice Pilar Daniel en el prólogo al diccionario de Víctor León, “son fuente inagotable de nuevas expresiones, [...], de existencia muy fugaz, pero tan frecuentes y de tal variedad, que hacen pensar en un rasgo acusado del carácter español” (León, 1991: 20-21). Además, la represión sexual ha contribuido a crear un léxico abigarrado de términos referidos al sexo que, con frecuencia, son de carácter machista (v.gr. tener cojones, salir de las pelotas, follar, tirarse) aunque la incorporación de la mujer al mundo del trabajo está nivelando el uso del argot y ahora ella, también, utilizan estas expresiones. |
6. Conclusiones Aprendemos una lengua extranjera para comunicarnos con los hablantes de la lengua meta y, finalmente, quien nos evalúa no es el profesor en el aula sino la realidad de la calle. Pero, en muchas ocasiones, existe una gran diferencia entre lo que ocurre en clase y lo que ocurre fuera. Las mayores dificultades a las que nuestros estudiantes han de hacer frente en el proceso de aprendizaje de una lengua extranjera están en la calle donde tienen que poner en práctica –en uso– los conocimientos adquiridos en el aula. En clase, el estudiante se siente protegido, comprendido, y cuenta con la paciencia de sus interlocutores, pudiendo preguntar qué significa esta o aquella palabra o pedir que le repitan lo que se ha dicho. Sin embargo, ¿qué se encuentra cuando está interactuando con otros españoles fuera de la clase? a./ que se habla muy
rápido. escuchar a una persona que necesita mucho tiempo para construir
una oración. veces lo que han dicho. |
7. Bibliografía Alcaraz Varó, Enrique
y Martínez Linares, María Antonia, Diccionario de lingüística
moderna, Ariel, Barcelona, 1997. |