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FIN DE SIGLO: CRISIS, APOCALIPSIS, UTOPÍAS: una lectura de la poesía de la "favela" (1) en el Rio de Janeiro de la década de 90

Nome do Autor: Magnólia Brasil Barbosa do Nascimento

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magb@nitnet.com.br

Palabras clave: Poesia – "favela" – Rio de Janeiro

Minicurrículo: Profesora de Letras Hispánicas de la UFF; Doctora en Literaturas Española e Hispanoamericana - USP; Liínea de investigación: Literatura y vida social; Miembro efectivo de la Revista Gragoatá; Miembro del Consejo Editorial de la Revista Hispanista.

Resumo: Na violência da favela, no Rio de Janeiro da década de 90, surge a poesia de jovens que querem resgatar, através do lirismo, sua dignidade, seu direito à cidadania. A favela já foi o lugar utópico da felicidade e da alegria, cantado em prosa e verso por diferentes autores. Mas a realidade atual da metrópole aponta para um duelo permanente entre os traficantes que ali moram e se protegem, a massa trabalhadora e pobre que ali tem sua família e a polícia. O caos assim instalado provoca situações limites de guerrilha urbana, mas a palavra poética de jovens que não tiveram acesso à educação de primeira categoria, revela em versos simples, o que ali acontece. Em seu canto, eles se encontram, 60 anos depois, com a poesia de Nicolás Guillén, o cubano que também cantou o direito de cada um à cidadania e protestou contra tantas arbitrariedades cometidas contra o povo.

Resumen: En la violencia de la "favela", en el Rio de Janeiro de la década de 90, surge la poesía de jóvenes que quieren rescatar, a través del lirismo, su dignidad, su derecho a la ciudadanía. La "favela" ha sido el lugar utópico de la felicidad y de la alegría, cantado en prosa y verso por distintos autores. Pero la realidad actual de la metrópolis apunta para un duelo permanente entre los traficantes que allí viven y se protegen , la masa trabajadora y pobre que allí tiene a su familia y la policía. El caos así instalado provoca situaciones límites de guerrilla urbana, pero la palabra poética de jóvenes que no han tenido acceso a la educación de primera calidad, revela, en versos sencillos, lo que les pasa y lo que allí se pasa. En su canto, ellos se encuentran, 60 años después, con la poesía de Nicolás Guillén, el cubano que también cantó el derecho de cada cual a la ciudadanía y protestó en contra de tantas arbitrariedades cometidas contra el pueblo.

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Poesia, minha tia, ilumine as certezas dos homens e os tons de minhas palavras. É que arrisco a prosa mesmo com balas atravessando os fonemas. É o verbo, aquele que é maior que o seu tamanho, que diz, faz e acontece. Aqui ele cambaleia baleado. [...]. A palavra nasce no pensamento, desprende-se dos lábios adquirindo alma nos ouvidos, e às vezes essa magia sonora não salta à boca porque é engolida a seco. Massacrada no estômago com arroz e feijão a quase palavra é defecada ao invés de falada. Falha a fala. Fala a bala.

Paulo Lins(2)

Cuando el Profesor Alfredo Bosi (1996, p.11) trata el tema de la poesía ingenua en sus comentarios a propósito de la lectura de poesía como expresión de cultura, lo hace de manera a provocar reflexiones, a desestabilizar seguridades, a encender relaciones. Pienso en eso, mientras leo la materia sobre el fenómeno poético que ocurre en Rio de Janeiro, publicada en O Globo, de 4 de mayo de 1997, bajo el título: "A poesia que nasce junto à violência nas favelas", del periodista Sergio Pugliese. Es algo inesperado y contundente, una sorpresa lírica en un cotidiano de violencia: se escribe poesía, especialmente en esta década de 90, en las "favelas", los barrios de la margen de Rio de Janeiro, lugar de la carencia, de la falta, lugar del vacío, cuyo habitante es el "otro" , distinto del morador civilizado de la primera metrópolis de Brasil. En la ‘favela’, donde impera la ley del silencio, brota la palabra lírica, se escribe poesía, una poesía marginada, el registro hecho por una mirada no canonizada, una explosión en palabras, consecuencia del caos urbano contemporáneo, de la violencia, de la opresión, el registro del contacto más íntimo y constante con una absurda muerte iminente. Carlos Lessa en la presentación de Um século de favela (FGV, 1998), que la ‘favela’, en el plano de las representaciones, ha inspirado desde los sentimientos humanitarios al imaginario prejuicioso, desde la idealización de estarse más cerca del cielo al territorio promiscuo y sin moral, lugar de enfermedades, sitio de desocupados. Y concluye: Dios y el demonio habitan en la ‘favela’.

Pienso en los motivos históricos, que hace cien años, determinan marcas de singularidad y marginalidad de la ‘favela’ cuando leo los inesperados poemas de un lirismo algo torpe de Deley de Acari, Lu Soares, Jorge Adailton, Paula Cristina de Souza Guimarães, poetas de Vigário Geral e Acari(3), regiones conflagradas, divididas, a debatirse en la búsqueda del indispensable equilibrio para sobrevivir entre la crueldad, el miedo, la arbitrariedad. Desde la margen, la voz poética busca expresar su perplejidad, busca comprender, y, principalmente, clama por su dignidad. Por detrás de esos poemas, hay una cruel realidad en erupción, para usar palabras de Octavio Paz, una realidad que, si nos reserva sustos y sorpresas, nos saca de un cierto estado de contemplación pasiva en la misma medida en que, atingidos directamente como que por un golpe, crecemos en la conciencia de que el otro, el que así se expresa, es uno mismo, cualquiera de nosotros, personajes todos, aunque no todos ciudadanos, en esa realidad en erupción de una gran ciudad herida en su cerne. Poetas sin nombre famoso son conocidos por sus nombres de guerra, por los apodos con que firman los poemas sobre el cotidiano de la margen, de los guetos adonde la sociedad los mantiene arrinconados, un grupo de personas jóvenes casi todas, a buscar, por la palabra poética, la vía de acceso a la ciudadanía.

Chacinam nossas crianças, chacinam a gente que amamos
e que nos amam também...
se ficam impunes... uma chacina contra nossa própria vida
depois que vida continuaremos a viver
sem verdade, sem olhar, sem alegria, sem esperança, sem justiça
sem amor, sem dignidade humana...
Deley de Acari (ZALUAR/SAVITO. FGV, 1998, p.348)

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Son poemas que tienen como telón de fondo una otra geografía de la ciudad famosa por la belleza y amenidad, versos que ponen en escena una anti-épica a partir de una realidad en la que la criminalidad, la violencia, la corrupción, la droga y gentes inocentes forman parte de un absurdo de injusticias y violencia cotidianas.

La lectura de los poemas de la "favela" nos pone en contacto con seres humanos que gritan su realidad, quizás buscando, al darla a conocer, desestabilizar, con-mover, alertar o tan sólo desahogarse. La banalización de la violencia en este fin de siglo acomoda, desvirtúa, des-sitúa la perspectiva de la dignidad. En el Rio de Janeiro de la década de 90, hay una realidad, una otra vida (¿vida?) que se define como una forma de resistencia, un estar en el mundo que desestabiliza aquellas seguridades referidas en el comienzo de esta ponencia. En el tenue límite entre la vida y la muerte, en el territorio conflagrado de un estado extremo de confronto/conflicto entre policía/traficantes/gentes pobres, la violencia provoca una serie distinta de maneras de buscarse escapar a la locura y/o a la muerte.

En el espacio donde el lirismo de décadas pasadas cantaba en los versos de Orestes Barbosa que la luna, horadando el techo de zinc, salpicaba de estrellas el suelo del ranchito de puertas sin cerrojo, las estrellas que ahora brillan suben al cielo en los fuegos de artificio de los traficantes, seña para avisar sobre la llegada de la droga. Por eso mismo, comenta el poeta Geraldo Carneiro, a propósito de la poesía que nace junto a la violencia: "A favela não é mais o Éden de onde emergirá a palavra capaz de iluminar toda a cidade, como acreditava uma visão mítica do Rio de Janeiro da década de 60"(4) (O Globo, 1997). La ventura de la vida, cantanda por la canción, ha sido interrumpida momentáneamente por las balas de las armas de bandidos y policía, balas que llevan, también al otro lado, al (des) protegido asfalto de la clase media "carioca", la cara del miedo. Y la palabra que emerge ilumina de otra manera. Es la palabra de alguien, como el rapper Canibal, que vive "en un ambiente precário, onde não há muita coisa pra ver e achar legal. Então", comenta Canibal, "a gente fala daquilo que vê e daquilo que vive"(5) (JB, p.26). Esa palabra relata la trayectoria absurda de un tiro en un vacío de perspectivas promisoras inmediatas y nos pone frente a frente con la ausencia de esperanza traducida por la palabra nada, más contundente que el impacto de todas las balas:

Um tiro no papel,
um tiro no escuro
derrama todo o sangue...
teu...meu...
Um tiro nos espaços
corta o vento,
um tiro na água faz
buraco,
um tiro no nada...
desaparece a bala
Por que bala de ferro? De
prata?
Por que não bala de mel?
[...]
Me acertaram um tiro no
nada .(6)(O Globo: RJ, 04/05/97)

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La autora, Paula Cristina de Souza Guimarães, transforma en poema el día-a-día violento de su comunidad, y los regala a su familia, según dice, como una forma de consuelo. El nihilismo es tema, también, de otros poemas igualmente vacíos de perspectivas, traducido por la palabra nada: "[...] nada faço, /nada acontece/ será que meu nome é nada?"(7).

Los poemas nacidos junto a la violencia, son "uma maneira de não enlouquecer", una forma de encauzar todo lo que uno siente y que le masacra el pecho, según afirma Deley de Acarí. Frente a ellos, dejo fluir las aguas mal divididas las unas en las otras, como quiere Alfredo Bosi, y ellas van a dar, por vías distintas, por relaciones encendidas naturalmente en poemas de dos consagrados poetas, el cubano Nicolás Guillén y el brasileño Carlos Drummond de Andrade. Algunos versos de Acari y Vigario Geral me llaman especialmente la atención: son intertextos activos con la expresión lírica de poetas canonizados, también preocupados con la violencia, también usando la palabra para pasar un mensaje de paz. Deley de Acari, ahora con 43 años, y poeta desde cuando ha vivido su primera pesadilla, afirma y pregunta en un poema:

Soldados são gente do povo,
nascidos do ventre
de mulheres do povo,
soldados são gente do povo.
pagos pelo povo
para proteger o povo (...)
Como, então, aceitar
que virem suas armas
contra sua gente
e chacinem sua própria
gente.
(O Globo: RJ, 04/05/97)

Son versos secos, duros, rápidos, fragmentados, nada preocupados en buscarse adornos; directos como una bala certera, dialogan con algunos versos de poemas sobre el tema del soldado escritos por Nicolás Guillén en otra época, en otro país, en otras latitudes e idéntica inconformidad frente a la banalización de la violencia que destruye vidas humanas. Hace 60 años, Guillén publicaba los Cantos para soldados, dedicado a su padre, muerto por soldados. Allí están: "Soldado aprende a tirar...", "No sé por qué piensas tú...", "Soldado así no he de ser...", "Soldado muerto", poemas en que pensamos al leer los versos de la "favela". Deley y Guillén se encuentran, inicialmente, en la certeza de que soldados son personas como todas las demás, nacidas del pueblo, "la misma cosa, tú, yo":

No sé por qué piensas tú,
soldado,
que te odio yo,
si somos la misma cosa,
tú, yo.
Tú eres pobre, lo soy yo;
soy de abajo, lo eres tú;
¿de dónde has sacado tú,
soldado,
que te odio yo? [...](8)
(GUILLÉN, Cuba: Arte y Literatura, 1974, p. 175-6)

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Si le falta al poeta de Acari el juego de palabras, ritmo, sonoridades y efectos expresivos caraterísticos de Nicolás Guillén, le sobra en fuerza, en una dureza nacida de la verdad tan elementar cuan brutal. No le brotan lágrimas al poeta, sino palabras, versos, poemas cuyo tema es la falta de importancia de la vida humana, la falta de respeto por el hombre, un vuelo, en verdad, al centro de la miseria, en una sucesión rápida de instantáneos comprometidos, urgentes. Porque esa poesía es una poesía urgente: el tiempo es escaso, las vidas muy breves. El sistema de que resultó todo ese estado de cosas no ofrece una solución igualmente urgente: mientras se pierde en algunos intentos no tan veloces como para atrapar la cuestión como se hace necesario, echa mano de la represión, de la violencia, dando origen a versos que critican las acciones de los soldados en contra de "sua gente", versos que protestan para que no "chacinen a sua própria gente", eco menos elaborado, pero no menos intenso de versos de Guillén: "soldado, /aprende a tirar, / tú no me vayas a herir/ que hay mucho que caminar./¡Desde abajo has de tirar,/si no me quieres herir! [...]"(9) (1974, p. 176); y también: "Soldado no quiero ser/que así no habrán de mandarme/ a herir al niño y al negro,/y al infeliz que no tiene/ qué comer./ Soldado así no he de ser"(10) (1974, p.176). En el texto de los dos poetas se siente la necesidad no de reprimir, sino de concientizar. Así trabaja Deley, líder, hoydía, de un movimiento que reunió a jóvenes poetas de áreas pobres y violentas para paseatas por la paz y para la producción de un libro en que contarán su vivencia.

Indignación y dolor han llevado Jorge Adaílton a ser un militante de la paz, como él dice que lo son todos los poetas. Igual que el cubano Guillén, Jorge protesta cuando la represión emplea la "força bruta e o terror" en contra de los "cidadãos afro-/brasileiros,/ Habitantes das/ comunidades.../ marginalizadas pelo/ sistema"(11) (O Globo, RJ, 04/05/97).

Paula Cristina, que já expresara su perplejidad en versos cortos y secos: "[...]bala de ferro?/ de prata?/ Por que não bala de mel?", enlaza con Guillén que pregunta, en "El soldado muerto": "¿Qué bala lo mataría?" La violencia de la muerte se hace presente, traída por el impacto seco y sordo de una bala, seco como los versos de esos poetas de la margen, personas que no han tenido acceso a la cultura formal, de ahí que su producción sea lo que llama Geraldo Carneiro "uma expressão verbal de tercera clase", expresión de ciudadanos de tercera clase, sin derecho a una escuela pública de buena calidad donde podrían adquirir los instrumentos básicos esenciales a la expresión de su indignación. Al cantar el amigo muerto por la "roleta-rusa" que practicaba, Paula Cristina Guimarães de Mendonça siente y mide el dolor provocado por esa muerte común, el mismo dolor provocado por la muerte del soldado, de Nicolás Guillén, que podría ser el soldado que se muere a cada momento en el cotidiano de las grandes ciudades. El tema allí, en el poema escrito en Cuba, en 1937 y en el poema de Rio de Janeiro, 1997, es el hombre al que se le ha cortado el derecho esencial a la vida! Canta Guilllén: "La novia viene y lo besa/ llorando la madre viene./ Cuando llega el coronel/ sólo dice:/ _¡Qué lo entierren!"(12) (1974, p.177) Canta la joven de 18 años, de Vigário Geral: "Mais uma vida se vai, como água na mão,/ o choro e o grito de quem/ ama/ corre pelos quatro ventos,/ lágrimas lavando a/ saudade de quem ama"(O Globo, RJ, 04/05/97). La expresión de Paula Cristina es torpe e ingenua, una expresión que se le sale como que en explosión derecho del alma, sin interferencia de elementos otros que le darían a su poema, quizás, el colorido rítmico y la contención del poema guilleniano. Pero la contundencia, en la poesía desvestida de recursos de esa joven, no es menor: rústica, sencilla, auténtica, impacta y con-mueve, molesta, desafía, aunque no cuente, siquiera con el recurso de la ironía tan hábilmente articulado por Guillén.

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Es un grito de ¡BASTA! el que ecoa de tales poemas "de tercera clase", para repetir Geraldo Carneiro. En ellos se lee el mismo mensaje que pasa el rapper Xackal(13) (JB, julho/98, p.26), morador de una área problemática de Rio, el Complexo da Maré y que sueña con el día en que aquella región sea el reino de la música, no más del banditismo y de la violencia. El día-a-día le fortalece las ganas de cantar y de enseñar a las personas que hay otras salidas. Si el sistema de hoy no ofrece al morador de la "favela" más que un vaso de agua sucia, Xackal pretende dejar claro que existe, también, un vaso de agua limpia siempre que uno se mueve para cambiar la situación actual con mucho trabajo y sin esperar por el gobierno, concepto tanto más curioso y animador cuando se recuerdan a los políticos y una actitud paternalista que lleva a pensar en los carentes como pobrecitos. La cuestión básica para el hombre marginado es la concientización como forma primera de afirmarse, de imponerse como hombres, como ciudadanos de primera clase, o mejor, como ciudadanos, sin rótulos. El hombre es lo que importa rescatar, tal como buscan hacer esos poetas tan auténticos cuan primitivos, al poetizar, en versos elementares, la bala que atraviesa la nada, enmudeciendo al mismo Cristo del Corcovado: "De braços abertos, do alto/ do morro, lá do Corcovado/ eu vejo tudo/ e permaneço mudo,/ eu olho a cidade/ eu ando por ela/ de braços abertos, eu vejo as favelas, [...]".(14) (O Globo, RJ, 04/05/97). Esos poetas todavía creen en la fuerza de la palabra como forma de detener la violencia, de reafirmar el derecho a la vida, como una respuesta y un intento de sustar el impacto de la bala, vale decir, la violencia. Las dos frases finales de Paulo Lins, tomadas aquí como epígrafe: Falha a fala. Fala a bala, están vacías de la esperanza que sobrevive en Deley, Jorge, Paula, Lu, personas que están tan cerca de la muerte que sienten en la vida, más vida; la belleza, en su poesía, es la verdad necesaria: hablan del hambre, de la miseria, del dolor, de la injusticia, de la opresión como forma de mitigar pesares y de encontrar la salida para esa situación, para no morirse en vida. Y sueñan con el día en que la palabra sea el instrumento de paz, que la palabra no falle, hable! Subyace en esos sobrevivientes por la palabra la utopía drummondiana, el sueño de que la flor vuelva al asfalto, renazca allí donde un día la plantó la palabra del poeta: "Uma flor nasceu na rua./ Passem de longe, bondes, caminhões, ônibus, rio de aço do tráfego/ uma flor ainda desbotada ilude a polícia, rompe/ o asfalto./ Façam completo silêncio, paralisem os negócios,/ garanto que uma flor nasceu./ [...]/ É feia. Mas é uma flor. Furou o asfalto, o tédio, o nojo e o ódio"(15) (DRUMMOND, 1964, p.140-1).

En este fin del siglo XX, en una ciudad a debatirse en un océano de violencia, la palabra poética no busca medios tonos para expresarse; fruto de la estética del miedo, es dura su expresión. Dije a principio que Rio de Janeiro no es más el lugar utópico de la canción de Orestes Barboza. Bien mirado, la poesía que nace junto a la violencia, en Rio, tampoco pierde de vista la utopía. Si no se expresa como el rap que dice: "o que eu quero é ser feliz,/ andar tranqüilamente na favela em que eu nasci", una letra "comodista", para algunos, lo que se lee en las entrelíneas es el mismo sueño del fin de la violencia, el deseo de andar tranquilamente por donde sea. Ingenua o no, primitiva o no, torpe o no se trata de un hecho nuevo, de una así dicha poesía que asume nuevos registros en la expresión de una época y de sus perplejidades.

La bala perdida en el asfalto de hoydía se opone a la flor de Carlos Drummond de Andrade. "Qué bala lo mataría?(16)" pregunta Guillén. "Bala de ferro; bala de prata, porque não bala de mel?" El eco de poemas guillenianos dialoga con poemas de la década de 90, en Rio de Janeiro, producidos por individuos que, desde la margen social donde están atados por invisibles leyes, oponen, también, a la fuerza opresora de la violencia, un grito lírico de denuncia, dignificación y esperanza.

Son muchos los motivos históricos que originan la violencia. Esta comunicación, frente al caos contemporáneo, no quiere llorar, sino juntar elementos para intentar comprender, en cuanto visita el espacio de la cultura de individuos/habitantes de territorios casi apocalípticos, de los que escurre, todavía, el sueño. Mientras mira el asfalto en búsqueda de la flor a traspasar el asco y el odio, la "favela" hace ecoar, poéticamente, un grito ronco de indig-NACIÓN.

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(1) "Favela" es la palabra que da nombre a los sitios pobrísimos, nacidos de la extrema miseria de la falta de un techo para vivir. Son los "arrabales" en Puerto Rico, las "villas miseria", en Argentina, las "chabolas", en España,. Aquí está usada para indicar regiones conflagradas por la violencia nacida del tráfico de drogas y de toda suerte de actividades marginales, sin que eso deje de fuera a la pacífica mayoría de personas humildes, trabajadoras, sin otra posibilidad de vivir que no allí, y que caen, muchas veces, victimadas por las balas que cruzan la "favela".

(2) Paulo Lins es el autor de Cidade de Deus, obra que Alba Zaluar considera la primera novela etnográfica brasileña. P.23.

(3) Vigário Geral y Acari son barrios de Rio de Janeiro con algunos puntos de extrema miseria social, victimados por todo tipo de violencia, especialmente la que atormenta el contingente de inocentes que allí (sobre) vive, entre el fuego cruzado de disputas varias, a provocar chacinas, devastación, dolor, desesperación.

(4) Geraldo Carneiro es uno de los más conocidos poetas de Rio de Janeiro

(5) Canibal, líder de los Devotos do Ódio, a propósito del texto de las músicas que canta, en entrevista a Xackal, rapper e integrante de la ONG Voz Ativa. (Jornal do Brasil, p.26). Hoydía, ese grupo musical del Alto José do Pinho, en Recife, cambió el nombre, quitó el ‘’Ódio", y es conocida en todo el Brasil como Devotos. De la paz. Esos jóvenes han conseguido, a través del incentivo a los grupos musicales, que ya suman diez en la "favela", rescatar, también, la cultura del lugar y la autoestima de los que allí viven. (O Globo, 16/07/2000)

(6) - Paula Cristina Guimarães de Souza, 18 años, voluntaria de la Casa da Paz, de Vigário Geral, Rio de Janeiro.

(7) Fragmento de un poema escrito por alumnas de la segunda serie primaria de una Escuela Pública, en Madureira.

(8) Nicolás Guillén, "No sé por qué piensas tú...".

(9) _____ "Soldado aprende a tirar"

(10) _____ "Soldado así no he de ser"

(11) Jorge Adaílton da Silva Santos, o Jorge, 32 anõs, poeta de Vigário Geral.

(12) Nicolás Guillén. "Soldado muerto".

(13) Xackal es conocido rapper de Rio de Janeiro.

(14) Jorge Adaílton da Silva Santos, o Jorge. Poeta, morador de Vigário Geral

(15) - Carlos Drummond de Andrade. "A flor e a náusea".

(16) _____, "Soldado así no he de ser".

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BIBLIOGRAFIA

ACARI, Deley. In Um século de favela. ZALUAR e SAVITO (org). Rio: Fundação Getúlio Vargas, 1998

BOSI, Alfredo. O ser e o tempo da poesia. São Paulo: Cultrix, 1995, p.11.

DRUMMOND DE ANDRADE, Carlos. Rosa do povo. In Obra Completa. Rio de Janeiro: Aguilar, 1964.

GUILLÉN, Nicolás. Obra Poética,. Cuba: Arte y Literatura, 1974

JORNAL DO BRASIL. Revista de Domingo. Rio de Janeiro, 1998. Revista de Domingo. Rio de Janeiro, 1998

LESSA, Carlos. In Um século de favela. ZALUAR e SAVITO (org). Rio: Fundação Getúlio Vargas, 1998.

LINS, Paulo. Cidade de Deus. Rio de Janeiro: Companhia das Letras, 1997.

PUGLIESE, Sergio. "A poesia que nasce junto à violência nas favelas". O Globo, 4 de mayo de 1997.

O Globo. Rio de Janeiro, 04/05/97 Rio de Janeiro, 04/05/97

ZALUAR, Alba e SAVITO, Marcos (organizadores) . Un século de favela. Rio: Fundação Getúilo Vargas, 1998.

Artigo publicado nas Actas del XXII COngreso Internacional de Literatura Iberoamericana: Crisis, apocalipsis y utopías. PUC de Chile, santiago, febrero de 2000.

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