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La silla - La cama - La clepsidra

Nombre del Autor: Alexis Márquez Rodríguez

Bandera de Venezuela

alemar@telcel.net.ve

Palabras clave: La silla - La cama - La clepsidra

Minicurrículo:  Venezolano. Nacido el 12 de abril de 1931. Profesor de Castellano y Literatura. Abogado. Profesor de la Universidad Central de Venezuela. Periodista. Ex-director de la Escuela de Periodismo de la Universidad Central de Venezuela. Columnista del diario «El Nacional», de Caracas. Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua, Correspondiente de la Real Academia Española;  Escritor. Crítico literario.  Profesor invitado en numerosas universidades.

Resumo: O autor apresenta uma série de pequenos artigos em que estuda elementos da linguagem.

Resumen: El autor presenta una serie de pequeños artículos donde estudia elementos del lenguaje.

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La silla

La palabra silla designa uno de los inventos más útiles e importantes del hombre, que se utiliza en muchas actividades: trabajar, comer, presenciar todo tipo de espectáculos, ver la televisión, leer, escribir, viajar (en un avión o en autobús), conversar, descansar...

Hay diferentes tipos de sillas, hechas de diversos materiales: de madera, de cuero, de hierro, de plástico, etc. También las hay de varias formas, pero para que una silla sea silla es esencial que sea un asiento con respaldo, generalmente de cuatro patas, concebido para una sola persona, aunque eventualmente en una silla puedan sentarse más de una.

Silla papal o pontificia es el trono del papa, y silla episcopal la de los obispos. Simbólicamente, dichas expresiones designan, de manera metonímica, no sólo el asiento propiamente, sino también la sede de ambos dignatarios.

Silla de caderas es el sillón, que es una silla con brazos. Silla curul era una silla de marfil en la que se sentaban los ediles romanos. De ahí viene la costumbre de llamar curul a la silla en que se sientan los diputados y senadores en las salas de sesiones de los congresos y asambleas legislativas, extendiendo esa denominación a la dignidad misma del cargo. Hay también la silla de montar, la silla de mano, la silla eléctrica, entre otras.

El vocablo silla deriva de sella, en Latín, que a su vez proviene del verbo sedere, que significa sentarse. El mismo origen tiene la palabra sede, entendida como el lugar o asiento de una institución.


Copyright 2000 Alexis Márquez Rodríguez. Todos los derechos reservados. Texto originalmente  publicado em Ciberlinguas. Reprodução autorizada pelo autor

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La cama


La cama, conocida también como lecho o tálamo, es otro de los grandes inventos del hombre, y está presente en todas las culturas.

La cama, como objeto, además de su utilidad práctica, tiene también valor simbólico. Se la relaciona con tres hechos fundamentales en la vida del hombre: el amor, el nacimiento y la muerte. En la cama se hace el amor y se concibe al hijo; en la cama se reposa mediante el sueño; en la cama se muere. Suele hablarse del lecho nupcial y del lecho de muerte. Se calcula que no menos de un tercio de la vida total del ser humano transcurre en la cama, que es el tiempo promedio que se dedica al descanso y al sueño, sin contar períodos de enfermedad y otros momentos que pasamos acostados.

Mucha gente usa la cama también para comer, escribir, distraerse, preparar actividades que deban realizarse... Muchos actos de gobierno salen de una cama. Hasta se ha dicho que el descubrimiento de América se originó en el lecho de Doña Isabel la Católica.

Entre los romanos la cama tenía una especial importancia. Muchas de las grandes fiestas y orgías se hacían con los huéspedes y sus invitados echados en las camas.

Cama, vocablo común al Castellano y el Portugués, es de origen incierto, aunque se conoce en nuestro idioma desde el siglo XIII. Lecho es de origen latino. Antiguamente se decía leito, y deriva de lectus, en Latín. Tálamo,
que es específicamente el nombre del lecho conyugal, deriva del también latino thalamus, y éste a su vez proviene del equivalente griego thálamos.


Copyright 2000 Alexis Márquez Rodríguez. Todos los derechos reservados. Texto originalmente  publicado em Ciberlinguas. Reprodução autorizada pelo autor

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La clepsidra


Clepsidra es una de las palabras más hermosas del idioma. Hay palabras bellas no tanto por su estructura estética, sino por su contenido semántico, que de algún modo se relaciona afectivamente con la persona que la usa. Madre, por ejemplo, o abuelo, y mejor aún abuelito, son de este tipo, y tienen el poder de convocar sentimientos muy hondos. Pero hay otras que producen un efecto estético agradable, incluso sin conocer su significado. Es el caso de clepsidra, lo mismo que colibrí, ruiseñor, nelumbo, crisálida, ciclamen, gladiolo, efímero, alabastro, flamboyán, etc.

Clepsidra es el reloj de agua, que mide el tiempo sobre la base de lo que tarda una cantidad de agua en pasar de un recipiente a otro, de iguales dimensiones, que está debajo. Por extensión, se ha llamado también clepsidra al reloj de arena, con el que se mide el tiempo por medio de dos ampolletas o recipientes de forma cónica, de vidrio o cristal, unidos por el vértice, de modo que la fina arena contenida en el de arriba vaya pasando lentamente pero a velocidad continua al de abajo. Lo que tarda en pasar es la unidad de medida del tiempo.

La clepsidra posee un valor simbólico, porque es el instrumento que más visiblemente representa, con la caída del agua o de la arena, el fluir constante del tiempo.

Clepsidra proviene del vocablo latino clepsydra, que a su vez deriva del griego klepsydra, compuesta de hydro (agua) y klepto (yo robo). La idea es que el recipiente inferior roba el agua (o la arena) del superior.


Copyright 2000 Alexis Márquez Rodríguez. Todos los derechos reservados. Texto originalmente  publicado em Ciberlinguas. Reprodução autorizada pelo autor.

 

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