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VUELO MÍTICO EN GARABOMBO: EN LAS ALAS DE PEGASO 

Nome do Autor: Suely Reis Pinheiro

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suely@hispanista.com.br

Palavras-chave:  literatura peruana - mitologia- testemunho

Minicurrículo:   Mestre em Língua Espanhola e Literaturas Hispânicas - UFRJ; Doutora em Literaturas Espanhola e Hispano-Americana - USP; Membro da Associação Internacional de Hispanistas - AIH, Associação Brasileira de Estudos Medievais - ABREM e Associação de Professores de Espanhol do Estado do Rio de Janeiro - APEERJ;  Editora e Diretora da Rmitologiaevista Hispanista; Linha de Pesquisa: Literatura e outras linguagens.

Resumo: A América Hispânica, território territorio mágico desde os tempos do descobrimento, apresenta, até hoje, uma literatura em que o mito e a magia coexistem com a realidade cotidiana. Scorza resagata em Garabombo e seus animais mágicos o mito, a fábula e a lenda, ao mesmo tempo que desvela uma problemática intemporal, a opressão do homem pelo homem. La Fontaine retomando Esopo dizia que se servia dos animais para instruir os homens, e Scorza se utiliza do discurso moralizante do cavalo para revelar sua visão reflexiva e filosofal ao escreverr sua novela testemunho. Vuelo Mítico de Garabombo: en las alas de Pégaso objetiva resgatar as lendas mitológicas da antigüidade grega ¾ os mitos de Pégaso, de Belerofonte e de Perseu ¾ pousados em Garabombo e seus cavalos mágicos, personagens do romance Garabombo, el invisible, de Manuel Scorza.

Resumen: La América Hispânica, territorio mágico desde los tiempos del descubrimiento, presenta, hasta hoy, una literatura en que el mito y la magia coexisten con la realidad cotidiana. Scorza rescata en Garabombo y sus animales mágicos el mito, la fábula y la leyenda, al mismo tiempo que devela una problemática intemporal, la opresión del hombre por el hombre. La Fontaine retomando a Esopo decía que se servía de los animales para instruir a los hombres, y Scorza se utiliza del discurso moralizante del caballo para revelar su visión reflexiva y filosofal al escribir su novela testimonio. Vuelo Mítico de Garabombo: en las alas de Pégaso objetiva rescatar las leyendas mitológicas de la antigüedad griega ¾- los mitos de Pegaso, de Belerofonte y de Perseo ¾ posados en Garabombo y sus caballos mágicos, personajes de la novela Garabombo, el invisible, de Manuel Scorza.

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Para mi amiga Ariana Kassiadu, griega de nacimiento
 y latinoamericana de corazón y de batallas.

Con una emocionada nota, introduce Manuel Scorza su novela Garabombo, el invisible           

          Este libro es también un capítulo de la Guerra Callada que opone, desde hace siglos, a la sociedad criolla del Perú y a los sobrevivientes de las grandes culturas precolombinas. Cientos de miles de hombres ¾ muchísimos más que todos los muertos de nuestras ingloriosas guerras “oficiales” ¾ han caído librando esta lucha desesperada. Los historiadores casi no consignan la atrocidad ni la grandeza de este desigual combate que, por enésima vez, ensangrentó las cordilleras de Pasco en 1962.

      Dieciocho meses después de la masacre de Rancas, la comunidad de Yanahuanca, comandada por Fermín Espinoza, Garabombo, invadió y recuperó los casi inabarcables territorios de las haciendas Uchumarca, Chinche y Pacoyán. ¡ Era el amanecer de la gran epopeya andina que concluiría con el feudalismo en el centro del Perú! (Scorza, 9) 

La América Hispánica, el territorio mágico desde el tiempo de la descubierta, hasta hoy, presenta una literatura en la que el mito y la magia coexisten con la realidad cotidiana. Así lo atestigua Alejo Carpentier en su notable obra El reino de este mundo:

Y es que, por la virginidad del paisaje, por la formación, por la ontología, por la presencia fáustica del indio y del negro, por la Revelación que constituyó su reciente descubrimiento, por los fecundos mestizajes que propició, América está muy lejos de haber agotado su caudal de mitologías.(Carpentier,11)

En vista de tales afirmaciones, este trabajo piensa el rescate de las leyendas mitológicas de la Antigüedad griega, en los mitos de Pegaso, de Perseo y de Belerofonte releídos aquí en la historia de Garabombo y de sus caballos mágicos, personajes del ya nombrado libro Garabombo, el invisible, segunda novela de la saga narrativa de Scorza.
Conocer a los mitos es, para Mircea Eliade, aprender el secreto del origen de las cosas. Verdaderamente, Scorza se vale del mito, en su carácter ejemplar y significativo, para construir un documento histórico y político que muestra la exploración del hombre por el hombre. En su mirada, el mito es uno de los temas obsesivos de la literatur a latinoamericana porque “era y sigue siendo la única respuesta posible a la locura histórica, colectiva, en la que cayeron los sobrevivientes de las sociedades precolombinas, vencidas por la conquista”. (González, 205) 
Aprovechando la realidad de las luchas socioculturales que comparten el espacio y la historia peruana, Scorza escribe una novela testimonio porque participó en  los movimientos a favor de los indios chinchinos y vivió la experiencia de los combates de los años 60. Como mestizo, sintió, de cerca, la falta de respeto y el silencio de las autoridades y de la prensa, respecto a la guerra campesina. La escribió, entonces, para hacer visibles los crímines invisibles. 

El personaje Garabombo es un mito no sólo por sus calidades especiales, como la valentía y el amor al prójimo, sino que protegido por el poder de la invisibilidad, sale en la búsqueda del bien contra el mal, consolidando la verdadeira función del mito ¾ dar el modelo para la conducta humana, otorgando, de esta manera, sentido y valor a la existencia.
De esta manera, en la urdimbre del narrar, efectuase, de modo astuciosamente picaresco, un recorte en la pluralidad del orgiasmo subyacente a todo grupo humano, como fuerza agregadora
¾ según acentúa Michel Maffesoli en su obra A Sombra de Dionísio.

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En la búsqueda de alcanzar la liberdad, el hombre siempre quiso imitar a los pájaros en sus vuelos hacia los cielos. Este deseo, manifestado en leyendas mitológicas de dioses y héroes alados, que poblaban la Antigüedad, se rescata, bajo el  signo de Dioniso, dios de múltiples caras, por el escritor peruano, a la vez que mezcla fantasía y realidad, para hablar de sus anhelos de liberdad. El universo mágico de Scorza está, así, lleno de usurpadores y perversos jueces, hechiceras agoreras, sapos que se tornan príncipes, lo que atesta, desde las primeras líneas, el carácter maravilloso de su novela: 

     Entonces todos comprobaron que Garabombo era verdaderamente invisible. Antiguo, majestuoso, interminable, Garabombo avanzó  hacia la Guardia de Asalto que bloqueaba la  Plaza de Armas de Yanahuanca. Sólo perros nerviosos habitaban la friolenta soledad. Veinte guardias, con los capotes levantados contra el cierzo, defendían la bajada al río Chaupihuaranga. El sol de las cinco fulgía sobre los cascos. Sin amedrentarse, Garabombo enfiló hacia los centinelas. En la esquina la angustia devastó a los chinchinos. ¿Lo veían o no lo veían? (Scorza, 11) 

En la Grecia de la Antigüedad la locura era considerada de origen divino y Scorza, sabiamente, rescata lo mágico, explotando las aberraciones orgíacas, que la pulidez finge desconocer, y  le da al entronizado Niño Remígio, el tonto, el loco, la palabra ilógica e imprecisa, para decir las verdades y denuncias, a través de cartas insultantes:

Distinguísimo Capitán:

¿ Por qué no está preso el Presidente de la Corte Suprema? Hay juicios en el Perú que duran cuatrocientos años. Hay comunidades que reclaman sus tierras hace un siglo. ¿Quién les hace caso?

¿Por qué  no está preso el juez Montenegro?

¿Por qué no está detenida la justicia?

Y sobre todo, ¿por qué no está preso usted? Si se la da de macho, metase preso. Usted sabe que es culpable. Y en cambio, yo sé que soy culpable.”(Scorza, 57)

Con la narración quechua Dioses y hombres de Huarochirí, recogida por Francisco de Ávila, Scorza inicia el 35o capítulo:                       

  En los tiempos muy antiguos, cuando un hombre moría, dejaban su cadáver, así no más, tal como había muerto, durante cinco días. Al término de este plazo se desprendía su ánima “¡sio!” diciendo, como si fuera una mosca pequeña.

     Entonces la gente hablaba “Ya se va a contemplar a Pariacaca, nuestro hacedor y ordenador”. Pero algunos afirman, ahora que en aquellos tiempos no existía aún Pariacaca y que el ánima de los muertos volaba hacia arriba, hacia Yaurillancha y Huichicancha.

     Dicen también que, en aquellos tiempos, los muertos regresaban a los cinco días. Y eran esperados con bebidas y comidas que preparaban especialmente para celebrar el retorno. “Ya regresé”, decía el muerto a la vuelta. Y se sentía feliz en compañía de sus padres, de sus padres, de sus hermanos. “Ahora soy eterno, ya no morirá jamás, afirmaba. (Scorza, 257)  

 

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Manuel Scorza recupera esta leyenda, llena de purificación y  glorificación de las moscas, símbolo griego de la solidaridad, para registrar el momento de la morte de hombres y de caballos: 

- Sio - zumbó una mosca llamada Máximo Lovatón.

- Sio  - gritó una mosca pequeña.

- Sio, sio, sio - zumbaron tres moscas de Gaparina.

- Sio, sio... - silbaron dos moscas que no reconocí.

- Sio, sio - zumbaron dos moscas gordas y una mosquita que me parece que era el nuevo sacristán de Chinche. (Scorza, 269) 

El personaje Fermín Spinoza es, primeramente una persona cualquiera, aplastado por el poder social, marcado por el sistema de la comunidad. Por sus calidades especiales de héroe, de semidiós, que incita a todos con su grito popular, conviertese en mito puesto que certifica el modelo para la conducta humana, asignando significación y valor a la existencia y adquiriendo un otro nombre, Garabombo. 
Los griegos imaginaron a sus héroes como seres intermedios entre los dioses y los hombres, los semidioses. Enraizado en los cantos épicos y en las sagas, el héroe clásico defínese por sufrir un tiempo de aventuras y de provaciones, y sus acciones ocurren en una ilimitada dimensión espacial, con inumerables y amplios  accidentes geográficos. Y Garabombo es un modelo de héroe clásico porque sus aventuras, como las del héroe épico,  extrapolan la capacidad humana de proceder y están sometidas a presagios, leyendas, adivinaciones, auspicios, oráculos, sueños proféticos y presentimientos. Además, sus acciones también son gobernadas por la fuerza del azar y por la  ingerencia de la fuerzas irracionales: de los dioses, demonios y  magos hechiceros, que anuncian los umbrales de insospechados mundos. 
           
Bien que Garabombo se somete a pruebas  extraordinarias, emprende hazañas prodigiosas, es el más fuerte  entre todos, como todo héroe épico, no está libre de la fatalidad. Por poseer don semidivino, afirma y acepta su sino en la predestinación, como intrínsicamente significativa. Despunta, entonces, como destemido conquistador, muchas veces posesionado por un furor guerrero que ensancha sus poderes de lucha, evidenciando la imagem de que “el héroe de una leyenda refleja siempre los deseos de un pueblo” cuando autoafírmase porque es valentísimo y jactansioso, siempre escultórico y, sobre todo, porque recibió de los dioses el don de la invisiblidad. Vocifera él: 

     - ¡Ahora sí seré invisible!

Se impregnaba de un poder que derrotaba al viento,a las montañas, a las estrelas.

     - ¡Nadie me verá! Cruzaré los pueblos, entraré a las casas, caminaré en los pasadizos. ¡Nadie me distinguirá! En vano colocarán vigilantes. Ni puestos de control, ni compadres, ni espías les valdrán. ¡Soy de cristal! ¡Soy de cristal! ¡Soy invisible, Don Florentino! ¡Soy de aire! ¡Pura sombra! ¡Nunca me capturarán! ¡Soy de humo!

     Sintió que se disolvía. Y se rió con una carcajada tan formidable que los animales de la noche interrumpieron sus amores, sus trabajos, sus fatigas. (Scorza, 85) 

            El hilo conductor de este trabajo es la mitología, por ello se añade lo que se sigue: cuenta la leyenda griega que Perseo, hijo de Júpiter y Dadae, tuvo la incumbencia de cortar la cabeza de la Medusa, criatura de mirada petrificante y cabellera de serpientes. Para esto recibió de los dioses una espada mágica y un birrete de invisibilidad. De la sangre de la cabeza de la Medusa degollada, surgió Pegaso, el caballo blanco alado, que sirvió de montura para que Perseo cumpliera sus aventuras y libertara a la bella princesa Andrómeda de las garras del monstruo marino, incitado por las órdenes de Netuno y la envidia de las Nereidas. Después le regalaron Pegaso a Belerofonte, para dar muerte a la Quimera, monstruo tricéfalo - cabeza de león, cuerpo de cabra y cola de dragón. Belerofonte quiso subir a los cielos, pero Pegaso, inducido por Zeus, le derrumbó y siguió hacia las estrellas, donde se convirtió en constelación.
           
En otras leyendas, Pegaso surge como montura de las musas y cuentase que con una patada hizo surgir la fuente de Hippocrène, considerada de inspiración de los poetas.

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Al jugar con la figura mítica de Pegaso, Scorza se utiliza del desorden social, en la orgiástica inversión de papeles y traspone míticamente la realidad, en la figura del caballo, que surge como el símbolo de fuerza, de  altivez, de belleza y de coraje. En el episodio de la muerte de los caballos, batalha campal homérica, Manuel Scorza subraya la fábula configurada en las cualidades humanas existentes en los caballos. Así lo atesta el capítulo 36 “De como acabaron los caballos que un tiempo fueron galanos y famosos”: 

 Bandera se revolcaba junto a Cuchinani, ese caballo de ojos cerdos, feroz en la pelea. Badulaque, otro animal de mal genio, salteador de cercos, agonizaba casi sobre Flor del Campo, yegua que sabía todo: los cumpleaños, las alegrías, las enfermedades, los nacimientos de la familia Janampa. Y más allá pataleaba Estrellita. ¡Cuánto lo lloraron los Bollardo! No era un animal; era un familiar, un pariente que conocía cuándo se sembraría, cuándo nacería un niño. ... Pero ¿cuál sufrió más que Flor de Romero, el valentísimo pateador de Manuel Cristóbal? A ese animal, orgullo de mirar, le rompieron las dos patas. Um mes agonizó tirado en Curupata. No podía pararse: su dueño estaba muerto y su establo incendiado. Primero comió la hierba que rodeaba su boca, luego la que circundaba su cabeza, luego cavó con los dientes un agujero de tres pulgadas. Treinta días padeció. Sólo agua le dábamos. Cuando nos acercábamos, nos miraba y derramaba lágrimas de cristiano. ¡Sólo agua, porque se decidió que padeciera para que proclamara que los caballos también lloran, que padecen y sufren como los hombres sentenciados a existir. (Scorza p.  285/288)

 

El orgiasmo social señala siempre la unión con el grande todo o la comunión con la naturaleza. De hecho se robustece esta unión cósmica en la identificación del hombre al animal. Mientras la energía del hombre se acaba, la del caballo abunda, bastándose a sí mismo. El caballo pelea con gallardía, es resistente, jactancioso y valiente. Aflora, entonces, la crítica a la debilidad y a la falsedad de los hombres en el discurso de los caballos: 

... el Ladrón de Caballos reptó gimiendo hacia Estrellita. Lágrimas enormes caían por la cara del caballo; a un metro Patriota se caía y se levantaba pisándose las tripas y más allá, peleando ya con la muerte, se revolcaban Chocaviento y Picaflor. ¡Potros maravillosos! Mucho demorá para acercarse al cuerpo todavía caliente de Reina. Apoyó la cabeza sobre la paletilla de la yegua y los ojos se le enturbiaron: más que la herida le dolía la enorme cordillera de caballos moribundos.

     - ¡Perdón! ¾ murmuró.

Girasol levantó su bella cabeza intacta.

     - ¡Fuera !

     - Perdoncito.

     - ¡Fuera! - jadeó Girasol ¾. ¡Anda a morir con tus iguales! En los hombres no se puede confiar ¾ insistió Girasol.

     El Ladrón de Caballos se volvió con un colosal esfuerzo y enterró la cara en el pasto.

     - ¡Quizá algún día tú seas hombre y yo caballo!

     - Yo jamás seré hombre - exhaló Girasol. (Scorza, 279-280)

De esta manera, Scorza rompe con el referencial y se vale del sentido estricto del mito, cuya acción se transforma en sobrenatural y irracional, superando la naturaleza y dispensando la razón. De haí, hace uso del maravilloso cuando les da a los animales voz para revelar, según los preceptos de la sabedoría dionisíaca, las alegrías y desgracias, triunfos y fracasos de los hombres, a través de la clarividencia de la yegua Flor del Campo.
Por lo tanto, en el medio del flujo incesante de los fenómenos, emerge Dioniso como principio criativo y alegre en la trasnformación de las apariencias. Para provocar el escarnio al poder establecido de los hombres, Dioniso posibilita la ruptura del orden y Scorza se vale de esto para denunciar el valor de la libertad, a través del habla justiciera del caballo Girasol: 

     Nunca el Ladrón de Caballos había padecido semejante interrogatorio. Sus conversaciones con los caballos eran rutinarias: preguntas y respuestas simples, informes de caminos, citas: Girasol comenzaba a provocar la curiosidad en la caballada.

     - Es la tierra que ocupamos...

     - La tierra es libre - relinchó Girasol -. Las pampas pertenecen a todo el mundo. ¡Yo pasto en cualquier parte! (Scorza, 240)

La Fontaine, retomando a Esopo, se sirve de los animales para hacer de sus fábulas una manera de instruir a los hombres. A su vez, Scorza utiliza el discurso intuitivo y moralizante del caballo con fuerte connotación reflexiva y filosófica: mientras el hombre se desespera, el caballo asume su papel, acusando, cuestionando el comportamiento humano:

- ¿Qué tenemos que ver con esta guerra? ¿Porqué morimos? ¿Hemos robado? ¿Hemos abusado? ¿Hemos mentido? (Scorza, 281) 

Esa simpatía universal propia del orgiasmo, como demostra Maffesoli, propicia la inversión de valores y de roles. Hay una frase paradigmática en la narrativa “- No quiero ser hombre. ¡Yo quiero ser caballo! (Scorza,280) Al paso que el hombre enuncia esa posición expresa arriba, más se valora la del caballo: 

El Ladrón de Caballos explicó humillado que hacía un año había convencido a unos caballos de Pacoyán para que lo siguiera a Huaraz. El cuatralbo pertenecía a esa tropa. El Ladrón de Caballos siempre los vendía a dueños considerados, cuyas referencias conocía por la boca de sus propios animales, pero en el camino una mala partida de dados lo obligó a entregar al cualtrabo, que acabó en el corral de un cabrón. El potro no olvidaba  esos meses de palos y hambruras. Pero finalmente accedió. ¡No lo hacía por el irresponsable Ladrón, sino por la comunidad! ¡Que constara! (Scorza, 243) 

Así es que Manuel Scorza atesta que el orgiasmo es una de las modalidades de la relación con la Alteridad. El poder de la no identidad supera la lógica aristotélica y da lugar a la ambigüedad que enseña que, en la polisemia mundana y contraditorial, somos, a la vez, esto o aquello, como asevera Maffesoli.  Mientras el Ladrón relinchaba, leemos en el relato:  

El hielo se apoderaba de sus pies, subía por la cintura, ascendía por su pecho. Con felicidad, con maravilla, sintió que en sus pies comenzaba la inconfundible dureza de los cascos.

- ¡Soy caballo! - gritó, ya ciego sintió que galopaba por una pradera de luz. (Scorza, 281)   

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La naturaleza noble del caballo le impide la condición servil, así como le imposibilita al noble salvaje o al altivo indio, según     lo certifica Gilberto Freire. p493. Realmente, el caballo imparte las conquistas de los hombres desde los tiempos más antiguos. Esta comunión hombres-héroes-caballos, este sentimiento de identificación y cumplicidad hombre-animal no sobrevive sólo alrededor de Dioniso, donde rebosan las figuras hipomorfas, a ejemplo de los Silenos, de los Sátiros y de los Centauros. Sobrevive, también, en la leyenda del caballo de Troya, en el consulado del caballo Incitato de Calígula, en la existencia del caballo blanco de Napoleón, en el episodio de Lady Godiva, en la veneración de San Jorge Guerrero, en el culto del hombre-a-caballo con fuerte “significado sociológico do nobre, do guerreiro, do poderoso e do dominador de dragões”, como reafirma aquel sociólogo brasileño.

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Con su invisibilidad, a imitación de Perseo y su casco invisible, Garabombo, transparente con su armadura de cristal, hizo su elección - no quiso permanecer petrificado delante de las malas experiencias por las que pasó su país. Decapitó, a ejemplo de su arquetipo Perseo, la imagen del poder, triunfando sobre la vanidad de los políticos, luchando a favor  de la gloria de la verdad. Conoce el menosprecio, la avaricia y las injusticias de los hombres y, como el mito de Perseo, simboliza el ideal realizado, al precio de difíciles combates y de decisiones llenas de coraje y de ingenio.
En efecto, el héroe pelea contra un destino, en nombre de un gran ideal histórico y humano. Su muerte resulta de una lucha a favor de ideas y sentimientos ennoblecidos y de perspectivas históricas grandiosas, como conviene al simbolismo de Perseo: espíritu que elabora, ilumina, da fuerza, asigna y garantiza. 
Belerofonte muere queriendo llegar a las estrellas. Garabombo, Belerofonte de nuestros días, muere en un campo de batalla, intentando liberar a los campesinos de las violencias y de los castigos. Vale la pena leer el bello fragmento: 

     El ojo apretó el gatillo. Y algo así como ochocientos viernes después del mediodía en que volvió de su servicio militar, lo alcanzó la bala. Estupefato con la estupefacción final, Garabombo abrió la boca, pero no gritó: los verginosos vertiginosos cerros, el río abalanzándose, el traje floreado fueron lo último que miró. Se chorreó del caballo. Huracán sintió que las manos dimitían y se detuvo. Pareció, un instante, que el jinete incrustado en los estribos se inclinaba para recoger del río, quince metros más abajo, una imposible flor; luego se tronchó. Mientras se desfondaba alcanzó a ver los tablones podridos que gritaban la incuria de los tenientes-gobernadores, la hora en que conoció a su mujer, los ojos asustados del difunto Eusebio Cuéllar, los murciéla gos de Jupaycanán, los movilizables bajo el sol, el vendedor de pan alejándose, Bustillos reclamando, la lata de orina del dormitório de la cárcel, los viejos sin tierra sentados en el crepúsculo, los ojos azules de don Gastón, las banderas de la comunidad ingresando altaneras en la hacienda Chinche, la tercera escuela de Chupán incendiándose, y el pie que se le quedaba, por un segundo, en el estribo, antes de escurrirse hacia la noche. No oyó el segundo disparo, ni supo jamás que, a la hora del desastre, Huracán, en otro tiempo injustamente llamado Mañoso, se quedó quieto, con las orejas alzadas y se portó noblemente, como correponde a un caballo que ya valía, por lo menos, cinco mil soles. (Scorza, 276) 

Montado en su caballo Patriota, sale, Garabombo, a buscar las Quimeras del siglo XX ¾ simbolismo perfecto para caracterizar la tendencia de los tiránicos y pusilánimes, monstruos alimentados, como en el mito, por el carácter vanidoso, dominador y caprichoso.
Así, en Garabombo, el invisible, lo mitológico tiene su espacio: en el mito del héroe y sus caballos mágicos, en la realidad onírica del Perú con sus leyendas de muerte con zumbidos de mosca, en el tono profético de los caballos, en los prodigios de las transformaciones del Niño Remigio, en el cataclismo de las muertes de los hombres y de los caballos y en la alquimia de la invisibilidad de Garabombo.
En su vuelo Garabombo anuncia, con el hueco sonoro de su nombre de tambor, semanticamente apuntando para una antigua tradición de mediador entre tierra y cielo, el rescate de los ideales  griegos de libertad, democracia y verdad.
Luego, en la banal confusión, la orgía circula en el cuerpo social como principio y garantía de socialidad.
En el vuelo mítico de Garabombo, Scorza se dejó llevar por las alas de Pegaso, recibiendo de este mito su función mayor, el don de la inspiración poética, para denunciar, el eje porimordial de su obra, una problemática intemporal y espacial, la opresión del hombre por el hombre. En realidad, a la víspera del siglo XXI, el hombre sigue siendo el lobo del hombre, espejando el conflicto del ser, frente a las trampas de la vida, en un mundo que tañe las fímbrias del absurdo.
En suma, en la presencia del lenguaje mítico y maravilloso de Manuel Scorza, se halla una preocupación recurrente que es la verdad histórica. Pero esta presencia no es privilegio único de Perú, sino patrimonio de América entera. 
Desde hace algún tiempo, con perspicacia, observó Alejo Carpentier dicha configuración: ¿Pero que es la historia de América toda sino una crónica de lo real maravilloso? (Carpentier, 12)
 

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Sobre o autor:
Suely Reis Pinheiro
E-mail: suely@hispanista.com.br
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Sobre o texto:
Texto inserido na revista Hispanista no 06
Informações bibliográficas:
PINHEIRO, Suely Reis. Vuelo mítico de Garabombo: en las alas de Pegaso. In: Hispanista, n. 06. [Internet] http://www.hispanista.com.br/revista/artigo54.htm 
 

 

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