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El
Retrato, la Ars Amatoria de
Ovidio y los Emblemas del Amor en El Conde Lucanor de Calderón
de la Barca |
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Nome do Autor: Lygia Rodrigues Vianna Peres | ||
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lygiarvp@uninet.com.br |
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Palavras-chave: Retrato - Teatro - Barroco |
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Minicurrículo: Doutora em Língua Espanhola e Literaturas Espanhola e Hispano-Americana, USP (1992). Membro das Associações APEERJ, ABRALIC, AIH e AISO (Asociación Internacional Siglo de Oro). Bolsa para Hispanistas, na Universidad de Granada. As representações de Portugal no discurso de Castela: século XV Projeto Integrado UFF/CNPq: Nação e Identidade: Práticas e Representações em Portugal (séculos XIII-XVI), 1998. |
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Resumo: A arte do retrato apresenta um florescimento significativo desde o final da IDADE Media até o século XVII. Evidencia-se a importância individual retratada em distintos momentos em diferentes quadros, obras primas de muitos e variados nomes dessa arte em diversos países da Europa: Velázqauez, Durer, Piero di Cosimo... além de retratos “a lo divino” pintados por Zurbarán na Espanha do XVII. O retrato está presente em muitas obras de dramaturgos do “Século de Ouro”: signos verbais no texto, a réplica dos personagens, e ícones, signos não verbais na representação. Pretende-se a leitura dos retratos em El conde Lucanor de Calderón de la Barca e o diálogo com a Ars Amatoria de Ovídio e os emblemas do amor, considerada a tradição emblemática a partir de Andréa Alciato, Hernando de Soto e Sebastián de Covarrubias. |
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Resumen: El arte del retrato presenta un florecimiento significativo desde finales de la Edad Media hasta el siglo XVII. Se evidencia la importancia individual retratada en distintos momentos en diferentes cuadros, obras maestras de muchos y variados nombres de ese arte en diversos países de Europa: Velásquez, Durer, Piero di Cosimo….además de retratos “a lo divino” pintados por Zurbarán en la España del XVII. El retrato está presente en muchas obras de dramaturgos del “Siglo de Oro”: signos verbales en el texto, la réplica de los personajes, e iconos, signos no verbales en la representación. Se pretende la lectura de los retratos en El conde Lucanor, de Calderón de la Barca y el diálogo con la Ars Amatoria de Ovidio y los emblemas del amor, considerada la tradición emblemática a partir de Andrea Alciato, Hernando de Soto y Sebastián de Covarrubias. |
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Ilustramos nuestras afirmativas, primeramente, con obras de
Velázquez: el retrato de cuerpo entero del Infante Don Fernando como
cazador, situado al lado izquierdo del lienzo en cuyo lado derecho están
el árbol, la vegetación y el perro; se observa, además, el paisaje
aéreo, telón de fondo, para el príncipe en primer plano y ocupando casi
toda la verticalidad del
cuadro. El retrato de Felipe IV, en el caballo, como trono; el retrato de
grupo Las
meninas, pintado en 1625 con
detalle en tres cuarto del autorretrato del pintor; el retrato de perfil y
medio cuerpo, anterior a 1520, de Simoneta Vespucci, cuyo paisaje en el
fondo presenta nubarrones recortados, árboles
y deja ver la casi disfrazada perspectiva por detrás del cuello de
la retratada cuya belleza se destaca en primer plano y es evidenciada por
su peinado y la serpiente collar; la piel blanca de Simoneta y su
sensualidad se evidencian sobre el primer plano oscuro y su cuerpo
semidesnudo envuelto en manto oscuro en rayas de distintos colores. La
pintura es de Piero di Cosimo. El autorretrato frontal, de medio cuerpo de
Durer, de 1500. El pintor adoptó la técnica de la frontalidad hierática
de las representaciones medievales de Cristo, como en las proporciones y
la composición triangular; y el retrato del rey Francisco I de Francia
como un Dios de la antigüedad, pintado probablemente por Nicoletto de
Modena en 1545. Y el retrato “a lo divino” de Santa Rufina de
Zurbarán (OROZCO DÍAZ, 1989, p. 2935)
Enseñamos esos retratos, muy pequeña muestra de ese arte tan
significativo en el siglo XVII, una vez que encontramos el retrato como
signos verbales en las réplicas de los personajes, es decir, en el texto;
iconos en la representación, en el espacio escénico; son motivos, unidad
temática mínima, en dramaturgos del teatro del “Siglo de Oro”. Nos
referimos, por ejemplo, a Peribáñez
y el Comendador de Ocaña de Lope de Vega, escrita entre 1614 y 1616
(SAINZ DE ROBLES, 1952, p.752); a El
vergonzoso en palacio de Tirso de Molina; Darlo todo y no dar nada,
obra de 1657, entre otras muchas y, más específicamente a El conde
Lucanor de Calderón de la Barca, objeto de nuestra presentación.
En esta comedia novelesca, publicada en la Parte XV de comedias
varias del año de 1661, es objeto de nuestras reflexiones destacar el
retrato como talismán, deseo de CASIMIRO, príncipe de Hungría. Como
veremos, el retrato forma parte o establece la tensión amorosa entre los
personajes, lo que nos lleva a leer dichas obras dramáticas con el Ars
Amatoria de Ovidio; a desvelarlo en su iconicidad: según el deseo del
amante, es decir, con la pintura y leerla, además, con la expresión
emblemática. Observa Ovidio: Dizem que Amor é fero, e não duvido
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.- Pues llegad a ver
y oyr, La voz del dramaturgo señala: [Ponénse el SOLDÁN y FEDERICO Antes de la aparición en el espejo se oye dentro en contrapunto signos sonoros de guerra y de música, signos verbales, la réplica de ASTOLFO, comandando la guerra y la réplica de CASIMIRO ordenando la música, respectivamente: SOLD.- [Dentro.] Los signos sonoros indician ya para el
lector/espectador la oposición entre los dos Príncipes. La contestación
a la pregunta de la maga - .
¿ qué ves tú? a FEDERICO
Una
ciudad veo El signo /ciudad/ define el
encuadramiento espacial en el cual la figura fantástica de ASTOLFO tiene definido su papel en la sociedad:
conquistador, guerrero; y los primeros signos/índices del Príncipe de
Rusia, /furor/, /fuerte joven,
elaboran lo que podrá ser la expresión estética de su retrato. El
espacio en donde se encuentra: /ciudad/, /asaltada/, /incendios/ es, pues,
distinto al que ve el Duque de Toscana, al contestar la
pregunta de IRIFELA: Tú ¿qué ves?
Un jardín miro El Príncipe de Hungría, /joven
hermoso/ tiene como telón de
fondo /un jardín/ en donde la variedad de flores completa la pintura del
escenario; mas allí un espacio más se abre /un cenador de murta/ –
espacio, comúnmente redondo que suele haber en los jardines, cercado o
vestido de plantas trepadoras, parras o árboles -. Es decir, en el
paisaje de fondo para la también figura fantástica de CASIMIRO en el espejo de IRIFELA se destaca, podemos suponer, en
primer plano, la murta o arrayán: árbol dedicado a Venus que, según nos
informa Pérez de Moya en su Filosofía
Secreta, obra de 1584: Virgilio dice en donde comienza
– Égloga 7 -: Formose veneri
myrtus, etc. Porque deste árbol se coronó cuando contendía con las
otras deesas en el juicio de Paris. Otros dicen que por estar este árbol
a la ribera del mar donde Venus nació; otros que porque el olor incita a
lujuria, o porque es árbol oloroso, y Venus se deleita de buenos olores;
o porque dicen tener virtud de hacer nacer amor entre las personas y de
conservarlo.(Idem, ibidem, 1977, T. II,
L.V, p.38) La oposición entre los dos pretendientes se evidencia por la aparición en el espejo. Señala FEDERICO: Este dice Mas, aún es necesaria mejor pintura de
los dos príncipes. Por ello observa FEDERICO:
Espera; Y la maga IRIFELA muestra otra
figura fantástica en el espejo mágico, espejo de la verdad sobre los príncipes.
Leemos la voz de Calderón de la Barca en la que se evidencia el signo del
vestuario, índice/icono de la nacionalidad del joven pretendiente: [Aparece
en el espejo CASIMIRO, Por deseo del Príncipe se cambia el
tono de la Música y oímos:
¡Ay loca esperanza vana! La réplica del PRÍNCIPE enseña el joven enamorado: CAMIS.- Mas dese tono conviene Se comprueba el mote del emblema 63 de
la centuria III de Sebastián de Covarrubias Tot sunt in amore dolores,
pues el joven príncipe declara su pena tirana que no mejora amor; ÉL en sintonía con la MÚSICA entona su desesperación: ¡ Ay loca esperanza vana! Mas observa Ovidio: És, Esperanza, uma
deusa enganadora/mas os enganos teces utilmente. (Idem,
ibidem, vv. 443,444), una vez que está evidente la constancia del amante en el tono de la MÚSICA: ¡Cuántos días ha que estoy Entre /engañando/ y /esperando/, es decir , entre /hoy/ y /mañana/ traemos las consideraciones de Ovidio:
Dizem que Amor é fero, e não duvido
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Y Daza López sintetiza en su traducción: La fuerza del león tiene
vencida
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.-...amo a Rosimunda bella, |
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(Paseándose, vistiéndose y mirándose
a cada vuelta al espejo), informa la voz del dramaturgo. Y en la escena la
acumulación de signos – el personaje, el espejo, el rostro del
personaje – ofrece la iconicidad múltipla: la escena es un cuadro, el
espejo muestra el retrato y el mito se desvela: Narciso. E afirma Alberti
en Da Pintura: […] costumo dizer entre os meus amigos que aquele Narciso que, de
acordo com os poetas, transformou-se em flor, foi o inventor da pintura.
Como a pintura é a flor de toda arte, a ela se aplica bem toda a
história de Narciso. Que outra coisa se pode dizer ser a pintura senão o
abraçar com a arte a superfície da fonte? (Idem,
ibidem, p.97). En la metáfora del espejo de la maga IRIFELA la superficie de la
fuente se muestra: Narciso se ve en el espejo, el espectador/lector lo ve
en doble imagen – espejo en el espejo, fuente en la fuente – el
inventor de la pintura se muestra doblemente. El dramaturgo
confirma en el espejismo de la escena la invención de la pintura. La iconocidad de la escena - pintado el retrato del PRÍNCIPE en la superficie del mago espejo de IRIFELA, espejo de la verdad - aclara la afectación del joven húngaro
como observan el SOLDÁN y el duque de Toscana: SOL.- Este es
afectado y vano. Y Ovidio afirma:
Convén aos homens a beleza descuidada ...É a elegância simples e
correta/que nos homens agrada. (Ibidem,
1992, vv. 507, 512,513)
Si conocemos ya al afectado y Narciso Príncipe de Hungría,
debemos completar el retrato de ASTOLFO:
[Aparece en el espejo ASTOLFO, SOLD.- ¡Arma, arma! ¡Guerra, guerra! Oímos la voz de desesperación del SOLDADO y l a réplica del soberbio militar polaco: SOLD.- ¡Piedad, señor!
En la “situación” 11, el dramaturgo informa, para la
representación, la salida del personaje de la escena: [Retírase y vuelve a
tocar las cajas]. El signo sonoro, índice de guerra, confirma la personalidad de ASTOLFO. Y el texto de la
obra de teatro, es decir, el diálogo entre el SOLDÁN y FEDERICO, informa sobre
el Príncipe de Rusia: .- Este es soberbio. Signos se destacan en el diálogo: /soberbio/,
insensible, desventura, rencoroso; signos que para el Príncipe son la
expresión de su altivez: ………………………………… ASTOLFO busca la fidelidad en la
representación pictórica - ...llegara/como soy a tu vista. Su retrato
será de un militar victorioso, Ceñido de laurel; allí estarán las
acciones – el recibimiento y la entrega de la victoriosa palma; vencedor
altivo y vencidos rebeldes. Pero en el militar victorioso hay un probable
vencido amante, pues declara: Mas ¡Ay! Que no hay matices para el alma.
Lamento de amor, dudoso de correspondencia, de desengaño;
junto a su altivez y superación en el arte está la imposibilidad de
la expresión deseada por el soldado enamorado de la retratada princesa
ROSIMUNDA.
Visto los dos Príncipes pretendientes, el duque de Toscana concluye:
Y en la blandura |
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Mas hay un tercer pretendiente que da nombre a la obra: el Conde Lucanor, presentado por el Duque de Toscana: .-un soldado de fortuna, IRIFELA cumple el deseo del SOLDÁN: .- Yo le he de ver. Contesta la maga: .- Pues escucha Informa la voz directiva del dramaturgo
para las virtuales puesta en escena, en la “situación” 12: [Gente, dentro; ROSIMUNDA, que GENTE. [Dentro.] LUCANOR, como Adonis, en La Púrpura de la Rosa (CALDERÓN DE LA BARCA, T.I, 1969, p.1766) contesta, arriesgándose: LUC.- Aquí hay quien muera Y como Venus, Rosimunda huye: En
las sombras de mi miedo En la “situación” 13, leemos la voz del dramaturgo: [Al entrarse, deja un chapín en el Una vez más el CONDE, como Adonis, declara en su enunciación: .-
Y no Mas la réplica de FEDERICO nos ha informado ya del pasado glorioso del joven LUCANOR: /General fue de mis tropas,/sus victorias fueron muchas/ y su presente adverso: .- Pero mi estrella en rigor Es decir, no puede intentar, como
CASIMIRO, ninguna sintonía con su estrella tan adversa. Y la indagación de su criado PASQUÍN, el gracioso, aclara su lamentación: .- ¿Por qué algo dese tu amor Al que le contesta el joven enamorado: .-
A hablar no me atrevo, Mas, según Ovidio, Ó almas tímidas: Después de sentenciar sobre pobreza y amor, valor y prudencia, evaluación de si mismo, LUCANOR, sorpreso, se pregunta: .- Mas ¿Qué es lo que luce allí? Al que le contesta su criado: .- Un chapín es. Debemos aclarar el objeto visto por el soldado desafortunado: chapín es chanclo de corcho; una especie de sandalia o suela gruesa que se pone debajo del calzado y se sujeta por encima del pie con una o dos tiras de cuero; está forrado de cordobán, y muy usado en algún tiempo por las mujeres. Como nos ha informada la voz de Calderón de la Barca en la “situación” 13, ROSIMUNDA al entrarse ha dejado caer un chapín en el suelo. Aclaración importante pues debemos oir la voz del tercer pretendiente de la joven princesa, intensificada por Calderón de la Barca: LUC.- Aun no lo he de tocar Ovidio nos da
esperanza para el amor de Lucanor: O acaso e Vênus
protegem os amados (Ibidem, v.
603). Por ello afirma el Conde de
glorioso pasado: Pero esto
mejor que yo/ele efeto lo dirá. Entre la protección de Venus, la
esperanza de CASIMIRO debemos, pues, aguardar el efeto esperado por el
general de Duque de Toscana.
En la “situación” 17 se cambia el espacio escénico, hasta
ahora espacio fantástico del espejo de la maga IRIFELA, y como
lectores/espectadores estamos en el [Jardín del
palacio de ROSIMUNDA en Toscana.] El arte de la pintura se presenta y representa los retratos de los
tres pretendientes: Salen SIRENE con una salvilla, y en ella En la presentación de los retratos a
la princesa, CLORI enseña el que lleva en la
savilla .-Pendiente de una cadena, /Astolfo es. Y ESTELA completa: .- Y dice
así: ROSI.- Ten. Podemos afirmar con Ovidio que CASIMIRO, al enviar con su retrato un reloj, midiendo su amor com el tiempo, es rechazado por la Duquesa de Toscana,pues Será nulo o sucesso ou conseguido/ conforme o tempo for por ti escolhido (L,I,vv.404-405). Y ROSIMUNDA, según Ovídio /É refinada a mulher no fingimento/de alimentar um secreto sentimento/ (L. I, vv. 278,279). Mas para el lector/espectador ROSIMUNDA revela su disimulación, seguida de la exteriorización de su sentimiento:/ ¡Ay de mi!/, como se sigue: ROSI.- ¿Traerme retrato ([Ap.]
¡Ay de mi!) la caja de mi retrato.” La réplica de la joven confirma ser ella, en su fingimiento, amante fiel y enamorada, pues como afirma Ovidio: Ao fascínio do amor a alma não
ROSIMUNDA, en su alegría, contesta la humildad de
LUCANOR y pinta el retrato de su
tercer pretendiente, desvelado en “la caja del retrato”, el chapín de
la amada: /cortesanía discreta/, acción/ de capricho y de elección,/ de
gala y de bizarría/. Y si el Conde era el único que no había recibido el retrato de la Duquesa de Toscana, pues ella lo tenía “en vivo” en su palacio, al final de la Jornada I, “situación”24, SIRENE le dice: .-
Pues viendo |
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De lo expuesto, observamos que los dos príncipes reciben el retrato de
ROSIMUNDA y deben enviarle sendos retratos. En los dos está la misma
indagación: ¿Quién? Necesitan a un pintor. Hay en ellos la expectativa de
la reproducción fiel: que los retratos sean la revelación de cómo son
verdaderamente los modelos. Es decir, los retratos deben parecer a los
retratados. Si CASIMIRO
desea la fidelidad a
su belleza, ASTOLFO
quiere enseñar su
altivez. Mas la exigencia o necesidad
de CASIMIRO, primeramente, es más específica: copiar una estrella, la
estrella de ROSIMUNDA; debe hacer de su retrato un talismán, el que
establecerá la harmonía, la simpatía, entre sus sentimientos para
alcanzar los de la princesa. Para ASTOLFO está la imposibilidad de la
expresión de su altivez, calidad del alma. Para CASIMIRO es imposible la
fidelidad del retrato, la expresión de su belleza, calidad física: .- Pero si voy, tan perfecto/como soy, pintado, su gusto ofendo./. El príncipe de Hungría
niega la semejanza de la pintura; en escena, el mago espejo de IRIFELA enseña
la imagen fantástica de dicho príncipe en el espejo; es decir, doble
imagen, Narciso/CASIMIRO
en el espejo del espejo de la maga. El personaje
calderoniano CASIMIRO, cuidadoso
de su belleza, afectado en su narcisismo no es contrario al mito de Narciso,
pues el dramaturgo confirma doblemente en escena la creación de la pintura.
Hay pues, la preocupación
de la semejanza en el retrato, de imitación pictórica. Así ROSIMUNDA describe al príncipe de Rusia: Áspero, altivo y cruel. El
retrato demuestra y confirma la imagen del retratado y niega su expectativa:
/Mas ¡Ay! Que no hay matices
para el alma!/ Y
al príncipe de Hungría: /Un
lindo/. Calderón de la
Barca en los retratos de sus personajes nos enseña, según SCHENEIDER, a tradição do
século XVII, em que termos como “retrato” e “semelhança”,
significam qualquer espécie de “imitação pictórica, equiparando-se
pois ao conceito de representação, em geral (Ibidem,1997,
p.10).
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El retrato de Santa Rufina, pintado por Zurbarán, está entre los retratos hechos por el artista a los que el profesor Emilio Orozco Díaz llamó de “retratos a lo divino” (1989, pp.29-35). Son vírgenes y mártires anacrónicamente vestidas según las modas de la época del pintor. En nuestro ejemplo la Santa ocupa el centro del cuadro; los colores de su traje sencillo – manto verde, traje rojo bajo el amarillo de mangas cortas cuyos pliegues de círculos cerrados desde la cintura se abren hacia abajo, se juntan en la mano de la joven, que sostiene los cacharros; forman movimientos de líneas y ángulos desde arriba hacia abajo para enseñar ligeramente la falda roja bajo sombras. Todo ello se destaca sobre el fondo oscuro. Se resaltan la línea vertical del brazo izquierdo y el ángulo del brazo derecho cuya mano abierta se ofrece en espera, a lo mejor, de la bendición divina. En el ángulo izquierdo inferior se enseñan el busto de la Santa en tonos azules oscuros e inscripción relativa a ella. Su mirada hacia lo alto se destaca en su rostro tranquilo. Mas los retratos de Santa Casilda y Santa Dorotea nos enseñan más aún los paños, los pliegues, los distintos colores en un mismo traje de la alta moda del círculo de las modelos utilizadas por Francisco de Zurbarán. (FRATI, T. 1973, Tavs. LX, LXI). |
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ALCIATO, A.
Emblemas, Edic. de Santiago Sebastián, Madrid: AKAL/Arte y Estética, 1993,. BELIN, Jean Albert. Traité
des Talismans ov Figvres Astrales. Monaco Ville: Difusión: Galerie Blanc
& Noir, 1978, 126 p. CALDERÓN DE LA BARCA, P. El Conde
Lucanor, in Obras Completas, T. I,
Comedias,
Madrid: Aguilar, 1987, p.1955-2002. COVARRUBIAS , S.
Emblemas Morales, Edic. E Introdc. de Carmen Bravo-Villasanate, Madrid: FUE, 1978. OROZCO DÍAZ, E.. Temas del barroco de poesia y pintura. Granada: Universidad de
Granada,
1989, 190 p. OVIDIO. Ars Amatoria, Arte de Amar, Tradução de
Natália Correia e David Mourão Ferreira,
edição bilíngüe latim-português, São Paulo: Ars Poética,
1992, PEREZ DE MOYA, J. Filosofia
Secreta, T. I,Barcelona: Editorial Glosa, 1977, 416 p. SCHNEIDER, N. A
Arte do Retrato, Koln: Taschen, 1997, 180 p. FRATI, T. L´opera
completa di Zurbarán, Milano: Tizzoli Edidtore, 1973. |
Sobre o autor: |
nome: Lygia Rodrigues Vianna Peres |
E-mail: lygiarvp@uninet.com.br |
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Sobre o texto: Texto inserido na revista Hispanista no 13 |
Informações
bibliográficas: PERES, Lygia Rodrigues Vianna. El Retrato, la Ars Amatoria de Ovidio y los Emblemas del Amor en El Conde Lucanor de Calderón de la Barca. In: Hispanista, n. 13. [Internet] http://www.hispanista.com.br/revista/artigo110.htm |