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La nueva novela española a finales del siglo XX 

  Nombre del Autor: Eva Navarro Martínez

evanavarro@planet.nl

Palabras clave: literatura comparada - literatura  contemporánea - heterodoxia  

Minicurrículo: Nació en Zújar (Granada), España en 1973. Es licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Granada. Posee un Master en Literatura Española y el título de Doctora en Humanidades, con su tesis titulada La nueva novela española en la última década del siglo XX, ambos obtenidos en la Universidad de Amsterdam. Ha publicado varios artículos sobre novela española contemporánea en diversas revistas (entre ellas Letras Peninsulares) y un cuaderno de poesía.

Resumo: Este artigo oferece uma visão geral de uma corrente literária surgida na Espanha na década de noventa, caracterizada por sua heterodoxa maneira de tratar o romance e sua ruptura com o panorama literário existente. Características destacadas são a introdução de uma linguagem coloquial, e uma grande influência das artes audiovisuais e a música pop. Estes escritores pretendem com seus romances que a literatura siga em consonância com o mundo no qual estão inseridos.

Resumen: Este artículo ofrece una visión general de una corriente literaria surgida en España en la década de los noventa, caracterizada por su heterodoxa manera de tratar la novela y su ruptura con el panorama literario existente. Rasgos destacados son la introducción de un lenguaje coloquial, y una gran influencia de las artes audiovisuales y la música pop. Estos escritores plantearon con sus novelas que la literatura ha de ir acorde al mundo en el que se crea.

 

Cada época literaria ha estado siempre marcada por la aparición en un  momento determinado de una serie de escritores que, de pronto, alcanzan una fama y notoriedad insospechada y a veces inexplicable para los lectores o los estudiosos de la literatura, no sólo contemporáneos sino incluso de tiempos posteriores. Esto es lo que, en la década de los noventa ha sucedido en España -y en otras partes del mundo- con los “escritores jóvenes”, un fenómeno que, por diversas causas, ha dado mucho que hablar pero que, -aunque se hayan escrito varios artículos al respecto e incluso existan algunas antologías que recogen a una gran nómina de ellos- no está lo suficientemente estudiado. En cualquier caso este hecho ha sido ya tratado como un gran fenómeno editorial, ya que así lo demuestra el éxito de ventas de muchos de ellos. Descubrir cuáles son las causas del repentino interés por la literatura escrita por jóvenes -aun en los casos en que su calidad literaria resulta dudosa- es empresa difícil ya que responde, sin duda, a múltiples factores. Lo que sí es evidente es que con la aparición de estos autores hemos asistido a un boom literario de gran magnitud, que a raíz de las polémicas que ha despertado ha dado lugar a una discusión sobre sobre muchos aspectos de la literatura y sobre el acto de escribir, que  resulta interesante ya que puede servir para revisar ciertos parámetros establecidos en el mundo literario, y que deja abierto, además, un amplio campo de posibilidades de investigación sobre todo en lo referente a cuál es o debe ser el papel de la literatura en la sociedad en la que se crea y se recibe.

Sabas Martín, en su introducción a La antología sobre escritores jóvenes titulada Páginas Amarillas, (Lengua de Trapo, 1997), menciona la concesión del Premio Nadal 1994 a José Ángel Mañas y su gran éxito de ventas a partir de este momento, como el punto de partida  de este fenómeno y el consiguiente interés de las editoriales por impulsar otras obras escritas por jóvenes que pudieran alcanzar índices de ventas parecidos a los de la obra de Mañas, sin detenerse a mirar muchas veces su valor literario. El hecho de potenciar el aspecto comercial de un libro no es nuevo pero sí que en nuestros días alcanza su mayor nivel. Desde la mitad del siglo XX algunas de las grandes editoriales comerciales, mediante la convocatoria de una serie de premios literarios que  apuestan por determinados nombres -según la línea que le interese mantener a cada una- sientan la base de lo que hoy es la gran mercadotecnia del libro. Es el caso, por ejemplo, de Planeta, Plaza y Janés o Destino -por citar algunos ejemplos- que, no obstante, han abierto un importante camino a muchos de los autores que aquí han publicado. La editorial Planeta suele caracterizarse por prestar más atención a los intereses comerciales que a los puramente literarios -sirva de ejemplo el Premio Planeta 1997 otorgado a Juan Manuel de Prada, justo en el momento que los “escritores jóvenes” estaban de moda. Destino y su Premio Nadal, aunque se mueva en una línea comercial (hecho inevitable) cumplen un importante papel en dar a conocer a autores noveles. En el caso del grupo que nos ocupa, dicho premio ha tenido una función fundamental, ya que ha sido el trampolín a la escena literaria para muchos de ellos, como José Ángel Mañas, Pedro Maestre o Lucía Etxebarría. Siguiendo este ejemplo, han surgido en España infinidad de nuevas editoriales -muchas de ellas con sus propios premios- que irrumpen en el mercado del libro intentando tener al menos un par de nombres importantes de la literatura actual en su nómina,  para lo cual suelen firmar contratos millonarios o bien ofrecer a determinados autores la concesión de un premio que prestigie de este modo su editorial. 

 

En esta tendencia a potenciar el lado comercial de la obra literaria, juega un papel fundamental el propio sistema socio-económico de nuestros días. A lo largo de siglos, el principal instrumento de formación, información y ocio ha sido el libro; actualmente,  aunque siga cumpliendo estas funciones, el libro debe enfrentarse a muchos competidores ante los que, por desgracia, pierde con frecuencia la partida. Estos son, entre otros, los medios audiovisuales. La televisión, uno de los principales mediatizadores en la formación de la sociedad moderna ocupa, cada vez más, un inmenso espacio de nuestra cotidianidad -lo cual se refleja muy bien en la literatura de muchos de estos escritores- convirtiéndose en sustituta de muchas otras formas de entretenimiento. Junto a la televisión, también otros medios como los videojuegos o Internet, además del cine, la música y los grandes conciertos -elementos fundamentales en el perfil de nuestra época- ocupan gran parte del tiempo libre de nuestra sociedad, en especial de los jóvenes, y afectan también a la literatura. En el caso del cine, - que, junto a la música, es la expresión cultural que mayor atracción ejerce en nuestros días y cuyo papel es fundamental en estas novelas- cumple una relación doble con la narrativa actual. Existe la tendencia, cada vez más creciente, de llevar novelas a la gran pantalla, lo cual, por un lado, constituye un elemento propagandístico para la obra literaria en cuestión,  ya que puede dar lugar a que mucha gente que ve una película basada en un libro lea éste después; pero, por otro lado, el cine muestra, a través de la imagen y el sonido, la obra escrita al espectador ahorrándole así el trabajo de leerla. Toda esta serie de hechos hace terriblemente difícil, para alguien que se dedica a la escritura, encontrar un hueco donde colocar su “producto” en un mercado sobresaturado con todo tipo de artículos que son supuestamente "necesarios" para el consumidor gracias al reclamo publicitario. Desde esta perspectiva no es extraño que las editoriales acentúen el papel comercial del libro frente al de bien cultural, siendo las obras con gran éxito de venta expuestas en las librerías - o en los grandes almacenes- como un artículo más de moda, imprescindible tener en casa para estar al día. Uno de los resultados de este hecho es que cada vez abunden más números de menos títulos: aquellos que pueden venderse con toda seguirdad y en gran cantidad. El peligro de esta tendencia es que cada vez es mayor el número de lectores que leen lo que dictan los premios o la propaganda editorial. De este modo se va condicionando el gusto del público lector; los millonarios premios, y las editoriales que se esconden tras de ellos, son los principales responsables de esta tendencia modal. Esto conlleva también a que aparezcan escritores que gozan de éxito durante un corto espacio de tiempo, y que en el momento en que se silencian los aplausos que en un primer momento obtuvieron caigan, casi irremisiblemente, en el olvido. El libro se convierte así en un valioso producto de mercado, algo que, desgraciadamente se tiene cada vez más en cuenta, ya que interesa una obra principalmente si esta se puede vender bien. No se trata de sacar ejemplares al mercado con el único objetivo de dar a un escritor la oportunidad  de dar a conocer su obra o para satisfacer las necesidades del público lector, sino que  la cada vez más sofisticada industria editorial va buscando ese componente capitalista que pueda hacer de un libro una mina de oro.

En este encuadre socio-cultural autores como José Ángel Mañas, Ray Loriga, Roger Wolfe, Daniel Múgica, Pedro Maestre o Lucía Etxebarría, por citar a algunos, han disfrutado de éxito, premios, versiones cinematográficas y de buenas críticas pero también de ataques por parte de quienes consideran que el estilo, la creación y el gusto literario debe tener unos límites, unos cánones que lo diferencien de otras artes o simplemente del mero acto de sentarse y escribir lo que a uno se le va ocurriendo. Por supuesto, este grupo de autores jóvenes ejemplifican lo citado arriba y, de hecho, cada vez se habla menos de ellos. 

 

En este artículo no pretendemos adentrarnos en las causas comerciales del éxito de estos libros - ni siquiera explicar el por qué de este éxito- sino dibujar el perfil, dentro de los escritores recogidos bajo la etiqueta de jóvenes, de aquellos que presentan en sus páginas características similares. Las etiquetas que se usaron para nombrar a este grupo son también discutibles y, a pesar de los numerosos apelativos que se les dieron, ninguna parece suficientemente acertada. No obstante, la más famosa, fue la de Generación X, tomada a partir del libro homónimo del escritor canadiense Douglas Coupland. Interesa recordar que, aunque la mayoría de estos escritores expresaran su rechazo a ser englobados en un mismo grupo o generación, algunos de ellos se agarraron al vocablo “nosotros” en numerosas ocasiones: por ejemplo, a la hora de hacerse publicidad o de enfrentarse a otros ambientes del mundo literario español.

Respecto a la recepción de estas obras en el panorama español, se encuentran los que, por un lado, defienden ante todo el mérito estético de una obra y, por otro, los que opinan que el gusto del público merece ser tenido en cuenta. Esto provocó, en el caso de este grupo, no sólo la división entre escritores jóvenes y los que no lo son, sino también la clasificación en subgrupos dentro de los primeros. También en Páginas amarillas, apareció la primera clasificación de estos autores atendiendo tanto a su temática y estética como a su “condición literaria”. En total se hace una división de cinco apartados. No obstante, de lo que se vino hablando a lo largo de la década de los noventa fue dos grandes bandos. Uno de ellos fue el denominado “culturalismo”, “barroquismo postmoderno” e, incluso, “neobarroquismo”, cuyo eje es un estilo cuidado y una técnica más depurada. Podemos decir que, en este caso, incluso tratándose de jóvenes, nadie duda de su validez como obras literarias; autores como Juan Manuel de Prada o Juan Bonilla han logrado el aplauso tanto del público como de la crítica sin que en ningun momento se cuestione su calidad literaria (buenos ejemplos pueden ser el apadrinamiento de Francisco Umbral o la concesion del Premio Planeta -como ya hemos referido- al primero). Contra estos se suele enfrentar a  la corriente de la “Generación X” cuando algunos críticos, no sólo se ciñen a su comentario aislado, sino que hacen una comparacion con la escritura de otros jóvenes autores intentando mostrar qué de bueno o de malo hay en unos y otros.[i] En este bando, estarían los que parecen ser los chicos malos de la película, aquellos que, de pronto, irrumpieron en el panorama literario soliviantando a muchos con el ruido de sus motos, sus coches, la música bakalao y el rock, y levantando una polvareda de críticas procedentes de todos los lados. De ellos se cuestionó el hecho de que sus temas fuesen de interés; se les acusó de ir de "diferentes", de rechazar normas estéticas prefijadas y de huir de los círculos literarios. Incluso se llegó a dudar de que sus obras puedan llamarse literatura, considerándolas, más bien, especie de tratados de sociología juvenil urbana o incluso simples esbozos que aspiran a guiones cinematográficos. Dentro de la joven nómina de escritores jóvenes, quizá los que más destacan en este sentido, han sido los que fueran bautizados por Jorge Herralde como la “cofradía del cuero”, donde (también en Páginas Amarillas) se incluye a Ray Loriga, J.A. Mañas, Benjamín Prado y José Machado.

Las razones para el éxito de estas obras pueden ser muy numerosas, pero lo curioso es pocas veces se ha aludido para explicarlas a aspectos literarios. “Por qué se ha apostado por ellos” es la primera pregunta que casi todo el mundo se hace, sin que la respuesta vaya en ocasiones más allá de que “lo joven vende”. A partir de esta respuesta nos asaltan otras cuestiones, (en realidad no terminaríamos nunca): ¿por qué lo joven vende? ¿está de moda ser joven? ¿hay un público que reclama esta literatura? ¿hay una verdadera calidad literaria? No es el cometido de este artículo desvelar las causas del éxito de ventas de estas novelas, sino mostrar cómo ciertos elementos, fundamentales de nuestra sociedad se reflejan en estas páginas, lo cual, indudablemente ha podido hacer que muchos de los lectores se identifiquen con ellas.

Se podría decir que estos escritores surgen en la década de los noventa en nuestro país como la expresión española de un movimiento literario dado en otras partes del mundo, pero quizá con más notoriedad en Estados Unidos gracias a las obras de autores como Douglas Coupland, Bret Easton Ellis o Davit Leavitt.  Sus obras están influidas por la música de Nirvana, Ramones, David Bowie, Jimi Hendrix o Bob Dylan y la filosofía de estos grupos tanto en contenido como en composición técnica, así como por las películas de Tarantino, las road-movies o el cine gore

 

Hay elementos que muchas veces pasan desapercibidos, precisamente por su evidencia, y este es el caso del gran impacto de los audiovisuales tanto en la vida cotidiana como en la forma de ver el mundo y las nuevas formas de cultura. Una originalidad de estas obras ha sido reflejar la gran explosión que la cultura audiovisual tiene en nuestras vidas, no sólo como parte de nuestro ocio y hábitos, sino también como formadores de grandes segmentos (especialmente los jóvenes) de la sociedad actual. El interés de estas obras -además de ciertas exploraciones estilísticas y lingüísticas (esta última llevada a cabo, sobre todo, por José Ángel Mañas)- reside en gran parte en la incursión de elementos fundamenteles de la sociedad, la cultura y la creación artística de nuestros días, en especial, el cine y la música. En la mayoría de las obras de estos autores se hace referencia a los media como parte esencial del ocio y la formación de las generaciones menores de cuarenta años, apelando al hecho de vivir en la cultura de los audiovisuales y la electrónica -algo que, a pesar de ser evidente, nunca se había expresado de esta forma en la literatura española- y también al hecho de que esto marca un antes y un después en la forma de crear y percibir el mundo que nos rodea. Hay una frase significativa que Ray Loriga pronucia en una entrevista concedida a Ajoblanco “en este país la gente sigue escribiendo como si no existiera la televisión”. (“Ray Loriga, un púgil a ritmo de zapping”, Ajoblanco (dic.1993): 34-38). De forma similar, Carlos el protagonista de Historias del Kronen, la primera novelas de José Ángel Mañas, hace referencia al hecho de vivir en una nueva era: la de los audiovisuales, hecho que nos diferencia de las generaciones anteriores a la existencia de estos: “la cultura de nuestra época es audiovisual. La única realidad de nuestra época es la televisión. Cuando vemos algo que nos impresiona tenemos la sensación de estar viendo una película(…) Somos hijos de la televisión.” (Mañas, Madrid: Destino, 1998. 42)

El lenguaje de los medios audiovisuales como la televisión, la música o la técnica cinematográfica, es una característica fundamental que se refleja en un claro predominio de los diálogos y las imágenes, las cuales hacen que la descripción a veces supere en importancia a la narración. En cuanto a la técnica, es frecuente encontrar numerosos recursos cinematográficos, como la llamada técnica de la grabadora, y son recurrencias constantes la introducción de pasajes muy visuales y de repetidos flash‑backs a la hora de narrar una historia. Por otro lado, el cine también actúa como fuente de inspiración temática, ya que los protagonistas de la mayoría de las novelas -como sucede en la vida real- encuentran en las películas prototipos en los que reconocerse. El cine norteamericano es un referente constante en estas novelas, que recogen ingredientes de algunos géneros, así como de directores como Tarantino (también englobado en la “generación X”). La novela de Ray Loriga Caídos del cielo (llevada al cine por el propio Ray Loriga, con el nombre de La pistola de mi hermano), es una recreación de las roads-movies norteamericanas, en especial de la película “Thelma y Luis”. También el cine de acción y el cine de violencia tienen protagonismo en esta literatura; un ejemplo de ello puede encontrarse en Historias del Kronen cuyo protagonista se pasa la vida -cuando no está en un bar con sus amigos- escuchando música o viendo películas de violaciones o asesinatos, como la Matanza de Texas o La naranja mecánica. La violencia, uno de los rasgos destacados de nuestra sociedad, se refleja también en la producción cultural y, por tanto, en la literatura.

Dentro del tema de los audiovisuales, otro rasgo relevante es la alusión a la televisión y a su gran presencia en nuestra cultura. Para muchos autores, como ya hemos aludido antes, la existencia de la pequeña pantalla supone la frontera entre un antes y un después en los hábitos culturales y sociales de nuestros días. La literatura de estos autores refleja cómo la televisión ocupa, cada vez más, un inmenso espacio de nuestra cotidianidad y, no sólo se convierte en sustituta del ocio, sino que se inmiscuye también en las relaciones familiares o de amigos. La música, es también uno de los rasgos fundamentales de estas novelas y los géneros recogidos en sus páginas van desde el rock de The Beatles, David Bowie, Rolling Stones o Bob Dylan hasta el techno o el bakalao, pasando por el grung de Nirvana o el punk de Ramones. No sólo hay referencias directas a estos grupos sino que se introducen fragmetos de sus canciones y se toman como una guía de actitud ante la vida, a falta de ideologías políticas, creencias religiosas u otros ideales. Desde este aspecto, el cine y la música son para los personajes de estos libros ventanas para asomarse a un mundo en el que no se sienten muy a gusto; o, más frecuentemente, mundos de ficción en los que perderse.

Existen, además, otras características comunes a estos autores y son, por ejemplo, el tener la misma edad que los personajes de sus libros en el momento de escribirlos, o el hecho de que  ellos mismos parecen ser los protagonistas. Aunque no podemos afirmar que toda la joven sociedad española aparezca reflejada en estas novelas, se trata de una parte destacada que se mueve por escenarios principalmente urbanos. La juventud que vemos en estos libros suelen ser hijos de españoles que se criaron durante el franquismo, (algunos de los cuales pertenecieron a los denominados "progres" de la dictadura) quienes al ver crecer a sus hijos en democracia quieren inculcarles todos los valores y libertades que ellos no tuvieron, sin darse cuenta de que los vertiginosos cambios tecnológicos y las consecuencias sociales que estos acarrean, enseguida los distancian de sus hijos. Los protagonistas de estas novelas suelen pertenecer a familias burguesas, de clase media‑alta, con posibilidades económicas y, por tanto, sin necesidad de trabajar para vivir, ya que tienen en la familia un refugio económico que les permite vivir sin preocupaciones hasta una edad avanzada. Este fenómeno es lo que los psicólogos llaman síndrome de Peter Pan. La causa de este peterpanismo es una educación acomodaticia, en la que ha abundado la primacía de cosas materiales, reflejada luego en los usos consumistas que esta generación suele llevar como bandera. También estos autores dibujan a unos jóvenes para quienes los rasgos de compañerismo y solidaridad quedan más bien limitados al grupo de amigos. La falta de iniciativas es también una característica propiciada por la ausencia de ideales provocada por un sistema capitalista en el que todo se compra y se vende, y en el que el dinero es uno de los principales hilos que condicionan el comportamiento humano. En un ambiente como este, las drogas y el alcohol se convierten, a menudo, en estimulantes para salir del vacío, para encontrar una identidad en mucho casos anulada.  En muchos de estos libros se introducen en el discurso narrativo numerosos ingredientes de la vida cotidiana y, en especial, los problemas de una sociedad que presenta síntomas de mala salud espiritual, no muy interesada por la cultura y azotada por problemas como el paro, el terrorismo y las crisis políticas y económicas. Tanto en las obras de Mañas, Maestre, Etxebarría o Care Santos, encontramos una crítica por parte de sus jóvenes protagonistas a la situación laboral en España: al paro, a la incertidumbre y al pánico que produce el mirar a un futuro no muy claro después de terminar los estudios. Junto a esto, se reflejan la desconfianza y el resentimiento de algunos jóvenes hacia sus generaciones anteriores, a las que consideran responsables de esta situación, al haberles dejado como legado un sistema social y laboral cada vez más competitivo y agresivo, en el que lo que cuentan, normalemente, son las apariencias o el ser hijo de. Ante esto, los personajes de estos libros suelen adoptar una cierta actitud existencial, que muchas veces conduce al pasotismo de personajes como los de Jose Angel Mañas, o el aislamiento y la reclusión en sí mismos que personajes como los de Loriga o Benjamí Prado protagonizan. Por ejemplo, en Héroes (Ray Loriga) se describe a un chico que se encierra en su cuarto sin más compñía que la televisión  y el equipo de música creándose un mundo propio en el que los únicos visitantos son sus mitos del rock (como David Bowie y Lou Reed) y una chica que sólo vive en sus pensamientos. 

 

Exieste también en estos autores una tendencia al intimismo literario, con obras escritas en primera persona y en forma, casi siempre, de cortos capítulos que parecen ser diarios, en los que el autor nos cuenta su vida como forma de encontrarse a sí mismo. Un ejemplo de ello se encuentra en la obra de Daniel Múgica La ciudad de abajo, una biografía del propio autor en la que además se muestran algunos de los lados más oscuros de la sociedad: el ambiente de las drogas, el aislamiento y la marginalidad. Se trata de una automirada que recorre unos años de la vida del autor, y que parece una especie de saldo de cuentas consigo mismo. Una forma de cerrar páginas al convertir la propia vida en materia literaria. Este recurso del “diario cronológico” es algo muy usado en la literatura de estos escritores. Todos utilizan la primera persona para escribir y los ambientes que se describen no van mucho más lejos de los círculos en los que cada personaje se mueve. Esto quiere decir que el autor-narrador casi nunca es omnisciente sino que cuenta lo que ve desde su experiencia de protagonista.

Respecto al estilo, además de usar elementos de la técnica cinematográfica, la primera característica que llama la atención es la falta de una estética dominante. Hay, no obstante, una tendencia al relato breve, light, que puede leerse rápido y en cualquier sitio. Pero, sin duda, uno de los rasgos más importantes de esta nueva narrativa es el tratamiento del lenguaje que se traduce en la introducción de un gran número de neologismos, y la utilización de la lengua coloquial, y muchas veces del argot. Se trata de coger del mundo exterior elementos aislados y componerlos en el libro como si fuera un “collage”. Una de las obras que más fuertemente presenta esta característica de manipulación del lenguaje es Historias del Kronen (aunque también las siguientes: Mensaka, Ciudad Rayada y Sonko 95, que forman la Tetralogía Kronen), en la cual se introducen toda una serie de neologismos y gran número de vocablos usados en Madrid y sus alrededores. A esto se le añade, por ejemplo, el juego con el léxico del inglés al españolizarlo, sobre todo el de películas, grupos musicales y marcas publicitarias.

En otras ocasiones, el tratamiento de la novela pasa por una experiencia metaliteraria en la que puede ser difícil concretar cuánto hay de realidad y cuánto de ficción. Hay una tendencia a mezclar espacios reales y literarios dentro de los que el escritor se convierte incluso en uno de los personajes de su novela, mezclándose con los personajes creados por él mismo. Un ejemplo frecuente en la utilización de este recurso se da en Benjamín Prado, el cual se introduce en la mayoría de sus novelas llevando al mismo plano realidad y ficción literaria. Por ejemplo, Nunca le des la mano a un pistolero zurdo se resuelve como una obra metaliteraria en la que toda la trama novelesca se desvela como una excusa para la creación de la novela misma; no importa el final, sino el hecho de contar y escribir una historia. Al hacer esto Benjamín Prado lleva los dos espacios narrativos a un mismo plano, haciéndonos imposible distinguir quién es real y quién no: “Estamos aquí los cuatro y parece el último capítulo de una novela de detectives. Sara, Bluberry, Gaizka y yo, juntos a este lado del libro.” (Prado, 1996, p. 147).

 En conclusión, todos estos ingredientes forman, a grandes rasgos, el perfil de un grupo de escritores que no sólo destacó por su especial tratamiento de la novela, al cuestionar los cánones ya existentes, sino que también reflejó tendencias de la sociedad en la que vivimos. Esto último es quizá lo que puede explicar que muchos de los lectores españoles se hayan podido sentir reflejados en ellas. Esta literatura se hace espejo del sistema de vida de un fin de siglo caótico y acelerado, influenciado enormemente por la cultura anglosajona y saturado de todo tipo de ofertas materiales, culturales e ideológicas ante las que es difícil definirse y ante las cuales las salidas pueden ser: quedarse al margen, protestar o, la más común, dejarse llevar. Considerando los aspectos que hemos visto, se puede hablar de estas novelas como de crónicas socio-culturales de finales del siglo XX. Esta literatura apela a ese desconcierto, a esa idea del todo vale, y a esa cierta actitud nihilista o de falta de ideales que caracterizan la época actual. En estas novelas se conjugan los rasgos filtrados del exterior -a través, sobre todo, del cine, la música y la televisión- con características particulares de la situación social e histórica más reciente. Estos autores y sus personajes se describen como esas primeras generaciones de la democracia, en una España que en muy pocos años ha vivido cambios radicales en todos los aspectos. 

 

Bibliografía

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[i] [i] La etiqueta joven fue también causa de crítica, pues  ¿ignifica ser un escritor joven tener que escribir de una cierta manera? A este respecto es interesante el artículo de Pérez Reverte "El silencio de los corderos patinadores", (Ajoblanco 83 (marzo 1996): 37, en el cual, tras exponer su repulsa a quienes tratan de etiquetarlo todo, elogia la escritura de Juan Manuel de Prada. Su defensa no se basa, precisamente, en que sea joven y escriba de una determinada forma, sino en el hecho de que sabe crear y contar historias frente a los que no tienen nada que decir: "Todo Cristo parece empeñado en afirmar que lo único de que es capaz, o lo único sobre lo que debe escribir un autor joven (?), es contar historias de colegas oye qué pasa cómo lo ves entre birra y birra, con lenguaje supuestamente desnudo y cinematográfico, o esperarse por una carretera de Arkansas con un fusko y una chica, porque - nos ha jodido el joven con el descubrimiento - no hay futuro."

 

Sobre el autor:
nombre:  Eva Navarro Martínez
E-mail: evanavarro@planet.nl
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Sobre el texto:
Texto insertado en la revista Hispanista no 14
Informaciones bibliográficas:
MARTÍNEZ, Eva Navarro. La nueva novela española a finales del siglo XX. In: Hispanista, n. 14. [Internet] http://www.hispanista.com.br/revista/artigo120esp.htm 
 

 

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