ARTÍCULO ON LINE
120 |
La nueva novela española a finales del siglo XX |
|
Nombre del Autor: Eva Navarro Martínez | ||
evanavarro@planet.nl |
||
Palabras
clave: literatura
comparada - literatura contemporánea - heterodoxia |
||
Minicurrículo: Nació en Zújar (Granada), España en 1973. Es licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Granada. Posee un Master en Literatura Española y el título de Doctora en Humanidades, con su tesis titulada La nueva novela española en la última década del siglo XX, ambos obtenidos en la Universidad de Amsterdam. Ha publicado varios artículos sobre novela española contemporánea en diversas revistas (entre ellas Letras Peninsulares) y un cuaderno de poesía. |
Resumo: Este artigo oferece uma visão geral de uma corrente literária surgida na Espanha na década de noventa, caracterizada por sua heterodoxa maneira de tratar o romance e sua ruptura com o panorama literário existente. Características destacadas são a introdução de uma linguagem coloquial, e uma grande influência das artes audiovisuais e a música pop. Estes escritores pretendem com seus romances que a literatura siga em consonância com o mundo no qual estão inseridos. |
||
Resumen: Este artículo ofrece una visión general de una corriente literaria surgida en España en la década de los noventa, caracterizada por su heterodoxa manera de tratar la novela y su ruptura con el panorama literario existente. Rasgos destacados son la introducción de un lenguaje coloquial, y una gran influencia de las artes audiovisuales y la música pop. Estos escritores plantearon con sus novelas que la literatura ha de ir acorde al mundo en el que se crea. |
Cada
época literaria ha estado siempre marcada por la aparición en un
momento determinado de una serie de escritores que, de pronto,
alcanzan una fama y notoriedad insospechada y a veces inexplicable para
los lectores o los estudiosos de la literatura, no sólo contemporáneos
sino incluso de tiempos posteriores. Esto es lo que, en la década de los
noventa ha sucedido en España -y en otras partes del mundo- con los
“escritores jóvenes”, un fenómeno que, por diversas causas, ha dado
mucho que hablar pero que, -aunque se hayan escrito varios artículos al
respecto e incluso existan algunas antologías que recogen a una gran nómina
de ellos- no está lo suficientemente estudiado. En cualquier caso este
hecho ha sido ya tratado como un gran fenómeno
editorial, ya que así lo demuestra el éxito de ventas de muchos de
ellos. Descubrir cuáles son las causas del repentino interés por la
literatura escrita por jóvenes -aun en los casos en que su calidad
literaria resulta dudosa- es empresa difícil ya que responde, sin duda, a
múltiples factores. Lo que sí es evidente es que con la aparición de
estos autores hemos asistido a un boom literario de gran magnitud, que a raíz de las polémicas que
ha despertado ha dado lugar a una discusión sobre sobre muchos aspectos
de la literatura y sobre el acto de escribir, que
resulta interesante ya que puede servir para revisar ciertos parámetros
establecidos en el mundo literario, y que deja abierto, además, un amplio
campo de posibilidades de investigación sobre todo en lo referente a cuál
es o debe ser el papel de la literatura en la sociedad en la que se crea y
se recibe. Sabas Martín, en su introducción a La antología sobre escritores jóvenes titulada Páginas Amarillas, (Lengua de Trapo, 1997), menciona la concesión del Premio Nadal 1994 a José Ángel Mañas y su gran éxito de ventas a partir de este momento, como el punto de partida de este fenómeno y el consiguiente interés de las editoriales por impulsar otras obras escritas por jóvenes que pudieran alcanzar índices de ventas parecidos a los de la obra de Mañas, sin detenerse a mirar muchas veces su valor literario. El hecho de potenciar el aspecto comercial de un libro no es nuevo pero sí que en nuestros días alcanza su mayor nivel. Desde la mitad del siglo XX algunas de las grandes editoriales comerciales, mediante la convocatoria de una serie de premios literarios que apuestan por determinados nombres -según la línea que le interese mantener a cada una- sientan la base de lo que hoy es la gran mercadotecnia del libro. Es el caso, por ejemplo, de Planeta, Plaza y Janés o Destino -por citar algunos ejemplos- que, no obstante, han abierto un importante camino a muchos de los autores que aquí han publicado. La editorial Planeta suele caracterizarse por prestar más atención a los intereses comerciales que a los puramente literarios -sirva de ejemplo el Premio Planeta 1997 otorgado a Juan Manuel de Prada, justo en el momento que los “escritores jóvenes” estaban de moda. Destino y su Premio Nadal, aunque se mueva en una línea comercial (hecho inevitable) cumplen un importante papel en dar a conocer a autores noveles. En el caso del grupo que nos ocupa, dicho premio ha tenido una función fundamental, ya que ha sido el trampolín a la escena literaria para muchos de ellos, como José Ángel Mañas, Pedro Maestre o Lucía Etxebarría. Siguiendo este ejemplo, han surgido en España infinidad de nuevas editoriales -muchas de ellas con sus propios premios- que irrumpen en el mercado del libro intentando tener al menos un par de nombres importantes de la literatura actual en su nómina, para lo cual suelen firmar contratos millonarios o bien ofrecer a determinados autores la concesión de un premio que prestigie de este modo su editorial.
|
En
esta tendencia a potenciar el lado comercial de la obra literaria, juega
un papel fundamental el propio sistema socio-económico de nuestros días.
A lo largo de siglos, el principal instrumento de formación, información
y ocio ha sido el libro; actualmente,
aunque siga cumpliendo estas funciones, el libro debe enfrentarse a
muchos competidores ante los que, por desgracia, pierde con frecuencia la
partida. Estos son, entre otros, los medios audiovisuales. La televisión,
uno de los principales mediatizadores en la formación de la sociedad
moderna ocupa, cada vez más, un inmenso espacio de nuestra cotidianidad
-lo cual se refleja muy bien en la literatura de muchos de estos
escritores- convirtiéndose en sustituta de muchas otras formas de
entretenimiento. Junto a la televisión, también otros medios como los
videojuegos o Internet, además del cine, la música y los grandes
conciertos -elementos fundamentales en el perfil de nuestra época- ocupan
gran parte del tiempo libre de nuestra sociedad, en especial de los jóvenes,
y afectan también a la literatura. En el caso del cine, - que, junto a la
música, es la expresión cultural que mayor atracción ejerce en nuestros
días y cuyo papel es fundamental en estas novelas- cumple una relación
doble con la narrativa actual. Existe la tendencia, cada vez más
creciente, de llevar novelas a la gran pantalla, lo cual, por un lado,
constituye un elemento propagandístico para la obra literaria en cuestión,
ya que puede dar lugar a que mucha gente que ve una película
basada en un libro lea éste después; pero, por otro lado, el cine
muestra, a través de la imagen y el sonido, la obra escrita al espectador
ahorrándole así el trabajo de leerla. Toda esta serie de hechos hace
terriblemente difícil, para alguien que se dedica a la escritura,
encontrar un hueco donde colocar su “producto” en un mercado
sobresaturado con todo tipo de artículos que son supuestamente
"necesarios" para el consumidor gracias al reclamo publicitario.
Desde esta perspectiva no es extraño que las editoriales acentúen el
papel comercial del libro frente al de bien cultural, siendo las obras con
gran éxito de venta expuestas en las librerías - o en los grandes
almacenes- como un artículo más de moda, imprescindible tener en casa
para estar al día. Uno de los resultados de este hecho es que cada vez
abunden más números de menos títulos: aquellos que pueden venderse con
toda seguirdad y en gran cantidad. El peligro de esta tendencia es que
cada vez es mayor el número de lectores que leen lo que dictan los
premios o la propaganda editorial. De este modo se va condicionando el
gusto del público lector; los millonarios premios, y las editoriales que
se esconden tras de ellos, son los principales responsables de esta
tendencia modal. Esto conlleva también a que aparezcan escritores que
gozan de éxito durante un corto espacio de tiempo, y que en el momento en
que se silencian los aplausos que en un primer momento obtuvieron caigan,
casi irremisiblemente, en el olvido. El libro se convierte así en un
valioso producto de mercado, algo que, desgraciadamente se tiene cada vez
más en cuenta, ya que interesa una obra principalmente si esta se puede
vender bien. No se trata de sacar ejemplares al mercado con el único
objetivo de dar a un escritor la oportunidad
de dar a conocer su obra o para satisfacer las necesidades del público
lector, sino que la cada vez
más sofisticada industria editorial va buscando ese componente
capitalista que pueda hacer de un libro una mina de oro. En este encuadre socio-cultural autores como José Ángel Mañas, Ray Loriga, Roger Wolfe, Daniel Múgica, Pedro Maestre o Lucía Etxebarría, por citar a algunos, han disfrutado de éxito, premios, versiones cinematográficas y de buenas críticas pero también de ataques por parte de quienes consideran que el estilo, la creación y el gusto literario debe tener unos límites, unos cánones que lo diferencien de otras artes o simplemente del mero acto de sentarse y escribir lo que a uno se le va ocurriendo. Por supuesto, este grupo de autores jóvenes ejemplifican lo citado arriba y, de hecho, cada vez se habla menos de ellos.
|
En
este artículo no pretendemos adentrarnos en las causas comerciales del éxito
de estos libros - ni siquiera explicar el por qué de este éxito- sino
dibujar el perfil, dentro de los escritores recogidos bajo la etiqueta de jóvenes,
de aquellos que presentan en sus páginas características similares. Las
etiquetas que se usaron para nombrar a este grupo son también discutibles
y, a pesar de los numerosos apelativos que se les dieron, ninguna parece
suficientemente acertada. No obstante, la más famosa, fue la de Generación
X, tomada a partir del libro homónimo del escritor canadiense Douglas
Coupland. Interesa recordar que, aunque la mayoría de estos escritores
expresaran su rechazo a ser englobados en un mismo grupo o generación,
algunos de ellos se agarraron al vocablo “nosotros” en numerosas
ocasiones: por ejemplo, a la hora de hacerse publicidad o de enfrentarse a
otros ambientes del mundo literario español. Respecto
a la recepción de estas obras en el panorama español,
se encuentran los que, por un lado, defienden ante todo el mérito estético
de una obra y, por otro, los que opinan que el gusto del público merece
ser tenido en cuenta. Esto provocó, en el caso de este grupo, no sólo la
división entre escritores jóvenes y los que no lo son, sino también la
clasificación en subgrupos dentro de los primeros. También en Páginas
amarillas, apareció la primera clasificación de estos autores
atendiendo tanto a su temática y estética como a su “condición
literaria”. En total se hace una división de cinco apartados. No
obstante, de lo que se vino hablando a lo largo de la década de los
noventa fue dos grandes bandos. Uno de ellos fue el denominado
“culturalismo”, “barroquismo postmoderno” e, incluso,
“neobarroquismo”, cuyo eje es un estilo cuidado y una técnica más
depurada. Podemos decir que, en este caso, incluso tratándose de jóvenes,
nadie duda de su validez como obras literarias; autores como Juan Manuel
de Prada o Juan Bonilla han logrado el aplauso tanto del público como de
la crítica sin que en ningun momento se cuestione su calidad literaria
(buenos ejemplos pueden ser el apadrinamiento de Francisco Umbral o la
concesion del Premio Planeta -como ya hemos referido- al primero). Contra
estos se suele enfrentar a la
corriente de la “Generación X” cuando algunos críticos, no sólo se
ciñen a su comentario aislado, sino que hacen una comparacion con la
escritura de otros jóvenes autores intentando mostrar qué de bueno o de
malo hay en unos y otros.[i]
En este bando, estarían los que parecen ser los chicos malos de la película,
aquellos que, de pronto, irrumpieron en el panorama literario
soliviantando a muchos con el ruido de sus motos, sus coches, la música
bakalao y el rock, y levantando una polvareda de críticas procedentes de
todos los lados. De ellos se cuestionó el hecho de que sus temas fuesen
de interés; se les acusó de ir de "diferentes", de rechazar
normas estéticas prefijadas y de huir de los círculos literarios.
Incluso se llegó a dudar de que sus obras puedan llamarse literatura,
considerándolas, más bien, especie de tratados de sociología juvenil
urbana o incluso simples esbozos que aspiran a guiones cinematográficos.
Dentro de la joven nómina de escritores jóvenes, quizá los que más
destacan en este sentido, han sido los que fueran bautizados por Jorge
Herralde como la “cofradía del cuero”, donde (también en Páginas Amarillas) se incluye a Ray Loriga, J.A. Mañas, Benjamín
Prado y José Machado. Las
razones para el éxito de estas obras pueden ser muy numerosas, pero lo
curioso es pocas veces se ha aludido para explicarlas a aspectos
literarios. “Por qué se ha apostado por ellos” es la primera pregunta que casi todo el mundo se hace, sin que la
respuesta vaya en ocasiones más allá de que “lo joven vende”. A
partir de esta respuesta nos asaltan otras cuestiones, (en realidad no
terminaríamos nunca): ¿por qué lo joven vende? ¿está
de moda ser joven? ¿hay
un público que reclama esta literatura? ¿hay una verdadera calidad
literaria? No es el cometido de este artículo desvelar las causas del éxito
de ventas de estas novelas, sino mostrar cómo ciertos elementos,
fundamentales de nuestra sociedad se reflejan en estas páginas, lo cual,
indudablemente ha podido hacer que muchos de los lectores se identifiquen
con ellas. Se podría decir que estos escritores surgen en la década de los noventa en nuestro país como la expresión española de un movimiento literario dado en otras partes del mundo, pero quizá con más notoriedad en Estados Unidos gracias a las obras de autores como Douglas Coupland, Bret Easton Ellis o Davit Leavitt. Sus obras están influidas por la música de Nirvana, Ramones, David Bowie, Jimi Hendrix o Bob Dylan y la filosofía de estos grupos tanto en contenido como en composición técnica, así como por las películas de Tarantino, las road-movies o el cine gore.
|
Hay
elementos que muchas veces pasan desapercibidos, precisamente por su
evidencia, y este es el caso del gran impacto de los audiovisuales tanto
en la vida cotidiana como en la forma de ver el mundo y las nuevas formas
de cultura. Una originalidad de estas obras ha sido reflejar la gran
explosión que la cultura audiovisual tiene en nuestras vidas, no sólo
como parte de nuestro ocio y hábitos, sino también como formadores de
grandes segmentos (especialmente los jóvenes) de la sociedad actual. El
interés de estas obras -además de ciertas exploraciones estilísticas y
lingüísticas (esta última llevada a cabo, sobre todo, por José Ángel
Mañas)- reside en gran parte en la incursión de elementos fundamenteles
de la sociedad, la cultura y la creación artística de nuestros días, en
especial, el cine y la música. En la mayoría de las obras de estos
autores se hace referencia a los media
como parte esencial del ocio y la formación de las generaciones menores
de cuarenta años, apelando al hecho de vivir en la cultura de los
audiovisuales y la electrónica -algo que, a pesar de ser evidente, nunca
se había expresado de esta forma en la literatura española- y también
al hecho de que esto marca un antes y un después en la forma de crear y
percibir el mundo que nos rodea. Hay una frase significativa que Ray
Loriga pronucia en una entrevista concedida a Ajoblanco
“en este país la gente sigue escribiendo como si no existiera la
televisión”. (“Ray Loriga, un púgil a ritmo de zapping”, Ajoblanco
(dic.1993): 34-38). De forma similar, Carlos el protagonista de Historias
del Kronen, la primera novelas de José Ángel Mañas, hace referencia
al hecho de vivir en una nueva era: la de los audiovisuales, hecho que nos
diferencia de las generaciones anteriores a la existencia de estos: “la
cultura de nuestra época es audiovisual. La única realidad de nuestra época
es la televisión. Cuando vemos algo que nos impresiona tenemos la sensación
de estar viendo una película(…) Somos hijos de la televisión.” (Mañas,
Madrid: Destino, 1998. 42) El
lenguaje de los medios audiovisuales como la televisión, la música o la
técnica cinematográfica, es una característica fundamental que se
refleja en un claro predominio de los diálogos y las imágenes, las
cuales hacen que la descripción a veces supere en importancia a la
narración. En cuanto a la técnica, es frecuente encontrar numerosos
recursos cinematográficos, como la llamada técnica de la grabadora, y
son recurrencias constantes la introducción de pasajes muy visuales y de
repetidos flash‑backs a la
hora de narrar una historia. Por otro lado, el cine también actúa como
fuente de inspiración temática, ya que los protagonistas de la mayoría
de las novelas -como sucede en la vida real- encuentran en las películas
prototipos en los que reconocerse. El cine norteamericano es un referente
constante en estas novelas, que recogen ingredientes de algunos géneros,
así como de directores como Tarantino (también englobado en la
“generación X”). La novela de Ray Loriga Caídos
del cielo (llevada al cine por el propio Ray Loriga, con el nombre de La pistola de mi hermano), es una recreación de las roads-movies
norteamericanas, en especial de la película “Thelma y Luis”. También
el cine de acción y el cine de violencia tienen protagonismo en esta
literatura; un ejemplo de ello puede encontrarse en Historias
del Kronen cuyo protagonista se pasa la vida -cuando no está en un
bar con sus amigos- escuchando música o viendo películas de violaciones
o asesinatos, como la Matanza de
Texas o La naranja mecánica. La violencia, uno de los rasgos destacados de
nuestra sociedad, se refleja también en la producción cultural y, por
tanto, en la literatura. Dentro
del tema de los audiovisuales, otro rasgo relevante es la alusión a la
televisión y a su gran presencia en nuestra cultura. Para muchos autores,
como ya hemos aludido antes, la existencia de la pequeña pantalla supone
la frontera entre un antes y un después en los hábitos culturales y
sociales de nuestros días. La literatura de estos autores refleja cómo
la televisión ocupa, cada vez más, un inmenso espacio de nuestra
cotidianidad y, no sólo se convierte en sustituta del ocio, sino que se
inmiscuye también en las relaciones familiares o de amigos. La música,
es también uno de los rasgos fundamentales de estas novelas y los géneros
recogidos en sus páginas van desde el rock de The Beatles, David Bowie,
Rolling Stones o Bob Dylan hasta el techno o el bakalao, pasando por el
grung de Nirvana o el punk de Ramones. No sólo hay referencias directas a
estos grupos sino que se introducen fragmetos de sus canciones y se toman
como una guía de actitud ante la vida, a falta de ideologías políticas,
creencias religiosas u otros ideales. Desde este aspecto, el cine y la música
son para los personajes de estos libros ventanas para asomarse a un mundo
en el que no se sienten muy a gusto; o, más frecuentemente, mundos de
ficción en los que perderse. Existen, además, otras características comunes a estos autores y son, por ejemplo, el tener la misma edad que los personajes de sus libros en el momento de escribirlos, o el hecho de que ellos mismos parecen ser los protagonistas. Aunque no podemos afirmar que toda la joven sociedad española aparezca reflejada en estas novelas, se trata de una parte destacada que se mueve por escenarios principalmente urbanos. La juventud que vemos en estos libros suelen ser hijos de españoles que se criaron durante el franquismo, (algunos de los cuales pertenecieron a los denominados "progres" de la dictadura) quienes al ver crecer a sus hijos en democracia quieren inculcarles todos los valores y libertades que ellos no tuvieron, sin darse cuenta de que los vertiginosos cambios tecnológicos y las consecuencias sociales que estos acarrean, enseguida los distancian de sus hijos. Los protagonistas de estas novelas suelen pertenecer a familias burguesas, de clase media‑alta, con posibilidades económicas y, por tanto, sin necesidad de trabajar para vivir, ya que tienen en la familia un refugio económico que les permite vivir sin preocupaciones hasta una edad avanzada. Este fenómeno es lo que los psicólogos llaman síndrome de Peter Pan. La causa de este peterpanismo es una educación acomodaticia, en la que ha abundado la primacía de cosas materiales, reflejada luego en los usos consumistas que esta generación suele llevar como bandera. También estos autores dibujan a unos jóvenes para quienes los rasgos de compañerismo y solidaridad quedan más bien limitados al grupo de amigos. La falta de iniciativas es también una característica propiciada por la ausencia de ideales provocada por un sistema capitalista en el que todo se compra y se vende, y en el que el dinero es uno de los principales hilos que condicionan el comportamiento humano. En un ambiente como este, las drogas y el alcohol se convierten, a menudo, en estimulantes para salir del vacío, para encontrar una identidad en mucho casos anulada. En muchos de estos libros se introducen en el discurso narrativo numerosos ingredientes de la vida cotidiana y, en especial, los problemas de una sociedad que presenta síntomas de mala salud espiritual, no muy interesada por la cultura y azotada por problemas como el paro, el terrorismo y las crisis políticas y económicas. Tanto en las obras de Mañas, Maestre, Etxebarría o Care Santos, encontramos una crítica por parte de sus jóvenes protagonistas a la situación laboral en España: al paro, a la incertidumbre y al pánico que produce el mirar a un futuro no muy claro después de terminar los estudios. Junto a esto, se reflejan la desconfianza y el resentimiento de algunos jóvenes hacia sus generaciones anteriores, a las que consideran responsables de esta situación, al haberles dejado como legado un sistema social y laboral cada vez más competitivo y agresivo, en el que lo que cuentan, normalemente, son las apariencias o el ser hijo de. Ante esto, los personajes de estos libros suelen adoptar una cierta actitud existencial, que muchas veces conduce al pasotismo de personajes como los de Jose Angel Mañas, o el aislamiento y la reclusión en sí mismos que personajes como los de Loriga o Benjamí Prado protagonizan. Por ejemplo, en Héroes (Ray Loriga) se describe a un chico que se encierra en su cuarto sin más compñía que la televisión y el equipo de música creándose un mundo propio en el que los únicos visitantos son sus mitos del rock (como David Bowie y Lou Reed) y una chica que sólo vive en sus pensamientos.
|
Exieste
también en estos autores una tendencia al intimismo literario, con obras
escritas en primera persona y en forma, casi siempre, de cortos capítulos
que parecen ser diarios, en los que el autor nos cuenta su vida como forma
de encontrarse a sí mismo. Un ejemplo de ello se encuentra en la obra de
Daniel Múgica La ciudad de abajo,
una biografía del propio autor en la que además se muestran algunos de
los lados más oscuros de la sociedad: el ambiente de las drogas, el
aislamiento y la marginalidad. Se trata de una automirada que recorre unos
años de la vida del autor, y que parece una especie de saldo de cuentas
consigo mismo. Una forma de cerrar páginas al convertir la propia vida en
materia literaria. Este recurso del “diario cronológico” es algo muy
usado en la literatura de estos escritores. Todos utilizan la primera
persona para escribir y los ambientes que se describen no van mucho más
lejos de los círculos en los que cada personaje se mueve. Esto quiere
decir que el autor-narrador casi nunca es omnisciente sino que cuenta lo
que ve desde su experiencia de protagonista. Respecto
al estilo, además de usar elementos de la técnica cinematográfica, la
primera característica que llama la atención es la falta de una estética
dominante. Hay, no obstante, una tendencia al relato breve, light, que puede leerse rápido y en cualquier sitio. Pero,
sin duda, uno de los rasgos más importantes de esta nueva narrativa es el
tratamiento del lenguaje que se traduce en la introducción de un gran número
de neologismos, y la utilización de la lengua coloquial, y muchas veces
del argot. Se trata de coger del mundo exterior elementos aislados y
componerlos en el libro como si fuera un “collage”. Una de las obras
que más fuertemente presenta esta característica de manipulación del
lenguaje es Historias del Kronen (aunque también las siguientes: Mensaka,
Ciudad Rayada y Sonko 95,
que forman la Tetralogía Kronen),
en la cual se introducen toda una serie de neologismos y gran número de
vocablos usados en Madrid y sus alrededores. A esto se le añade, por
ejemplo, el juego con el léxico del inglés al españolizarlo, sobre todo
el de películas, grupos musicales y marcas publicitarias. En
otras ocasiones, el tratamiento de la novela pasa por una experiencia
metaliteraria en la que puede ser difícil concretar cuánto hay de
realidad y cuánto de ficción. Hay una tendencia a mezclar espacios
reales y literarios dentro de los que el escritor se convierte incluso en
uno de los personajes de su novela, mezclándose con los personajes
creados por él mismo. Un ejemplo frecuente en la utilización de este
recurso se da en Benjamín Prado, el cual se introduce en la mayoría de
sus novelas llevando al mismo plano realidad y ficción literaria. Por
ejemplo, Nunca le des la mano a un
pistolero zurdo se resuelve como una obra metaliteraria en la que toda
la trama novelesca se desvela como una excusa para la creación de la
novela misma; no importa el final, sino el hecho de contar y escribir una
historia. Al hacer esto Benjamín Prado lleva los dos espacios narrativos
a un mismo plano, haciéndonos imposible distinguir quién es real y quién
no: “Estamos aquí los cuatro y parece el último capítulo de una
novela de detectives. Sara, Bluberry, Gaizka y yo, juntos a este lado del
libro.” (Prado, 1996, p. 147). En conclusión, todos estos ingredientes forman, a grandes rasgos, el perfil de un grupo de escritores que no sólo destacó por su especial tratamiento de la novela, al cuestionar los cánones ya existentes, sino que también reflejó tendencias de la sociedad en la que vivimos. Esto último es quizá lo que puede explicar que muchos de los lectores españoles se hayan podido sentir reflejados en ellas. Esta literatura se hace espejo del sistema de vida de un fin de siglo caótico y acelerado, influenciado enormemente por la cultura anglosajona y saturado de todo tipo de ofertas materiales, culturales e ideológicas ante las que es difícil definirse y ante las cuales las salidas pueden ser: quedarse al margen, protestar o, la más común, dejarse llevar. Considerando los aspectos que hemos visto, se puede hablar de estas novelas como de crónicas socio-culturales de finales del siglo XX. Esta literatura apela a ese desconcierto, a esa idea del todo vale, y a esa cierta actitud nihilista o de falta de ideales que caracterizan la época actual. En estas novelas se conjugan los rasgos filtrados del exterior -a través, sobre todo, del cine, la música y la televisión- con características particulares de la situación social e histórica más reciente. Estos autores y sus personajes se describen como esas primeras generaciones de la democracia, en una España que en muy pocos años ha vivido cambios radicales en todos los aspectos.
|
Bibliografía Acín,
Ramón,
Narrativa o consumo literario (1975-1987), Universidad de Zaragoza, 1990. -,
"La biblioteca del mañana", Leer
83, 1996: pp. 30-35.
-,
"El comercio en la literatura: un difícil matrimonio", Ínsula
589-590, 1996: pp. 5-7. Bernadell,
Carles,
"Los que no son de Cuenca: retrato de un artista adolescente", Quimera 145, 1996: pp. 38-39. Bustelo,
Gabriela,
Veo, veo, Barcelona: Anagrama, 1996. Coupland,
Douglas, Generación X, Barcelona: Ediciones B, 1993.
-,
Shampoo Planet, Nueva York:
Simon & Schuster, 1992.
-,
Life after God, Nueva York: Simon & Schuster, 1994.
-,
Microserfs, Londres: Regan, 1995.
-,
Polaroids from the Dead,
Flamingo, Londres, 1996. Dorca,
Toni,
"Joven narrativa en la España de los 90: la generación X",
Revista de Estudios Hispánicos 31, 1997: pp. 309-324. Etxebarría,
Lucía, Amor, curiosidad,
prozac y dudas, Barcelona: Plaza y Janés, 1997.
-,
Beatriz y los cuerpos celestes,
Barcelona: Destino, 1998. Fortes,
José Antonio, Novelas para la
transición política, Madrid: Ediciones Libertarias, 1997. -,
"Novelistas a la violeta: Última situación de la novela española
actual", Letras
Peninsulares,
Vol. 2.2, 1989: pp. 225-229.
-,
"Del realismo sucio y otras imposturas de la novela española última", Ínsula 589‑590, 1996: pp. 21-27. Gullón,
Germán,
"Cómo se lee una novela de la última generación (apartado
x)", Ínsula
589-90,
1996, p. 31-33. -,
"La conflictiva recepción de la novela joven: Soy
un escritor frustrado, de José Ángel Mañas", Ínsula 605, 1997: p. 13-15. -,
“Memoria abrasada”, ABC Cultural
20 marzo 1999: p.15. -,
“Prólogo a Historias del Kronen”,
Madrid: Destino, 1999.
-, “La novela multimediática: Ciudad
Rayada de José Ángel Mañas”, Ínsula
625-626,
enero-febrero 1999: p. 33-34. Loriga,
Ray,
Lo peor de todo, Barcelona: Debate, 1992.
-,
Héroes, Barcelona: Plaza y Janés,
1993.
-,
Caídos del cielo, Barcelona:
Plaza y Janés, 1995.
-, Tokio ya no nos quiere,
Barcelona: Plaza y Janés, 1999.
Maestre,
Pedro,
Matando dinosaurios con tirachinas, Barcelona: Destino, 1996.
-, Benidorm, Benidorm,
Benidorm, Barcelona: Destino, 1997. Mañas,
José Ángel,
Historias del Kronen, Barcelona: Destino, 1994.
-,
Mensaka, Barcelona: Destino,
1995.
-,
Soy un escritor frustrado,
Espasa Calpe, Madrid, 1996.
-,
Ciudad rayada, Madrid: Espasa
Calpe, 1998.
-,
Sonko 95, Madrid: Destino, 1999. Múgica,
Daniel, Uno se vuelve loco, Barcelona: Planeta, 1989.
-,
La ciudad de abajo, Barcelona:
Plaza y Janés, 1996. Prado,
Benjamín,
Nunca le des la mano a un pistolero zurdo, Plaza y Janés,
Barcelona, 1996. -,
Raro, Barcelona: Plaza y Janés, 1995. Rivas,
José,
“Ray Loriga, Un púgil a ritmo de zapping”, Ajoblanco
diciembre 1993:
p.34-38.
-,
"José Mañas", Ajoblanco,
marzo 1994, págs. 31-35. -,
"Pedro Maestre. Me cago en Peter Pan", Ajoblanco
83, 1996: p. 26-28.
-,
Lucía Etxebarría, Ajoblanco n
104, 1998: págs. 44-49.
Sánchez
Magro, Andrés,
"Raro. Caídos
del cielo. It's only rock and roll.",
Reseña
de Literatura
264, 1995: p.30. [i] [i] La etiqueta joven fue también causa de crítica, pues ¿ignifica ser un escritor joven tener que escribir de una cierta manera? A este respecto es interesante el artículo de Pérez Reverte "El silencio de los corderos patinadores", (Ajoblanco 83 (marzo 1996): 37, en el cual, tras exponer su repulsa a quienes tratan de etiquetarlo todo, elogia la escritura de Juan Manuel de Prada. Su defensa no se basa, precisamente, en que sea joven y escriba de una determinada forma, sino en el hecho de que sabe crear y contar historias frente a los que no tienen nada que decir: "Todo Cristo parece empeñado en afirmar que lo único de que es capaz, o lo único sobre lo que debe escribir un autor joven (?), es contar historias de colegas oye qué pasa cómo lo ves entre birra y birra, con lenguaje supuestamente desnudo y cinematográfico, o esperarse por una carretera de Arkansas con un fusko y una chica, porque - nos ha jodido el joven con el descubrimiento - no hay futuro."
|
Sobre el autor: |
nombre: Eva Navarro Martínez |
E-mail: evanavarro@planet.nl |
Home-page: [no disponible] |
Sobre el texto: Texto insertado en la revista Hispanista no 14 |
Informaciones
bibliográficas: MARTÍNEZ, Eva Navarro. La nueva novela española a finales del siglo XX. In: Hispanista, n. 14. [Internet] http://www.hispanista.com.br/revista/artigo120esp.htm |