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La Historia única en La caverna de las ideas de José Carlos Somoza |
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Nombre del Autor: María José Schamun Vinci | ||
mjschamun@hotmail.com |
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Palabras
clave: Somoza
– planos - unidad |
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Minicurrículo:Estudiante de
la Licenciatura en Letras en la Universidad de Buenos Aires, Argentina.
Publicó un artículo de opinión en la publicación mensual Southern
Cross de Buenos Aires, y en el periódico Buenos Aires Herald
(sección
Write on!). Colaboró en el programa de alfabetización “Nunca es
tarde”, a cargo de la Federación Universitaria de Buenos Aires.
Actualmente, trabaja en la enseñanza de idiomas. |
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Resumo:
La
caverna de las ideas,
de José Carlos Somoza, é um texto estruturado com base na articulação
de dois planos. Esses planos são o reflexo de uma bipartição da obra em
duas histórias, que se fundem de maneira tal, que se consegue a completa
unidade. A análise se foca nos recursos utilizados pelo autor para obter
essa união dos planos, na conformação de uma única história. |
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Resumen: La caverna de las ideas, de José Carlos Somoza, es un texto estructurado en base a la articulación de dos planos. Estos planos son el reflejo de una bipartición de la obra en dos historias, las cuales se fusionan de manera tal, que se logra la completa unidad. El análisis se enfoca en los recursos utilizados por el autor para lograr esa unión de los planos, en la conformación de una única historia. |
IntroducciónEn
el presente trabajo, se realizará una lectura crítica de la obra La
caverna de las ideas de José Carlos Somoza[i].
Esta obra está realizada en base a una consigna que se devela al final del
texto y que fundamenta los diferentes recursos utilizados en su realización. En el desarrollo de la novela se despliegan dos intrigas representadas por dos planos gráficos (uno superior y otro inferior), en los que se dividen las hojas. En estas intrigas se presentan diferentes personajes que en una interacción permanente realizan el entramado del texto. Sin embargo, estas tramas no se hallan tan separadas la una de la otra, sino que cada una depende directamente de la otra para su desarrollo, cada una de una manera particular. Mientras el plano de abajo (representado por las notas del traductor) depende del desarrollo del plano superior, el superior depende del traductor (personaje del plano inferior) para ser accesible. De esta manera se da el primer contacto entre los planos, un contacto de carácter esencial, intrínseco. El
propósito del presente trabajo, es dar cuenta de los procedimientos
utilizados a lo largo del texto, para lograr la unidad de la obra. Más allá
del espacio físico que comparten para desarrollarse (el libro) las dos
intrigas conforman una sola obra, la cual nos proponemos analizar como una
unidad. Los
dos planos La división de los planos, en la configuración textual, es de carácter temporal y espacial planteando, así un alejamiento entre ambos. Este alejamiento se ve sopesado desde otro ángulo, por la simultaneidad que se pretende lograr en la lectura, a través del constante intercalado de las historias. A medida que la historia avanza, la división ente los planos se hace menos clara hasta llegar al capítulo VIII, en el cual personajes de las distintas tramas se encuentran en un mismo plano. Es en este punto, donde las dos intrigas se sitúan definitivamente en el área de la ficción. La acción del plano superior se desarrolla siguiendo las reglas del policial clásico, por lo que los personajes que intervienen en esta historia se dividen en detectives, víctimas, sospechosos y testigos. La acción del plano inferior, se articula como notas del traductor de la historia desarrollada en el plano superior. De aquí que esta trama sea dependiente de la otra en su desarrollo, ya que se construye en base a ella. En ésta, los personajes son en un primer momento, el traductor y sus colegas, y luego son el traductor y el transcriptor del original. Esta división se da sobre la base de un corte que se produce a partir del establecimiento del misterio. Durante la primera mitad del libro, el personaje del traductor junta indicios de un misterio escondido en las páginas de la historia que traduce. A partir de la segunda mitad, el misterio es corroborado y afianzado por una cambio en la posición del personaje. A partir de este momento no se plantea la duda de la existencia de un misterio, sino que, asumido, se limita a develarlo.
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Durante la primera mitad del desarrollo de la historia, el traductor relaciona todas sus sospechas con el personaje de Montalo (transcriptor) quien nuclea todas las respuestas a los interrogantes que surgen a lo largo de la traducción. Establecida la ausencia de Montalo por su muerte, se plantea la imposibilidad de acceder a las respuestas de los interrogantes surgidos del texto. Sin embargo, a partir del capítulo VII, la condición del personaje del traductor se ve afectada drásticamente, limitándolo al confinamiento y planteando la amenaza de la locura. Por medio de esta amenaza, es como se vehiculiza la ambigüedad necesaria para recrear un ambiente de tensión, que hará crecer (en importancia) el misterio a develar en la intriga del plano inferior, el cual finalmente llegará a incluir dentro de sí el develamiento del misterio del plano superior. A pesar de no estar construido como un relato policial, esta segunda intriga posee algunos rasgos comunes con la historia desarrollada en el plano superior. De esta forma, la historia del plano inferior se articula en base a un mensaje codificado en torno al cual gravita una amenaza, la cual por la presencia de una muerte ligada al texto, cobra credibilidad. Cuando el personaje cree haber decodificado el misterio, es su contrario[ii] (Montalo) quien lo desengaña y lo pone en la pista correcta. A partir de este momento, todo el misterio que giraba en torno al personaje de Montalo (de quien una vez revelada la farsa de su muerte, se muestra, aunque presente, incapaz de proveer las respuestas ansiadas) se traspasa al texto en sí, y la tensión aumenta creada y sostenida tan sólo por las palabras que aparecen en el texto del plano superior, y por el desarrollo mismo de la historia de este mismo plano. En el plano superior, la configuración textual está dada casi completamente por el desarrollo de la acción dentro del marco de la historia policial. De esta forma, la historia comienza con la aparición de un cuerpo y a partir de ahí se plantea el misterio de la causa de la muerte. Encaminado hacia una solución falsa en un comienzo, el detective llega finalmente a la verdad. En el desarrollo de la historia, aparecen intercalados distintos pasajes que no parecen desentonar del todo con la historia, pero que tampoco poseen, en un primer momento, importancia para su desarrollo. Estos pasajes son: el simposio en la academia, las descripciones de sucesos que pasan inadvertidos para los personajes (que el traductor llamará eidéticas) y el planteamiento de la idea del traductor. De éstos tres, el primero afectará directamente el desarrollo de la historia policial, ya que en este simposio se encuentran pistas sobre las causas de la muerte que se investiga. El último sólo servirá en el desarrollo del policial para relacionar a los personajes que forman parte de lo que finalmente se descubrirá como una conspiración. El otro elemento, es utilizado por el autor exclusivamente para realizar la imbricación de los dos planos, que es lo que trataremos a continuación.
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La
imbricación de los planos (o la historia única) A pesar de que en los dos planos se cuenten historias diferentes, ambas forman parte de un desarrollo común, el cual se logra a partir de la imbricación de las dos intrigas. Al comienzo del libro, las dos historias, aunque interdependientes, se plantean por separado. Mientras el plano superior supuestamente narra una historia policial ficticia, apartada del momento de la lectura en el tiempo y el espacio, el plano inferior se desarrolla en tiempo presente, alejado así del plano superior y planteado como contemporáneo al momento de la lectura. El misterio a resolver planteado en el plano inferior, se “esconde” en las líneas de la historia del plano superior. Es por esto que desde el comienzo, se plantea al plano inferior como dependiente del superior en cuanto al desarrollo de la acción. En el plano inferior, las notas del traductor se dividen en tres tipos: las que comentan imágenes eidéticas, las que dan información sobre términos de la obra, y las que relatan la intriga de la que forma parte el traductor. Los dos primeros tipos, el estar tan estrechamente ligados al texto, son incluidos, aunque en momentos estratégicos, a partir del tema que comentan. El tercer tipo de notas, al no estar ligado directamente a la función del traductor como tal, necesitan un disparador que de lugar a su intercalación. Es así como palabras o frases puntuales son repetidas en un plano a partir de su uso previo en el plano opuesto para justificar la introducción de la intriga del traductor. Así, dos frases idénticas remiten a situaciones diferentes. Este recurso es llevado al extremo por medio la introducción de un diálogo en los dos planos, en el cual el segundo término de la conversaciones el único que cambia. Se produce así una imagen “casi” especular. En oposición a esto, también se usa para el intercalado dela segunda historia, la recurrencia de temas entre planos. Este recurso tiene su ejemplo paradigmático en el pasaje donde el personaje del traductor toma un tema surgido a partir del plano opuesto (la risa), que al ser traspuesto al plano inferior se torna en su opuesto (el llanto). Siendo ambos manifestados por el mismo personaje, puede decirse que se produce en él una síntesis de los dos planos. Para sustentar el misterio planteado en el plano inferior, aparecen elementos en el superior que poco o nada tiene que ver con el desarrollo de la trama planteada en él.
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El primer elemento que une las historias, son las descripciones sobre la base de las cuales se articula el misterio del plano inferior. Estas descripciones que refieren a la historia del plano superior, contienen para el personaje del plano inferior, un mensaje codificado, eje de todo el misterio que se plantea en ese plano. Son estas descripciones las que justifican la aparición del traductor en un primer lugar, y serán las que justifiquen su intercesión a lo largo del texto, ya que toda su actividad (en tanto que personaje que pretende develar un misterio) se basa en ellas. El segundo elemento de imbricación, es la introducción de la “idea”[iii] del traductor en el plano superior, la cual cumple una doble función. Por un lado, en el mismo plano surge para ir agrupando a su alrededor diferentes personajes los cuales conforman un grupo detective en su búsqueda de la verdad. De esta forma, la introducción de esta idea funciona en este plano como signo de identificación. Por otro lado, es esta idea la manera de introducir al personaje del plano inferior en el superior, y continuar así la imbricación de los planos comenzada con los comentarios de las descripciones. Esta inclusión pasa por tres fases: en primer lugar se plantea la idea del traductor (como una creencia de los personajes del plano superior), y por ende se lo incluye en la forma de idea. Luego, se lo incluye de manera gráfica por medio de su imagen (en la estatua de Menecmo). Finalmente, ingresa por entero como personaje, en el capítulo VIII, en el cual, tanto el traductor como Heracles (personaje del plano superior) comparten un mismo espacio e interactúan directamente. Este espacio que comparten, a pesar de estar gráficamente situado en el plano superior, se caracteriza internamente por la características descriptas para el plano inferior, realizándose de esta manera una síntesis entre ambos (de esta manera asistimos a distintas maneras de lograr una síntesis de los planos, cada una llevada a cabo en un espacio diferente) Es así como el personaje queda completamente incluido en la ficción aun cuando sea incapaz de reconocerlo, mostrándose como un “mal lector”, ya que no reconoce los signos de su propia ficcionalidad. Al terminar el último capítulo, se corrobora esta mala lectura, al demostrarse su incapacidad para develar el misterio por no poder plantearlo de manera diferente. Es tras las revelaciones de la última nota del traductor, donde finalmente se da una unicidad completa a la obra, planteándola como una interacción entre elementos que conforman una unidad. Es a la luz de estas revelaciones, solución del misterio del plano inferior, como la interacción entre los planos y sus elementos cobran una nueva significación. Un elemento que queda por marcar en cuanto a la interacción de los planos, es el que se da a nivel del tiempo de lectura. Por medio de la introducción de las notas del traductor, el autor dilata el tiempo de la acción del plano superior contribuyendo esta dilación al aumento de la tensión. Es de esta manera como el plano inferior se inmiscuye en el desarrollo de la historia policial contribuyendo al incremento de la tensión en torno al misterio.
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El
Epílogo Tras las revelaciones dadas en la última nota del traductor, el epílogo funciona como un “broche” que echa luz sobre la totalidad de la obra. En el inciso anterior, se dejó sin desarrollar el pasaje del simposio en la academia. Tomado como elemento de imbricación, recién se revela como tal a la luz de la última nota del traductor y del epílogo. El simposio no es otra cosa que el origen del texto incluido en el mismo, funcionando en su totalidad como pista para la resolución del misterio del plano inferior. En el plano superior no cumple otra función que dar lugar a la exposición del personaje de Crántor, fundamental para la trama de la historia policial. Esta última hoja en la cual habla el escritor, se revela como una parte del texto no solo por su ficcionalidad, sino por su configuración en torno a un par opositivo de personajes (Filotexto – Platón). Al mostrarse como parte del texto se plantea a sí mismo como fin[iv] del mismo y por tanto adquiere sentido totalizador. La explicitación del mensaje que quiere transmitir el escritor por medio del texto, se revela como una moraleja, planteando el texto como un ejercicio de escritura y una texto pedagógico al mismo tiempo.
Podría decirse
que el epílogo es el tercer elemento en una progresiva revelación del
origen y fundamento del texto. Al comienzo del relato, la cita de la Carta
VII de Platón, funciona
como adelanto. El simposio, ubicado hacia la mitad del texto, es una
revelación contundente
para un lector inteligente. Finalmente, el epílogo cierra esa trilogía
revelando directamente
y sin necesidad de interpretación mediadora, el sentido de los dos
elementos anteriores y del texto en su conjunto. Conclusión A partir del análisis realizado, se puede afirmar que el texto La caverna de las ideas de José Carlos Somoza, forma una unidad en la cual los dos planos de la acción se intercomunican y conforman una historia polifacética, en la cual se entremezclan distintos niveles de realidad y ficción. Acumulando narradores a medida que pasan los capítulos, la acción se desarrolla planteando distintos frentes de acercamiento, hasta que al llegar al epílogo, se plantea un único enfoque de entrada al texto avalado por la revelación del origen. De esta forma se pretende clausurar todo sentido que pueda sacarse de la obra al echar luz en una única dirección.
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Notas
[i]
Editorial Alfaguara. Barcelona, 2000 [ii]
En un análisis donde los personajes se reconocen como formando pares
opositivos, el traductor y Montalo forman uno de ellos. Las características
que los oponen, varían a lo largo del desarrollo de la historia. [iii]
Idea en tanto ocurrencia, y no en el sentido platónico del término. [iv] En tanto final.
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Sobre el autor: |
nombre: María José Schamun |
E-mail: María José Schamun |
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Sobre el texto: Texto insertado en la revista Hispanista no 14 |
Informaciones
bibliográficas: SCHAMUN, María José. La Historia única en La caverna de las ideas de José Carlos Somoza. In: Hispanista, n. 14.[Internet] http://www.hispanista.com.br/revista/artigo123esp.htm |