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Formas de tratamiento en la primera mitad del siglo XX. Análisis de Historia de una Escalera

 Autor: Juan Manuel Pedroviejo Esteruelas

 

pedroviejo78@yahoo.es

Palabras clave: cortesía, tratamientos, primera mitad del siglo XX

Minicurrículo: Mestre em ensino de espanhol como língua estrangeira. Licenciado em filologia hispânica. Especialista em língua e literatura espanhola, pela Universidad de Valladolid. Atualmente, está redigindo sua tese doctoral sendo sua orientadora a doutora e professora titular do departamento de língua espanhola da Universidad de Valladolid, Doña Beatriz Sanz Alonso. Professor de espanhol para estrangeiros , da Universidad de Valladolid. Professor de língua e literatura no Instituto de Secundaria Ribera de Castilla de Valladolid. 

Resumo:  Para estudar as formas de tratamento nominais e pronominais da primeira metade do século XX da Espanha, nada melhor que analisar a obra de teatro La Historia de una escalera (1949) de Buero Vallejo, onde há um enfrentamento de três generações diferentes e um contraste no emprego das formas TÚ e USTED e nas formas nominais. Partimos das duas hipótesis diacrônicas de Brown y Gilman (1960) com base no centro  bidimensional de poder e solidariedade que rege toda comunicação humana.

Resumen: Para estudiar las formas de tratamiento nominales y pronominales de la primera mitad del siglo XX de España, nada mejor que analizar la obra de teatro La Historia de una escalera (1949) de Buero Vallejo, donde hay un enfrentamiento de tres generaciones diferentes y un contraste en el empleo de las formas TÚ y USTED y en las formas nominales. Se partirá de las dos hipótesis diacrónicas de Brown y Gilman (1960) en base al eje bidimensional de poder y solidaridad que rige toda comunicación humana.

1.  Introducción 

   Los individuos presentan dos propiedades básicas por lo que respecta en la comunicación que sirven para explicar su comportamiento comunicativo: 1) Racionalidad: cada individuo posee un modo de racionamiento que se puede definir con precisión y que le conduce de los fines que persigue  a los medios necesarios para intentar conseguir tales fines. Está ligada al proceso de cooperación. 2) Imagen pública: cada individuo tiene y reclama para sí una cierta imagen pública   (un cierto prestigio) que quiere mantener. Está ligada a la cortesía. De la necesidad de salvaguardar la imagen pública se derivan las estrategias de cortesía. Esta imagen pública tiene dos vertientes, la imagen negativa y la positiva. La imagen negativa  trata  de la libertad de acción que cada individuo desea tener, de dominar su territorio y de no ser controlado por los demás. Por otro lado, está la imagen positiva que consiste en la necesidad de ser reconocido y apreciado por los demás  así como el compartir sus aficiones, deseos y creencias. (Brown y Levinson 1978)[i].

   Brown y Levinson (1978) parten de que la imagen pública es vulnerable. Por lo tanto, en la interacción verbal se despliega un esfuerzo común por ponerla a salvo. Esto se observa cuando los participantes de un intercambio verbal requieren llevar a cabo algún acto que dañe la imagen propia o del interlocutor, o dicho de otro modo, actos que amenazan la imagen pública (AAIP). Cuando el emisor los lleva a cabo, los intenta suavizar. Es aquí, según ellos, donde surgen las estrategias de cortesía que pueden estar dirigidas a reforzar la imagen positiva (cortesía positiva) o estar dirigidas hacia el aspecto negativo de la imagen (cortesía negativa).

   El nivel de cortesía que debe emplearse depende de tres factores: 1) Poder relativo (P) del destinatario con respecto al hablante que constituye el eje vertical de la relación social. 2) Distancia social (D) que incluye el grado de familiaridad y contacto entre los interlocutores, y que forma el eje horizontal. 3) Grado de imposición (G) de un determinado acto con respecto a la imagen pública.

   Todos ellos son de naturaleza social, porque incluso el último depende de la consideración que cada tipo reciba en cada cultura. El riesgo potencial que entraña una acción que amenaza la imagen pública (AAIP) se calcula  sumando los valores de estos factores: Riesgo (AAIP) x = (D + P + G) x

   Desde esta perspectiva epistemológica, la oposición tú/usted del español podría ser analizada como una manifestación de los dos tipos de cortesía a los que se hace referencia. El tratamiento a base de ocuparía el territorio de la llamada cortesía positiva y el uso del usted aparecería vinculado al dominio de la cortesía negativa.

    Para Brown y Levinson (1987) la cortesía positiva representa una macroestrategia que recoge todas aquellas técnicas conversacionales destinadas para potenciar  las facetas positivas del oyente. Para ello, lo más frecuente es hacer partícipe al interlocutor de esa esfera de intereses, deseos o actividades del interlocutor. Ello origina estrategias parciales como las muestras de un interés determinado, la exaltación exagerada de sus habilidades y realizaciones, la búsqueda de motivos de acuerdo en lugar de desacuerdo que tengan en común los  interlocutores para marcar la pertenencia a  un mismo ámbito.

   Así, el uso de en el español contemporáneo no sólo abarca el contexto de las relaciones de parentesco y amistosas, sino que en virtud de su carácter de marcador de proximidad grupal, traspasa su ámbito de uso a otras esferas donde diversos atributos de los interlocutores pueden inducir a uno de ellos (tratamiento asimétrico) o a ambos (tratamiento simétrico) a su empleo.

   En el polo opuesto, la elección de usted vendría a representar el mantenimiento de las reglas más conservadoras y tradicionalmente más prestigiosas, relacionadas con la denominada cortesía negativa. Para Brown y Levinson (1987), la imagen más común de la cortesía en las culturas occidentales coincide precisamente con esta cara negativa del concepto. Una cara, por otro lado, que representa el grado más alto de la elaboración y convencionalismo de entre las técnicas lingüísticas para la mitigación de los riesgos para la intimidad del interlocutor, o lo que es lo mismo, la cortesía en su expresión más elevada.

    En concreto, el empleo de usted en el español supone la adopción de la estrategia de la deferencia. Ésta tiene dos caras complementarias: el hablante se inclina ante la superioridad  (aparente o ficticia)  de su interlocutor al que además ensalza. Sin embargo, el significado connotado es el mismo: el interlocutor es tratado como un superior  y ello en los casos en que las diferencias de poder  entre los participantes son obvias y asumidas por el hablante situado en el nivel más bajo de la escala social: relación asimétrica. En aquellos casos donde se impone una deferencia recíproca, relación simétrica. En suma, nos encontramos ante un análisis de la deferencia como componente de un tipo cortesía y no como una noción equivalente o sinónima, visión esta más propia de los tratamientos tradicionales sobre el tema.

   El estudio hecho por Brown y Gilman (1960) sobre las reglas de tratamiento diádico en veinte lenguas, la mayoría indoeuropeas reveló que la elección de las formas pronominales de segunda persona está regida por dos relaciones semánticas de poder y solidaridad. Este par de dimensiones se supone presente en todo intercambio verbal entre los interlocutores. La razón es que en toda sociedad humana existe un concepto de la diferencia social y acerca de la solidaridad diferencial y que ambas dimensiones rigen la mayor parte de la vida social y los usos de tratamiento.

   El poder es concebido, psicológica y socialmente, como el eje vertical de las relaciones sociales. Brown y Gilman (1960) lo definieron de la siguiente manera: “Se puede decir que una persona tiene poder sobre otra en la medida en que es capaz de controlar la conducta del otro, por medio de la riqueza, fuerza física, edad, rol institucional en la iglesia o ejército, una organización económica, o dentro de la familia. El poder es una relación entre por lo menos dos personas; y no es recíproco en el sentido de que ambas no pueden tener poder en la misma área de conducta.”

     La solidaridad en cuanto dimensión psicológica y social, es el eje horizontal de las relaciones sociales. Surge al compartir disposiciones conductales, lo que lleva a la similitud de modos de pensar. El tener la misma profesión, jugar al mismo deporte, asistir a la misma escuela, pertenecer al mismo grupo social, de sexo, de edad, familiar, partido político, país o religión etc. Brown y Gilman (1960) conciben la solidaridad como: “simétrica o asimétrica; tornándose V[ii] más probable a medida que la solidaridad disminuye. La solidaridad T alcanza un máximo de probabilidad en el tratamiento entre hermanos mellizos o soliloquios de un hombre consigo mismo.” 

   Es decir, el poder diferencial es visualizado como el núcleo del eje semántico asimétrico; la similitud como el eje simétrico. Las diferencia sociales dan origen al uso de V. Las no vinculadas con el poder social dan origen al uso de V en ambas direcciones; y las similitudes que hacen la solidaridad dan origen a la aparición de T en ambas direcciones. 

   1.1.  Dos hipótesis diacrónicas 

   Con base al sistema bidimensional propuesto y a una masa de datos lingüísticos  históricos y contemporáneos, Brown y Gilman (1960) elaboraron dos hipótesis diacrónicas que afirman describir adecuadamente los sistemas de tratamiento estudiados. Ambas hipótesis, que describen procesos incompletos, enuncian que: (1ª)   Desde fines del siglo XIX se está produciendo un cambio  en dirección  a la supresión del eje semántico de poder en favor del eje semántico de solidaridad. Esto ha significado una disminución de la frecuencia de tratamiento asimétrico y un aumento correspondiente al tratamiento simétrico. Este cambio lingüístico estaría asociado con cambios fundamentales ocurridos con los valores adquiridos en el siglo XX, como son las consecuencias de sociedades más abiertas e igualitarias que hacen que crezca el uso de formas simétricas. Brown y Gilman sostienen que hasta el siglo XIX prevaleció el poder semántico en el sistema de tratamiento, los servidores, los soldados rasos, los empleados, los niños y los hermanos pequeños recibían tratamiento de T. A los amos, los oficiales, los padres, los hermanos mayores se les daba el trato de V. (2ª) Durante el mismo periodo, ha crecido el ámbito de la solidaridad informal se ha extendido, es decir, el número de relaciones consideradas lo suficientemente solidarias como para merecer el T mutuo. 

 

   1.2.  Formas de tratamiento nominales 

      La forma indudablemente más apropiada para llamar la atención de tu interlocutor es usando el nombre propio por el cual uno responde cuando se le llama. Además, de designar a un individuo concreto y particular, el nombre propio, por asimilación, se ha extendido a animales familiares o a objetos más cercanos como puedan ser una casa, un río, un coche, etc.

   No obstante, la lengua dispone de otros recursos de apelación, además de los pronombres de segunda persona del singular, menos identificables que el nombre propio, pero con la misma validez comunicativa en virtud de la situación y contexto: 1)Título genérico: señor, señora, señorita, caballero, etc. 2) Término de parentesco: padre, tío, abuelo, etc. 3) Términos de diversa relación: amigo, camarada, etc. 4) Términos metafóricos: mi vida, mi cielo, etc. 5) Interjecciones apelativos: ¡eh!, ¡pss!, mira, etc.

   Continuando con el nombre propio, otro valor suyo es la virtud fática que es una manera de acentuar y comprobar que el canal de comunicación no está oxidado, bien en virtud de la función expletiva donde el empleo del nombre es pedido por el uso o bien en virtud de ser el soporte deíctico del mensaje y fundamento de eficacia e incluso el objeto mismo de aquél. 

   Las formas nominales, al igual que las pronominales, también se sirven del concepto de distancia, de poder y de solidaridad. Dado a que uno puede conocer a una persona y su nombre pero se interpone la barrera de la distancia psicológica y social (no es de mi grupo) y por lo tanto, no hay solidaridad, o sociocultural (diferencia de estatus) y por consiguiente, predomina el poder, la jerarquía y la autoridad. De este modo, Alba de Diego y Sánchez Lobato (1980) plantean dos hipótesis para explicar el uso y no-uso del nombre propio y perfilan el siguiente esquema paradigmático: 1) Relaciones en las que domina la solidaridad: tratamiento simétrico a través del nombre propio o hipocorístico o apodo. 2) Relaciones donde domina el poder y la no solidaridad: tratamiento asimétrico. El superior usa o puede usar el nombre propio y los términos más específicos: apellido, hijo, joven, etc. Por el contrario, el inferior tiene dos posibilidades: título genérico (señor, caballero, profesor, etc.) o dependiendo de la clase social, nombre propio con la distancia del don, nombre propio o apellido con la distancia del señor.

   Como puede apreciarse, la función semántica predominante es el poder en el tratamiento nominal directo, es decir, la barrera de poder, autoridad y jerarquía afecta de una manera más particular al inferior. Así, el jefe dirá Gómez o Sr. Gómez; el empleado, por el contrario, usará señor o don Vicente. El padre llamará a su hijo Juan o hijo y éste  papá o padre, pero casi nunca con el nombre propio del padre. En definitiva, es el superior quien todavía en la sociedad de las últimas décadas del siglo XX tiene la iniciativa  de que el inferior pueda dar un paso hacia delante en lo que respecta  a la distancia y así poder llegar al intercambio recíproco. Un estado de hecho aún jerárquico sin los signos que lo manifiestan, corre el peligro de deteriorarse y es por ello por lo que un superior difícilmente aceptará el cambio recíproco de tratamiento. 

 

2. Análisis de la pieza de teatro: Historia de una escalera (1949) de Buero Vallejo[iii]. 

   El teatro es un medio que permite al investigador estudiar situaciones de interacción verbal de otras épocas de una forma menos ficticia que otras fuentes literarias o no cuando aún no existían otros medios técnicos fiables para ello.

   La razón de haber escogido Historia de una escalera se debe a que en ella se ve la evolución de los tratamientos en la primera mitad del siglo XX recogidos por el gran dramaturgo español, Buero Vallejo[iv].

   Historia de una escalera es una obra muy interesante para analizar la evolución de las formas de tratamiento en  tres generaciones diferentes en la primera mitad del siglo XX. De sobra es reconocida esta obra de teatro y lo mismo se puede decir del prestigio literario que tiene su autor, por lo que  no recordaremos su argumento ni la vida y obra del autor.

   Consta de tres actos. En ellos se aprecia el paso del tiempo en la vida de los personajes y, por ende, la evolución de las formas de tratamiento. Así, en el III acto existe una confrontación generacional entre los nietos, padres y abuelos, muy interesante de estudiar.

   Partiendo de que la obra fue estrenada en 1949 en Madrid y que el III acto es  contemporáneo a la época del estreno de la obra, se puede afirmar que el primer acto corresponde a la primera o segunda década del siglo XX, el II acto (diez años después), esto es, en los años veinte y el último acto (veinte años después), es decir, en los años cuarenta. Así, Buero Vallejo refleja la vida cotidiana de personas de clase media-baja que conviven en una comunidad de vecinos de una ciudad y de la primera mitad del siglo XX.

   Las relaciones que vamos a analizar son entre padre e hijos, entre abuelos y nietos, entre novios y entre vecinos de la misma y diferente generación.

   Lo primero que vamos a estudiar es la relación entre los padres y sus hijos. En el cómputo total de estas relaciones en toda la obra es de 48,64% usan y un 51,35% usan usted. Pero este resultado no nos dice nada porque por ejemplo, en el II acto  únicamente aparecen los hijos de Paca, Rosa, Trini y Urbano, que  tratan de usted a su madre. Por el contrario, el resto de muchachos de su misma edad trata a sus padres de . Aquéllos, en verdad, es la familia más pobre de la obra. Tampoco se nos especifica si el origen de esta familia es rural o no. 

 

Cuadro 1.a. Formas pronominales usadas en la relación entre padres e hijos en el I acto. (%)

 

 USTED

De padres a hijos

100

0

De hijos a padres

83,33

16,66

 

Cuadro 1.b. Formas pronominales en la relación entre padres e hijos en el II acto. (%)

 

 USTED

De padres a hijos

100

0

De hijos a padres

0 100

 

Cuadro 1.c. Formas pronominales en la relación entre padres e hijos en el III acto. (%) 

 

 USTED

De padres a hijos

100

0

De hijos a padres

100

0

   

Es decir, todavía en los años veinte existe una vacilación entre la opción de elegir o usted en las díadas entre hijos y padres, dependiendo de familias. Es destacable la evolución generacional de estos usos dentro de una misma familia porque, por ejemplo, ya los nietos de Paca tratan de a sus padres y a ella misma.

 

   En cuanto a las formas nominales, se puede relacionar el uso de papá/mamá con el uso de y el de padre/madre con el de usted, según se pude observar en el cuadro 2.a.  

 

Cuadro 2.a. Formas nominales usadas en la díada de hijos a padres. (%) 

Papá/mamá + la forma verbal correspondiente a tú/vosotros

 27,50

Padre/madre + la forma verbal correspondiente a usted/ustedes

65

Papaíto + la forma verbal correspondiente a tú

5

Señora + la forma correspondiente a usted

2,50

 

 Los usos derivativos de papá como papaíto, forma cariñosa usada por Elvira, la hija de don Manuel, el vecino rico, se producen cuando hay intenciones persuasivas y el empleo de señora o madre en situaciones de discusión entre hija y madre.

 

Cuadro 2.b. Formas nominales usadas en la relación de padres a hijos. (%) 

Hijo/a

68,75

Hija mía

12,50

Niña

12,50

Nombre propio y diminutivo

6,25

 

      La forma de hijo/a es la forma más usada (68,75%) y el uso del nombre propio y del diminutivo el menos usado (6,25%).

   En la díada entre abuela y nieta, como ya hemos dicho más arriba, sólo aparece en el III acto y en el 100% de los casos usan un tuteo recíproco. En cuanto a las formas nominales usadas son nieta y abuela respectivamente. 

    Para el análisis de los tratamientos entre los vecinos, se ha clasificado a los vecinos en dos grupos, los adultos y los jóvenes. Consideramos adultos a doña Paca,  don Juan, doña Asunción, doña Generosa y don Manuel (fíjese en el uso de don/doña más el nombre propio o hipocorístico que el propio autor da a los personajes de este grupo) en que en el I acto son de edad mediana y en el II y III acto están ya en la vejez (doña Paca). El grupo de jóvenes es el formado por Trini, Rosita, Urbano, Fernando, Carmina, Pepa y Elvira, que son hijos de  aquéllos, que en el I acto son jóvenes o niños y en el II y III acto son adultos[v]. 

 

Cuadro 3.a. Formas de tratamiento pronominal usadas entre personajes del grupo generacional de adultos. (%) 

  I acto

       II acto

III acto[vi]

0

0

0

USTED 100 100

0

   

 Cuadro 3.b. Formas de tratamiento pronominal usadas entre personajes del grupo generacional de jóvenes. (%) 
  I acto

          II acto

III acto
97,03 92,85            83,56
USTED 97,03 7,14           16,43

  

    El uso de es casi mayoritario entre gente joven aunque aún se mantiene el usted para las relaciones de cortejo entre jóvenes. En cambio, en el III acto el cortejo entre jóvenes de una generación posterior ya se hace con tú.

   En el III acto, en el grupo de los jóvenes donde antes había un uso generalizado de , ahora, por razones provocadas por la envidia, las mujeres, Elvira y Carmina, discuten y dejan de tutearse para tratarse entonces de usted. Es decir, entre los miembros del grupo que llamamos de los jóvenes, el pronombre usted se usa a lo largo de la obra o bien en situaciones de cortejo o bien en situaciones de conflictivas y de discusión, teniendo un valor distanciador.

    Evidentemente, existe un contraste en el uso de los tratamientos entre los vecinos del grupo de los adultos donde siempre usan usted y el tuteo generalizado entre los miembros del grupo de los jóvenes.

 

  En cuanto a las formas nominales empleadas entre vecinos de la misma generación, el porcentaje de los usos son: 

 

Cuadro 4.a. Formas de tratamiento nominales usadas entre personajes del mismo grupo generacional de adultos. (%) 
 Don + nombre propio 18,75
 Señora 6,25
 Mujer 25
 Diminutivo e hipocorístico  50

 

Cuadro 4.b. Formas de tratamiento nominales usadas entre personajes del mismo grupo generacional de jóvenes. (%) 

Nombre propio +  la forma verbal correspondiente a tú/vosotros

54,54

Nombre propio + la forma verbal correspondiente a usted/ustedes

1,81

Diminutivo e hipocorístico + la forma verbal correspondiente a tú/vosotros

36,36

Diminutivo e hipocorístico + la forma verbal correspondiente a usted

3,63

Hija

3,63

  

    Hay que aclarar que en la celda de nombre propio + la forma verbal correspondiente a usted/ustedes, se da cuando el chico está intentando ligar a la chica y está, en un principio, lógicamente, le trata de usted. Por lo general, el uso de diminutivos e hipocorísticos se da, en esta obra, a mujeres. El empleo de hija es usado por entre mujeres.

   Entre novios, las formas nominales más usadas por el novio en esta obra, sin distinción de época ni generación son princesa, gatita, niña, pichón y nena. Durante el matrimonio cambian los adjetivos cariñosos por fórmulas como el uso del nombre  propio, en la mayor parte de las veces, y el de mujer, nene, hijo, etc. 

   La forma nominal de mujer también aparecen con las formas verbales correspondientes al pronombre

 

Cuadro 5. Formas de tratamiento pronominales usadas por entre personajes de diferente grupo generacional
 
5. a.- Joven que se dirige a un adulto. (%) 
  I acto

          II acto

III acto
0 0        100
USTED 100 0        0
 
5. b.-  Adulto que se dirige a un joven. (%)
  I acto

          II acto

III acto
66,66 100        100
USTED 33,33 0        0

    

   Quizás, el hecho de que en el III acto se produzca un empleo absoluto del entre las relaciones entre joven a adulto se deba al grado de confianza que existe entre los personajes Manolín y Trini y entre Manolín y Rosa[vii]. Lo mismo se puede decir, probablemente, del empleo de usted cuando don Manuel no tutea de a Fernando[viii], sino que además le llama incluso por el diminutivo. Creemos más conveniente y objetiva esta interpretación que la idea de una errata de la imprenta o un despiste del autor.

 

  Las formas nominales usadas en el trato entre los personajes de diferente generación se resumen en los siguientes cuadros: 

 

Cuadro 6.a. Formas de tratamiento nominales usadas entre personajes de diferente edad: joven a mayor. (%) 

 Doña + nombre propio

20

 Sr./a + nombre propio

20

 Señor

20

 Diminutivo + las formas verbales correspondientes al pronombre personal 

40

 

  En este apartado sólo se han recogido cinco formas nominales, frente a las  catorce formas nominales que usan los miembros de la generación adulta para dirigirse a los jóvenes, esto es, existe una asimetría en las relaciones entre los jóvenes y sus mayores porque los jóvenes españoles preferían no usar formas apelativas directas para dirigirse a sus mayores, y éstos, en cambio, las emplean en mayor número de veces.

   La tercera generación, es decir, los hijos del grupo generacional que llamamos de los jóvenes, que se dan en el III acto, emplea el uso de las formas verbales del pronombre con el uso de la forma diminutiva del nombre propio para dirigirse a sus vecinos mayores, algo que no se da en los actos anteriores.   

 

Cuadro 6.b. Formas de tratamiento nominales entre personajes de diferente edad: mayor a joven. (%) 

Diminutivo 

 21,43

Hijo/a

 64,28

Nombre propio

 7,14

Otros: mala pieza

7,14

 

  Ya hemos comentado más arriba el hecho de usar diminutivo más la forma pronominales correspondientes al pronombre usted entre don Manuel y Manolín. 

   En las relaciones entre hermanos no se ve en ningún momento relaciones asimétricas, en donde al primogénito o al hermano varón haya que tratarle de usted, sino que en el 100% la forma verbal usada y los pronombres corresponden al paradigma del .

 

   3. Conclusiones

 

   El progreso que el empleo del ha experimentado en la mayoría de las comunidades de habla hispánica podría ser analizado como un reflejo de las sociedades modernas y democráticas, donde cada vez se van limando los prejuicios y jerarquizaciones sociales, lo que ha contribuido a un crecimiento del uso mayoritario de como forma de tratamiento adecuado incluso cortés en situaciones cada vez más numerosas.

    Las generalizaciones diacrónicas describen cambios en el nivel verbal; no postulan la desaparición de las diferencias objetivas de poder, sino sólo una disminución  de la frecuencia  de codificación de las relaciones de estatus en el ámbito del tratamiento pronominal.

   Los pronombres personales no tienen únicamente un valor referencial, sino que también existen significados sociales y psicológicos asociados a la elección de la forma del pronombre.

   El término genérico de señor/a y don/doña simboliza un término tan extraño a la intimidad que no hay peligro que se llegue a ella. Si esto llegara a suceder cambiaría el sistema. Es el caso del español con vos y que dio lugar a otro término diferenciador vuestra merced> usted.

   El uso de diminutivos e hipocorísticos siempre lleva consigo una carga afectiva, pudiéndose dar en relaciones simétricas (por ejemplo entre amigos de igual condición) y en relaciones asimétricas (persona mayor a un niño).

   En las relaciones entre padres e hijos se da siempre una relación asimetría puesto que mientras que ellos llaman a sus hijos por sus nombres o por fórmulas como hijo/a, hijo mío, éstos usan los apelativos de papá, padre o mamá, madre pero nunca el nombre propio de sus padres. Además, en algunas familias, aún en las primeras décadas del siglo XX la forma para dirigirse a sus padres era la de usted, especialmente entre las familias más humildes.

   Existe una clara correlación entre el uso de los pronombres tú/usted con las apelativos papá-mamá/padre-madre. Es decir, cuando se usa la forma papá-mamá, siempre irá acompañado con la forma verbal correspondiente al y la forma verbal de usted se usará con padre-madre.  

   Este estudio, claro, estaría completo si se hiciera otro estudio similar con las fórmulas de tratamiento en la segunda mitad del siglo XX, basándose en otras piezas de teatro y con la ayuda de las nuevas técnicas (encuestas, grabadoras, tv., internet, comics, ...etc) que permitan una mejor y rigurosa análisis del las diferentes variedades de la lengua y luego poder aplicarlo a las clases de E/LE

 

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Rigatuso, Elizabeth, Fórmulas de tratamiento y Familia en el español bonaerense actual, Departamento de Humanidades. Universidad Nacional del Sur. Bahía Blanca,1994.

Rojas, Elena, “El voseo en el español de América”, Hernández (1992), 143-165.

Weinerman, Catalina, Sociolingüística de la forma pronominal, Ed. Trillas, México,1976.

 

Notas

[i] El trabajo de Brown y Levinson sería reeditado años más tarde (Brown y Levinson, 1987) en forma de libro. En él, y precediendo al estudio propiamente dicho, ambos autores llevaron  a cabo una revisión critica de su trabajo, así como de las principales investigaciones desarrolladas en ese intervalo de tiempo  en el campo de la cortesía.

[ii] En la bibliografía especialista en el tema se usa como abreviaturas de las formas latina tu T y vos V. T representa al tu francés, al du alemán y al y vos español. V representa a las contrapartidas corteses vous, sie y usted.

[iii] Buero Vallejo, A., Historia de una escalera, Espasa Calpe, Madrid, 1991.

[iv] “Dramatic text provide the best information on colloquial speech of the period (...) the more skilful the dramatist the more skilful he will be if presenting the normal life of his time, in authenticating the action by an acceptable version of contemporary speech” (Brown Gilman 1990).

[v] A los hijos de los matrimonios entre Fernando y Elvira, Fernando (hijo) y Manolín y la hija de Urbano y Carmina, Carmina (hija), sólo aparecen en el III acto.

[vi] Evidentemente, en el III acto sólo sobrevive un personaje del I acto, Paca, por lo que no se puede dar ninguna relación con personajes de su misma generación.

[vii] TRINI:- “Si te hago u regalo, ¿me lo aceptarás?/ MANOLÍN:-“¿Qué me vas a dar?”. (III, 87).

[viii] DON MANUEL: “Adiós Fernandito (...) / FERNANDITO: “-Sí, señor. / D.M.:  “Está bien hombre...un día de estos tengo que decirle unas cosas” (I, 53).

 

Sobre el autor:
nombre: Juan Manuel Pedroviejo Esteruelas
E-mail: pedroviejo78@yahoo.es
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Sobre el texto:
Texto insertado en la revista Hispanista no 14
Informaciones bibliográficas:
PEDROVIEJO ESTERUELAS, Juan Manuel. Formas de tratamiento en la primera mitad del siglo XX. Análisis de Historia de una escalera. In: Hispanista, n. 14. [Internet] http://www.hispanista.com.br/revista/artigo125esp.htm 
 

 

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