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Garabombo, el invisible: la parodia neopicaresca de Manuel Scorza |
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Nombre del Autor: Suely Reis Pinheiro | ||
suely@hispanista.com.br |
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Palabras clave: parodia - neopicaresca - anomia |
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Minicurrículo: Maestría en Lengua Española y Literaturas Hispánicas - UFRJ. Doctora en Literaturas Española e Hispanoamericana - Universidade de São Paulo - USP. Miembro de la Asociación Internacional de Hispanistas - AIH, Associación Brasileña de Estudios Medievales - ABREM y Associación de Profesores de Español del Estado do Rio de Janeiro - APEERJ. Editora y Directora de la revista Hispanista. |
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Resumo: A leitura de Garabombo, el invisible objetiva assinalar como o discurso paródico de Manuel Scorza, à luz dos conceitos de Linda Hutcheon, em Uma Teoria da Paródia, se converta em veículo para que o autor revise a opressão e confira ao romance um caráter de denúncia. Esse discurso se utiliza da transgressão confusional e dionisíaca de alguns personagens, o que nos leva ao teórico francês Michel Maffesoli, em sua obra L’Ombre de Dionysos. O fazer literário paródico de Scorza se constrói na leitura dialógica com o pícaro tradicional, para revelar a crise de identidade que continuam sofrendo as culturas marginadas da América. |
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Resumen:
La
lectura de Garabombo, el invisible objetiva señalar como el
discurso paródico de Manuel Scorza, a la luz de los conceptos de Linda
Hutcheon, en Uma Teoria da Paródia, se
convierte en vehículo para que el autor revise la opresión y confiera
a la novela un carácter de denuncia. Esta parodia se utiliza de la
transgresión confusional y dionisíaca de algunos personajes, lo que
nos lleva al teórico francés Michel Maffesoli, en su obra
L’Ombre de Dionysos.
El quehacer literario paródico de Scorza se construye en la
lectura dialógica con el pícaro tradicional, para revelar la crisis de
identidad que siguen pasando las culturas marginadas de América. |
Manuel
de Andrade, poeta brasileño se sitúa, de manera apasionada, respecto a
nuestra América, en instigante poema que se inicia con los siguientes
versos: Ai,
América, Que
longo caminhar! Eu
venho falar do camponês de
sua túnica desbotada e o seu colchão de terra, de
sua resignição e seu misterioso silêncio, de
seu gesto incontido que em alguma parte se levanta, de sua fome saciada com o
sangue dos massacres (ANDRADE,1980,
p.7-10).
En
este largo caminar, el escritor peruano Manuel Scorza en su novela Garabombo, el invisible (SCORZA,1972) juega con el lenguaje mítico
y la verdad histórica y presenta una estética volcada hacia la protesta y
la liberación, denunciando la explotación del hombre por el hombre. Nuestra
propuesta de lectura objetiva marcar como el discurso
paródico de Manuel Scorza, a la luz de los conceptos de Linda
Hutcheon,
en Uma Teoria da Paródia
(HUTCHEON,1985), se convierte en vehículo para que el autor revise ideológica
e históricamente la opresión y confiera a la novela un carácter de
denuncia, a través de la parodia. Para
la autora, la parodia moderna no es parasitaria, tampoco enemiga de la
creatividad y de la originalidad. La parodia es una forma de imitación que
se caracteriza por una inversión irónica, no siempre a costa del texto
parodiado. En nuestro siglo, la
parodia no se limita al carácter de desconstrucción y se constituye, hoy día,
en un de los mejores caminos de construcción formal y temática de los
textos. La parodia, por supuesto, se aleja, en ese sentido, del rol de
desnudar y desconstruir, una vez que adquiere una finalidad cada vez más
didáctica, con su mirada proyectada sobre la enseñanza del arte y de la crítica.
De ahí, se enuncia una doble perspectiva para la parodia que se explicita,
simultáneamente, como estructural y pragmática. En cuanto a la estructura de la parodia, llevada a cabo por Scorza, se comprueba su configuración en dos niveles. Primeramente el que se construye en la lectura dialógica con el pícaro primero, Lázaro de Tormes, cuando la novela se organiza, constructiva y paródicamente, a partir de la picaresca tradicional. |
Las
conexiones de semejanza y de diferencia de Garabombo con el personaje
picaresco se robustecen con las colocaciones hechas por Claudio Guillén, en
su ensayo Toward a Definition of
the Picaresque (GUILLÉN,1971).
El autor enumera características asignadas por él como inherentes a la
novela picaresca. Algunas de ellas pueden ser atribuidas al personaje de
Scorza, como la orfandad, el aprendizaje, el hambre, la necesidad de
subsistencia, la filosofía, el viaje y la búsqueda de libertad. Sería
interesante observar que el personaje Garabombo, con
su insolentísima sonrisa (G.p.12), presenta el carácter señalado por Gilda de Mello e Souza, al
estudiar a Macunaína, personaje de la literatura brasileña, del libro homónimo
de Mario de Andrade, que se adapta perfectamente a la noción de pícaro: É
um vencido vencedor, que faz da fraqueza a sua força, do medo a sua arma,
da astúcia o seu escudo; que vivendo num mundo hostil, perseguido, escorraçado,
às voltas com a adversidade, acaba sempre driblando o infortúnio Garabombo,
el indio, el más hosco que el peor
noviembre recordado (G.p.16), sufrió las
presiones de las luchas de clase y de raza. Lo mismo que pasó con los
indios del Perú, pasó con
los indios, los mestizos y los negros del
Brasil. Garabombo, el odioso y
felino (G.p.17), no posee la agilidad del mestizo y del negro brasileños, pero,
como ellos, tiene ambición e inteligencia. Por esto ocupa lugar de
importancia entre sus compañeros y se afirma, no sólo por ser valiente,
fanfarrón, alto, lento y simpático, sino porque supo utilizarse de la
picardía de la invisibilidad. Mediante los estudios de Robert Merton en Estrutura Social e Anomia (MERTON,1968), se infiere, pues, en la novela de Scorza el deseo de establecerse un nuevo orden social que se instaura en la categoría de innovación de comportamiento de los personajes como reacción adaptable.
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Segundo
el dicho estudio, la anomía es definida como la ausencia de norma de
comportamiento en una sociedad estable. Resulta en la exageración cultural
que conduce al hombre a lograr éxito de cualquIer modo, alejándose del
apoyo emocional de las reglas y valiéndose de la violencia, de la agilidad
y de la astucia. Garabombo,
el que usaba su desgracia para mejorar
la comunidad (G.p.88), rechaza los valores predominantes que lo insertan
en la conformidad y desliza por la innovación de la invisibilidad: -
¡Ahora sí seré invisible!
Desde ahí la rebelión se pontifica para señalizar hacia el rechazo
de los valores predominantes y propone nuevos valores, según las metas
culturales y los valores anteriormente apreciados. En el ejercicio de esa
rebelión, Garabombo, con paciencia
infinita (G.p.97), como buen rebelde, que se halla fuera de la estructura social
circundante, predica y la voz de su raza se hace oír: ¡
Se acabó el tiempo en que los prepotentes gritaban “el mundo es mío” !
¡ Todos los cercos caerán! ¡ Nadie nos detendrá! Prepara,
entonces, el escenario de la rebelión como reacción adaptable. Fermín
Spinoza es, primeramente, un individuo como otro cualquiera, aplastado por
el poder social, marcado por el sistema de su comunidad. En este punto
empiezan su despertar y su separación. El héroe tiene por delante un
camino por recorrer que se inicia con su viaje. Poco a poco se va liberando
de la lucha entre la vida y la muerte, en la relación dominador y dominado.
Poco a poco se aleja de sus paradigmas, ya que cuestiona las reglas
impuestas por la cultura y no es más un antihéroe. Adquiere nuevas
experiencias y con su cambio de posición social, mediante la negación del
orden establecido y de su entrada en dominios bien demarcados, conquista
otro nombre que lo individualiza y lo quita del anonimato. Acaba por ganarse
un nombre de guerra, Garabombo, el enfebrecido
por la certidumbre (G.p.191),
que incita a la población con su grito popular e indígena: ¡Sería
invisible para todos los hacendados y vigilantes del mundo, y transparente,
inaprensible, intocable, invulnerable, prepararía una magna sublevación!
¿ Qué comunero no secundaría a un hombre que jamás sería capturado? ¿Qué
peligro corrían con un ser que jamás sería capturado (G.p.191)? Garabombo,
con su armadura de cristal
(G.p.191), el héroe, ejemplar y celebrado, ha cumplido un ciclo, ha crecido
y ha multiplicado sus posibilidades, haciéndose vehículo de nuevas
experiencias. Pasa, entonces, del anonimato a la notoriedad, hasta alcanzar
la celebridad. El nombre Garabombo corresponde a otra etapa de su vida, será
índice marcado de identidad social, un vínculo de los hombres y de las
categorías sociales, adquirido por su actuación en defensa de los pobres,
de los viejos y de los indefensos. Se politiza y abre nuevos caminos para
cuestionamientos, pues ya tiene un mensaje que transmitir: al llamarse
Garabombo, el invisible ¾
no lo veían
porque no lo querían ver. Era invisible como invisibles eran todos los
reclamos, los abusos y las quejas (G.p.190)
¾
revela la picardía, la marginalidad de quien anduvo como un individuo que
camina hacia las clases más sufridas. Se
verifica, aún, en Scorza una tensión rumbo al nuevo espacio de la anomia
en la categoría de rebelión, que se concreta en el proceso de la
desestructuración del lenguaje. Con la seducción que el personaje Remigio
ejerce sobre los lectores, se queda muy fácil leer, aunque sea bajo la
desconstrucción del lenguaje
lógica
y precisa — verdadera rebelión picaresca — muchas señales apuntadas
hacia los problemas políticos y sociales. A este personaje Scorza le da el
poder de decir verdades y de hacer denuncias, lo que se manifiesta, en el
tono irónico de sus apóstrofes
¾
ilustrísimo,
respetadísimo, queridísimo, sobonsísimo señor subprefecto de Yananunca
¾
(G.p.48), o en sus recuerdos, sentimientos,
impresiones,
sueños, que hacen públicas las atrocidades, los maltratos y la corrupción,
en los que se intercalan
imágenes de lo real y de lo imaginario: Observaciones: 1)
Escribir un anónimo al sargento Cabrera diciéndole que se mire al
espejo:
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Claro
está que el segundo nivel de la estructura de la parodia, el de la
desconstrucción, se cumple en el discurso del niño Remigio, cuando en la
urdimbre de la parodia, el
lenguaje hiperbólico y turbado se acentúa. Scorza, de manera astuta e
inventiva, se vale, picarescamente, de la exageración del lenguaje del
personaje para desconstruir el discurso elaborado del poder. Scorza,
sabiamente, rescata lo mágico, explotando las aberraciones orgíacas, que
la pulidez finge desconocer, y le da al entronizado Niño Remigio, el tonto,
el loco, la palabra ilógica e imprecisa, para decir las verdades y
denuncias, a través de cartas insultantes: Distinguísimo
Capitán: ¿
Por qué no está preso el Presidente de la Corte Suprema? Hay juicios en el
Perú que duran cuatrocientos años. Hay comunidades que reclaman sus
tierras hace un siglo. ¿Quién les hace caso? ¿Por
qué no está preso el juez
Montenegro? ¿Por
qué no está detenida la justicia? Y
sobre todo, ¿por qué no está preso usted? Si se la da de macho, métase
preso. Usted sabe que es culpable. Y en cambio, yo sé que soy culpable
(G.p.57).” Se
nota también que la transgresión confusional del dicho personaje no se
establece sólo en sus circunloquios, verdadera orgía de las palabras. Por
lo tanto, en el medio del flujo incesante de los fenómenos, emerge Dioniso
como principio creativo y alegre en la transformación de las apariencias. En
el universo carnavalizado de Scorza, el carácter de sueños y fantasía no
está sólo en antiguo, majestuoso,
interminable (G.p.11) Garabombo, pero está representado por personajes
maniqueístas con malvados, usurpadores o agoreros como el niño Remigio, el
corcovado, silo de mentiras, depósito de sandeces, almacén de maldades, que
se transforma en Remigio, el hermoso.
(G.p.128) La entronización del Bobo Remigio surge en la parodia ambivalente para mostrar el mundo al revés. Las leyes, las restricciones y las prohibiciones son abolidas. Para provocar el escarnio al poder establecido de los hombres, Dioniso posibilita la ruptura del orden y Scorza se vale de esto para denunciar el valor de la libertad, a través del habla justiciera del caballo.
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Al
jugar con la figura mítica de los caballos, Scorza se utiliza del desorden
social en la orgiástica inversión de papeles y traspone míticamente la
realidad, en la figura del caballo, que surge como el símbolo de fuerza, de
altivez, de belleza y de coraje. De ahí, hace uso del maravilloso cuando
les da a los animales voz para revelar, según los preceptos de la sabiduría
dionisíaca, las alegrías y desgracias, triunfos y fracasos de los hombres,
a través de la clarividencia de los animales. En
la tejedura del narrar de Scorza, se efectúa, de modo astuciosamente
picaresco, un recorte en la pluralidad del orgiasmo subyacente a todo grupo
humano, como fuerza agregativa ¾
según acentúa el maestro francés Michel Maffesoli,
en su obra L’Ombre
de Dionysos (MAFFESOLI,1985). Aprovechando
la realidad de las luchas socioculturales que comparten el espacio y la
historia peruana, Scorza escribe una novela testimonio porque participó en
los movimientos a favor de los indios chinchinos y vivió la
experiencia de los combates de los años 60. Como mestizo, sintió, de
cerca, la falta de atención y el silencio de las autoridades y de la
prensa, respecto a la guerra campesina. La escribió, entonces, para hacer
visibles los crímenes invisibles. En la presencia del lenguaje mítico y maravilloso de Manuel Scorza — el mito del héroe y sus caballos mágicos, la realidad onírica del Perú con sus leyendas de muerte con zumbidos de mosca, el tono profético de los caballos, los prodigios de las transformaciones del Niño Remigio, el cataclismo de las muertes de los hombres y de los caballos, la alquimia de la invisibilidad de Garabombo — se aprehende una preocupación recurrente que es la verdad histórica. Pero esta presencia no es privilegio único de Perú, sino patrimonio de toda América, ya que remite a una naturaleza cuya fuerza telúrica está arraigada en la realidad latinoamericana de las florestas, de los ríos, en un recorrido de una historia escrita y soñada por el autor, que lo inscribe más cerca de la realidad: Haber escrito esos libros desde el punto de vista onírico hace con que mis novelas sean más reales que si yo las escribiera despierto (GONZÁLEZ, 1980,p.205).
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En
la construcción del siempre escultórico (G.p.12) personaje Garabombo, Scorza se vale
del mito del indio, para contar las guerras campesinas que duran hasta hoy,
como una guerra silenciosa. Aprovecha, él, para entrelazar aspectos
distintos de la vida del indio ya que, en la visión del autor, este mito es
uno de los temas obsesivos de la literatura hispanoamericana, porque era y
sigue siendo la única respuesta posible a la locura histórica, colectiva,
en la que cayeron los sobrevivientes de las sociedades precolombinas,
vencidas por la conquista. Scorza
hace de su novela un documento histórico y político, una amplia
experiencia de miseria y de explotación
del hombre por el hombre. Frente al gestual paródico de sus
personajes, el espectador piensa una nueva sociedad, sin opresión,
alimentada por el amor y la amistad. La
rebelión anómica alcanza autor y personaje y se establece a través de la
función pragmática que permite a concreción del proceso de la comunicación,
una vez que el emisor-autor y el destinatario-lector recuperan, igualmente,
la memoria del pasado histórico del indio. Se trata, pues, de una función
que atañe a la complicidad entre el codificador y el decodificador ya que
somos testigos de todo un proceso de aprendizaje por parte del personaje y
de su intento de desvelar la opresión. Con su picardía, el autor se utiliza de la multiplicidad de voces y de consciencias independientes y emisas del mundo polifónico de la parodia, sosteniendo, por esa senda, una relación de igualdad entre el discurso del autor y el de las otras voces, como participantes del gran diálogo carnavalesco.
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En
el desempeño de la neopicaresca, en sus aspectos astuciosos y burladores,
el discurso de Manuel Scorza no se olvida del lenguaje poético y asegura el
enriquecimiento semántico. Ya el uso de la función fática del lenguaje,
mantenedora de la comunicación, para acentuar y recuperar el poder de
la invisibilidad de Garabombo, el
blindado por su invisibilidad (G.p.97), cuando la reiteración del sema
transparente se entremete por toda la novela, incitando al lector a escuchar
el grito del rebelde Garabombo: ¡Soy
de cristal! ¡Soy invisible! ¡Soy de aire! ¡Pura sombra! ¡Soy humo! (G.p.85);
ya en la pluralidad del color sinestésico cobrizo que remite al
sol, fuente mayor de luz, calor, vida,
conocimiento intelectivo, resurrección, inmortalidad, símbolo
universal de iluminación: El
cobre del atardecer forjaba con materiales sobrehumanos su cólera (G. p.
105); El mediodía alumbraba la misma impasibilidad de las nueve (G. p.
104); Se ofreció a las cuchilladas del sol enardecido (G. p. 101); La
aurora y su pueblo de pájaros descendían chillando de las grandes nieves.
Se levantó y miró al sol (G. p.191). El
lenguaje, que sirve de telón de fondo para buscar la identidad, abriga el
notable diálogo con una naturaleza personalizada, donde la fuerza cognitiva
de los vocablos así se dibuja: En
la hipocresía de la madrugada, (G. p.15); Un
diciembre amargo, flagelado de nevadas, visitó Yanahuanca (G.p.191); La
neblina gateaba todavía sobre los techos, encapuchaba Yanacocha y Chipipata(G.p.22). El
anochecer amorataba su insolencia (G.p.106). La
niebla secuestraba las últimas estrellas
(G.p.40). La
plaza se poblaba de ponchos friolentos.
(G.p.41). ¡
Una luz que anulaba la pedrería del cielo, casi lo derribó! Un relámpago
engordado por miles de relámpagos destituyó a la noche, instaló un mediodía
casi insoportable
(G.p.85). El
veintiocho de noviembre atravesó la pampa lento, hipócrita y nublado
(G.p.210). Un
domingo surcado por cicatrices atravesó la pampa; comenzaba un diciembre
que, antes de implantar su rigurosísima tiranía, toleró un lunes de
claridad embriagadora (G.p.220). Sin
embargo, esa poesía polisémica, que el rebelde novelista/poeta explota
en toda su novela, se aleja,
pues, para dar voz y vez al personaje Garabombo, el protegido por su carne
transparente (G.p.12), en su trayectoria politizada. Señalando el juego
pícaro de la rebelión, Garabombo rompe fronteras y reivindica espacio para
revelar la crisis de identidad por la que han pasado y, todavía siguen
pasando, las culturas marginadas de América. Garabombo,
el que se impregnaba de un poder que
derrotaba al viento, a las montañas, a las estrellas (G.p.85), es un
neopícaro porque se contrapone al sistema político-social vigente,
abandonando la simple y egocéntrica aventura del pícaro para esbozar un
mundo distinto en el que se hace posible la realización de sueños.
Se percibe, entonces, que tras el personaje neopícaro subyace un
ideal que lo hace portador de un proyecto de igualdad, ya que el sentido de
la dignidad humana se torna una marca bien explícita en su novela. Vale recordar que se considera como neopicaresca la literatura que trae residuos de la picaresca española tradicional y el pícaro de los últimos siglos se presenta hoy con otros matices. Continúa fruto de antagonismos de clase, pero bajo otras condiciones de opresiones, de la que resulta renovada forma de lucha. No importa cual sea el país ― Brasil, Chile, Paraguay, Perú ―, se trata del ser latinoamericano, en su lucha eterna, entre opresores y oprimidos, en la tentativa de reconquista de su espacio sociocultural que, hace mucho, se le escapó. En fin de cuentas, citando a Garabombo, el arquitecto del desaforado sueño (G.p.183), ¡ Esta lucha no es para uno, es para todos! Nuestro pueblo pelea para que todos los hombres vivan libres en tierras libres (G.p.19).
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Sobre el autor: |
nombre: Suely Reis Pinheiro |
E-mail: suely@hispanista.com.br |
Home-page: www.hispanista.com.br |
Sobre el texto: Texto insertado en la revista Hispanista no 14 |
Informaciones
bibliográficas: PINHEIRO, Suely Reis. Garabombo, el invisible: la parodia neopicaresca de Manuel Scorza. In: Hispanista, n. 14. [Internet] http://www.hispanista.com.br/revista/artigo126esp.htm |