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Poesia, minha tia, ilumine as
certezas dos homens e os tons de minhas palavras. É que arrisco a prosa mesmo com balas
atravessando os fonemas. É o verbo, aquele que é maior que o seu tamanho, que diz, faz e
acontece. Aqui ele cambaleia baleado. [...]. A palavra nasce no pensamento, desprende-se
dos lábios adquirindo alma nos ouvidos, e às vezes essa magia sonora não salta à boca
porque é engolida a seco. Massacrada no estômago com arroz e feijão a quase palavra é
defecada ao invés de falada. Falha a fala. Fala a bala.
Paulo Lins(2)
Cuando el Profesor Alfredo Bosi (1996, p.11)
trata el tema de la poesía ingenua en sus comentarios a propósito de la lectura de
poesía como expresión de cultura, lo hace de manera a provocar reflexiones, a
desestabilizar seguridades, a encender relaciones. Pienso en eso, mientras leo la materia
sobre el fenómeno poético que ocurre en Rio de Janeiro, publicada en O Globo, de
4 de mayo de 1997, bajo el título: "A poesia que nasce junto à violência nas
favelas", del periodista Sergio Pugliese. Es algo inesperado y contundente, una
sorpresa lírica en un cotidiano de violencia: se escribe poesía, especialmente en esta
década de 90, en las "favelas", los barrios de la margen de Rio de Janeiro,
lugar de la carencia, de la falta, lugar del vacío, cuyo habitante es el "otro"
, distinto del morador civilizado de la primera metrópolis de Brasil. En la
favela, donde impera la ley del silencio, brota la palabra lírica, se escribe
poesía, una poesía marginada, el registro hecho por una mirada no canonizada, una
explosión en palabras, consecuencia del caos urbano contemporáneo, de la violencia, de
la opresión, el registro del contacto más íntimo y constante con una absurda muerte
iminente. Carlos Lessa en la presentación de Um século de favela (FGV, 1998), que
la favela, en el plano de las representaciones, ha inspirado desde los
sentimientos humanitarios al imaginario prejuicioso, desde la idealización de estarse
más cerca del cielo al territorio promiscuo y sin moral, lugar de enfermedades, sitio de
desocupados. Y concluye: Dios y el demonio habitan en la favela.
Pienso en los motivos históricos, que hace
cien años, determinan marcas de singularidad y marginalidad de la favela
cuando leo los inesperados poemas de un lirismo algo torpe de Deley de Acari, Lu Soares,
Jorge Adailton, Paula Cristina de Souza Guimarães, poetas de Vigário Geral e Acari(3),
regiones conflagradas, divididas, a debatirse en la búsqueda del indispensable equilibrio
para sobrevivir entre la crueldad, el miedo, la arbitrariedad. Desde la margen, la voz
poética busca expresar su perplejidad, busca comprender, y, principalmente, clama por su
dignidad. Por detrás de esos poemas, hay una cruel realidad en erupción, para usar
palabras de Octavio Paz, una realidad que, si nos reserva sustos y sorpresas, nos saca de
un cierto estado de contemplación pasiva en la misma medida en que, atingidos
directamente como que por un golpe, crecemos en la conciencia de que el otro, el que así
se expresa, es uno mismo, cualquiera de nosotros, personajes todos, aunque no todos
ciudadanos, en esa realidad en erupción de una gran ciudad herida en su cerne. Poetas sin
nombre famoso son conocidos por sus nombres de guerra, por los apodos con que firman los
poemas sobre el cotidiano de la margen, de los guetos adonde la sociedad los mantiene
arrinconados, un grupo de personas jóvenes casi todas, a buscar, por la palabra poética,
la vía de acceso a la ciudadanía.
Chacinam nossas crianças, chacinam
a gente que amamos
e que nos amam também...
se ficam impunes... uma chacina contra nossa própria vida
depois que vida continuaremos a viver
sem verdade, sem olhar, sem alegria, sem esperança, sem justiça
sem amor, sem dignidade humana...
Deley de Acari (ZALUAR/SAVITO. FGV, 1998, p.348)
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Son poemas que tienen como
telón de fondo una otra geografía de la ciudad famosa por la belleza y amenidad, versos
que ponen en escena una anti-épica a partir de una realidad en la que la criminalidad, la
violencia, la corrupción, la droga y gentes inocentes forman parte de un absurdo de
injusticias y violencia cotidianas.
La lectura de los poemas de la
"favela" nos pone en contacto con seres humanos que gritan su realidad, quizás
buscando, al darla a conocer, desestabilizar, con-mover, alertar o tan sólo desahogarse.
La banalización de la violencia en este fin de siglo acomoda, desvirtúa, des-sitúa la
perspectiva de la dignidad. En el Rio de Janeiro de la década de 90, hay una realidad,
una otra vida (¿vida?) que se define como una forma de resistencia, un estar en el mundo
que desestabiliza aquellas seguridades referidas en el comienzo de esta ponencia. En el
tenue límite entre la vida y la muerte, en el territorio conflagrado de un estado extremo
de confronto/conflicto entre policía/traficantes/gentes pobres, la violencia provoca una
serie distinta de maneras de buscarse escapar a la locura y/o a la muerte.
En el espacio donde el lirismo de décadas
pasadas cantaba en los versos de Orestes Barbosa que la luna, horadando el techo de zinc,
salpicaba de estrellas el suelo del ranchito de puertas sin cerrojo, las estrellas que
ahora brillan suben al cielo en los fuegos de artificio de los traficantes, seña para
avisar sobre la llegada de la droga. Por eso mismo, comenta el poeta Geraldo Carneiro, a
propósito de la poesía que nace junto a la violencia: "A favela não é mais o
Éden de onde emergirá a palavra capaz de iluminar toda a cidade, como acreditava uma
visão mítica do Rio de Janeiro da década de 60"(4) (O Globo, 1997). La ventura de
la vida, cantanda por la canción, ha sido interrumpida momentáneamente por las balas de
las armas de bandidos y policía, balas que llevan, también al otro lado, al (des)
protegido asfalto de la clase media "carioca", la cara del miedo. Y la palabra
que emerge ilumina de otra manera. Es la palabra de alguien, como el rapper
Canibal, que vive "en un ambiente precário, onde não há muita coisa pra ver e
achar legal. Então", comenta Canibal, "a gente fala daquilo que vê e daquilo
que vive"(5) (JB, p.26). Esa palabra relata la trayectoria absurda de un tiro en un
vacío de perspectivas promisoras inmediatas y nos pone frente a frente con la ausencia de
esperanza traducida por la palabra nada, más contundente que el impacto de todas
las balas:
Um tiro no papel,
um tiro no escuro
derrama todo o sangue...
teu...meu...
Um tiro nos espaços
corta o vento,
um tiro na água faz
buraco,
um tiro no nada...
desaparece a bala
Por que bala de ferro? De
prata?
Por que não bala de mel?
[...]
Me acertaram um tiro no
nada .(6)(O Globo: RJ, 04/05/97)
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La autora, Paula
Cristina de Souza Guimarães, transforma en poema el día-a-día violento de su comunidad,
y los regala a su familia, según dice, como una forma de consuelo. El nihilismo es tema,
también, de otros poemas igualmente vacíos de perspectivas, traducido por la palabra nada:
"[...] nada faço, /nada acontece/ será que meu nome é nada?"(7).
Los poemas nacidos junto a la violencia, son
"uma maneira de não enlouquecer", una forma de encauzar todo lo que uno siente
y que le masacra el pecho, según afirma Deley de Acarí. Frente a ellos, dejo fluir las
aguas mal divididas las unas en las otras, como quiere Alfredo Bosi, y ellas van a dar,
por vías distintas, por relaciones encendidas naturalmente en poemas de dos consagrados
poetas, el cubano Nicolás Guillén y el brasileño Carlos Drummond de Andrade. Algunos
versos de Acari y Vigario Geral me llaman especialmente la atención: son intertextos
activos con la expresión lírica de poetas canonizados, también preocupados con la
violencia, también usando la palabra para pasar un mensaje de paz. Deley de Acari, ahora
con 43 años, y poeta desde cuando ha vivido su primera pesadilla, afirma y pregunta en un
poema:
Soldados são gente do povo,
nascidos do ventre
de mulheres do povo,
soldados são gente do povo.
pagos pelo povo
para proteger o povo (...)
Como, então, aceitar
que virem suas armas
contra sua gente
e chacinem sua própria
gente.
(O Globo: RJ, 04/05/97)
Son versos secos, duros, rápidos, fragmentados,
nada preocupados en buscarse adornos; directos como una bala certera, dialogan con algunos
versos de poemas sobre el tema del soldado escritos por Nicolás Guillén en otra época,
en otro país, en otras latitudes e idéntica inconformidad frente a la banalización de
la violencia que destruye vidas humanas. Hace 60 años, Guillén publicaba los Cantos
para soldados, dedicado a su padre, muerto por soldados. Allí están: "Soldado
aprende a tirar...", "No sé por qué piensas tú...", "Soldado así
no he de ser...", "Soldado muerto", poemas en que pensamos al leer los
versos de la "favela". Deley y Guillén se encuentran, inicialmente, en la
certeza de que soldados son personas como todas las demás, nacidas del pueblo, "la
misma cosa, tú, yo":
No sé por qué piensas tú,
soldado,
que te odio yo,
si somos la misma cosa,
tú, yo.
Tú eres pobre, lo soy yo;
soy de abajo, lo eres tú;
¿de dónde has sacado tú,
soldado,
que te odio yo? [...](8)
(GUILLÉN, Cuba: Arte y Literatura, 1974, p. 175-6)
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Si le falta al poeta
de Acari el juego de palabras, ritmo, sonoridades y efectos expresivos caraterísticos de
Nicolás Guillén, le sobra en fuerza, en una dureza nacida de la verdad tan elementar
cuan brutal. No le brotan lágrimas al poeta, sino palabras, versos, poemas cuyo tema es
la falta de importancia de la vida humana, la falta de respeto por el hombre, un vuelo, en
verdad, al centro de la miseria, en una sucesión rápida de instantáneos comprometidos,
urgentes. Porque esa poesía es una poesía urgente: el tiempo es escaso, las vidas muy
breves. El sistema de que resultó todo ese estado de cosas no ofrece una solución
igualmente urgente: mientras se pierde en algunos intentos no tan veloces como para
atrapar la cuestión como se hace necesario, echa mano de la represión, de la violencia,
dando origen a versos que critican las acciones de los soldados en contra de "sua
gente", versos que protestan para que no "chacinen a sua própria gente",
eco menos elaborado, pero no menos intenso de versos de Guillén: "soldado, /aprende
a tirar, / tú no me vayas a herir/ que hay mucho que caminar./¡Desde abajo has de
tirar,/si no me quieres herir! [...]"(9) (1974, p. 176); y también: "Soldado no
quiero ser/que así no habrán de mandarme/ a herir al niño y al negro,/y al infeliz que
no tiene/ qué comer./ Soldado así no he de ser"(10) (1974, p.176). En el texto de
los dos poetas se siente la necesidad no de reprimir, sino de concientizar. Así trabaja
Deley, líder, hoydía, de un movimiento que reunió a jóvenes poetas de áreas pobres y
violentas para paseatas por la paz y para la producción de un libro en que contarán su
vivencia.
Indignación y dolor han llevado Jorge Adaílton a
ser un militante de la paz, como él dice que lo son todos los poetas. Igual que el cubano
Guillén, Jorge protesta cuando la represión emplea la "força bruta e o
terror" en contra de los "cidadãos afro-/brasileiros,/ Habitantes das/
comunidades.../ marginalizadas pelo/ sistema"(11) (O Globo, RJ, 04/05/97).
Paula Cristina, que já expresara su perplejidad en
versos cortos y secos: "[...]bala de ferro?/ de prata?/ Por que não bala de
mel?", enlaza con Guillén que pregunta, en "El soldado muerto":
"¿Qué bala lo mataría?" La violencia de la muerte se hace presente, traída
por el impacto seco y sordo de una bala, seco como los versos de esos poetas de la margen,
personas que no han tenido acceso a la cultura formal, de ahí que su producción sea lo
que llama Geraldo Carneiro "uma expressão verbal de tercera clase", expresión
de ciudadanos de tercera clase, sin derecho a una escuela pública de buena calidad donde
podrían adquirir los instrumentos básicos esenciales a la expresión de su indignación.
Al cantar el amigo muerto por la "roleta-rusa" que practicaba, Paula Cristina
Guimarães de Mendonça siente y mide el dolor provocado por esa muerte común, el mismo
dolor provocado por la muerte del soldado, de Nicolás Guillén, que podría ser el
soldado que se muere a cada momento en el cotidiano de las grandes ciudades. El tema
allí, en el poema escrito en Cuba, en 1937 y en el poema de Rio de Janeiro, 1997, es el
hombre al que se le ha cortado el derecho esencial a la vida! Canta Guilllén: "La
novia viene y lo besa/ llorando la madre viene./ Cuando llega el coronel/ sólo dice:/
_¡Qué lo entierren!"(12) (1974, p.177) Canta la joven de 18 años, de Vigário
Geral: "Mais uma vida se vai, como água na mão,/ o choro e o grito de quem/ ama/
corre pelos quatro ventos,/ lágrimas lavando a/ saudade de quem ama"(O Globo, RJ,
04/05/97). La expresión de Paula Cristina es torpe e ingenua, una expresión que se le
sale como que en explosión derecho del alma, sin interferencia de elementos otros que le
darían a su poema, quizás, el colorido rítmico y la contención del poema guilleniano.
Pero la contundencia, en la poesía desvestida de recursos de esa joven, no es menor:
rústica, sencilla, auténtica, impacta y con-mueve, molesta, desafía, aunque no cuente,
siquiera con el recurso de la ironía tan hábilmente articulado por Guillén. |
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Es
un grito de ¡BASTA! el que ecoa de tales poemas "de tercera clase", para
repetir Geraldo Carneiro. En ellos se lee el mismo mensaje que pasa el rapper Xackal(13)
(JB, julho/98, p.26), morador de una área problemática de Rio, el Complexo da Maré y
que sueña con el día en que aquella región sea el reino de la música, no más del
banditismo y de la violencia. El día-a-día le fortalece las ganas de cantar y de
enseñar a las personas que hay otras salidas. Si el sistema de hoy no ofrece al morador
de la "favela" más que un vaso de agua sucia, Xackal pretende dejar claro que
existe, también, un vaso de agua limpia siempre que uno se mueve para cambiar la
situación actual con mucho trabajo y sin esperar por el gobierno, concepto tanto más
curioso y animador cuando se recuerdan a los políticos y una actitud paternalista que
lleva a pensar en los carentes como pobrecitos. La cuestión básica para el hombre
marginado es la concientización como forma primera de afirmarse, de imponerse como
hombres, como ciudadanos de primera clase, o mejor, como ciudadanos, sin rótulos. El
hombre es lo que importa rescatar, tal como buscan hacer esos poetas tan auténticos cuan
primitivos, al poetizar, en versos elementares, la bala que atraviesa la nada,
enmudeciendo al mismo Cristo del Corcovado: "De braços abertos, do alto/ do morro,
lá do Corcovado/ eu vejo tudo/ e permaneço mudo,/ eu olho a cidade/ eu ando por ela/ de
braços abertos, eu vejo as favelas, [...]".(14) (O Globo, RJ, 04/05/97). Esos poetas
todavía creen en la fuerza de la palabra como forma de detener la violencia, de reafirmar
el derecho a la vida, como una respuesta y un intento de sustar el impacto de la bala,
vale decir, la violencia. Las dos frases finales de Paulo Lins, tomadas aquí como
epígrafe: Falha a fala. Fala a bala, están vacías de la esperanza que sobrevive
en Deley, Jorge, Paula, Lu, personas que están tan cerca de la muerte que sienten en la
vida, más vida; la belleza, en su poesía, es la verdad necesaria: hablan del hambre, de
la miseria, del dolor, de la injusticia, de la opresión como forma de mitigar pesares y
de encontrar la salida para esa situación, para no morirse en vida. Y sueñan con el día
en que la palabra sea el instrumento de paz, que la palabra no falle, hable!
Subyace en esos sobrevivientes por la palabra la utopía drummondiana, el sueño de que la
flor vuelva al asfalto, renazca allí donde un día la plantó la palabra del poeta:
"Uma flor nasceu na rua./ Passem de longe, bondes, caminhões, ônibus, rio de aço
do tráfego/ uma flor ainda desbotada ilude a polícia, rompe/ o asfalto./ Façam completo
silêncio, paralisem os negócios,/ garanto que uma flor nasceu./ [...]/ É feia. Mas é
uma flor. Furou o asfalto, o tédio, o nojo e o ódio"(15) (DRUMMOND, 1964, p.140-1).
En este fin del siglo XX, en una
ciudad a debatirse en un océano de violencia, la palabra poética no busca medios tonos
para expresarse; fruto de la estética del miedo, es dura su expresión. Dije a principio
que Rio de Janeiro no es más el lugar utópico de la canción de Orestes Barboza. Bien
mirado, la poesía que nace junto a la violencia, en Rio, tampoco pierde de vista la
utopía. Si no se expresa como el rap que dice: "o que eu quero é ser feliz,/ andar
tranqüilamente na favela em que eu nasci", una letra "comodista", para
algunos, lo que se lee en las entrelíneas es el mismo sueño del fin de la violencia, el
deseo de andar tranquilamente por donde sea. Ingenua o no, primitiva o no, torpe o no se
trata de un hecho nuevo, de una así dicha poesía que asume nuevos registros en la
expresión de una época y de sus perplejidades.
La bala perdida en el asfalto de hoydía se opone a
la flor de Carlos Drummond de Andrade. "Qué bala lo mataría?(16)" pregunta
Guillén. "Bala de ferro; bala de prata, porque não bala de mel?" El eco de
poemas guillenianos dialoga con poemas de la década de 90, en Rio de Janeiro, producidos
por individuos que, desde la margen social donde están atados por invisibles leyes,
oponen, también, a la fuerza opresora de la violencia, un grito lírico de denuncia,
dignificación y esperanza.
Son muchos los motivos históricos que originan la
violencia. Esta comunicación, frente al caos contemporáneo, no quiere llorar, sino
juntar elementos para intentar comprender, en cuanto visita el espacio de la cultura de
individuos/habitantes de territorios casi apocalípticos, de los que escurre, todavía, el
sueño. Mientras mira el asfalto en búsqueda de la flor a traspasar el asco y el odio, la
"favela" hace ecoar, poéticamente, un grito ronco de indig-NACIÓN. |
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NOTAS (1) "Favela" es la palabra que da nombre a los sitios pobrísimos,
nacidos de la extrema miseria de la falta de un techo para vivir. Son los
"arrabales" en Puerto Rico, las "villas miseria", en Argentina, las
"chabolas", en España,. Aquí está usada para indicar regiones conflagradas
por la violencia nacida del tráfico de drogas y de toda suerte de actividades marginales,
sin que eso deje de fuera a la pacífica mayoría de personas humildes, trabajadoras, sin
otra posibilidad de vivir que no allí, y que caen, muchas veces, victimadas por las balas
que cruzan la "favela".
(2) Paulo Lins es el autor de Cidade de Deus, obra que Alba
Zaluar considera la primera novela etnográfica brasileña. P.23.
(3) Vigário Geral y Acari son barrios de Rio de
Janeiro con algunos puntos de extrema miseria social, victimados por todo tipo de
violencia, especialmente la que atormenta el contingente de inocentes que allí (sobre)
vive, entre el fuego cruzado de disputas varias, a provocar chacinas, devastación, dolor,
desesperación.
(4) Geraldo Carneiro es uno de los más conocidos poetas de Rio de
Janeiro
(5) Canibal, líder de los Devotos do Ódio, a propósito del texto
de las músicas que canta, en entrevista a Xackal, rapper e integrante de la ONG Voz
Ativa. (Jornal do Brasil, p.26). Hoydía, ese grupo musical del Alto José do Pinho, en
Recife, cambió el nombre, quitó el Ódio", y es conocida en todo el
Brasil como Devotos. De la paz. Esos jóvenes han conseguido, a través del incentivo a
los grupos musicales, que ya suman diez en la "favela", rescatar, también, la
cultura del lugar y la autoestima de los que allí viven. (O Globo, 16/07/2000)
(6) - Paula Cristina Guimarães de Souza, 18 años, voluntaria de
la Casa da Paz, de Vigário Geral, Rio de Janeiro.
(7) Fragmento de un poema escrito por alumnas de la segunda serie
primaria de una Escuela Pública, en Madureira.
(8) Nicolás Guillén, "No sé por qué
piensas tú...".
(9) _____ "Soldado aprende a tirar"
(10) _____ "Soldado así no he de ser"
(11) Jorge Adaílton da Silva Santos, o Jorge, 32 anõs, poeta de
Vigário Geral.
(12) Nicolás Guillén. "Soldado muerto".
(13) Xackal es conocido rapper de Rio de Janeiro.
(14) Jorge Adaílton da Silva Santos, o Jorge.
Poeta, morador de Vigário Geral
(15) - Carlos Drummond de Andrade. "A flor e a
náusea".
(16) _____, "Soldado así no he de ser". |
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BIBLIOGRAFIA
ACARI, Deley. In Um século de favela. ZALUAR
e SAVITO (org). Rio: Fundação Getúlio Vargas, 1998
BOSI, Alfredo. O ser e o tempo da poesia.
São Paulo: Cultrix, 1995, p.11.
DRUMMOND DE ANDRADE, Carlos. Rosa do povo. In
Obra Completa. Rio de Janeiro: Aguilar, 1964.
GUILLÉN, Nicolás. Obra Poética,. Cuba:
Arte y Literatura, 1974
JORNAL DO BRASIL. Revista de Domingo. Rio de
Janeiro, 1998. Revista de Domingo. Rio de
Janeiro, 1998
LESSA, Carlos. In Um século de favela. ZALUAR
e SAVITO (org). Rio: Fundação Getúlio Vargas, 1998.
LINS, Paulo. Cidade de Deus. Rio de Janeiro:
Companhia das Letras, 1997.
PUGLIESE, Sergio. "A poesia que nasce junto à
violência nas favelas". O Globo, 4 de mayo de 1997.
O Globo. Rio de Janeiro, 04/05/97
Rio de Janeiro, 04/05/97
ZALUAR, Alba e SAVITO, Marcos (organizadores) . Un
século de favela. Rio: Fundação Getúilo Vargas, 1998.
Artigo publicado nas Actas del XXII COngreso Internacional de
Literatura Iberoamericana: Crisis, apocalipsis y utopías. PUC de Chile, santiago, febrero
de 2000.
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