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La literatura
latinoamericana contemporánea presenta en la actualidad una gran vitalidad, pero sobre
todo un aspecto que está transformando la historia cultural de nuestro continente y es la
presencia de un número significativo de mujeres escritoras. De todas ellas se podría
decir que ejemplifican la amplia gama del discurso femenino, entre otras: Isabel Allende,
María Luisa Bombal, Clarice Lispector, Angeles Mastretta, Elena Poniatowska y Laura
Esquivel. Si antes el registro trágico y lúdico de la vida y obra de las escritoras, lo
permitido y lo que obliga al silencio a través de la literatura y la biografía, estuvo
circunscrito a la anécdota o al escándalo, en la actualidad la narrativa escrita por
mujeres tiene como signo una identidad que se presenta a través de las diferentes formas
de representación que asume la pluralidad de las voces literarias femeninas. Voces que han emergido del silencio y de una larga lucha que
tuvieron que librar las mujeres para imponerse en una sociedad que les negaba el derecho
de incursionar en aquello que siempre había sido reservado a los hombres: la literatura.
Incluso, hasta las primeras décadas del presente siglo, se consideraba como más adecuado
el desarrollo de un yo lírico para la expresión de su subjetividad(1). A
través de la poesía las mujeres podían expresar sus sentimientos más íntimos sin
temor a la marginación, y sin depender "como las demás de su tiempo, de su sociedad
y de su educación"(2). Hecho por demás refrendado por los ideólogos y
escritores de la época, que como Pedro Henríquez Ureña, se explicaban la ausencia de
mujeres del importante movimiento literario del siglo pasado, aduciendo que
"probablemente fue demasiado impersonal para ellas"(3). |
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Pero, a pesar del
discurso hegemónico masculino, en la segunda mitad del siglo XIX aparecieron las primeras
novelistas. El rechazo que sufrieron estas mujeres hay que buscarlo en sus vidas y en sus
obras, publicadas con tenacidad y enfrentadas a los innumerables obstáculos que tuvieron
que vencer. Aunque este trabajo no pretende ser comparativo, es probable que como en el
caso peruano, en otras sociedad latinoamericanas la revalorización del papel de la
educación femenina haya dado también lugar al surgimiento de revistas dirigidas y
escritas por mujeres, clubes literarios donde se debatían los problemas de la época, y a
una importante presencia femenina en la literatura. Sin embargo, la educación que la sociedad fomentaba para las mujeres
estaba más en concordancia con el estereotipo "femenino" que con la aceptación
de su incursión en la literatura. Francisco de Paula González Vigil, en su obra titulada
Importancia del bello sexo publicada en 1858, sostenía que era necesario que se
mantuviera a la mujer sometida al marido, como una forma de protegerla de los clérigos
inescrupulosos. Esta imagen de la mujer como un ser débil e incompleto que requiere ser
protegido, está corroborada por otros autores que escribieron sobre la educación
femenina, como Mariano Amézaga que en su obra La Educación de la mujer (1864)
abogaba por una ilustración mayor para que así pueda desempeñarse mejor como madre y
esposa.
En esas condiciones, fueron escasas las mujeres que
se atrevieron a escribir, y las revistas que fundaron, a menudo ridiculizadas, tuvieron
una influencia muy limitada. "La Alborada", cuyo nombre nos sugiere el anhelo de
estas mujeres, fue el primer semanario literario creado en Lima 1874, por Juana Manuela
Gorriti, Rosa Mercedes Riglos y Juana Rosa Amézaga. Quienes también dirigieron "El
Album. Revista semanal para el bello sexo", conjuntamente con Carolina Freire de
Jaimes, que tuvo un mayor número de colaboradoras, entre las que destacan: Juana Manuela
Lazo de Eléspuru, Mercedes Cabello, Manuela Villarán de Plascencia, Manuela Márquez y
Leonor Sauri(4).
La primera en señalar los obstáculos que debían
vencer las mujeres para transitar por oficios "naturalmente masculinos", como la
literatura y el periodismo, fue la educadora Elvira García y García. Frente al discurso
predominante que planteaba que la mujer no podía, ni debía, entregarse a otra tarea que
no fuera la de su hogar, señala que algunas se plegaban resignadamente a este principio y
vegetaban en el interior del hogar dedicada a labores insignificantes; otras no publicaban
sometidas "aunque de mala gana, al criterio dominante, esto es, que la mujer no debe
ser escritora"(5)
La oposición predominante del rol intelectual de
la mujer, alcanzó también a las mujeres. Por ejemplo, la educadora Teresa González de
Fanning, sostenía que si era verdad, según los críticos intransigentes, que la mujer
podía descuidar la atención de los hijos y el gobierno del hogar para dedicarse a la
actividad intelectual, "razón les sobraría para anatemizar a las literatas, y
nosotras seríamos las primeras en ponernos de su parte"(6) |
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En ese clima de
intolerancia, surgieron dos grandes figuras femeninas: Mercedes Cabello de Carbonera
(1845-1909) y Clorinda Matto de Turner (1854-1909). Ambas novelistas, contestatarias,
rebeldes, viudas desde muy jóvenes, y con la misma osadía para enfrentarse a la sociedad
conservadora de entonces. También, ambas tuvieron un final trágico el mismo año,
Clorinda Matto de Turner murió exilada, excomulgada y sola en Buenos Aires. Y Mercedes
Cabello de Carbonera murió en un sanatorio para enfermos mentales. Es probable que el
exilio, la demencia - o exceso de lucidez - , haya sido el precio que tuvieron que pagar
por escribir. Este hecho no es una excepción entre las mujeres que lucharon por abrirse
un espacio en la literatura; por ejemplo, entre las escritoras mexicanas de hace cuarenta
años abundan vidas trágicas e historias desgarradoras. Aunque no hay suicidios, sí hay
internamientos en el manicomio como el de Inés Arredondo y Elena Garro. Ninguna de estas
dos escritoras ocultó el hecho; por el contrario, a través de sus obras expresaron la
angustia del silencio y de la incomunicación, en definitiva, del destierro. Según Elena
Poniatowska las escritoras de este período eran locas o suicidas(7). Sin embargo, todos coinciden en la actualidad que la novela
realista la inició en el Perú Mercedes Cabello de Carbonera con sus obras Las
consecuencias y Blanca Sol, en las que se advierte la influencia de Balzac y
Stendhal. Al referirse a ella, Ventura García Calderón dice que "es preciso llegar
a Mercedes Cabello de Carbonera para tener la verdadera novela peruana, arte y casi nunca
libelo; aunque esta mujer privilegiada dejara ver con influencia su vocación de
pedantería. La pedantería es difícil de evitar cuando en un medio de mujeres sin
cultura se tiene talento y erudición"(8).
Mercedes Cabello nació en Moquegua en 1845, y a
los 20 años se casó Urbano Carbonera, un prestigiado médico. Empezó a escribir
artículos en las revistas: "Correo del Perú" y "Revista de Lima", y
en 1879, publicó su conocido ensayo "Perfeccionamiento de la educación de la
mujer", donde afirmó que la emancipación e instrucción de las mujeres
beneficiarían a la sociedad, puesto que "la instrucción y la moralidad de las
mujeres ha sido en todo tiempo el termómetro que ha marcado los progresos y el grado de
civilización y virilidad de las naciones"(9).
Fue una tenaz opositora del rol que la educación
tradicional le asignaba a la mujer y combatió con extraordinaria fuerza la pasividad e
inacción a la que estaba condenada: "¡Triste destino el que le deparan a la mujer
nuestras sociedades!. ¡Convertirla en un instrumento, en un objeto indispensable para la
diversión, y la alegría de los demás! ¡Educación bárbara!(10). Para que
se produjera el necesario cambio del sistema educativo, sostuvo que era condición
indispensable la transformación de la sociedad y de las mismas mujeres, aunque este
proceso por su dimensión fuera superior a sus fuerzas: "...y nos sentimos débiles e
impotentes para acometer una empresa que sabemos, que por su magnitud, es de aquellas que
necesitan la acción lenta del tiempo, y sobre todo de ese fruto amargo que sólo se
cosecha después de muchos trastornos y vicisitudes en la vida social, que se llama:
experiencia"(11)
No obstante, la conquista de los derechos
políticos de la mujer no tuvo para ella una significativa importancia, puesto que no le
asignaba a la política una consideración ética y anteponía a la "fuerza bruta del
poder de las armas", "la fuerza moral y las leyes de la justicia y la
humanidad". Sólo entonces, planteaba, la mujer no tendrá la necesidad de conquistar
esos derechos"(12). Esta escritora de notable lucidez intelectual, sufrió
las críticas de una sociedad que no le perdonó la exhibición de sus flaquezas y
mezquindades. Se defendió con altanería, orgullosa de su destino y de su obra, pero al
final de su vida la confusión y la demencia la vencieron. |
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Clorinda Matto nació en
el Cusco en 1854 y desde muy joven colaboró en diarios de la época como "El
Heraldo", "El Mercurio", "El Ferrocarril" y "El Eco de los
Andes". Casada con el medico inglés John Turner, enfiló sus más agudos ataques
contra el clero, y sufrió diatribas de parte de éste sobre todo cuando al enviudar en
1884, desempeñó en Arequipa el cargo de jefe de redacción del diario "La
Bolsa", y escribió su primer tratado "Literatura según el Reglamento de
Instrucción Pública. Para uso del Bello Sexo". Se estableció en Lima en 1886 y durante tres años después dirigió
"El Perú Ilustrado". En su primer editorial como directora del mencionado
diario, señaló la necesidad de llegar a una literatura "peruanista", objetivo
que ella misma confirmó con la publicación de Aves sin nido (1889), donde
denuncia el abuso y maltrato que sufrían los indios. En el prólogo, Emilio Gutiérrez de
Quintanilla señala que esta obra constituye una "revelación del estado social
vergonzoso y alarmante en que se halla este pueblo numeroso que en la región andina ocupa
la mayor parte del territorio peruano"(13)
"Quien libertará al indio?. Es la pregunta
que se hace Clorinda Matto en Aves sin nido. Y, ella misma la deja sin respuesta a
través de este diálogo: "Así que Ud. ha libertado a Isidro Chambi; ¡Oh! Y
¿quién libertará a toda su desheredada raza?. ¡Esta pregunta habría que hacerla a
todos los hombres del Perú, querido amigo"(14). Su defensa de los indios
fue una constante de su vida y de su obra, así como el enfrentamiento que sostuvo con la
Iglesia. "Ataco zonas muy sensibles del sistema ideológico de los grupos de poder
más tradicionales, en especial de la Iglesia, y reafirmó de esta manera el sentido
esencialmente crítico de (su) narrativa"(15). Por ello, fue exilada a la
Argentina donde murió en 1909.
Pero en las novelas, tanto de
Clorinda Matto de Turner como de Mercedes Cabello de Carbonera, no se perfiló un yo
femenino literario ni sus personajes femeninos se miraban a si mismos. Hay que tener en
cuenta que ambas irrumpieron en el último tercio del siglo XIX, coincidiendo con una
coyuntura significativa para el país cuando se empezaban a bosquejar las bases de una
incipiente modernización de la sociedad peruana. Su reto fue abandonar la reclusión
doméstica y ejercer funciones directivas en la cultura y el periodismo. Al asumir una
posición definida en el proceso de transformación del país denunciaron el carácter
anacrónico del paternalismo predominante, "y reclamaron la adopción de un
liberalismo basado en la expansión de la cultura popular y orientado
hacia las formas practicas de la convivencia(16)", por lo que pagaron un
alto precio. |
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Un largo y difícil camino
A partir de la década del veinte,
la sociedad peruana empieza a cambiar. Son los años del surrealismo, de la "Quimera
de Oro" de Chaplin y de "El acorazado Potemkin" de Eisestein; surgen nuevas
corrientes literarias y artísticas, y en 1926, José Carlos Mariátegui funda la revista
Amauta, que él mismo define de doctrina, arte, literatura y polémica, desde una
perspectiva crítica y de vanguardia. Al referirse a la etapa literaria que se inaugura en la
década del veinte, Mariátegui declara enfáticamente: "En la historia de nuestra
literatura, la Colonia termina ahora. El Perú, hasta esta generación, no se había aún
independizado de la Metrópoli. Algunos escritores, habían sembrado ya los gérmenes de
otras influencias. (...) Pero todavía duraba lo fundamental del colonialismo: el
prestigio intelectual y sentimental del Virreinato. Había decaído la antigua forma; pero
no había decaído igualmente el antiguo espíritu. Hoy la ruptura es sustancial"(17)
La revista Amauta expresa esa
ruptura, el movimiento de renovación interesado por el surrealismo y las vanguardias
europeas. Por lo mismo abrió sus páginas a los poetas y artistas que representaron ese
cambio, incluso de aquellos que se auto calificaban de manera distinta, como Martín Adán
que se decía: "reaccionario, clerical y civilista". A poetas hasta entonces
desconocidos como: José María Eguren, Xavier Abril, Emilio Adolfo Westphalen, Cesar
Moro, Carlos Oquendo de Amat y Enrique Peña Barrenechea. También a Cesar Vallejo, aunque
a diferencia de los anteriores, Vallejo ya había publicado en 1922 un poemario titulado
"Trilce", palabra inventada por él, mezcla de triste y dulce. Lo que acoge,
pues, Amauta, es simplemente la libre creación artística que, "al emanar de un
rechazo a los estereotipos de una tradición literaria fosilizada, tiene indirectamente
una proyección política renovadora, y, podríamos decir, revolucionaria"(18).
Pero en la década del veinte, no
solo aparecen nuevas propuestas artísticas y estéticas, las mujeres irrumpen en el campo
literario, proclaman su derecho a ser escuchadas y desafían a la sociedad. Cambian el
suave vals por el charleston, se cortan los cabellos y se despojan de sus largos trajes.
"En vano, escribe María Wiesse, han vociferado los moralistas contra la mutilación
del cabello femenino y contra la falda, que descubre toda la pierna (...) En vano los
poetas han llorado sobre "las trenzas de oro o de ébano", que
caían al suelo bajo la tijera cruel. (...) En este siglo de campeonas de tenis y
natación, de electoras, oficinistas, periodistas y abogadas, resultaban anacrónicos e
incómodos el cabello y el traje largo"(19).
No hay un solo número de la
revista en que no aparezcan artículos, poemas, cuentos y comentarios de libros de las
más destacadas mujeres de la década del veinte. Sin embargo, la presencia más relevante
es la de las poetisas, creadoras de la talla de Magda Portal, Gabriela Mistral, Ada Negri,
Alfonsina Storni, Juana de Ibarbourou y Blanca Luz Brum. Como señala Virginia Woolf uno
de los obstáculos para la escritura femenina es la dificultad de decir la verdad sobre
sus propias experiencias porque esto significa rechazar la imagen de la mujer pura e ideal
y explorar francamente la sexualidad y el inconsciente(20). Es manifestar
sus propios deseos antes que adherirse a las opiniones y deseos de los demás. Y este es,
precisamente, el aspecto sustancial en la poesía escrita por mujeres de ese período:
la sensualidad, el amor, la ansiedad y el deseo, expresados sin temor ni vergüenza. |
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En los
7 Ensayos, Mariátegui dice que con el advenimiento de Magda Portal le ha nacido al
Perú su primera poetisa, pues hasta su aparición sólo habían surgido mujeres de
letras. "Magda Portal es, casi siempre, la poetisa de la ternura, exenta de
egolatría y de narcisismo romántico", dice. "Pero ni piedad, ni ternura
solamente, (...)En su poesía nos da, ante todo, una límpida versión de sí misma. No se
escamotea, no se mistifica, no se idealiza. Su poesía es su verdad. Magda no trabaja para
ofrecernos una imagen aliñada de su alma en ´toilette´ de gala"(21). En
efecto, fue una mujer combativa que estando en México deportada fundo con otros
políticos el Partido Aprista, al que renunció en 1949 por la discrepancia con Haya de la
Torre que se oponía al sufragio femenino.
Un aspecto que también nos revela
la importante producción intelectual de estas mujeres es la sección Libros y revistas de
la revista Amauta. Allí, Carmen Saco, Angela Ramos, Magda Portal, Blanca Luz Brum y
María Wiesse, publican reseñas, comentarios y críticas. Así como también varios
escritores se refieren a obras publicados por escritoras peruanas y de otros países.
Martín Adán, comenta el libro de Graziella Garbalosa. Una mujer que sabe mirar
(No.11); Armando Bazán, Glosas Franciscanas de María Wiesse (No. 2 ). Ricardo
Martínez de la Torre, habla con emoción del libro de Nydia Lamarque Elegía del Gran
Amor; J.C. Welker comenta los libros de Blanca Luz Brum, Impresiones y Levante
(No. 4). Alberto Guillen, critica el libro de Angélica Palma, Tiempos de la patria
vieja (No. 6). Y, Xavier Abril, escribe sobre el libro de Ernestina de Champourcin Ahora
(No. 18).
La voluntad de Amauta orientada con
extraordinaria lucidez a ocupar un lugar en la historia y en la cultura peruanas, no
estuvo circunscrita al ámbito nacional. Su propósito de "crear un Perú nuevo
dentro de un mundo nuevo", se inscribe en el contexto de la cultura universal. En esa
perspectiva, no son pocos los comentarios que las escritoras publican respecto de autores
extranjeros. Dora Mayer de Zulen, se refiere al libro de la escritora alemana, Leonore
Niessen Deiters, Ricardo Wagner y Matilde Wesendonk; María Wiesse, comenta Las
mujeres y el Estado Soberano de A. Maude Royden (No. 1), y Faits divers, de
Henri Barbusse (No. 14). También dos ensayos de Andre Maurois publicados en 1928 en la
revista Nouvelle Revue Francaise: "Voyage au pays des Articoles" y
"Bernard Quesnay". Y el de Luc Durtain "L´Autre Europe". Asimismo, en
torno a los poetas Charles Vildrac y Guy Charles (No 16) y "La vie prodigieuse
d´Honoré de Balzac" de Rene Benjamin (No. 22).
Después de la muerte de
Mariátegui y de la desaparición de la revista Amauta, se abre un período signado por la
convulsión social y la Segunda Guerra Mundial. Y, podríamos decir que hasta 1988(22),
no figuraba ninguna escritora de relieve en el Perú. Tampoco existen personajes femeninos
históricos o autobiográficos. La tendencia que ha prevalecido de buscar personalidades
históricamente consagradas para que sirvan de personajes de las novelas, no tiene
ejemplos en la literatura peruana. Esta notable ausencia de escritoras en el ámbito
artístico literario tiene varias explicaciones sociológicas e históricas que no son
materia de este trabajo, aunque un aspecto determinante es su exclusión del conocimiento
y la educación, lo que a su vez, guarda relación con los vínculos que mantiene la
producción femenina con su entorno y la ideología dominante(23) |
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Pero,
la presencia de Laura Riesco y su novela Ximena de dos caminos (24)
publicada en 1994, marca el inicio de un movimiento en permanente ascenso y que cuenta ya
con varias destacadas escritoras(25). Lo más interesante de esta novelas es la
presencia de un yo literario femenino y una afirmación de su identidad y su voluntad de
ser.
Ya en 1978, Riesco había publicado
El truco de los ojos, novela de regular interés que pasó desapercibida para la
crítica. En cambio, con Ximena de dos caminos (1994), demostró su notable
capacidad narrativa y ser dueña de "un mundo creador claramente propio, hondo y
complejo, capaz de dialogar (conservando su tono intransferible) con una masa textual
copiosa y diversa" (26).
Uno de los méritos de la obra es
que evoca la infancia desde la visión y perspectiva de una niña. Los laberintos de la
infancia con sus cuartos luminosos y oscuros, plenos de fantasía y temor ante lo
desconocido, convergen con la posición marginal de las mujeres determinada por la
complejidad de la sociedad peruana. Ximena transita por este universo sorteando
dificultades y retos en la exploración de su mundo interior, convirtiendo así la
búsqueda de su propia identidad en el largo camino que deberá recorrer para lograr
finalmente su liberación a través de la palabra. Liberación que se plantea en una
sociedad dividida entre dos culturas, dos universos: el de los indios y el de los
"blancos". Allí, no existe neutralidad posible, "hay, por el contrario,
choque y oposición permanentes, contradicciones agudas, insalvables" (27)
Desde su infancia, Ximena
tiene que enfrentarse a esta lucha donde pugna la lógica patriarcal del padre y la
tradición oral de las mujeres indígenas que la cuidan y pueblan sus días de magia y
melancolía. A Ximena la define el estupor, la permanente sorpresa que le causa el mundo
de los mayores, pero también una gran voluntad de ser y de entender que tiene su propia
conclusión al final del libro. |
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Al
contar sus recuerdos y aceptarlos, pero sobre todo al reconstruirlos para la escritura,
Ximena ha iniciado una intensa exploración interna. El deseo de afirmación femenino se
manifiesta aquí de manera particular en la creación literaria. "¿Será porque
frente a las normas sociales, despliega una sabiduría y a veces la verdad sobre un
universo reprimido, secreto, inconsciente?" (28)
"Escribir, en estos casos, -
dice Laura Riesco - es un recorrido incierto por las sendas tortuosas del temor y el
auto-reconocimiento. Con suerte, este proceso puede resultar una terapia sin garantías
duraderas, pero que en momentos privilegiados levanta un peso de nosotras, y en algo
libera" (29). Y para ello, la narradora se constituye en personaje y reta
a Ximena a que relate aquellos recuerdos que más le duelen, para así arrancarse
definitivamente la infancia y sus dolores a través de una escritura que se presenta como
liberación. Solo entonces Ximena puede tomar el lápiz y contemplar el papel en blanco
sabiendo que finalmente podrá escribir:
"Las rayas ligeramente azules
le reclaman y ella comprende que no puede evadirse, que tiene que continuar y se concentra
en la forma imperturbable de la próxima letra. Se agacha y se distancia de todo lo que la
rodea, se agacha para volcarse en los signos que el difícil silabeo le dicta, borra, para
volver a empezar. Y mientras Ximena se ausenta, las palabras, en su ir y venir de la vida
a la muerte, de la muerte a la vida, van fijándose y llenando su primera página" (30)
Y, así como la escritora
marroquí, Fátima Mernissi, al recordar su infancia en el Harén, también Ximena podrá
exclamar: "Me bastaba con saber que mis posibilidades de ser feliz dependerían de mi
habilidad con las palabras" (31) |
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Notas
(1) Silvia Molloy. " Dos proyectos de vida: cuadernos de infancia de
Norah Lange y el archipiélago de Victoria Ocampo", en: Femmes des Ameriques.
France: Travaux de l'Université de Toulouse-Le Miral, 1986, p. 178
(2) José Carlos
Mariátegui. Cartas de Italia. Lima: Empresa Editora Amauta, 1970, p. 222.
(3) Pedro
Henríquez Ureña. "Las corrientes literarias en la América Hispánica".
México: Fondo de Cultura Económica, 1964, p. 183.
(4) Sara Beatriz Guardia. Mujeres
Peruanas. El otro lado de la historia. Lima: Imprenta Minerva, 1995 (3ª Edición)
(5) Elvira García
y García. La mujer peruana a través de los siglos. Lima: Imprenta Americana,
1925, Tomo II, p. 13
(6) Teresa
González de Fanning. "Las literatas" (Seudónimo: María de la Luz). En: Correo
del Perú, Año VI, No. 40, Lima, 1 de octubre de 1876
(7) Sara Beatriz Guardia. Una
conversación con Elena Poniatowska. En: Revista Quehacer. No. Lima, 1996
(8) Ventura García
Calderón. Del romanticismo al Modernismo (Prosistas y Poetas Peruanos). París:
Sociedad de Ediciones Literarias y Artísticas, 1912
(9) Mercedes
Cabello de Carbonera. "Influencia de la mujer en la civilización". En: El
Album, No 12. Lima, 8 de agosto de 1874, pp. 89-90
(10) Ibídem, No.
14, Lima, 22 de agosto de 1874, pp. 105-106
(11) Ibídem, pp.
105-106
(12) Ibídem. No
19. Lima, 3 de octubre de 1874
(13) Elsa Velarde.
"Clorinda Matto de Turner y su obra". Arequipa: Tesis para optar el Grado de
Bachiller en Humanidades. Universidad Nacional de San Agustín, Facultad de Letras, 1943,
p. 18
(14) Augusto Tamayo
Vargas. Literatura Peruana Lima: José Gondard, Editor, Tomo II, p. 701
(15) Clorinda Matto de Turner. Indole.
Prólogo de Antonio Cornejo Polar. Lima: Instituto Nacional de Cultura, 1974, p. 31
(16) Antonio
Cornejo Polar. "Clorinda Matto de Turner", en : Indole. Lima: Instituto Nacional
de Cultura, 1974, p. 31
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(17) José Carlos Mariategui. 7 Ensayos
de interpretación de la realidad peruana. En: Mariátegui Total. Lima: Empresa
Editora Amauta. Tomo I. 1994, pp. 156-157
(18) Américo Ferrari. "La revista
Amauta y las vanguardias poéticas peruanas". En: "Simposio Internacional Amauta
y su Epoca". Lima: Editorial Minerva, 1998, p. 323
(19) Amauta, No. 4. Lima, diciembre de
1926, p. 11
(20) Virginia Woolf. Las mujeres y la
Literatura. Barcelona: Editorial Lumen, 1979
(21) Amauta, No. 9. Lima, mayo de 1927, p.
33
(22) Roland Forgues. Palabra viva.
Narradores. Lima: Ediciones Studium, 1988.
(23) Jacques Gilard.
"Ser escritora en Colombia", en: Femmes des Ameriques. France,
Université de Toulouse-Le Miral, 1986, p. 210
(24) Laura Riesco. Ximena de dos
caminos. Lima: Peisa, 1994; 236 pp.
(25) Véase: Liliana Costa. Cuando todo
iba bien. Madrid: Opera Prima, 1996; Gabriela de Ferrari. Gringa latina. Buenos
Aires: Emece Editores, 1998
(26) Ricardo Gonzalez Vigil.
"La gran novela de Laura Riesco". Lima. El Comercio, 22 de enero de 1995
(27) Antonio Cornejo Polar.
"El sentido de la narrativa de Arguedas". En: Revista Peruana de Cultura.
Nos.13-14 Lima, 1971
(28) Julia Kristeva. Las nuevas
enfermedades del alma . Madrid: Ediciones Cátedra, 1995, pp. 201-202
(29) Discurso de Laura Riesco en la
presentación de Ximena de dos caminos. Lima, 16 de diciembre de 1994
(30) Laura Riesco. Ximena de dos
caminos. Lima: Peisa, 1996, p. 167
(31) Fátima Mernissi. Sueños
en el umbral. Memorias de una niña del Harén. Barcelona: Muchnik Editores, 1995, p.
27
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|
Bibliografía
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