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UNIDAD LINGÜÍSTICA HISPANOAMERICANA: UNA REVISIÓN DESDE LA ÓPTICA DE LA PLANIFICACIÓN LINGÜÍSTICA Y DE LA ENSEÑANZA DE LA LENGUA |
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Nombre del Autor: Sergio Serrón Martínez |
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jis1@telcel.net.ve |
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Palavras-chave: lengua española, hispanoamérica, unidad, planificación |
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Minicurrículo: Venezolano, Profesor Titular de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, Coordinador del Centro de Investigaciones Lingüísticas y Literarias, Director de la Revista Letras, Editor de la Revista Clave, Presidente de la Asociación Venezolana para la Enseñanza de la Lengua, Profesor invitado en diversas universidades de Venezuela, el Caribe y Estados Unidos, colabora con diversas revistas especializadas. |
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Resumo: Neste artigo estamos apresentando nossa visão da unidade lingüística hispano-americana, consolidada pela ação de diversos fatores vinculados tanto com a geopolítica como com os avanços tecnológicos e educativos, e centramos nossa atenção em novos elementos que, no contexto de planificação, se poderiam abrir caminhos diferentes para a revisão futura do tema, dentre os quais de destacam as migrações internas e externas e a ação sobre os grupos minoritários. |
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Resumen: En este artículo estamos presentando nuestra visión de la unidad lingüística hispanoamericana, consolidada por la acción de diversos factores vinculadas tanto con la geopolítica como con los avances tecnológicos y educativos, y centramos nuestra atención en nuevos elementos que, en el contexto planificatorio, podrían abrir caminos diferentes para la revisión futura del tema, entre los que se destacan las migraciones internas y externas y la acción sobre los grupos minoritarios. |
El
tema de la unidad lingüística
hispanoamericana ha sido motivo de múltiples consideraciones que van
desde las preocupadas observaciones de Bello, las pesimistas profecías de
Cuervo, las delirantes proposiciones de los “idiomas nacionales” - una
prueba fehaciente de la intromisión de los poderes coloniales en los ámbitos
lingüísticos y culturales en general - las prédicas moderadas o no de
estudiosos y pensadores como Unamuno o Menéndez Pidal, hasta
esa especie de “estado del arte” que se hizo en 1963 en Madrid,
en la Asamblea de Filología del Primer Congreso de Instituciones Hispánicas.
En sus Actas, muy bien tituladas
Presente y Futuro de la Lengua Española, se recoge
el sentir unánime de los más prestigiosos investigadores españoles
e hispano-americanos, acerca de la irreversible unidad de nuestra lengua
tanto en general como en nuestro ámbito continental, en particular y los
alcances de ese proceso, en especial cómo puede ser definido y abordado. Casi
40 años después, parece que ningún factor conspira contra la misma, por
el contrario, se podrían enumerar algunos que buscan profundizarla como
son, por ejemplo, los señalados por Montes (1995): ·
acrecentamiento
de contactos interpersonales a través de los cada vez más desarrollados
medios de comunicación y de las múltiples posibilidades de reunión:
académicas, políticas, económicas, deportivas, culturales y turísticas; ·
esfuerzos
evidentes hacia la integración en sus varias facetas; como las diversas
cumbres y la acción de algunos organismos multilaterales; ·
esfuerzos
deliberados para mantener esa unidad, como por ejemplo, los realizados por
las Academias. A
ellos agregamos otros que estimamos importantes: ·
las
migraciones internas, es decir, los traslados entre regiones y entre países
de la región - fundamentalmente por razones económicas -, que han
significado ampliar la base de contactos entre los diversos pueblos
hispanohablantes: se ha calculado que entre el 20 y el 40 % de la población
de cada nación está fuera de su país o es de otro país hispanohablante; ·
la
profundización en el conocimiento científico de nuestras variedades lo
que ha significado la determinación de las diferencias existentes entre
dialectos, con lo cual la base para los juicios y las previsiones se ha
podido precisar más. ·
Los
cambios políticos e ideológicos que se han sucedido en los últimos años
así como los nuevos enfoques que se le han dado a algunas disciplinas e
investigaciones en el área. ·
Por
último, los múltiples argumentos que un foro de connotados
investigadores recogiera recientemente y que fueran publicadas en el
ejemplar augural de esta misma revista electrónica. Pareciera ocioso referirse nuevamente al tema, pero entendemos que podría replantearse en una esfera diferente a la habitual, analizando algunos factores que están vinculados con la problemática de la unidad lingüística hispanoamericana en el marco, por una parte, de la lingüística aplicada a la enseñanza de la lengua, y por otra, de la planificación lingüística. |
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La
unidad lingüística pasa, como nudo fundamental, por los esfuerzos
realizados en el campo de la enseñanza de la lengua materna, tema que ha preocupado
a investigadores en todos los países hispanoamericanos en las últimas décadas
y, especialmente, a partir de la utilización de los modelos teóricos de
la lingüística aplicada. Se ha ido estableciendo una base metodológica
que ha desarrollado aspectos fundamentales para desterrar algunos usos
pedagógicos que trababan, y traban, esos procesos. En
tal sentido, se han superado algunos mitos - en los términos que usó el
investigador chileno Claudio Wagner. Se modificó así,
el rol del modelo académico que pasó de su tradicional papel
prescriptivo, al de orientación
y coordinación, más vinculado con la realidad demográfica y cultural.
En este aspecto, la integración como Individuos de Número en las
diversas Academias, de docentes e investigadores de nivel es un aspecto a
destacar. Así tenemos en Venezuela los casos de la Dra. María Josefina
Tejera, lexicógrafa, del Prof. Luis Quiroga, lingüística aplicada, la
Prof. Minelia de Ledezma, investigadora del español de Venezuela y de la
enseñanza de la lengua, José Adames, semantista y Josefina de Ovalles,
investigadora en el campo de la lectura.
No obstante, debe señalarse que reductos fuertemente
conservadores, dentro y fuera de las Academias,
todavía intentan mediatizar estos progresos. Por
otra parte, se han vencido prejuicios eurocentristas que señalaban que en
nuestros países se habla un “mal español”, “una forma espúrea de
la lengua cervantina”, para decirlo en términos de uno de los llamados
por Rosenblat “académicos de látigo”: ya la ciencia del lenguaje ha
probado que cada variedad es funcional a la comunidad que la usa y que no
hay mejores ni peores, sino, en cada grupo, región o país,
hablantes más o menos competentes. Fundamentalmente, se está suscitando un cambio en la filosofía de la enseñanza, propuesto por algunos autores, como Angel Rosenblat quien escribía en 1964: "Yo pediría que los maestros y maestras de Venezuela olvidaran toda su gramática [...] y se dediquen a enseñar el idioma, a desarrollar el hábito de lectura correcta y animada, a leer mucho y con entusiasmo, a escribir bien, a hablar bien", y que Iraset Páez* en 1981, sintetizara: "...consideramos una pedagogía basada en la perspectiva del habla, en la que se busca propiciar el desarrollo del individuo hablante como usuario efectivo de la lengua". Esto implica un enfoque comunicativo que da prioridad al desarrollo de la competencia comunicativa: más allá de la competencia lingüística y las que con ella se relacionan, se da prioridad a una competencia social, cultural, en fin, en términos de Kerbrat-Orecchioni, la “competencia enciclopédica”, esa reserva de información que, en el contexto, va más allá de los enunciados y que enriquece, en forma insospechable, la interacción comunicativa. En última instancia, repitiendo a Páez, “enseñar la lengua materna es enseñar a comunicar. Y enseñar a comunicar es enseñar a actuar lingüísticamente de manera satisfactoria para un colocutor y/o un espectador, en función de una meta y en adecuación a un contexto social determinado”. |
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Este
cambio profundo se complementa con la
determinación de las variedades formales locales como objeto de la enseñanza
de la lengua en cada país de América, y su correspondiente codificación.
Como expresa Obregón**
(1983) “El código formal se usa en las situaciones formales (orales y
escritas) y posee características propias: es más elaborado, analítico
y supradialectal. Su dominio da acceso al habla literaria y científica, y
a nuevas relaciones y situaciones sociales.”(:51).
Podríamos preguntarnos si este criterio no implicaría una fuerte
presión disgregadora. Pensamos que no, por el contrario, la educación así
concebida facilita la unidad que no significa, subrayamos, uniformidad. En
efecto, como el mismo Obregón expresara “La adquisición de este código
enriquece notablemente el habla de los educandos, y permite el desarrollo
del conocimiento instrumental de la lengua materna ilimitadamente” (ídem).
El conocimiento de la norma formal local, válida para algunos usos,
valoriza la norma coloquial con que el niño llega a la escuela, norma válida
para otros usos, y al mejorar su autopercepción como usuario de esas
variedades, se identificará mejor con su grupo: el respeto a sus formas
lingüísticas lleva implícito el reconocimiento y el respeto a otras
variedades, y a las culturas con ellas asociadas, y esa ampliación del
conocimiento sobretodo instrumental, facilitará la intercomprensión
mutua, base fundamental de la unidad: es decir que, el mejor conocimiento
de la variedad formal y el respeto a la variedad coloquial, implícitos en
un nuevo enfoque educativo, trae como consecuencia la posibilidad de una
identificación, en primera instancia, con esa unidad supradialectal que es la comunidad hispanoamericana, y en segunda instancia,
con la unidad supradialectal mayor, que es la comunidad hispánica. Sin
embargo este proceso enfrenta graves dificultades y fuertes enemigos. Por
una parte, las ya citadas fuerzas conservadoras que predican la sujeción
a modelos peninsulares con el falso argumento de la calidad del lenguaje y
de la unidad de la lengua: la misma realidad social y lingüística los ha
desmentido. Por otra, la acción de los sectores dominantes: la enseñanza
de la lengua es un problema crucial, que nos interesa a todos, pero de
diferente manera. Como señala Auerbach (1991) es un problema ideológico,
más aún, "La alfabetización, al igual que la educación en
general, es un acto político. No es neutro (...) Revelar la realidad
social para transformarla, o disimularla para conservarla, son actos políticos"
(UNESCO, Coloquio de Persépolis,
1975 citado por Limage, 1990, p. 18). A los detentores del poder, les interesa mediatizarla y
conducirla dentro de los marcos del manejo del poder y de la información:
un pueblo educado y con eficiente manejo de su competencia comunicativa es
un pueblo crítico, por ende, peligroso y que no garantiza el
mantenimiento de su dominio; por ello, todos los planes y proyectos son
desarrollados en la dirección que les conviene, con el habitual
gatopardismo lampeduzziano de cambiar algo para que todo siga igual. A los
que nos interesa sinceramente el cambio basado en la educación, el único
posible, la realidad nos obliga a trazar caminos urgentemente, caminos
basados en la unidad y el respeto a la identidad y la variedad. Como
escribió Iraset Páez “Continuar con los puntos de vista actuales [comunes
a todas nuestras sociedades] sobre la enseñanza de la lengua nacional
significa continuar con la inefectividad de esta enseñanza, el descenso
del nivel educativo de nuestros bachilleres, la elitización de la cultura
nacional, el disfuncionamiento democrático, el subdesarrollo lingüístico”. En
Venezuela, como en el resto de nuestro continente, hay una importante
bibliografía y hemerografía en esta dirección, como
los ya citados trabajos de Rosenblat,
Obregón y Páez y de
muchos investigadores y docentes de diversos niveles que también se
presentan en reuniones anuales, jornadas o simposios. Debe destacarse
la labor desplegada por Organizaciones No Gubernamentales como la
Red Latinoamericana de Alfabetización - Capítulo Venezuela, el Banco del
Libro y Fundalectura o por Asociaciones profesionales como ASOVELE.
Pese a la imprescindible necesidad de cambiar sus currículos, no
puede omitirse la actividad formadora de recursos humanos en pregrado,
posgrado y profesionalización de los Institutos Pedagógicos y otras
universidades, o de los Institutos y Centros de Investigación (como el
Instituto de Filología de la Universidad Central, el Centro de
Investigaciones Lingüísticas y Literarias Andrés Bello del Instituto
Pedagógico de Caracas). El conjunto constituye
un panorama que, pese a la lentitud de los logros, puede abrir
cuotas a una moderada esperanza. Señalábamos
al principios que la otra vertiente la constituye la acción
planificatoria, es decir, la transformación del mero hecho lingüístico,
en un hecho político, de política lingüística, ya que el mantenimiento
de esa unidad, o su consolidación, es evidentemente, un hecho de
planificación lingüística nacional e internacional, en el que actúen
todos los interesados. La Planificación lingüística, disciplina de desarrollo relativamente reciente, al principio fue definida desde un punto de vista normativo como la sección de la lingüística dedicada a la elaboración de modelos (diccionario, ortografía, gramática) orientados a guiar a los usuarios dentro de "una comunidad de habla no homogénea” y cuyo objetivo era "encontrarle solución a un problema" vinculado con la estandarización de la lengua o sus variantes locales y su aplicación a los procesos educativos. Evaluaba el cambio lingüístico, dejando de lado conceptos exclusivamente lingüísticos (y/o estéticos) para asumir una visión más amplia y multidisciplinaria. En la actualidad, en el plano nacional o regional, se ocupa de la planificación de las consecuencias de los cambios lingüísticos, o de los cambios en la organización socio-educativa que se deben introducir o evaluar para la solución de problemas originados por la inserción de una lengua en un contexto social determinado. |
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Esta
planificación de carácter regional o nacional, más que ocuparse de
temas puntuales, tiene como objetivos los procesos
internos, como, por ejemplo, promover la integración de las minorías.
En primer lugar está la integración de nuestros pueblos indígenas:
superada ya la visión pesimista acerca de la desaparición de sus lenguas,
queda todavía el largo y doloroso proceso de su marginación, explotación
y genocidio implícito. Debemos expresar que acuerdos
como el de Estocolmo para las mayorías guatemaltecas o las
decisiones de la Cumbre de Santa Cruz, podrían mejorar esa situación, en
caso de ser cumplidos. Es evidente que, en el marco planificatorio al que
hacemos referencia, debe
incluirse una revisión del estatus de sus lenguas y de la
alfabetización, con o sin castellanización, consolidando procesos
como el que está teniendo lugar en Venezuela donde han sido reconocidas
como lenguas oficiales en sus zonas de influencia. En
segundo lugar se cuenta la integración de otros grupos minoritarios, como
los deficientes auditivos, cuya primera lengua es la lengua de
sordos y, finalmente, las migraciones no hispanohablantes que, aunque han
disminuido en función de la crisis económica, con otras características
y con otras procedencias, todavía son cuantitativamente considerables. El
respeto al multilingüismo policultural que caracteriza a nuestra
comunidad histórica, reforzará el papel de lengua de comunicación
regional que, aunque con muchos errores, ha asumido el español. Pero
también, la realidad ha convertido al continente mestizo en un conjunto
de países cuyos problemas comunes permiten, u obligan, una planificación
internacional conjunta. Esta sub-disciplina, la Planificación lingüística
Internacional, se define como la acción mancomunada de dos o más países,
en forma bi o multilateral o a través de organismos internacionales,
orientada a solventar
problemas de comunicación entre sus pueblos y/o individuos, originados
por migraciones (voluntarias
u obligadas), turismo, negocios, estudios u otras. La Unión Europea nos
brinda ejemplos muy claros. En
esta dirección, debe atender dos procesos integrativos. Uno es el de los
países no hispanohablantes de la región: Brasil y el Caribe no Hispánico.
Brasil está viviendo un momento histórico, tanto desde el punto de vista
lingüístico y cultural como educativo que merece el apoyo de todos
quienes hemos venido trabajando en la integración intercultural y
multilingüistica. El Caribe No Hispánico, por su parte, constituye, como
ha sido definido alguna vez, un conjunto de islotes que navegan en un mar
mediterráneo hispánico, fundamental en estrategia y economía para ambas
partes y que, por la herencia colonial se ha mantenido de espaldas, igual
que lo estuvieron en épocas pretéritas de dominios europeos. En la misma
forma que vimos en el interior de nuestra comunidad, el español podría
funcionar, con notorias ventajas, como una lengua de comunicación,
incluso desetnizada como proponen algunos autores, no imponiéndose sino
compartiendo roles en un marco de poblaciones multilingües similar al
que, con tanto éxito, está desarrollando el Consejo de Europa, organismo
cultural de la Comunidad. El
segundo aspecto se refiere a esa nación hispanoamericana olvidada y que
cuantitativamente y cualitativamente está pasando a ocupar lugares
fundamentales. Nos referimos a la Hispanoamérica del exilio, que por
razones principalmente económicas pero también políticas, vive en países
de otras lenguas. Más de 50 millones, en cantidad sólo superados por México,
desde profesionales a mano de obra no calificada, la mayoría en la edad
de mayor productividad o de mayor potencialidad
se encuentran fuera de sus países, fuera del mundo hispánico. Es
tarea prioritaria trabajar por el rescate del español como lengua materna
en países de otras lenguas, por
ejemplo, en Europa, Australia, Estados Unidos y otros con inmigración
hispanoamericana. Esta labor de difusión y promoción en las zonas no
hispanohablantes, no debe
olvidar la realidad económica y demográfica continental
que tiene no sólo sus reflejos lingüísticos directos,
sino también indirectos: la
baja tasa de lealtad lingüística
del hispano promedio fuera
de su medio es consecuencia de la explotación a la que es sometido
y a la baja estima sobre su lengua y su cultura. Cambiar esta situación,
implicaría un cambio global en nuestras políticas y en nuestra
autopercepción continental, es decir, no en la individual de cada país o
comunidad, sino en nuestra identidad como nación hispanoamericana. Desde
nuestro punto de vista, en resumen, el tema de la unidad lingüística
hispanoamericana debe centrarse en esas dos perspectivas: una, la de la
lingüística aplicada a la enseñanza de la lengua materna, con una visión
dinámica, moderna, comunicativa que realce las variedades formales
locales como una forma de reforzar la identidad nacional y en ese marco de
unidad pero no uniformidad, subraye la comunidad lingüística y cultural
hispanoamericana en aquellos términos polémicos propuestos originalmente
por Rona y apoyados o discutidos por diversos autores de “español de América”,
para destacar su diversidad o “español en América” para, como señala
Montes (1995: 144) “relievar su definitiva originalidad americana”. La otra, vinculada con la planificación lingüística que atienda, en el mismo marco respetuoso de la diversidad cultural y lingüística, a los diferentes procesos integrativos, no sólo los hablantes de otras lenguas en el contexto hispanoamericano, sino de los hispanoamericanos en otros contextos lingüísticos. |
Bibliografía Auerbach, E.
Literacy and Ideology en Annual Review of Applied Linguistic , Vol, 12 pp. 71- 85 CSIC
Present y Futuro de la Lengua Española (Actas de
la Asamblea de Filología del Primer Congreso de Instituciones Hispánicas),
Madrid. Kerbrat-Orecchioni, C. L´implicite. París: Armand Colin. 1986. Limage,
L. ¿Y los países industrializados? Correo de la Unesco,
julio de 1990, pp 11 a 20. Montes
José J. Dialectología General e Hispanoamericana (3a. edición, reelaborada, corregida y
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H. La metodología de la lingüística de campo y la enseñanza de
la gramática de la lengua materna en
Letras - Nos. 44 y 45 pp. 101 - 116. Páez, I. La lengua nuestra de cada día. Caracas. Academia Nacional de la Historia - El libro menor, 1984. Páez,
I. La enseñanza de la lengua materna: hacia un programa
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Caracas: IPC, Rosenblat, A. La educaión en Venezuela. Caracas: Monte Avila Editores (4a. ed.), 1981. Serrón,
S. Introducción al estudio de la Planificación Lingüística
Internacional. Caracas-Maracay: ASOVELE-IPEMAR, 1993. Wagner,
Claudio. Lengua y Enseñanza.
Valdivia (Chile) * Iraset Páez Urdaneta, lingüista venezolano prematuramente fallecido en 1994. ** Hugo Obregón Muñoz, lingüísta venezolano también prematuramente fallecido en el mismo año 1994.
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