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CONVERSACION EN LA HABANA CON JOSE SARAMAGO (segunda parte) |
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Nome do Autor: Noé Jitrik |
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eno@filo.uba.ar |
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Palavras-chave Saramago - escritura - Calvino |
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Minicurrículo: Noé Jitrik (1928) é Diretor do Instituto de Literatura Hispanoamericana de la UBA. Foi pesquisador Principal do Conicet e professor em Universidades da Argentina, França, México e Estados Unidos. Alguns de seus livros são: El no-existente (1975), Producción literaria y producción social (1975), La lectura como actividad (1982), Lectura y cultura (1987), Temas de teoría (1987), El balcón barroco (1988), Historia e imaginación literaria (1995), Los grados de la escritura (2000). |
SEGUNDA
PARTE DE LA CONVERSACIÓN: TRES DÍAS DESPUÉS Noé
Jitrik Retomemos
la conversación pese a que, quizás, algunos temas nos quedaron sueltos. Yo
pensé en empezar hoy con esto, a ver qué te parece. Tú dijiste el otro día
que para ti el asunto, si hay asunto, consistía en "mirar las cosas que
están ahí". Con eso terminamos. Yo desearía traducir esa idea por medio
de una fórmula que me está dando vueltas en la cabeza: "el encanto de lo
existente". José
Saramago Sí
que es una fórmula; yo no lo llamaría "encanto" porque no lo tiene
siempre; tal vez mejor se podría decir que es "el cultivo de lo
obvio", o sea lo que está ahí y que los ojos, porque están acostumbrados,
ya no ven, no se dan la oportunidad de reflexionar; lo que ocurre, entonces, es
que por una especie de iluminación oblicua las cosas se hacen otras de lo que
son, siguen siendo lo que son pero con una iluminación distinta. Noé
Jitrik Mi
idea era ésta; por supuesto no pretendo que tú aceptes esta fórmula del
"encanto" y, a mi vez, acepto el matiz que introduces pero voy en este
sentido; mirar las cosas que están ahí sería obra de alguien, una persona
como tú que, filosófica y políticamente, cultiva una idea de cambio; habría
entonces un choque de dos conceptos: el reconocimiento de lo que está ahí, sea
como fuere, y una idea de cambio. El tema es entonces, ¿cuál
es la salida que tú le das a este encuentro? Tal vez ni siquiera sea un
conflicto, pero hay que admitir que en ciertos momentos de la literatura apareció
y aparece como conflicto. José
Saramago Puede
que sea un conflicto que a lo mejor yo no tengo resuelto; además, yo pienso que
los conflictos, los verdaderos conflictos no se resuelven, y es verdad que
reconozco en mí una especie no de conservadorismo sino, yo diría, de
conservatismo; es decir que si bien el mundo cambia y la historia es un
proceso de cambio continuo, es como si yo quisiera retener algo bueno, que no se
dónde está; tampoco es una idea de la existencia pretérita de la edad de oro,
el pasado como momento privilegiado, cosa en la que no creo. Yo supongo que esto
tiene que ver con una conciencia
muy fuerte del paso del tiempo; el tiempo nos interrumpe, no puede retenerse,
no puede fijarse. Hay algo, entonces, que me lleva atrás, no a una época
determinada en la que yo podría decir que me gustaría vivir; en verdad no me
gustaría vivir en ningún otro siglo que éste. Y, por otra parte, esa idea de
cambio, aun si es un poco escéptica, porque si es verdad que política y
filosóficamente
estoy por el cambio, por un cambio, algo dentro de mí me está siempre diciendo
que el hombre no mejora, que no hay ninguna posibilidad de que lleguemos a algo
que nos permita decir que por fin nos hemos vuelto humanos; por lo tanto, hay
una especie de desgarramiento que no es ni doloroso ni conflictivo entre algo
que pudiera estar en el pasado - y tampoco es la idea del buen salvaje o de la
inocencia primordial - y algo que me empuja. Y esto es un poco desesperado
porque intuyo que en el futuro no se encontrará nada bueno o algo
suficientemente bueno, y tampoco en el pasado puedo encontrar o reconocer un
tiempo respecto del cual yo podría decir "ahí está una hipótesis de una
felicidad del hombre". Lo más interesante quizás es que este
desgarramiento
- que yo llamaría "lento", no inmediato -, no se cómo se expresa
en los libros que hago pero es verdad que siempre hay una referencia a un pasado
que a lo mejor, finalmente, tiene que ver con la infancia. Yo escribí en
alguna parte que el único paraíso de cada uno de nosotros ha estado en la
infancia, aunque se muy bien que millones y millones han tenido una infancia
terrible; si para ellos hay un paraíso es éste: es un tiempo que ni siquiera
es del descubrimiento del mundo - yo no creo que el niño que está ahí esté
descubriendo nada, eso lo hacen los adultos, el niño no descubre sino que se
está integrando -. Ya no se dónde, si en una crónica o en otra parte,
recuerdo haber escrito que el único paraíso está en la infancia; esa crónica
era sobre el tiempo de mi infancia, el pueblo y todo eso: yo había ido, con un
tío mío, a una feria cerca de mi pueblo, a vender unos cerditos que mi abuelo
criaba; yo recuerdo algo, que no ocurrió pero que describí en esa crónica,
como una memoria aumentada: de regreso, con los cerditos que quedaban, empezó a
llover y todo era un poco raro por el fin del día, y entonces yo, que tenía 14
años, me juré a mi mismo no morir nunca. La idea es que hay algo dorado, no
una edad de oro, ahora mismo es como si yo estuviera siempre queriendo volver a
ese momento. |
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Noé
Jitrik Es un instante privilegiado que podría
darte la garantía de una perduración. José
Saramago De algo que permanece; es como si al
mirar las cosas - tú lo has llamado el 'encanto de lo existente' -, ese
instante se prolongara y yo intentara encontrarlo en todo lo que estoy mirando
aunque sabiendo que no lo voy a lograr. Noé
Jitrik Tu evocación me hace pensar en cómo vivo yo mismo algo semejante; en cuanto a lo 'existente', cuando se trata del comportamiento del otro, o de los otros, lo vivo como extrañeza, casi con admiración, me da la impresión de que el otro tiene en ese comportamiento una relación muy profunda y estable con eso que sería lo existente y cuyo encanto ha percibido. Eso me provoca una extrañeza muy grande, me desdoblo al mirarlo y si eso me ocurre siempre ahora con más razón porque la pregunta que te hago a ti me la hago a mí mismo pero, por otra parte, me veo hasta cierto punto en un conflicto porque el sentido que tiene lo existente encarnado en la vida de esos otros, a los que veo tan bien implantados, me problematiza en tanto no lo comparto o soy crítico o mi un proyecto es diferente del de esos otros. Me gustaría, te lo digo francamente, poder expresar las dos cosas, a lo mejor es una sola extrañeza, que se vincula, me parece, con la idea de mirar un poco más profundamente aquello que está invitando a que se lo mire o asediando con su presencia. Pero, en tu caso, por lo poco que leído, si no es un conflicto, al menos este encuentro entre lo que tú llamas el conservatismo o el instante privilegiado o aquello que aparece, se manifiesta como una suerte de hurgamiento, un hurgar en el desenvolvimiento verbal; es decir que toda tu estrategia de ir haciendo digresiones, de ir aproximándote, me parece que va en ese sentido y es lo que me ha permitido pensar, más allá de lo que dijiste, en la mirada, en lo que está ahí y en el deseo de escribir esa mirada. Tu estrategia se resumiría en un "se faufiler à travers les choses". José
Saramago Eso es verdad pero hay un punto que
me gustaría ajustar: yo diría que he renunciado a comprender a los otros. Hace
muchísimo tiempo es para mí muy claro que el otro es inaccesible. Así que no
es eso sino una relación más estrecha, más íntima, más fuerte de lo que
quiero hablar. Yo puedo entrar en la capa superficial, y un poco más allá,
pero lo demás es realmente inaccesible, incomprensible y, además,
intransmisible. Entonces, esa idea, que está muy bien expresada de alguien que
"veut se faufiler", debe tener, si la desarrollamos, una
consecuencia en mis novelas que, es verdad, tienen personajes pero que están ahí
porque tienen el encargo de decir algo. Yo no intento, como se decía de
Flaubert - supongo -, competir con el Registro Civil o sea que no intento
fabricar personas como para incrementar la población de mi país o del mundo;
lo que yo quiero es que esos personajes vengan a decir algo que me interesa y
que es mío; por lo tanto, ese "faufillage" de la narración no
reproduce tanto la vida, sino es en mi mismo, de modo que toda esa búsqueda
verbal, formal, que pasa por los derroteros íntimos, se disfraza de una
objetividad externa pero lo que en verdad busca es lo mío. Para hacerlo,
dispongo del narrador pero sobre todo de los personajes, que no son heterónimos
míos, que no es gente mía... Noé
Jitrik No es un problema de caracteres... José
Saramago Así es; lo que estoy intentando
expresar en lo positivo o en lo negativo o en lo neutro es lo que tengo que
decir; entonces, justamente, porque se trata de eso pienso que la actuación
verbal no podría ser sino la que es. Si yo me pusiera en una postura de búsqueda
de una objetividad narrativa a lo mejor yo sería como Luisa (Valenzuela) que lo
hace con una economía de medios increíble, pero yo no puedo porque yo estoy
haciendo una cosa distinta; mientras ella está mirando afuera, yo estoy mirando
adentro, no en una especie de ensimismamiento, no en una introspección psicológica,
nada tiene que ver con eso; lo que yo estoy buscando es, a lo mejor, sólo mi
relación interna con el mundo. |
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Noé
Jitrik Está bien; yo entiendo eso muy bien
y, además, lo veo en tus escritos. Pero uno también tiene tendencia a
inscribir una actitud semejante en líneas o en tradiciones: se diría, por lo
tanto, que tu modo es más proustiano que flaubertiano, por dar un ejemplo. José
Saramago Sí, sí, es seguramente más
proustiano que flaubertiano. Noé
Jitrik Incluso más proustiano que joyceano
porque en Joyce hay todavía un compromiso con el exterior, aunque el exterior
se llame lenguaje. Eso está muy claro, en el relato de Joyce alguien, desde
afuera, desde el sistema, trata de amasar algo mientras que en lo tuyo, aunque
no se trata de introspección en el sentido psicológico, hay un registro
interno, por decirlo así, de una pluralidad de campos. José
Saramago Si me lo permites, yo diría, usando
lo que has dicho ahora, un registro interno del mundo; lo que finalmente estaría
buscando es la expresión interna de mi relación con el mundo, es decir cómo
es que el mundo está en mí y no cómo el mundo está fuera. Por eso, si hay
una filiación, mi escritura es más proustiana que flaubertiana o joyceana. Noé
Jitrik Lo que ocurre es que estamos viviendo
en otro momento de la literatura; un proyecto como el del duplicado del
Registro Civil ya no es probablemente el nuestro, ni el tuyo, no es el que
corresponde a nuestro tiempo, más interesado en el genocidio que en la
demografía. En cuanto al proyecto actual, que construye sus categorías, a
veces sin saberlo, sobre las tendencias de una época, se presenta un problema
ético, sobre todo cuando se sabe qué alcance tienen esas tendencias; me
consuelo pensando que tal vez siempre ha sido así pero que la literatura ha
sabido transformar lo que el tiempo intenta imponerle y, respondiendo, ha
sabido crear otra dimensión: tal vez la caída del feudalismo fue una desgracia
para algunos pero la idea del 'héroe problemático', que se apoya en ella, es
una riqueza. Sobre ese telón de fondo me he quedado pensando en un punto: tu
idea de convertir en personaje al doble de Pessoa, a Ricardo Reis. Esto implicaría
que parte del mundo que está en ti es también la literatura de tal modo que el
diálogo que organiza tu novela tiene que ver también con un universo de saber,
de saber cosas entre las cuales saber de literatura; eso, como se sabe, estaba
prohibido en la novela de hace 30 o 40 años; parecería que el narrador podía
permitirse todo lo que se entendía como imaginación pero se vedaba todo lo
que implicaba su propio saber de las cosas, entre las cuales la literatura o la
filosofía, en especial esto último. |
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José
Saramago En mí es todo lo contrario. Noé
Jitrik Entra la literatura. José
Saramago Yo digo a veces que nosotros somos
seres de papel; la verdad es que yo no puedo imaginarme ni imaginar a nadie
fuera de lo que ha leído y de lo que ha quedado de lo que ha leído; porque una
parte sustancial de lo que somos es lo que hemos leído, sin mencionar la
memoria que en muchos casos es memoria de lo leído. Mira, cuando, a partir de
1977, con esa novela que se llama Manual de pintura y caligrafía y que
es casi una especie de programa - aunque yo no estuviera conciente de eso
porque es el pintor quien escribe, mira lo que está haciendo y lo que hicieron
otros y después reflexiona sobre lo que pinta y sobre lo que escribe; esa
reflexión tiene muchísimo que ver con el conocimiento -, yo no me planteé cómo
lo haría, no me dije voy a ir en contra de lo que se hace o lo haré de esta
manera; no fue así, sólo me encontré con la necesidad de expresar lo que sabía,
que no es mucho. Entonces, esa mezcla, que es la totalidad del ser pensante -
que es cada uno de nosotros -, pasó sin que yo me diera cuenta, no hubo
premeditación y lo que creo que tiene más importancia es que cuando escribo
una novela yo tengo, y hemos hablado antes de eso, que verme a mi mismo como si
lo estuviera diciendo, no escribiendo, y más aún, como si me estuviera
diciendo a mi mismo. Una novela mía es el lugar y el momento - nunca es una
confesión - de una explicación de mi mismo. Noé
Jitrik Que te das sobre todo a ti
mismo. José
Saramago Que me doy sobre todo a mí mismo
porque no estoy pensando en un destinatario. Noé
Jitrik Yo creo que todo eso supone ciertas
actitudes que no eran muy admisibles en otro momento; por ejemplo, cuál era la
función o la posición del narrador, la idea misma de la verosimilitud, la
idea de la propia carga libidinal o memorística y la distinción entre confesión,
autobiografía y punto de partida para poder escribir. Yo creo que todo eso está
sobre la mesa, como elementos no de una discusión que se haga concientemente
pero que sí se hace en la práctica de la escritura, en la novela. Y me parece
que la novela de ahora, de nuestro tiempo, que encierra más niveles o relieves,
implica todo este tipo de problemas que para otros serán técnicos, pero para
mí no lo son, para mí forman parte de la escritura y si hay textos que no
tienen esa dimensión a mí no me interesan mucho, puedo apreciarlos por otro
tipo de valores, pueden gustarme, pero no me parece que vayan a lo esencial si
no implican todas esas cuestiones y ese es el punto de una ruptura que se puede
hacer, y se hace, sin ruido. |
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José
Saramago Yo pienso que lo que me ha ayudado
muchísimo a encontrar mi camino ha sido, y aunque parezca una contradicción,
el hecho de que yo no estoy ni he estado nunca en ninguna escuela ni tendencia
literaria, en ningún ismo ni grupo; la verdad es que los caminos que he seguido
yo no diré que son míos y de nadie más pero son los que yo encontré; por
otra parte, yo soy un práctico y quizás un intuitivo; mi conocimiento teórico
no es tal vez nulo pero no es seguramente suficiente como para hacer sobre él
algo constructivo en el sentido de que ahora tengo mis bases y a partir de ellas
voy a hacer todo esto. Noé
Jitrik ...como si fuera una ilustración de
la teoría. José
Saramago Lo que ocurre es todo lo contrario.
Teoría ninguna, y digo eso porque hasta lo que he leído sobre teoría, y algo
he leído, aunque más como aficionado lector para ver por dónde va, no tiene
ninguna aplicación práctica; quizás por senderos más recónditos, más
oscuros llegue pero, de todas formas, encuentro que he llegado adónde llegué,
sea lo que sea, más por movimientos que no son de premeditación, ni siquiera
de reflexión; mis reflexiones son normalmente a posteriori, sobre lo hecho
intento encontrar el sentido que todo eso tiene, si lo tiene. Yo soy el tipo de
escritor que siempre está esperando la reflexión ajena para entender lo que ha
hecho. Noé
Jitrik Hay una palabra sobre la que tal vez
se pueda introducir un matiz. Tu dices el 'sentido'; yo estoy de acuerdo si
entiendes sentido no en el sentido de 'sentido' sino en el sentido de dirección,
de ir a alguna parte, como saber o como intuición de adónde quieres ir. De
esto hablamos en la primera parte. José
Saramago Sí,
sí, pero mira, son dos cosas
distintas. Porque cuando yo se adónde quiero ir es, objetivamente, si estoy
narrando algo en una novela. Pero en esa dirección llego a dos cosas
distintas, una que es la objetiva y conciente, que es la historia que estoy
narrando pero, a lo mejor, llego a otra cosa que es una dirección que yo no se
si está por debajo, por encima o al lado y es el cómo lo he hecho, lo cual no
ha sido conciente y como no lo premedité - y por eso te digo que soy el tipo de
novelista que espera que le digan lo que ha hecho -, aunque cuando tengo que
hablar de mis libros, y lo hago muchísimas veces, se que hay algo de lo que
no puedo hablar y eso siempre espera, finalmente, la lectura; el lector común
tal vez no me pueda decir adónde ha llegado pero hay lectores privilegiados
que llegaron a alguna parte, identificaron mi camino y pueden seguir mis huellas
más fácilmente que yo mismo, que me confundo con ellas. Respecto de Historia
del cerco de Lisboa, una crítica portuguesa hizo un estudio muy
interesante; habló de la importancia de la ventana que se abre y se cierra;
al lado de la ventana hay una mesita que se quita o se coloca y esa crítica me
ha explicado su importancia: la ventana se abría o se cerraba y yo narrador,
autor, no sabía qué significaba hasta que esta persona me lo dijo. Noé
Jitrik Esa sería una lectura privilegiada,
hasta cierto punto semiológica, la ventana como un signo que el lector-crítico
percibe y le otorga una unidad de sentido o advierte la función en el relato
puesto que se repite y apoya otras cosas o bien, y espero que no haya sido así,
porque se le atribuye un valor simbólico, el útero materno o algo semejante. |
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José
Saramago No, no; es más la
función... Noé
Jitrik De acuerdo, pero podría haberse ido
por ese otro lado... José
Saramago No, ella no se ha ido por ese lado sino por la función narrativa... Noé
Jitrik Has tenido suerte. Habiendo ya
lectores privilegiados se pueden clasificar... José
Saramago Los que te explican y los que te
confunden. Noé
Jitrik Exactamente. Y los que te confunden
tienen algo previo en la cabeza y lo quieren ver en todo lo que leen. José
Saramago Y lo
encuentran. Noé
Jitrik Y lo encuentran, lógicamente uno
siempre encuentra lo que tiene en la cabeza, es como el test de Rorschard, uno
siempre ve en las figuras la forma de su obsesión. Yo, por mi parte, que estoy
más saturado de teoría, que pienso en términos teóricos, no rechazo esta
dimensión y hasta cierto punto la narro; sin embargo escribo otras cosas y
también deseo lo mismo que tú, que alguien de fuera me diga qué hice, que los
lectores vieran aquello que yo no he visto en lo que hice, lo que está más allá
de lo que podría llamarse 'intención'; éste sería un término bastante
psicológico, no psicoanalítico, haber configurado una personalidad artística
y desde allí querer hacer determinadas cosas atendiendo a cierto universo; es
por eso que algunos, creyendo conectarse con un libro, ven la dimensión social
o política o la personal o psicológica o lo que sea. Volviendo al tema, yo
quiero, también, que el otro me diga algo que a mi se me escapó; pienso que no
me ofende que me lo diga. José
Saramago No, no, yo quedo muy agradecido
porque la verdad es que yo no se lo que hago, o sea no veo todas las
consecuencias de lo que hago y ese lector puede tener acceso a cierto nivel y
otro a otros. Yo no pienso que haya una sola lectura y menos una lectura total. Noé
Jitrik Eso sería el asesinato del texto. José
Saramago En ese caso lo único que tendríamos
que hacer es tirarlo. Noé
Jitrik Claro, porque entonces el texto no sólo
sería agotado sino agotable por definición, noción antagónica del movimiento
que lleva a escribir. José
Saramago Afortunadamente tenemos una idea
acerca de que el texto o eso a que llegamos, aunque se quede en la superficie
que nosotros, autores, no podemos trascender, es inagotable. Noé
Jitrik Esta idea estaría en consonancia con
el comienzo de nuestra conversación de hoy, en torno a esa expresión un tanto
ambigua del 'encanto de lo existente"; lo existente, como el texto, sería
inagotable. José
Saramago Claro, claro. Yo pienso que no hay
nada fuera de lo existente y, por lo tanto, se podría decir que no hay nada más
inagotable que lo existente. Mi novela Levantado del suelo no responde a
la idea inicial, que era ser una novela campesina, pero desde una perspectiva
que no creo haber alcanzado; porque lo que yo intenté, y te diría que el
primer capítulo lo anuncia o lo promete, era macrosmizar un microcosmos. Pero
renuncié porque era una tarea imposible y me quedé en lo posible o en mi
posibilidad. |
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Noé
Jitrik A propósito me viene a la memoria
como un eco un comentario de Jean Wahl sobre un escritor norteamericano del
siglo XIX, John Cooper Powys, que decía que el individuo es un conjunto de
cavernas, de grutas, llenas de resonancias, por las cuales él mismo transita;
él es las cavernas. José
Saramago Esa
metáfora, o lo que sea, me agrada porque son las resonancias del sistema de
cavernas lo que persigo. ¿Y de qué está hablando siempre Fernando Pessoa sino de las
resonancias de sus cavernas? Y a lo mejor todos lo hemos hecho antes y después
de él pero después de él la lección es más clara. Noé
Jitrik Si, admitir algo semejante establece,
por lo menos, una oposición con gente que cree tener otra clase de resoluciones,
que tiene una lente que pone sobre el exterior y que le devuelve una imagen, la
transcribe y se queda tranquilo añadiendo, en el mejor de los casos, un
elemento de ingenio, de suspenso, de entrevisto, que es reconocido en nuestro
tiempo, por periodistas, académicos y propagandistas, como 'muy imaginativo',
pero que a mi me parece una decisión lateral a la experiencia fundamental de
la escritura. SEGUNDA
PARTE Noé
Jitrik ¿Por
qué no retomamos lo más personal que el otro día en la mesa habíamos
empezado a esbozar como para que yo pueda hacer una nota biográfica? Por
comenzar, ¿cuál
fue tu primer libro escrito? José
Saramago Mi primer libro escrito y publicado
se titulaba, cuando lo entregué al editor, La viuda. Yo tenía 25 años
y a esa edad de viudas mucho no sabía. Pero bueno, era así. Al editor no le
gustó el título, mire, me dijo, La viuda no es un título comercial... Noé
Jitrik ¿Era
una novela? José
Saramago Sí, era una novela, yo empecé por
una novela. Entonces me propuso otro título, que era peor que el primero: Tierra
del pecado, que parece de telenovela. Era en 1947. Si a los 23 o 24 años yo
no sabía mucho de viudas, de pecados tampoco. Esa novela no tiene ninguna
importancia y no la he incluido en mi bibliografía pero la verdad es que todo
empezó ahí. Pero después me quedé 20 años sin publicar nada. Escribí
alguna cosa pero sin tampoco... Esto no es verdad, después de aquélla escribí
otra que no se publicó, ni siquiera lo intenté y bueno... Noé
Jitrik ¿Por
qué? Por autocrítica... José
Saramago Si quieres llamarlo autocrítica, sí,
yo lo miraba y decía eso no progresa, qué estoy haciendo, y tampoco podía
decir esto significa que no tengo la experiencia necesaria para lanzarme en
una cosa como ésta y voy a vivir para adquirir experiencia; tampoco es esto.
Renuncié. De alguna manera se puede decir que renuncié. |
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Noé
Jitrik Y durante 20
años... José
Saramago Y 20 años
después... Noé
Jitrik ¿Y
qué hiciste en esos 20 años? José
Saramago Bueno, viví mi vida, me casé, todo
lo que uno hace, leí muchísimo, trabajé, he estado en la Seguridad Social, y
después estuve como funcionario de una editora, más tarde he sido Director
de la producción, más tarde Director literario durante 12 años... Noé
Jitrik ¿Y
mecánico cuándo? José
Saramago Eso ocurrió entre los 17 y los 21,
eso fue mi primer oficio... Noé
Jitrik ¿También
por intuición? José
Saramago No, no ha sido por intuición; yo
hice 4 años de primaria y me fui a algo que llamábamos el Liceo, de enseñanza
secundaria; a los dos años, por problemas económicos, la familia no era rica,
me fui a una escuela industrial, de enseñanza profesional, de artes y oficios y
allí el curso que elegí, porque tenía que elegir algo, fue de mecánico de
motores. Y cuando eso terminó me fui a la vida, tenía 17 años, y durante
cuatro años trabajé en un taller como mecánico, en coches y cosas así. Después
he sido, durante poco tiempo, dibujante técnico; luego entré en la burocracia,
estuve en el Hospital General de Lisboa, luego en la Seguridad Social y después
entré a la editorial, más tarde hice traducciones y luego periodismo. |
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Noé
Jitrik ¿Te
veías como un lisboeta? José
Saramago Sí, mis padres fueron a Lisboa
cuando yo era un niño chico de modo que soy de ese lugar. Noé
Jitrik Me dicen por ahí que tu apellido no
es Saramago. José
Saramago No, no, yo me llamo José de Sousa
Saramago. Sousa es el apellido de mi padre y Saramago era lo que nosotros
llamamos 'alcunha', un apodo, todas las familias tenían un apodo, pero nadie se
llamaba Saramago, éramos "los Saramagos" pero el nombre no era ése.
Y cuando en el Registro Civil, cuando yo nací, fueron a inscribirme, el
funcionario que estaba, por su cuenta y riesgo, añadió al nombre 'Saramago';
yo he sido el primer Saramago de mi familia a punto que mi padre, más tarde,
cuando yo empecé a ir a la escuela y fue necesario entregar documentos de
identidad, se asombró porque no se esperaba una novedad semejante. Y como no
tenía ningún sentido que yo me llamara así, porque ni él ni mi madre tenían
ese nombre, entonces mi padre tuvo que hacer un acta, un acotamiento, según el
cual él, cuyo nombre era tal, se llamaba también Saramago. Yo he dado el
apellido a mi padre. La historia es divertida. Y volviendo atrás, cuando yo
estaba en mis 44 años, edad para tener más juicio que el que había tenido, a
consecuencias de un terremoto sentimental, lo que es muy normal, empecé a
escribir poesía y en 1966 publiqué mi primer libro, Los poemas posibles.
Dos o tres años después, otro que se llama Probablemente alegría, y
después todavía otro, titulado El año de 1993, y luego crónicas, poco
a poco, sin ninguna idea de llegar a algo, simplemente seguía escribiendo. Y
todo esto se volvió otra cosa a partir del año 80. Yo soy, por lo tanto,
alguien que por la edad es un escritor casi anciano, aunque yo no me reconozco
la ancianidad, y por otra parte alguien que acaba de empezar. Noé
Jitrik ¿Tu
primer novela de este ciclo del 80 es Levantado del suelo? José
Saramago Hay otra anterior, del 77, donde todo
empieza; es Manual de pintura y caligrafía. En el 78 una colección de
cuentos, que no es mi manera de escribir pero que ahí está, en el 80 Levantado
del suelo, en el 82 Memorial del convento, en el 84 El año de la
muerte de Ricardo Reis, en el 86 La balsa de piedra, en el 89 Historia
del cerco de Lisboa y en el 91 El Evangelio según Jesucristo; además
de teatro, escribí tres piezas, un libro de viajes que se titula Viaje a
Portugal, es un recorrido, ese libro me gusta porque no tiene nada que ver
con una guía, es la mirada, eso de que hemos hablado tanto. Entonces, cuando
otros tienen su obra acabada, yo la empecé: en el 80 tenía 58 años, ahora 69.
Si algo que yo haya hecho tiene alguna importancia, superior a lo que hice
antes, está entre el 80 y el 91. Si Verdi escribió Falstaff a los 80 y
no se cuántos, yo puedo haber escrito El Evangelio según Jesucristo a los
68. Noé
Jitrik Cardoza y Aragón acaba de publicar
un libro sobre Asturias de más de 300 páginas y tiene 86 años. José
Saramago Eso me da muchas esperanzas, porque si vivo 17 años más, por lo menos tres o cuatro libros más me gustaría escribir.
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