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           En
          la Aventura y el orden  (1943/1948), Guillermo de Torre
          reúne algunos de sus ensayos que habían estado dispersos hasta el
          momento de la publicación. Allí 
          sintetiza los dos conceptos que tienen su anclaje en el título
          e invitan al lector a  reflexionar
          sobre dos conceptos tan vigentes y antitéticos como lo son la
          aventura y el orden. 
          Los dos términos refieren a dos posiciones constantes del espíritu
          creador:  
          Por
          un lado, el espíritu creador que representa el afán de
          descubrimiento y variedad que existe en toda alma humana; y 
          Por el otro, la necesidad de permanecer aferrado a la tradición.  
          Ideas de continuación y
        de retorno que aparecen a lo largo de toda la historia de la humanidad. Esto
        es visible desde una concepción dinámica del fenómeno de la creación
        artística. Allí lo nuevo va seguido indefectiblemente por 
          la tradición, alimentándose de ella.  
        Si bien reconoce Guillermo de Torre que las obras clásicas de la
        literatura son lo nuevo de ayer, y al mismo tiempo el orden de hoy, lo
        que les confiere el tono aventurero es que fueron progresistas en la
        concepción del arte. La aventura y el orden suelen
        coexistir imbricados y hasta se muestran como ambivalentes. 
        Como afirma el autor: “todo fluye y cambia perpetuamente. Nunca
        podremos bañarnos dos veces en el mismo río. Retornar a estos
        principios órficos, dan un alcance actual a las máximas de Heráclito,
        concebir el cambio como única realidad supone aproximarnos más al
        mundo fluyente donde muestran su relatividad (...) las pretensiones de
        permanencia e invariabilidad estéticas”. [i]
            
          “Si
        los conceptos de aventura y de orden se entendían antes solamente
        referidos al dominio del espíritu, ahora cubren un campo más amplio y
        mezclado. Inciden en el sector candente donde se afrontan – en lo político,
        lo social y lo económico – conceptos paralelos que luchan
        sangrientamente por el dominio del mundo” [ii]
        así sigue afirmando el autor.
            
          Si
        la humanidad no enmudeció tras la novedad tecnológica de la escritura,
        ¿por qué hoy la aparición del texto electrónico y las nuevas
        tecnologías de los hipermedios reemplazaría al texto impreso? ¿O es
        que el hoy se nutrirá del ayer?  
          A lo largo del siglo XX,  pensadores
        como Barthes, Foucoult, Derrida, Bakhtin, han coincidido en dejar de
        lado los viejos esquemas y sistemas conceptuales basados en nociones rígidas
        como margen, linealidad, centro, jerarquía, para dar paso a otras
        denominaciones tales como nodos, nexo, entretejidos, y redes internas o
        externas para el procesamiento de la información.
           
         
          Si
        el año 1501 se constituyó como la fecha del nacimiento de los libros
        impresos, el año 2000 sirve para señalar el principio de la
        textualidad electrónica donde tiene cabida una escritura no lineal, no
        secuencial,  un texto que
        desafía al lector a elegir una nueva pantalla interactiva: el hipertexto.[iii]
        El prefijo griego υπέρ significa
        encima o por encima del texto. El hipertexto es texto de otro modo, un
        nuevo tipo de texto.
            
          Si
        bien hemos dicho que el hipertexto es no lineal, esto puede llegar a
        confundir. Toda lectura individual del hipertexto es obviamente lineal,
        es decir que el lector para ir de un objeto a otro lo hace linealmente.
        Lo que en realidad define al hipertexto no es la no  linealidad,
        sino la elección personal del lector para determinar qué senderos
        elegirá en cada momento según la información disponible. El sentido
        de la no linealidad está dado por las redes alternativas que ofrece la
        información a cada lector.
            
          La
        “metavinculación” que propone el hipertexto se origina en la
        inclusión de notas, apéndices o comentarios en un texto interconectado
        basado en la noción tradicional de linealidad. 
            
          Mientras
        que el texto tradicional se lee, el hipertexto se navega.
        Esto trae aparejado un cambio en los roles de los participantes del
        proceso comunicativo. El hipertexto diluye la frontera entre autor y
        lector. El autor pierde su papel hegemónico, no tiene la univocidad
        mientras que el lector, “usuario”[iv]
        en la terminología del hipertexto, asume un rol más activo y
        protagonista. Deja de ser un espectador pasivo y se convierte en un buscador de diferentes tipos de información:
        léxica, sintáctica, semántica, pragmática, esquemática e
        interpretativa, la que es ofrecida deliberadamente por programadores y
        especialistas informáticos y la integración de éstas constituye un
        proceso cognitivo. El desafío de la búsqueda lo proporciona la
        inestabilidad del objeto. Éste, no puede ser leído sino sólo
        adivinado, ocasionando más de una vez experiencias frustrantes para los
        usuarios novatos que no se allanan 
        a las exigencias de un texto no lineal, de información simultánea
        y crea la necesidad de desarrollar capacidades que les permita
        seleccionar, sin naufragar en un caudal incesante de informaciones
        nuevas y al mismo tiempo dudar de la veracidad de todo lo que se ofrece
        y aprovechar los nuevos medios de comunicación y de expresión para
        hacer un lector reflexivo y crítico.  
          Creemos que así como la televisión no eliminó al cine ni los discos
        compactos a los recitales, tampoco la tecnología informática eliminará
        los libros de “carne y hueso”[v]
        seguramente el mundo que nos tocará vivir exigirá la redefinición de
        los “verbos leer y escribir. 
        “Ser un ciudadano de la cultura letrada, que circula de pleno derecho
        en ella, será cada vez más necesario. Tan necesario como aprender a
        escribir, con las dos manos a través de un teclado”.[vi]  
        El autor, por su parte, aparece reducido a escasas referencias de
        producción hipermediales, realizando la combinación de elementos
        seleccionados y creados enmarcados en una estructura de enlaces
        informativos. 
        Si bien esta tecnología posmoderna que nos invade nos posibilita
        acceder a un mundo de información y de exploración ilimitado, es
        necesario aclarar algunos conceptos que traten con justicia tanto al
        hipertexto como al texto impreso. Entendemos al hipertexto como la gran
        aventura del siglo XX que está revolucionando la cultura global. La
        experiencia frente a la pantalla de una computadora personal nos ofrece
        múltiples recursos interactivos, que nos permiten leer más de dos páginas
        a la vez o establecer trabajos de análisis comparativo de dos obras
        literarias simultáneamente, o bien 
        deslumbrarnos ante los avances en tecnología de la información.
        Sin embargo, el material es tan frágil e inestable, que más de una vez
        desaparece por múltiples factores. En el otro extremo, nos encontramos
        frente a la permanencia, frente al “orden”, que nos ofrece el texto
        impreso ya que los medios se transforman pero no eliminan a sus
        predecesores que fueron alguna vez 
        “la gran aventura”.  
        La comunicación entre los hombres se ha adaptado a las etapas de
        transición por lo que no habría razón para pensar que la computadora
        no sea un nuevo instrumento que posibilite 
        el acercamiento intercultural como lo fue la aparición de la
        imprenta en su momento.  
        Lo que diferencia al texto impreso del texto electrónico, es el carácter
        interpretable del primero. Coincidimos con Umberto Eco cuando dice que
        la interpretación semántica existe porque un destinatario construye el
        significado ante la manifestación lineal del texto. En este sentido,
        Espen J. Aarseth sostiene que “el texto “lineal puede flirtear con
        la no linealidad, pero la no linealidad no puede mentir ni pretender ser
        lineal”.[vii]
        Sintetizando, podemos afirmar que estamos frente a una nueva aventura
        – el hipertexto y su revolución en el ámbito de las comunicaciones
        – la que abreva en el orden, en la noción tradicional de texto. Así,
        tomamos los pensamientos de  Ricardo
        Gullón que dice que “Guillermo de Torre es uno de los más lúcidos
        testigos de nuestro siglo. Osciló entre la aventura y el orden sin
        cesar. Su ambición última fue “encauzar” la aventura para hacerla
        posible, fecunda y duradera, o, de otro modo, crear un orden
        suficientemente dinámico, capaz de estar constantemente revisándose y
        corrigiéndose para no anquilosarse”.[viii] Seguramente, Guillermo de Torre hoy hubiera tomado
        al hipertexto como una nueva aventura que abre nuevos desafíos, sin por
        ello desconocer el pasado, la tradición y hubiera bregado por
        concientizar a los usuarios para lograr que la navegación, por esos
        nuevos mundos, sea hecha con un sentido crítico y reflexivo que le
        permita rescatar la información valiosa, verídica 
        y que contribuya a la adquisición del conocimiento.
            
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  NOTAS
    
  
     
  [i]
    DE TORRE, Guillermo: La aventura y el orden. Seix Barral. Barcelona.
    1962. Pág. 56. 
    [ii]
    DE
    TORRE, Guillermo: Ob.Cit. Pág. 61. 
    [iii]
    Término empleado por primera vez en 1965 por Theodor H. Nelson. 
    [iv]
    La idea de lector, es tomada a partir de considerar la linealidad de los
    textos. En el caso del hipertexto, esta noción se diluye por lo que este
    rol debería redefinirse para que abarque tanto el placer estético como el
    comportamiento hermenéutico. 
  [v]
    FERREIRO, Emilia: “Ciudadanos de la cultura letrada” en Revista
    El Monitor de la Educación. Ministerio de Educación de la Nación. Tercer
    Trimestre 2000. Año 1 N° 1. Pág.19
     
     
    [vi]
    FERREIRO,
    Emilia. Ob. Cit. Pág.19
     
     
    [vii]
    AARSETH, Espn J: “No linealidad y teoría literaria” en Teoría
    del Hipertexto. Paidós. Barcelona. 1997. Pág. 75.
     
    [viii]
    GULLÓN, Ricardo: en Introducción de La aventura y el orden. Seix
    Barral. Barcelona. 1962. Pág. 32
     
     
  BIBLIOGRAFÍA
     
   
  
    DE
    TORRE, Guillermo: La aventura y el orden. Seix Barral. Barcelona.
    1962. 
    LADOW,
    George P. (compilador): Teoría del Hipertexto. Paidós. Barcelona.
    1997. 
  MINISTERIO
    DE EDUCACIÓN DE LA NACIÓN (Argentina): El monitor de la educación.
    Tercer trimestre 
        2000. Año I. N° 1
  
    FAINHOLC,
    Beatriz: La interactividad en la educación a distancia. Paidós.
    Buenos Aires. 1999    
    
     Hipertexto. Educación
    sobre tecnología educativa.  Batea.
    Publicación del CEDIPROE. Buenos       
      
    Aires. 1994/1995.
     
  
      Artículo
      publicado en
      
      http://www.maseducativa.com/webs/bierbrauer/  
       
      
   
        
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