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LA INDIA MEXICANA EN EL ENSAYO DE GABRIELA MISTRAL: FEMINISMO Y GÉNERO |
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Nombre del Autor: Julio Aldinger Dalloz |
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Palabras clave: ensayo - feminismo - género. |
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Minicurrículo: Máster en Teoría Literaria por la UFRJ. Doctor en Lengua Española y Literaturas Hispánicas por la USP. Profesor de Lengua y Literatura Española de la Universidade Federal do Rio de Janeiro - UFRJ. Miembro de la Associação de Professores de Espanhol do Estado do Rio de Janeiro - APEERJ. |
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Resumo: O artigo analisa um dos mais conhecidos ensaios de Gabriela Mistral - La Silueta de India - tentando pôr em relevo as idéias mistralianas quanto às questões de gênero e feminismo. |
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Resumen: El artículo analiza uno de los más conocidos ensayos de Gabriela Mistral - La Silueta de India - intentando poner en relieve las ideas mistralianas cuanto a las cuestiones de género y feminismo. |
1.
La trayectoria del texto
Desde su publicación original en El
Mercurio, el 5 de agosto de l923, hasta su inclusión en Croquis
mexicanos a “noventa años del nacimiento de Gabriela Mistral, en
los talleres gráficos de la Editorial Nascimento, en Santiago de Chile”[i],
sufre Silueta de la India Mexicana
dos avatares: se ubica en una nueva hermandad, la del “duradero registro
del volumen” (Mistral,l979: p.6) y pasa a ser conocida como Silueta de la India. Se libera de la efemeridad y la reclusión del
archivo y adquiere foros de mayoridad, lo que le permite el ponerse en diálogo
con lectores varios, con otros textos de la literatura hispanoamericana,
entre otras y esencialmente con los propios textos de su autora.
Entre l923 y l979, dos otros periódico, en los puntos extremos de
la América de habla española, le dieron abrigo: La
Nación, en Buenos Aires, en l949 y El
Mundo, en San Juan de Puerto Rico, en l950. Estas fechas señalan períodos
extremamente sensibles en la historia política de la Argentina y de
Puerto Rico, o sea el inicio del gobierno de Juan Domingo Perón y la
creciente pérdida de la identidad puertorriqueña.
Se
sabe que Mistral estuvo en l931 en Puerto Rico, ocasión en que pronunció
el discurso de formatura de los cursos de graduación de aquel año, honor
que se le renovó en l933; se sabe que su salud a partir de la primera
mitad de los años 40 hasta l957, cuando se muere, se ponía cada vez más
frágil. No obstante, las indicaciones bibliográficas señalan una serie
de importantes ensayos que ven la luz pública en los años 40 y 50, como La
Pobre Libertad (l945), La
Palabra Maldita y Mis Ideas
Sociales (l951), los cuales se caracterizan por una acendrada huella
política. Así, la republicación de Silueta
de la India, en las ciudades y los periódicos enunciados arriba, no
atestigua una incapacidad de Mistral para elaborar textos originales.
Estaría subyacente ,de esa manera, a la doble republicación de esa Silueta
alguna simbología.
Los
honores que le brindaron a Mistral los puertorriqueños, en los años 30,
recibieron de su parte una contestación llena de afecto, como se ve en Elogio de la Isla de Puerto Rico, escrito en l931, nueva carta de
Colón al revés , ya que la chilena la escribe, cuando se aleja da la
isla: “La tierra es más blanda que en parte alguna y no ha hecho sino
intentona de montaña en la sierra única (...) (Mistral, l989: p.ll8).
Este
mismo año ella escribe su conocido ensayo Conversando
sobre la Tierra (l978: p.94-99). Al cotejarlo con el que se analiza,
tal vez se logre obtener la respuesta al hecho de que pueda haber o no una
simbología en la republicación de su Silueta
en las ciudades y periódicos apuntados arriba.
Según
Ana Pizarro (l991: p.215-21), el tema de Conversando
sobre la Tierra consiste en una advertencia respecto a la expansión
de los Estados Unidos de América, estableciendo el discurso mistraliano
una doble relación con el propio espacio, una de ellas siendo racional
(comercial, bancaria): Cada
uno de los países nuestros, sea Perú o Cuba, tienen en este momento
pendiendo encima, como la espada de Damocles, el problema de la enajenación
de suelo, de su pérdida lenta y sorda. Países pobres de capital,
asistidos de una industria sietemesina, ahí están los veintiuno pidiendo
al extranjero que les visite y enumerándole como una letanía de vendedor
o camelot, sus minas, sus petróleos, sus gomales. El extranjero va a
vernos y, ya sea norteamericano o inglés, torna el radio más ancho
posible para garantizar su inversión; se establece con mucho desahogo y
toma actitudes de posesor definitivo. (p.94) y
la otra sentimental: Pero
sucede que entre los intereses de los capitalistas criollos y los
intereses de los capitalistas extraños, desarrolla su vida entera la masa
de un pueblo que no verifica estos arreglos y que sólo los padece, masa
que constituye el cuerpo del país, es decir, la carne de la patria, y
que, no habiendo comprado ni vendido, debe sufrir las consecuencias
enteras de la terrible operación. (p.94)
Tras
estas observaciones, hace Mistral la denuncia: “(...) un tercio del
suelo ha sido enajenado en esa patria latinoamericana y el traspaso se ha
cumplido en unos treinta años” (p. 98)
Conversando
sobre la Tierra[ii]
sí es una denuncia articulada políticamente, al reflejar de manera
ejemplar la situación que afligía a Puerto Rico, en los años 30,
realmente una tierra estigmatizada por un doble proceso de colonización
(el español hasta l898 y de ahí en adelante el norteamericano),en la
cual se llegó al extremo de que la enseñanza primaria fuera ofrecida en
lengua inglesa. (Halperin
Donghi, l976: p. 204).
Estos
razonamientos permiten afirmar que la republicación de Silueta de la India, el l9 de abril de l950, en El
Mundo, constituyó un acto simbólico de Mistral, un intento de
colaborar en las discusiones que se llevaban a cabo en esta isla, en la
cual se planteaban cuestiones como la pérdida de sus parámetros
culturales propios, la alienación del suelo patrio y la descaracterización
del pueblo puertorriqueño.
Cuanto
a su aparición el 18 de diciembre de 1949, en La
Nación, se puede conjugarla con la denuncia sobre el nazismo, línea
ideológica asumida por el primer período del gobierno peronista
(Halperin Donghi, l976: p.219); referiéndose concretamente a los
escritores, se puede conjugarla con la utilización de actitudes
persecutorias de parte del gobierno peronista para con los que se oponían
a esta tendencia foránea, siendo desnecesario acordarse
de lo que pasó a Jorge Luis Borges y su familia. |
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2.
Sobre rebozo y falda
Silueta,
según el diccionario (l984: p.l245), ofrece tres significados:1. dibujo
sacado siguiendo los contornos de la sombra de un objeto; 2. forma que
presenta a la vista la masa de un objeto más obscuro que el fondo sobre
el cual se proyecta; 3. perfil, contorno de una figura.
¿Cómo
describir la realidad a partir de una sombra? ¿Cómo
describirla si, en una época no tan lejana, como en el porfiriato, la
policía saca de las calles centrales de la Ciudad de México a las
personas con aspecto de indio a fin de que los distinguidos visitantes
extranjeros no conciban una imagen tendenciosa del país”? (Halperin
Donghi, l976: p.l88-89; traducción nuestra).
“La
india mexicana tiene una silueta llena de gracia”: ésta es la primera
oración del ensayo[iii],
primera marca de género[iv]:
la india, sustantivo femenino, mujer; el ojo que la escudriña en la
sombra es femenino, ojo de mujer; la voz que la yergue de la sombra y la
hace vivir en la realidad palpable de la escritura,es femenina, voz de
mujer. Años después dirá: “Mi condición de mujer no tengo ninguna
gana de olvidarla”. (Mistral, l979: p.l7)
Ser
mujer y escribir para mujeres opera como un leit
motiv en la obra mistraliana; sería oportuno traer a colación la
insistencia de la autora en crear una literatura femenina, tópico bien
subrayado en la Introducción a Lecturas para
mujeres; Mistral escribe como mujer, no contra los hombres pero
“desde otro lugar” (Traba, l985: p.25)
Prosigue
la ensayista en la elaboración de la silueta: “Muchas veces es bella,
pero de otra belleza que aquella que se ha hecho costumbre en nuestros
ojos”.(p.69). Pone a descubierto este trozo la pertinente visión que
Mistral posee acerca del problema de la belleza relacionado con los
patrones étnicos: puede o no ser bella la india, pero su belleza se
inscribe en la órbita propia de su raza, no debiendo por tanto tener como
parámetros a modelos a los cuales se acostumbraron “otros ojos”, es
decir el modelo del blanco, del dominador. En El tipo de indio americano, texto de 1932, dirá Mistral: Una
de las razones que dictan la repugnancia criolla a confesar el indio en
nuestra sangre, uno de los orígenes de nuestro miedo de decirnos
lealmente mestizos, es la llamada “fealdad del indio”. Se la tiene
como verdad sin vuelta, se la ha aceptado como tres y dos son cinco. Corre
parejas con las otras frases en plomada. “El indio es perezoso” y
“el indio es malo” (Mistral, 1978: p.129)
Voz
que habla por otra(s) mujer(es), ojo que puede leer a la(s)
mujer(es),urdiendo en la escritura la invención del futuro,ahora Mistral,
en apurado ejercicio de memoria fija a la india: Su
carne,sin el sonrosado de las conchas, tiene la quemadura de la espiga
laminada de sol. El ojo es de una dulzura ardiente; la mejilla de fino
dibujo; la frente, mediana como ha de ser la frente femenina; los labios
ni inexpresivamente delgados ni espesos; el acento dulce y con dejo de
pesadumbre: como si tuviese siempre una gota ancha de llanto en la hondura
de la garganta. (p.69)
Lo
estático se rompe: “Rara vez es gruesa la india; delgada y ágil, va
con el cántaro a la cabeza o contra el costado, o con el niño, pequeño
como el cántaro, a la espalda.” (p.69).
Prosigue
el texto: “Como en su compañero, hay en el cuerpo de ella lo acendrado
del órgano en una loma.” (p.69). Madre, niño, padre: inscripción de
la (sagrada) familia en el espacio textual, a partir de un esfuerzo de
nombramiento que busca en la cultura indígena su propio carácter cuya
interioridad es puesta en escena por la silueta de la india inscripta en
la sombra, la cual amalgama el producto y
la continuidad de esta misma cultura:”hijo pequeño como el cántaro”.
Este punto de vista cambia la perspectiva con la cual se mira el paisaje,
oponiéndose claramente a áquel empleado en las descripciones civilizadas
y un poco alienadas de los modernistas hispanoamericanos, por ejemplo.
Mistral capta de la naturaleza un elemento único que la traduce de manera
inusitadamente integral: “hay en el cuerpo de ella lo
acendrado del órgano en su loma”. (p.69; las cursivas son
nuestras).
“La
línea sencilla y bíblica se la da el rebozo” (p.69) :esta frase, la
que inicia el segundo movimiento del texto, reúne simultáneamente dos
tradiciones: la literaria de la Biblia, libro siempre caro a Mistral, y la
tradición de la cultura indígena, metonímicamente expresada en rebozo,
uno de los elementos que componen el vestuario de la mujer indígena
mexicana. Su descripción ocupa cuatro largos párrafos, a los cuales se
suman el sexto y el séptimo utilizados por Mistral para describir la
falda del vestuario indígena.
Eso
no debe causar espanto, pues dentro de la serie literaria
hispanoamericana, la descripción de trajes femeninos es tema recurrente,
sobre todo en las novelas románticas y realistas y en las que se titulan
novelas de la tierra. No sólo desarticula Mistral esta
óptica exotista, en su copiosa descripción del rebozo y la falda
indígenas sino los eleva a nivel simbólico; al describirlos pone a
descubierto una forma de conocimiento y lucha: La
reivindicación del indio, su defensa como hombre con derecho a un suelo
que es suyo por ley natural, la divulgación de sus capacidades, la
develación de lo que ha padecido no sólo en el choque lógico con la
raza blanca, sino después con su trágica convivencia con el mestizo, que
lo niega o lo olvida, todo eso... no son en mí simples temas para artículos
o clases de las cuales vivo, y mucho menos son la materia exótica que
explota sin convicción el escritor habilidoso; todo eso es para mí un
lote sagrado, es decir, racial, que debemos ir cumpliendo uno por uno los
escritores sudamericanos. (Mistral,l933)
El
vestuario de la mujer indígena, de esa manera, funciona como una arma
esgrimida por Mistral contra la esfera patriarcalista, ensanchándole una
vez más, entre otras defensas, la de la relación madre-niño ahora en la
esfera de otro campo cultural, el de la cultura indígena mexicana.
Mistral
lee a la india, oye su voz, “dulce y con dejo de pesadumbre” y
constata que Van
silenciosos [la india y el indio] por el paisaje lleno de recogimiento:
cruzan de tarde en tarde una palabra de la que recibo la dulzura sin comprender el sentido. (p. 71, las cursivas
son nuestras)
Oye
Mistral el acento dulce de la india, percibe la dulzura de la palabra que
le dirige a la india el marido, pero no comprende el sentido. Ha podido
leer a la india, pero no puede hablar por la india, como habló por la
madre mexicana[v],
como reconoce seguidamente que habla por la mujeres de clase media. Sin
embargo, abre el espacio de su ensayo al otro, en género (la mujer india)
y en cultura (la cultura precolombina).
Si
se reele el texto de 1933, citado anteriormente, en que polémicamente se
dirige a Teresa de Escoriaza, queda clara la comprensión mistraliana de
que la cultura indígena no es tema exótico; reconoce que debe sentirse
el escritor hispanoamericano obligado a reivindicar, entre otros motivos,
el derecho del indio al suelo “que es suyo por ley natural”. Mistral
sabe que el habla de esta cultura en la literatura está por hacerse y de
manera extremamente anticipatoria saca en claro que una literatura indígena
sólo se hará posible cuando un indio la produzca, cuando se exprese el
indio “desde dentro” de su propio universo[vi].
La
elaboración de la silueta llega a su término: Habrían
sido una raza gozosa: los puso Dios, como a la primera pareja humana, en
un jardín: su país bellísimo. Pero cuatrocientos años esclavos les han
desteñido la misma gloria de su sol y de sus frutas; les han hecho dura
la arcilla de sus caminos, que es suave, sin embargo, como pulpas
derramadas...
Así como Mistral reconoce que no puede hablar por el indio sabe
también que hay dos posibles visiones de este jardín, “país bellísimo”,
México: aquella de la (sagrada) familia indígena, “desde dentro”,
para la cual su tierra volvió arcilla endurecida y la que poseen aquellos
que la miran “desde fuera”, como ella, para los cuales esta misma
arcilla es “suave como pulpas derramadas”.
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3.
Algunas anticipaciones
Al enumerar las cinco funciones del ensayo, David Lagmanovich
(1984, p.20) se refiere a la actitud testimonial, es decir el vivo
interagir de un hombre con los grandes problemas de su tiempo. Esta
actitud testimonial en la obra de Gabriela Mistral subraya siempre, como
se intenta comprobar, la cuestion de género: “soy mujer y escribo para
mujeres.” Escribe por tanto para las mujeres de la América de habla
española, para las de su sangre, para las que a su juicio componen su
familia espiritual.
Mientras la expressión de la mujer latinoamericana resulta una
caricatura, en los periódicos norteamericanos,a partir de 1890 y el
ensayo hispanoameriano del siglo XIX y XX a su vez exhibe la figura del
hombre en proporciones monumentales, en expresivo contraste con aquella de
la mujer, lindante a la ausencia (Earle, 1985, p.81), Mistral en los años
20, en México, erige a la figura femenina como punto central de sus
planteamientos, enmarcándola en sus espacios vitales (urbano o rural)
impulsionada por un afán informativo que se despliega en una radiografía
(SKIRIUS, 1994, p.17) de la mujer en esta época, sea maestra, obrera o
campesina.
Profundamente integrada en el renacimiento educativo y cultural de
México llevado a cabo a través del gran proyecto reformista propuesto
por José Vasconcelos, durante los años 20, a Mistral no le escapó la
magnitud del intento de integrar al indio a la sociedad mexicana: Allí tuve yo la alegría de aprender que ha sido una vieja y malhadada superstición aquello de que el indio americano padece de una incapacidad intelectual irredimible. Más aún, allí gocé de observar el genio que tiene el indio para el dijubo, la pintura y la escultura. (Mistral, 1970, p.200)
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BIBLIOGRAFIA
ARCHIPIÉLAGO.
Cuadernos de crítica de la cultura. Barcelona, (30), otoño, 1997. DALLOZ,
Julio Aldinger. Gabriela
Mistral e o corpo da mulher mexicana.
http://www.hispanista.com.br/artigo11esp.htm. DICCIONARIO
de la Lengua Española de la Real Academia Española. Madrid:
1984. EARLE,
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VIRGILLO, C. & LINDSTROM, N. Woman as Myth and Metaphor in Latin
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DONGHI, Tulio. História da América Latina, Tradução de Carlos
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David. Hacia una teoría del ensayo hispanoamericano. In:
LÉVY, I.J. & LOVELUCK, J., ed. Simposio
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Recados para América.
Textos de Gabriela Mistral. Presentación,
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Revista Pluma y Pincel e Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz, 1978. ------.
Grandeza de los oficios.
Selección de prosas y prólogo de Roque Esteban Scarpa.
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Magisterio y niño. Selección de prosas e prólogo de Roque
Esteban Scarpa. Santiago:
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Literatura de Fundação. In: ---. Signos em rotação, São Paulo:
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Datos que se encuentran en la última página de Croquis
mexicanos. Nunca será demasiado subrayar el empeño de los
intelectuales que, como Alfonso Calderón respecto a Croquis
Mexicanos, llevaron a cabo la gigantesca tarea de seleccionar y
editar los ensayos y artículos de Gabriela Mistral, publicados en un
sin número de periódicos y revistas del mundo, durante su vida. [ii]
Basada en este texto, Gabriela Mora ((l991:
p.l93-203) rechaza las afirmaciones de críticos como Jaime Concha y
Fernando Alegría, los cuales constataban ambiguedades o equívocos en
la obra mistraliana, originados por su inexperiencia política. [iii]
Mistral, G. Silueta de la India
.In:---. Croquis mexicanos.
p.69-71. Las citas tendrán por base esta edición. [iv]
Género se refiere al modo como las diferencias sexuales son
comprendidas en una sociedad dada, en un grupo determinado y en un
determinado contexto.
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