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MITO Y ONÍRICO JUEGAN LA REALIDAD EN CASA DE CAMPO  

Nombre del Autor: Ester Abreu Vieira de Oliveira 

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esteroli@terra.com.br

Palabras clave: Donoso – Casa de Campolenguaje mítico

Minicurrículo: Doctora en Lengua Española y Literaturas Hispánicas, es autora de libros didácticos, de poemas y de ensayos filológicos. Pertenece a la Academia de Letras Espírito-santense y a la Academia Feminina Espírito-santense de Letras. Es profesora en la Maestría de Estudios Literarios – DLL- UFES, coordinadora del NUPEPG – CESV y profesora de la graduación y del posgrado del CESV. 

Resumo:  O espaço em Casa de Campo ao mesmo tempo em que é aberto e aéreo, funcionando como atalaia, é fechado e subterrâneo, funcionando como um labirinto. A apresentação espacial dá margem para o desenvolvimento da linguagem mítica. Por essa razão, objetiva-se, nesse trabalho, apontar alguns elementos da consciência mítica dessa obra. Como o mito não faz a descrição do real, mas inventa símbolos, referidos a valores humanos, sejam eles morais ou sociais, e se desenvolve em estruturas circulares míticas, construídas na lógica de uma realidade empírica, permite a sua presença nas diferentes formas do conhecimento humano e alude à amizade, à bondade sem limites. Também leva consigo o impulso erótico e, por isso, ele estabelece o princípio da esperança e o predomínio dos valores entre os que se encontram a liberdade, a igualdade e a juventude, substratos da utopia. A obra Casa de Campo de José Donoso se estrutura em um espaço que proporciona a liberação da violência humana, seja no mundo dos adultos, egoisticamente opressivo, seja no mundo das crianças, na passagem do mundo infantil ao dos adultos. Nessa obra, como em outras desse escritor chileno, o mal, como uma fera adormecida, se desperta para destruir os personagens e o mundo que os rodeia.

Resumen: El espacio en Casa de Campo a la vez que es abierto y aéreo, funcionando como atalaya, es cerrado y subterráneo, funcionando como un laberinto. La presentación espacial proporciona el desarrollo del lenguaje mítico. Por ese motivo, se plantea, aquí, señalar algunos elementos de la conciencia mítica. Como el mito no describe lo real, sino inventa símbolos, referidos a valores humanos, orales o sociales, y se desarrolla en estructuras circulares míticas, construidas en la lógica de una realidad empírica, permite su presencia en las distintas formas del conocimiento humano y alude a la amistad, a la bondad sin límites. Aún conlleva el  impulso erótico y, por eso, establece el principio de la esperanza y el predominio de los valores entre los que se encuentran la libertad, la igualdad y la juventud, substratos de la utopía. La obra Casa de Campo de José Donoso se estructura en un espacio que proporciona la liberación de la violencia humana, sea la del mundo de los adultos, egoísticamente opresivo, sea la del mundo de los niños, en el paso del mundo infantil al de los adultos. En esa obra, como en otras de ese escritor chileno, el mal, como una fiera dormida, se despierta para destruir a los personajes y el mundo que los rodea.  

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     La literatura hispanoamericana contemporánea abandona la visión “realista” y la descripción directa del mundo para dar preferencia a la creación de una realidad simbólica en la que dominan los elementos mágicos.  
      El escenario tiene dimensiones transcendentales y sirve para explorar un mundo subjetivo y maravilloso, de mito y fantasía donde la realidad surreal es la obra de arte, que se realiza por el lenguaje en donde el tiempo, el espacio y los personajes son signos.  

     Para ejemplificar esa literatura, se investigó Casa de campo (CC), obra de José Donoso, escritor chileno, donde los planos de la realidad, de lo onírico, de lo fantástico, de lo natural y lo artificial se unen en el cierne de un discurso polifónico en que una voz narrativa se interpone entre el lector y los episodios, comentando la trama o los  procedimientos narrativos, para que se acuerde el lector de que lo que lee no es más que una fábula. El personaje/narrador de CC dedica su narración a los lectores, prohibiéndoles completar lo sugerido por él, dando su obra como acabada, como Cervantes hace en el Quijote.  
     De esa novela, con muchos personajes semialegóricos, se plantea observar el mito y lo onírico, dos aspectos organizadores de la temática de la obra, buscando apuntar la dimensión del espacio imaginario en la construcción de la narrativa.     

  El espacio de CC es abierto, funcionando como atalaya, y cerrado, laberíntico y subterráneo, proporcionando el desarrollo del lenguaje mítico, permitiéndonos señalar la conciencia mítica en dicha obra.
     A ésta se considera una metáfora, a la vez una fábula o una alegoría que  determina la actitud del escritor delante de la realidad. Ella une el macrocosmo al microcosmo, haciendo posible reducir lo universal a lo particular. Un ejemplo de ello nos ofrece Borges en “El Alephe”, cuando presenta dentro de un menudo círculo, todo el universo. También ella hace que un sólo lugar funcione como representación arquetípica de una realidad entera, proporcionando que Marulanda, en CC, represente todo el Chile.[1]  

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    En CC hay dos movimientos el de las excursiones de los adultos y el de los  juegos de los niños (adolescentes), que se ejecutan en un caserón con una parte aérea, en donde están: los cuartos y pasillos, la amplia biblioteca, con libros de rica tapa, pero sin los caracteres en el interior; una torre,  una amplia terraza, el parque idílico, protegido por lanzas, los salones variados, desde el pequeño y gracioso salón chino al imponente de baile; un almacén para el comercio con los indios con partes secretas, y con otra parte subterránea, formada de sótano, los cuartos abandonados y la cocina inmensa, “cuyas bóvedas y arcos de piedra datarían de hace siglos pero que ahora sólo servían para almacenar leña”( p. 85), a cuyos rincones no iban los Ventura, salvo Lidia, la esposa del mayor de los Ventura, Hermógenes, encargada de seleccionar, comandar y alojar a los  sirvientes y vigilar las cocinas y las alacenas.  
     En las creaciones artísticas, las realizaciones de deseos son inconscientes y recalcadas y, como nos ha apuntado Freud, “el sueño es un deseo cumplido”. En los dos universos el del sueño y el de la literatura están formados por anécdota a medio terminar. El estado onírico del escritor al crear su obra, se asemeja al estado del sueño del momento del acordar y recontar. Así los pedazos de recuerdos se van uniendo unos con otros, formando el relato, a la vez que el novelista busca persuadir al futuro lector, haciendo su sueño verosímil, buscando que los personajes y las situaciones por ellos vividos lo sean. Pues, como filosofa Unamuno, (Cómo se hace una novela) la vida es todo que se reduce a nada, “es sobra de un sueño.” Y cuando uno crea una novela, se hace lector del personaje a quien a la vez que lo va leyendo, lo construye, pues es el contemplador de su propia obra. En el universo del sueño, las imágenes y emociones, resonancias sicológicas de vibraciones afectivas, corroboran tanto  en el fenómeno artístico de la ficcionalidad como en el ámbito de la expresividad literaria. La novela, género que, debido a su forma textual, con el tiempo y el espacio claramente textualizados, atrae nuestra atención sobre la base de cómo se realiza su espacio evidente, descrito y explicado. El estudio imaginario de los mitos ha familiarizado la crítica sobre la constitución simbólica de la novela. Entre los géneros, es el que proporciona al escritor la oportunidad de modelar a sus personajes y de darles soplo vital en mayor tiempo y espacio. En CC José Donoso teje en el mundo de los mitos y creencias una literatura caracterizada por la elaboración primorosa del lenguaje y de la arquitectura de la novela, sin romper con la tradición oral. Él aprovecha el imaginario mítico ancestral para  manifestar el sueño de libertad del pueblo chileno, anestesiado por los años de colonialismo europeo y americano, y para denunciar el anacronismo del sistema social y el subyugo a una  política dictatorial. La obra se hace una alegoría político-social, con referencias a la historia contemporánea de Chile.  

     Si antes del manierismo se utilizó el mito en argumentos filosóficos, es a partir de él que el imaginario cultural se afirma, integrándose en el esquema productivo de la emoción poética y descubriendo en el arte, soportes míticos de la actividad imaginaria. Con Freud, Jung y Bachelard se destacan los elementos oníricos y la importancia del inconsciente y de la niñez y con Nortrop Frye, los principios estructurales de la literatura se relacionan con la mitología y la religión.  
                En el siglo XX, se establece la importancia del mito en la estructura del pensamiento y en la vida del hombre. El postmoderno explora las formas míticas de la imaginación con base en la vivencia sentimental inaugurada con el romanticismo. En la literatura latinoamericana, el mito adquiere un aspecto singular, pues proporciona la oportunidad de mejor encarar la realidad.  
     La historia, narrada en CC, relatos de lo sucedido cinco años antes, acontece en un impreciso siglo XIX. Los amos, creados y niños se visten de acuerdo con  su posición social y transitan por salones espejados y decorados o pasean en carricoches en excursiones campestres. La base de la filosofía educacional se muestra en los objetivos y cánones para una unión familiar de los Ventura y en la propiedad en el campo.  
     Los Ventura, familia de terratenientes y dueños de minas de oro, se dirigían, todos los años, hacia su propiedad campestre a fin de administrarla más de cerca y de educar a sus adolescentes, porque deseaban que sus hijos creciesen con la certitud de que la “familia es la base de todo el bien, en lo moral, en lo político y en las instituciones”.  
     En toda cultura hay figuras míticas con la imagen de un "paraíso original", reino de paz y perfección, pero arrasado por el hombre. Ese es el recuerdo nostálgico que el hombre guarda en el más hondo de su mente. Lugar en que se forman los arquetipos. En CC, el paraíso es Marulanda,[2] en donde estaba edificado el caserón sobre una loma de una llanura. Él poseía un gran parque que, según el narrador se asemejaba a un dragón y que “era como una joya, una esmeralda, que casi no se notaba en la llanura sin árbol” (p.57). En el fondo del parque, rodeándolo y protegiendo la casa, había una valla de lanzas. Alrededor de él había gramíneas, regalo de un extranjero a un antepasado de la familia. Ésas, anualmente, le enviaban una lluvia de vilanos. Dentro había muchos salones, una bodega, sótanos con cocinas abandonadas y cuartos que olían a madera de ley. En la parte más alejada había cámaras abandonadas con telarañas y murciélagos. Ese ambiente favorecía el tiempo de la reclusión de los niños, pues les proporcionaba el desarrollo de su mundo imaginario, a la vez que les propiciaba una consolidación a los vínculos familiares de amor y de odio, arquetipos de la naturaleza humana.  

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   En la mina de oro, trabajaban, bajo severa exploración, los hombres de una tribu de color, temidos por los señores de la casa, porque los creían “antropófagos”. Era esa la idea que de ellos los señores transmitían a sus niños. Esos hombres iban desnudos al caserón y llevaban oro o comida. La dualidad de color - el blanco de los señores y el oscuro de los aborígenes - pone en destaque la imagen arquetípica de la “criatura primitiva y sombría”, la personalización de ciertos contenidos arcaicos del lado secreto del hombre, que se desea ignorar y no se quiere admitir.
     En CC se halla el gran tema de Donoso: la desintegración del individuo, de la familia, núcleo social, y el derrumbamiento del sistema de valores y creencias. De ése el representante es Adriano, casado con Balbina Ventura, que, por ser considerado loco, vivirá alejado y preso en un lugar apartado. Los nativos, los antropófogos, simbólicamente, es el pueblo que abriga ideas comunistas. Esa era la idea que el poder quería difundir sobre ese régimen político. Las gramíneas representan lo extranjero dominador.  
     Los sucesos narrados y el espacio descrito son verosímiles dentro de la narrativa. A menudo un narrador o un personaje intentan separar el mundo de la ficción del mundo de la realidad, dentro de la técnica “mise-en-abîme”. El autor /narrador se hace presente en el relato haciendo comentarios sobre la trama o sobre la técnica narrativa que utiliza.   

     Para los propios personajes la situación parece ficción. Como testigo de esa afirmación cita-se, de las páginas iniciales de la novela, la respuesta que Mauro da a Melania: “En nuestra vida aquí, todo parece una ópera”  

    
Donoso, seguidor de la técnica cervantina de la ilusión: realidad/ficción o de la filosofía calderoniana de que el mundo es un teatro, una ficción, pone sus personajes en un constante ensayar, sea en el parque, en las salas o en la terraza. La representación se hace tan fuerte que a veces se confunden ellos propios con los personajes de la pieza que representan. Wenceslao, por ejemplo, dialoga con Melania con citas de la pieza que estaban ensayando. (p.16).  
    
Esa pieza, según Berenice, era una forma de fiscalizar a los hijos. El diálogo entre Celeste y Berenice, durante la excursión de los padres, que en la opinión de los hijos llevó días y en la de los padres llevó un día, aclara la atemporalidad de la narrativa. (p. 254)  

     En CC, la ceremonia de la iniciación a los misterios del dios antecede a la que podríamos decir purgación del héroe, que se da con la bajada del padre, médico, generoso, el día de sus cumpleaños, con su mujer, dos hijas y su hijo Wenceslao al subterráneo, pasando por lugares secretos y salas donde los nativos ocultaban sus máscaras primitivas, y la salida al campo, en una explanada con un riachuelo en dónde se bañaban los nativos desnudos, y culmina con el intento de sacrificar al propio hijo, pero lo sustituye por un cerdo, acompañado de ofrendas y frutas, en ello se parodia la Biblia, en el pasaje de Abrán e Isaac. [3]  
     La salida de los adultos para un paseo, cierto día, después de la primera mitad del verano, permite que los adolescentes se vuelvan señores de la Granja Marulanda, y descubran las posibilidades de los placeres y de la dominación sobre los menores. La ausencia de los mayores borra los límites de la orden establecida y otra escala pasa a vigorar.  

    
En la contra tapa, del libro en análisis, se explica que el relato “nos muestra los fantasmas de linterna mágica del deseo en los años jóvenes, la sorda ira tiránica del acceso al poder, los ceremoniales de la exploración y el fulgor del escape, la rebeldía y la aventura.  ¿Dónde? En el País de las Maravillas, o acaso en el País de nunca Jamás. O acaso hoy y aquí mismo”.  
     El espacio subterráneo y laberíntico de la CC nos proporciona elementos que apuntan el mundo del deseo inconsciente, en la adolescencia, y nos hace pensar en el mito del Minotauro, símbolo de la lucha espiritual contra la represión. El subterráneo es considerado símbolo del interior del cuerpo y vísceras, pasar por él (cavernas, corredores, puertas secretas y disfrazadas) es un retorno al cuerpo materno. [4] 

     En todas las culturas primitivas, las grutas y cuevas desempeñan un papel religioso muy importante. Bajar a una cueva, gruta o laberinto simboliza la muerte. Jung ve el laberinto como el inconsciente - el error y el alejamiento de la fuente de la vida. Su misión es defender el centro, defender la inmortalidad. Ejemplo de ello podemos encontrar en El Quijote, (2 parte cap. 23) cuando el héroe baja a la cueva de Montesino y allí ve a algunos héroes y heroínas  de las novelas de caballería desfigurados, lo que lo llevó a dudar si era sueño o realidad lo que había visto. 

     La casa exterior, erguida en un punto elevado de una llanura, presenta la dialéctica de la extensión y profundidad. Edificada, en el medio de un parque, circulado por rejas (hierro y término en puntas como unas lanzas), que le dan protección, no obstante ello le invade lo extranjero (los vilanos de las gramíneas) que ahogan y destruye la familia de los Ventura. El exterior de la casa representa el lado manifiesto del hombre, la máscara, y se contrapone a la parte interior, laberíntica, representante del mundo de los deseos. La orden que representa los contornos de la casa, producto del trabajo del hombre, que nos da la idea de la docilidad, de un ambiente pacífico, en la concepción de Northon Freye, el mundo apocalíptico, se opone a la libertad de la llanura. La inmersión en ella intensifica la manifestación onírica ofrecida por la casa y la meditación en la grandeza de la expansión del ser que la vida refrena. Desde la amplitud de la llanura, que inquieta y acelera el estado onírico, llegan los aborígenes a la casa, es decir, provienen los instintos salvajes, que subyugan y ahogan. La fusión de los espacios donde hay el dominio y dispersión, el equilibrio de la construcción y el desequilibrio de la naturaleza, representados por Apolo y Dionisio, acelera la demencia dionisíaca proporcionando el trágico fin de los Ventura. No obstante, hay una esperanza, para Marulanda, las costumbres tradicionales que pueden enseñar los que conocen a la región. Y es Wenceslao, personaje “emblemático”, (p. 372) quien dará la clave de lo de la antropofagia: ella es el poder; el gobierno, los extranjeros y la industria  (485). Y es él que proporciona al narrador  poner en destaque el escenario, colocarlo en interacción con los personajes al afirmar, describiendo el paisaje: “de rocas y valles y árboles que se prolonga hasta el horizonte, de donde, en proporción áurea, despega del cielo, bellísimo, emocionante, intangible” (...) “es el protagonista del cuadro” (p. 373).
     Con esa cita se hace el círculo que reafirma lo dicho que el espacio y los personajes son signo en la literatura hispanoamericana contemporánea.

REFERENCIAS:

BRANDÃO, Joanito de S. Mitología griega.  Petrópolis, Vozes, 1989, 2 v.  

DONOSO, José., Barcelona, Seix Barral, 1989. 498 p.  


[1] Ejemplo de ello, también, es Comala, creación de Juan Rulfo, representando México, o Macondo, creación de García Márquez, representando Colombia, o, a lo mejor, toda América.

[2] La nostalgia del  nacimiento es, por su vez, la nostalgia de la unidad. El Ser, expulso del Paraíso, condenado a la multiplicidad y a la muerte, encuentra, tan sólo, su unidad primera en el momento del amor. Cabe recordar aquí a los hombres esféricos de Platón que se buscaban desesperadamente y a Adán y Eva, expulsos de la presencia de Dios, que encuentran la unidad en Cristo crucificado.

[3] El primitivo sacrificio de un animal significa la inmolación de la naturaleza animal de la libido instintiva. Hay que poner atención a que, en los ritos del aprendizaje de cómo entrar en el territorio de los muertos, un joven pasaba por una serie de experiencias que lo llevaban al origen del ser, al retorno al útero materno (la busca del origen). Pero a la salida de la caverna, (laberinto), o prisión, el alma iniciada encontraba la luz, inteligencia, el conocimiento y pasaba para el mundo adulto. En CC esa luz no llega a una de las hijas del médico que, como una sacerdotisa, imitando al primitivo rito que presenció entre los nativos, sacrificó a su hermana, pero el furioso padre, el dios justiciero, horrorizado con el  fratricidio, la castiga matándola, otra parodia bíblica.  

4] Remontando a la época clásica, nos acordamos que Dédalo realizó el proyecto del Laberinto para el Minotauro, en la isla de Creta. Ese monstruo, medio toro, medio hombre, era hijo de la mujer de Minos, el rey de Creta, y de un toro bellísimo. Ariadna auxilió a Teseu a conseguir salir de allí, usando el artificio de un ovillo cuyo hilo ató en una de las extremidades en la parte de dentro de la salida. Junito Brandão explica que Teseu es el feto. Ariadna y el hilo, el cordón umbilical, que permite la salida para la luz y el laberinto sería el útero materno.

 

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