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Pecado por exceso: la novela total de Mario Vargas Llosa |
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Nome do Autor: Angélica Corvetto-Fernández |
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Palavras-chave: Vargas Llosa - novela total - Pantaleón y las visitadoras - La guerra del fin del mundo |
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Minicurrículo: Argentina, residente na Suécia. Professora de Letras. Universidad del Salvador Buenos Aires. Mestre em Ciencias de la Literatura (Litteraturvetenskapliga Institutionen) Universidad de Lund Magister en Español ( Romanska Institutionen- Spanska) Universidad de Lund . Doutoranda. Prêmio de ensaio ”El lenguaje del Amor en la poesía de San Juan de la Cruz”, Buenos Aires, 1993. Finalista do X Prêmio ”Ana María Matute” ed. Torremozas, Madri 1998. |
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Resumo: Pelo caráter amplo e extenso da obra de Vargas Llosa, torna-se difícil analisá-la em sua totalidade. Uma faceta que merece atenção por parte da crítica diz respeito a suas especulações sobre a natureza do romance. Este artigo retoma este avatar da produção de Vargas Llosa e pretende, mediante a análise de Pantaleón y las visitadoras e certos derivados até a La guerra del fin del mundo, apresentar uma série de questionamentos sobre seus alcances teóricos. |
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Resumen: Por lo amplia y extensa la obra de Vargas Llosa resulta difícil de abarcar. Una faceta que tal vez mereciera mayor atención por parte de la crítica la representan sus especulaciones acerca de la naturaleza del género novelístico. Es intención de este artículo el retomar este avatar de la producción vargaslloseana y plantearse mediante el análisis de Pantaleón y las visitadoras y ciertos derivados hacia La guerra del fin del mundo, una serie de interrogantes acerca de sus alcances teóricos. |
Resulta así de importancia crucial conocer, por ejemplo, cuál es su concepción acerca de la novela y la función social del novelista para mejor comprender el sentido real de determinadas estrategias narrativas y su verdadero alcance ideológico. La teoría de la novela de Vargas Llosa parte de un génesis mítico: la muerte de Dios a fines de la Edad Media a manos de la Razón. Como consecuencia inmediata de este deicidio originario, el orden de lo real se desintegra, con la consecuente confusión espiritual y el advenimiento del caos. La consiguiente desestructuración de la experiencia humana, exige entonces la emergencia de un orden sustitutivo, que reconstruya nuevamente el sentido fundante de la vida. 1 La
novela aparece aquí : “Objeto verbal que comunica la misma impresión
de pluralidad que lo real” 2 como un complemento de la
explicación racional, deficiente ésta a la hora de salvar el vacío
existencial que crea la elipsis de lo sagrado. Ofreciendo mundos ordenados,
descifrables y asimilados a la vivencia empírica la novela reinventa el
sentido a través de la representación re-cognocible. La creación
literaria se constituye así en mundo: “...es, como la realidad,
objetividad y subjetividad, acto y sueño, razón y maravilla.” 3
y su creador en sustituto o competidor de Dios.” En esto consiste el
‘realismo total’, la suplantación de Dios” 4. Esta tesis genético cosmológica deriva entonces en una concepción de la novela como globalidad. La novela totalizadora o total como él mismo la llama, pretende abarcar un mundo objetivo completo, una realidad que si bien es análoga a la de la época de la que emana, no es ni idéntica a ésta ni permutable con ella. Pues como resulta imposible captar toda la realidad, la tarea del escritor consistirá en cualificar su representación de tal modo que cree una ilusión convincente y autónoma. Arquitecturada en la pluralidad exaustiva de todos los niveles sociales y psicológicos de un mundo posible la novela dará cuenta del destino de los seres que la pueblan en términos de absoluto. Universo cerrado en el que lo social e individual se funden hasta integrarse y agotar en sí toda posibilidad de repetición. Donde cada parte reflejará en sí misma a la totalidad. Lo peculiar de los conceptos críticos de Vargas Llosa radica en que ante todo son fruto, más que de la reflexión teórica, de la experiencia concreta de la escritura. Yo
no he pretendido jamás una definición “científica” del novelista. He
trazado una Resulta entonces en especial interesante tratar de rastrear sobre la piel misma de la textualidad, las huellas de una concepción subyacente anterior a su propia manifestación.
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Elegimos
como materia prima para esta tarea la novela Pantaleón
y las visitadoras, entre otros
motivos, porque es una obra considerada por lo común como ligera, de menor
envergadura,
dentro
de la vasta producción del autor. Breve además y fácil por lo tanto de
abarcar para una mirada que intentara ser global. Si el ideal totalizante de
la novela se refleja en una obra de esta naturaleza, es más verosímil
entonces, que en sus obras más serias y extensas se cumpla con ese presupuesto. La
originalidad de Pantaleón y las
visitadoras, por otra parte, radica más que nada en su estructura no
convencional. De donde se ofrece la oportunidad de indagar la cuestión
acerca de si el proyecto de totalidad del autor excede los márgenes
contenidistas para contaminar con su ambición absolutista a la estructura
formal. La
forma del relato tradicional es reemplazada en esta novela por una especie
de collage expresivo, donde los
distintos discursos se yuxtaponen creando, a primera vista, un efecto caótico.
Es un esfuerzo técnico por presentar la realidad tal y como se nos
manifiesta en la vida cotidiana, donde las "historias" no se nos
dan ordenadas: con principio medio y fin, sino en forma fragmentaria, desde
distintas fuentes y a través de diferentes interpretaciones. Cabe
preguntarse entonces si la ruptura misma no constituye aquí un modo más de
dominio de la fragmentación en favor de un orden sutil, invisible a primera
vista y conformado como intrasistémico. Un orden que no es otro que el de
la voluntad de dominio del autor entendido como competencia exclusiva de la
escritura. Pues el caos, sin embargo, resulta del todo aparente. Una segunda lectura atenta descubre, debajo de los heterogéneos elementos de superficie, una muy bien organizada estructura. Desplegada en diálogos truncados, documentos, relatos oníricos, etc., se articula una cuidada estrategia textual que regula, hace avanzar y redondea al fin la fábula, convirténdola de este modo en historia coherente y discreta. Novela total ...en
la medida en que describe un mundo cerrado, desde su nacimiento hasta su
muerte y en todos los órdenes que lo componen – el individual y el
colectivo, el legendario y el histórico, el cotidiano y el mítico -, y por
su forma, ya que la escritura y la estructura tienen, como la materia que
cuaja en ellas, una naturaleza exclusiva, irrepetible y autosuficiente.
6 Toda
la trama está centrada en el personaje de Pantaleón. Con este punto
visceral como matriz unificadora y metodizadora, se regulan los materiales
que van surgiendo sucesivos, a medida que avanzamos por esa selva - la metáfora
la propone el mismo texto - que es la novela. Pantaleón
entra en la narración cuando se lo destina a Iquitos, allí comienza la
intriga. Y sale del relato cuando se lo expulsa de allí, que es cuando la
historia en realidad termina. Chinclayo y la puna constituyen tan sólo los
arcos de un paréntesis cuyo contenido es todo lo que ocurre en la Amazonia,
es decir, en la selva. Sobre
el plano espacial Iquitos es el corazón del relato, como Pantaleón lo es
desde el punto de vista estructural. De ese puerto parten las rutas aéreas
y los ríos que conectarán los distintos escenarios, como del protagonista
parten y en él concluyen todos los hilos que conforman el entramado de la acción. La
novela se divide en diez capítulos alternativos: a uno
de carácter dialogal sucede otro expositivo-narrativo, con excepción
de los capítulos 3 y 7 que conforman unidades discretas. Estos contienen
contienen la carta de Pocha el primero y el manuscrito de la emisión
de La Voz del Sinchi,el segundo. Por su configuración unitaria y
centralizada - tercer capítulo a partir del comienzo [3] y tercero contando
desde atrás [7] - poseen ambos
un efecto equilibrante. Como consecuencia de su presencia estabilizadora la narración se ralentiza, normalizándose según cánones más clásicos y recupera de este modo cierta linealidad frente a la extrema aceleración y discontinuidad a la que los diálogos y diferentes documentos oficiales en su mayoría,y no oficiales también, la someten con su precipitada acumulación. Esos dos capítulos son oasis textuales, momentos de calma enunciativa que permiten al lector atar cabos, recomponer esquemas y estabilizar el ritmo de la narración. Ambos terminan en espejo, con el relato de un sueño de Pantaleón.
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La
simetría es un elemento fundamental en la forma de esta novela. Así los
capítulos dialógicos se construyen generalmente con réplicas de distintos
diálogos simétricos, encabalgadas a veces, con lo que se consiguen
preguntas y respuestas paralelas de personajes que se hallan separados por
en el tiempo y el espacio. A veces estas réplicas funcionan como anacolutos
de un extenso diálogo que solo se produce a nivel formal, como cuando en el
último capítulo las visitadoras van contando el sacrificio del hermano
Francisco al mismo tiempo que se produce la punición del capitán Pantoja. El
paralelismo estructural se
muestra de este modo después del centralismo actncial, como el otro
elemento de construcción básico de la forma narrativa. Ambos son elementos
englobantes y de control de la
narratividad, le colocan límites e impiden que se desborde remitiéndola
otra vez a sí misma. Las
réplicas, por su parte, están atravesadas por acotaciones que no sólo
permiten identificar al hablante sino que además introducen toda una
descripción de las acciones de éste, mediante
expresiones verbales encadenadas, acompañadas de algunas pinceladas
de detalle complementarias. De esta manera queda un elemento descriptivo
altamente dinámico envuelto en la cápsula más o menos estática de la réplica. Los
documentos también se ordenan entre sí según el principio de simetría (
unos responden a otros) y paralelismo ( relatan un mismo episodio desde
distinto punto de vista). Pantaleón tanto actante como personaje, es la amplificación del epígrafe con que Vargas Llosa encabeza su novela. Es uno de esos hombres que, según Flaubert, no tienen otra misión que la de servir de intermediarios, puentes por los que simplemente se pasa y sigue adelante. Una especie de caricatura vacía, epítome ejemplar como lo son por lo demás, todos los personajes de esta obra a quienes es posible caracterizar con apenas unos pocos trazos distintivos: Pantaleón el burócrata militar, doña Leonor "la madre" castrante, Pocha "la mujer decente" cursi y vulgar, etc. Están luego también los personajes grupales: militares, prostibularios, curas, gente común y silvestre, todos actuando a reglamento, como se supone en cada caso que deben hacerlo. Todos quebrados entre lo real y lo aparente, entre cómo desean ser vistos y cómo lo son en verdad según lo sienten.
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El
único que unifica los dos niveles existenciales es Pantaleón; él
trata de vivir como realidad las apariencias. De ahí que él sea el gran
crucificado, el pelotudo
angelical sin que nadie llegue a entenderlo. Se constituye por sí mismo
en aporía de fuerzas que lo invaden, superan y desnudan en su precariedad
des-sujetivizada. Panta-león,
Pant-oja, Pan-Pan : Pan, dios de la naturaleza, de la totalidad, y de la
total inocencia, creador de Pantilandia, el super-burdel de la selva, la
disneylandia del sexo. Su
identidad, al carecer de una personal, es la del ejército. El ejército
como organización totalitaria y totalizante. Pantaleón
es un significante hueco que se nutre de significado según la misión que
se le encomiende. Así, su sexualidad fetichista e infantil (su fijación
obsesiva en la orejita) se desborda hasta el paroxismo cuando se le
encarga compaginar el S.V.G.P.F.A. La
razón de su fracaso es justamente su gran éxito. Y éste se debe en
relidad a su identificación con una maquinaria carente de contenido, en la
que, en cuerpo y alma, se enajena. A
Pantaleón le da lo mismo organizar una cosa que la otra: comida, ropa o
sexo; todo son suministros. Por eso nunca llega a entender las
contradicciones internas del ejército, su falta de coherencia y la
peligrosidad de su propia entrega. No olvidemos que la masacre de hermanos
del Arca es una amenaza constante en el relato y la pregunta queda siempre
pendiente ¿Cuál sería la actitud de Pantaleón frente a ella?. Plantear
este interrongante a nivel manifiesto sería transformar en drama la farsa y
exceder en consecuencia, los límites que en su propia especificidad, se
impone la novela. Pero que la cuestión no se formule en forma expresa, no
excluye una latencia temática muy consciente en Vargas Llosa. Al incluir
una experiencia salvacionista
que lejos de ser cómica, es por contraposición, trágica y sangrienta,
territorializa la diferencia, Construye así un interrogante que traspasará
las fronteras de lo dado, para objetivarse en el genotexto de una futura
novela . El
episodio del Hermano Francisco engendrará de este modo, intratextualmente,
ese gran friso trágico que representa La
guerra del fin del mundo. Por
mi parte no creo que Pantaleón y las
visitadoras sea una obra ligera. Opino más bien que es una forma
original de planteo de un problema que habrá de desarrollar luego en forma
más amplia y profunda. La ironía y el sarcasmo pueden provocar la risa
momentánea, pero frente al panorama histórico latinoamericano, tras un
momento de reflexión, éstas no resultan jamás intrascendentes. Hay una
dimensión trágica de la risa, descubrirlo es apenas una cuestión de
tiempo. Desde el punto de vista argumental el texto es cerrado y circular, termina exactamente de la misma forma en que empieza: con el translado de Pantaleón a la puna, como al principio lo había sido a la selva, y su entrega maniática a la nueva misión, cuyo símbolo es la "esclava" que trae como sedimento de su empresa anterior y que representa su total entrega. También la historia del Hermano Francisco, paralela a la de Pantaleón, culmina del mismo modo en que comienza: crucificado ritualmente en Leticia (alegría), crucificado y muerto en Indiana. Estructuralmente comienzo y fin es el llamado de Pocha a Pantaleón, que lo despierta. Una profecía de ésta en el primer capítulo refuerza la simetría retrospectiva circularidad de la escena: "…peor hubiera sido la puna ¿no?.” Nos encontramos así ante un mundo completo, cerrado y total del que nada se escapa y al que nada se agrega. Una sociedad representada en su cultura, sus fantasmas, sus aparentes grandezas y su cotidianas miserias, donde lo psicológico y lo social se integran. Casi más que total, totalitaria por su necesaria circularidad autosuficiente. ¿Es este el modelo novelístico que el Vargas Llosa teórico promueve?
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Sin
embargo desde la perspectiva del lector es ésta una obra en apariencia
abierta, en la que éste debe ir armando el relato a través de pistas,
indicios y sugerencias. Y deducir por propia iniciativa las preguntas que tácitamente
se le plantean, para luego encontrar también por sí mismo las posibles
respuestas. En qué medida ellas subyacen ya dadas, ocultas en la forma
misma de lectura irónica y detectivesca que el texto le ofrece. Y por lo
tanto, hasta dónde el texto es realmente abierto, es una cuestión que
exigiriá un estudio mucho más extenso que el presente. Bástenos
preguntarnos por el momento acerca de las junturas del relato. Allí donde
la sutura del discurso emerge – las pegatinas que mantienen unido
el collage y le dan su carácter de una integridad más allá de la suma de
sus partes- que es donde el sentido debiera aligerarse, volverse, en cierto
modo lejano e inasible para garantizar con sus descorporalización la
polisemia imprescindible a la libertad del lector.¿Hasta qué punto no es
aquí en cambio dónde, por obra y gracia del recurso a la sátira la
intencionalidad del autor que quiere borrar
sus huellas se densifica? ¿ No es acaso ese sondeo del lenguaje
convencional, juego entre niveles
retórico y objetivo, la refundación de la retórica en una nueva
codificación? Y esta recodificación ¿ no implica ella misma un
congelamiento del sentido en una dirección ya de antemano, previa al acto
-presumido libre- de la lectura, determinada? ¿ Se asume realmente una
diferencia entre el lenguaje y lo real para crear así la verdadera condición
de posibilidad del acto libre? O, la diferencia no es nada más que entre
dos lenguajes que afirman ser la realidad? Vargas
Llosa parece basar la libertad del lector en la dialéctica implícito/ explícito: La
diferencia con Brecht es que en Flaubert la ideología es implícita a la
ficción (...) La estrategia de creación falubertiana introduce siempre un
principio relativizador, una ambiguedad
de interpretación, por el hecho de excluir de la obra de arte todo
mensaje explícito.
7 Y
nosotros nos preguntmos si esta reflexión no implica la ingenuidad de creer
que lo que no se ve no existe. De todos modos vislumbramos aquí la
peligrosa trampa de no adjudicar a lo no-dicho el mismo estatus semántico
de lo articulado. Por experiencia conocemos (y
Vargas Llosa también lo sabe pues juega muy habilmente en su creación
con el recurso a lo omitido o sobreentendido) el valor cohercitivo que el
silencio que subyace o escande a la palabra puede adquirir. Los riesgos de
una falsa democracia del sentido, librado éste simplemente a su mayor o
menor inmediatez, nos resultan demasiado evidentes como para no preguntarnos
si la novela total en
definitiva no está proyectada como una sofisticada trampa que incluye al
lector mismo en su concepto de totalidad. Hasta
que este interrogante no quede despejado será imposible pronunciarse con
certeza acerca de los alcances ideológicos que la propuesta vargalloseana
envuelve. De
las relaciones que Pantaleón y las
visitadoras con su desborde de sentido crea en dirección a
La guerra del fin del mundo
me interesaría , a los fines del
análisis, resaltar lo que yo llamaría el tópico mesiánico. Èste engloba
las dos corrientes temáticas que tipifican. en ambas obras la realización
concreta del concepto de novela
total: una vertiente militar y otra religiosa. El
militarismo es mesiánico tanto en el personaje de
Pantaleón, como en el del general Moreira César de La guerra del fin del mundo. En el primero está encarado desde una
perspectiva de salvación individual; él es lo que el ejército le hace
ser, de otro modo su mera existencia no tendría sentido. El segundo amplía
esa perspectiva de identificación personal implícita, con el concepto histórico
de la República Dictatorial sustentado como proyecto de redención social.
Para ambos personajes fuera del ejército no hay salvación posible. Salvación
en un sentido tan escatológico como el que la religión ofrece, pues los
dos entregan a la institución militar todo su ser: identidad, familia, vida
y honra. Cada uno se identifica con uno de los dos pilares abstractos de la
ideología castrense: disciplina y poder. Para Pantaleón la disciplina,
entendida como obediencia, es absoluta y total; para Moreira César el poder
debe serlo también. En
cuanto al mesianismo religioso es en las dos obras escatológico y
milenarista. Tanto en el Arca como en Canudos se espera el fin del mundo, ya
sea como diluvio en la selva o como Hargamedóm en el sertao: por el agua o
por el fuego el fin es inminente y la penitencia necesaria. Pero si en el
caso del Hermano Francisco, el suyo es un
finalismo crístico y sacrificial (de la sangre y la cruz) el del
Consejero es más bien ascético y militante ( el sufrimiento santifica y
también lo hace la guerra santa). Ambos
pervierten la religión oficial, cuyos representates los rechazan, y
construyen a su vez sistemas litúrgicos paracatólicos o paracristianos
residuales (el Hermano Francisco bendice con la fórmula espúrea "…del
Hijo que está en la cruz." Y
los seguidores del Consejero con la forma alterada del saludo monástico:
"Alabado sea el Buen Jesús Consejero"). Mientras el
primero responde al modelo del Jesús evangélico, el segundo semejaría más
bien a Juan el Bautista por su tono profético, su formalismo religioso y su
belicosidad apocalíptica. El modo en que ambos profetas reciben la muerte refleja tambien el modelo bíblico: crucificado por propia voluntad uno; decapitado post-morten el otro.
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Quizás
sea interesante analizar otro paralelo entre las dos novelas, el que
representan los personajes femeninos. Ambos textos están poblados por
mujeres violadas, abusadas, explotadas, apenas presentes y sin ninguna
subjetividad propia. Las
mujeres aparecen como simples objetos que los hombres manipulan, traen y
llevan sin que ellas mismas tengan nada que hacer o decir al respecto; sino
que de una forma u otra se pliegan dóciles a su deseo. Conformes, vacías,
aceptan ser siempre la eterna ofrenda. Aún cuando Pocha parece rebelarse y
abandonar a Pantaleón por propia iniciativa, ésta no es más que una
maniobra para recuperar su posición de objeto privilegiado; en ningun
momento aspira a ser sujeto de su actuar sino que éste está subordinado
siempre al campo semántico del deseo del hombre. Los varones por su parte, tienen deseos, pasiones, destino; las mujeres apenas presencia. Jurema el personaje femenino más trabajado en este contexto es apenas un objeto potencial de los hombres que la rodean, cuando por fin rechaza a Pajeú lo hace solo para inmediatamente entregarse a otro personaje aún más esperpéntico que el anterior. A su modo es tan vacía de identidad frente a los hombres como Pantaleón lo es ante el ejército.
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Cada
uno a su manera constituyen ambos desechos sociales.El carácter de producto
residual es más evidente en las mujeres (las prostitutas por ejemplo) pero
alcanza al hombre también cuando éste se encuentra en una situación de
subalternidad o marginación del poder, como es el caso de Pantaleón. La
diferencia consiste en que para el personaje masculino es casi siempre
posible encontrar un espacio de poder viable aunque sea restringido y se
trate nada más que, por ejemplo, el poder sobre la mujer. Su acceso a la
subjetividad queda de tal modo en cierto sentido garantizado. La mujer en
cambio se define indefectiblemente a partir de su posición y funcionalidad
respecto al hombre (madre,
esposa, amante, puta) y su accesibilidad al poder es igual a cero. No solo
no lo ejercen, ni siquiera aspiran a él, el poder está completamente fuera
de su horizonte existencial. Cuando el poder se da en las relaciones de mujeres entre sí
aparece siempre referido al hombre, de un modo u otro solo en nombre de la
masculinidad es posible hacer uso del poder. El
aspecto residual no representa tan solo una colateralidad de la sociedad que
se intenta analogizar, es decir, convertir en texto. Por el contrario
constituye el elemento estructural básico de construcción de la novela.
Como dijéramos en un principio Pantaleón
y las visitadoras está construída
como un collage de elementos de deshecho recuperados sistemáticamente hasta constituír
un conjunto significante determinado, una totalidad. Este
proceso implica una doble articulación en el seno de la producción
textual. Ya que el residuo es en sí mismo una constructio
fictiosa, exige
una primera elaboración de basura en tanto basura, es decir, un vacío de
significación textual como producto de sobra, un fuera de contexto.
Para luego en un segundo momento ser asumida por la superficie manifiesta,
recuperar así contextualidad y por lo tanto acceder a un segundo
significado. Todo
el procedimiento implica al final un plus en la significación ya que cada
elemento incorporado termina significando dos veces. Una paradigmáticamente,
al ser remitido a su calidad de vestigio o resto de una totalidad ajena o
perdida (el diario al que el artículo pertenece, las actas o documentos de
los que resta un algo de lo que fuera el todo, la conversación de la que se
sustrae un fragmento, etc,) y otra
en cuanto a su posición en el sintagma al que se incorpora, en el que se
reabsorbe y al que a su vez retroalimenta. Esa
tendencia a la plusvalía significativa presenta dos consecuencias
inmediatas. La primera es el desborde temático hacia La
guerra del fin del mundo;
la segunda es la concretización con creces del proyecto de novela
totalizadora a la que Vargas
Llosa refiere en su discurso teórico. Pantaleón
y las visitadoras en
cuanto ficción, es la reinvención de una sociedad a partir de su exceso de
significación, una especie de máquina recicladora de materiales que se
recompone a sí misma a partir de sus propios vacíos significantes. Es como
si en su estrategia totalizadora el autor ya no se conformara con la
descripcion de un universo psico-social, en lo que él mismo define como “
ese
enjambre de verdades y mentiras confundidas, cúmulo de observaciones e
invenciones8
“,
y en su afán de control absoluto sobre su mundo ficticio nos entregara
junto con la expresión manifiesta y consciente de esa sociedad,
también la in-scripción residual de su inconsciente. Porque ¿no es acaso
en el mundo empírico de nuestra realidad lo que desechamos, la basura, lo
ab-yecto, el territorio semiótico del inconsciente? Bibliografía: Vargas
Llosa, Mario: Pantaleón
y las visitadoras,
Barcelona, Seix Barral, 1993. La
guerra del fin del mundo, Notas: 1.
Cano Gaviria, Ricardo: El buitre y el fénix. Conversaciones con Mario
Vargas Llosa. Barcelona, Anagrama, 1972
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Sobre o autor: |
Angélica Corvetto-Fernández |
E-mail: fercor@gamma.telenordia.se |
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Sobre o texto: Texto inserido na revista Hispanista no 10 |
Informações bibliográficas: CORVETTO-FERNÁNDEZ, Angélica. Pecado por exceso: la novela total de Mario Vargas Llosa. In: Hispanista, n. 10. [Internet] http://www.hispanista.com.br/revista/artigo83.htm |
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