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       Pecado por exceso: la novela total de Mario Vargas Llosa  | 
  
| Nombre del Autor: Angélica Corvetto-Fernández | ||
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       Palabras clave: Vargas Llosa - novela total - Pantaleón y las visitadoras - La guerra del fin del mundo  | 
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       Minicurrículo: Argentina, residente en Suecia. Profesora en Letras. Universidad del Salvador Buenos Aires. Magister en Ciencias de la Literatura (Litteraturvetenskapliga Institutionen) Universidad de Lund Magister en Español ( Romanska Institutionen- Spanska) Universidad de Lund . Doctorante. Premio de ensayo ”El lenguaje del Amor en la poesía de San Juan de la Cruz”, Buenos Aires, 1993. Finalista del X Premio ”Ana María Matute” ed. Torremozas, Madrid 1998.  | 
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       Resumo: Pelo caráter amplo e extenso da obra de Vargas Llosa, torna-se difícil analisá-la em sua totalidade. Uma faceta que merece atenção por parte da crítica diz respeito a suas especulações sobre a natureza do romance. Este artigo retoma este avatar da produção de Vargas Llosa e pretende, mediante a análise de Pantaleón y las visitadoras e certos derivados até a La guerra del fin del mundo, apresentar uma série de questionamentos sobre seus alcances teóricos.  | 
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       Resumen: Por lo amplia y extensa la obra de Vargas Llosa resulta difícil de abarcar. Una faceta que tal vez mereciera mayor atención por parte de la crítica la representan sus especulaciones acerca de la naturaleza del género novelístico. Es intención de este artículo el retomar este avatar de la producción vargaslloseana y plantearse mediante el análisis de Pantaleón y las visitadoras y ciertos derivados hacia La guerra del fin del mundo, una serie de interrogantes acerca de sus alcances teóricos.  | 
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 Resulta así de importancia crucial conocer, por ejemplo, cuál es su concepción acerca de la novela y la función social del novelista para mejor comprender el sentido real de determinadas estrategias narrativas y su verdadero alcance ideológico. La teoría de la novela de Vargas Llosa parte de un génesis mítico: la muerte de Dios a fines de la Edad Media a manos de la Razón. Como consecuencia inmediata de este deicidio originario, el orden de lo real se desintegra, con la consecuente confusión espiritual y el advenimiento del caos. La consiguiente desestructuración de la experiencia humana, exige entonces la emergencia de un orden sustitutivo, que reconstruya nuevamente el sentido fundante de la vida. 1 La
    novela aparece aquí : “Objeto verbal que comunica la misma impresión
    de pluralidad que lo real” 2 como un complemento de la
    explicación racional, deficiente ésta a la hora de salvar el vacío
    existencial que crea la elipsis de lo sagrado. Ofreciendo mundos ordenados,
    descifrables y asimilados a la vivencia empírica la novela reinventa el
    sentido a través de la representación re-cognocible. La creación
    literaria se constituye así en mundo: “...es, como la realidad,
    objetividad y subjetividad, acto y sueño, razón y maravilla.” 3
    y su creador en sustituto o competidor de Dios.” En esto consiste el
    ‘realismo total’, la suplantación de Dios” 4. Esta tesis genético cosmológica deriva entonces en una concepción de la novela como globalidad. La novela totalizadora o total como él mismo la llama, pretende abarcar un mundo objetivo completo, una realidad que si bien es análoga a la de la época de la que emana, no es ni idéntica a ésta ni permutable con ella. Pues como resulta imposible captar toda la realidad, la tarea del escritor consistirá en cualificar su representación de tal modo que cree una ilusión convincente y autónoma. Arquitecturada en la pluralidad exaustiva de todos los niveles sociales y psicológicos de un mundo posible la novela dará cuenta del destino de los seres que la pueblan en términos de absoluto. Universo cerrado en el que lo social e individual se funden hasta integrarse y agotar en sí toda posibilidad de repetición. Donde cada parte reflejará en sí misma a la totalidad. Lo peculiar de los conceptos críticos de Vargas Llosa radica en que ante todo son fruto, más que de la reflexión teórica, de la experiencia concreta de la escritura. Yo
    no he pretendido jamás una definición “científica” del novelista. He
    trazado una Resulta entonces en especial interesante tratar de rastrear sobre la piel misma de la textualidad, las huellas de una concepción subyacente anterior a su propia manifestación. 
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     Elegimos
    como materia prima para esta tarea la novela Pantaleón
    y las visitadoras, entre otros
    motivos, porque es una obra considerada por lo común como ligera, de menor
    envergadura,
     dentro
    de la vasta producción del autor. Breve además y fácil por lo tanto de
    abarcar para una mirada que intentara ser global. Si el ideal totalizante de
    la novela se refleja en una obra de esta naturaleza, es más verosímil
    entonces, que en sus obras más serias y extensas se cumpla con ese presupuesto. La
    originalidad de Pantaleón y las
    visitadoras, por otra parte, radica más que nada en su estructura no
    convencional. De donde se ofrece la oportunidad de indagar la cuestión
    acerca de si el proyecto de totalidad del autor excede los márgenes
    contenidistas para contaminar con su ambición absolutista a la estructura
    formal.  La
    forma del relato tradicional es reemplazada en esta novela por una especie
    de collage expresivo, donde los
    distintos discursos se yuxtaponen creando, a primera vista, un efecto caótico.
    Es un esfuerzo técnico por presentar la realidad tal y como se nos
    manifiesta en la vida cotidiana, donde las "historias" no se nos
    dan ordenadas: con principio medio y fin, sino en forma fragmentaria, desde
    distintas fuentes y a través de diferentes interpretaciones. Cabe
    preguntarse entonces si la ruptura misma no constituye aquí un modo más de
    dominio de la fragmentación en favor de un orden sutil, invisible a primera
    vista y conformado como intrasistémico. Un orden que no es otro que el de
    la voluntad de dominio del autor entendido como competencia exclusiva de la
    escritura. Pues el caos, sin embargo, resulta del todo aparente. Una segunda lectura atenta descubre, debajo de los heterogéneos elementos de superficie, una muy bien organizada estructura. Desplegada en diálogos truncados, documentos, relatos oníricos, etc., se articula una cuidada estrategia textual que regula, hace avanzar y redondea al fin la fábula, convirténdola de este modo en historia coherente y discreta. Novela total ...en
    la medida en que describe un mundo cerrado, desde su nacimiento hasta su
    muerte y en todos los órdenes que lo componen – el individual y el
    colectivo, el legendario y el histórico, el cotidiano y el mítico -, y por
    su forma, ya que la escritura y la estructura tienen, como la materia que
    cuaja en ellas, una naturaleza exclusiva, irrepetible y autosuficiente.
    6 Toda
    la trama está centrada en el personaje de Pantaleón. Con este punto
    visceral como matriz unificadora y metodizadora, se regulan los materiales
    que van surgiendo sucesivos, a medida que avanzamos por esa selva - la metáfora
    la propone el mismo texto - que es la novela.  Pantaleón
    entra en la narración cuando se lo destina a Iquitos, allí comienza la
    intriga. Y sale del relato cuando se lo expulsa de allí, que es cuando la
    historia en realidad termina. Chinclayo y la puna constituyen tan sólo los
    arcos de un paréntesis cuyo contenido es todo lo que ocurre en la Amazonia,
    es decir, en la selva.  Sobre
    el plano espacial Iquitos es el corazón del relato, como Pantaleón lo es
    desde el punto de vista estructural. De ese puerto parten las rutas aéreas
    y los ríos que conectarán los distintos escenarios, como del protagonista
    parten y en él concluyen todos los hilos que conforman el entramado  de la acción. La
    novela se divide en diez capítulos alternativos: a uno 
    de carácter dialogal sucede otro expositivo-narrativo, con excepción
    de los capítulos 3 y 7 que conforman unidades discretas. Estos contienen
    contienen la carta de Pocha el primero y el manuscrito de la emisión 
    de La Voz del Sinchi,el segundo. Por su configuración unitaria y
    centralizada - tercer capítulo a partir del comienzo [3] y tercero contando
    desde atrás [7] -  poseen ambos
    un efecto equilibrante.  Como consecuencia de su presencia estabilizadora la narración se ralentiza, normalizándose según cánones más clásicos y recupera de este modo cierta linealidad frente a la extrema aceleración y discontinuidad a la que los diálogos y diferentes documentos oficiales en su mayoría,y no oficiales también, la someten con su precipitada acumulación. Esos dos capítulos son oasis textuales, momentos de calma enunciativa que permiten al lector atar cabos, recomponer esquemas y estabilizar el ritmo de la narración. Ambos terminan en espejo, con el relato de un sueño de Pantaleón. 
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     La
    simetría es un elemento fundamental en la forma de esta novela. Así los
    capítulos dialógicos se construyen generalmente con réplicas de distintos
    diálogos simétricos, encabalgadas a veces, con lo que se consiguen
    preguntas y respuestas paralelas de personajes que se hallan separados por
    en el tiempo y el espacio. A veces estas réplicas funcionan como anacolutos
    de un extenso diálogo que solo se produce a nivel formal, como cuando en el
    último capítulo las visitadoras van contando el sacrificio del hermano
    Francisco al mismo tiempo que se produce la punición del capitán Pantoja.  El
    paralelismo estructural  se
    muestra de este modo después del centralismo actncial, como el otro
    elemento de construcción básico de la forma narrativa. Ambos son elementos
    englobantes  y de control de la
    narratividad, le colocan límites e impiden que se desborde remitiéndola
    otra vez a sí misma. Las
    réplicas, por su parte, están atravesadas por acotaciones que no sólo
    permiten identificar al hablante sino que además introducen toda una
    descripción de las acciones de éste, mediante 
    expresiones verbales encadenadas, acompañadas de algunas pinceladas
    de detalle complementarias. De esta manera queda un elemento descriptivo
    altamente dinámico envuelto en la cápsula más o menos estática de la réplica. Los
    documentos también se ordenan entre sí según el principio de simetría (
    unos responden a otros) y paralelismo ( relatan un mismo episodio desde
    distinto punto de vista). Pantaleón tanto actante como personaje, es la amplificación del epígrafe con que Vargas Llosa encabeza su novela. Es uno de esos hombres que, según Flaubert, no tienen otra misión que la de servir de intermediarios, puentes por los que simplemente se pasa y sigue adelante. Una especie de caricatura vacía, epítome ejemplar como lo son por lo demás, todos los personajes de esta obra a quienes es posible caracterizar con apenas unos pocos trazos distintivos: Pantaleón el burócrata militar, doña Leonor "la madre" castrante, Pocha "la mujer decente" cursi y vulgar, etc. Están luego también los personajes grupales: militares, prostibularios, curas, gente común y silvestre, todos actuando a reglamento, como se supone en cada caso que deben hacerlo. Todos quebrados entre lo real y lo aparente, entre cómo desean ser vistos y cómo lo son en verdad según lo sienten. 
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     El 
    único que unifica los dos niveles existenciales es Pantaleón; él
    trata de vivir como realidad las apariencias. De ahí que él sea el gran
    crucificado, el  pelotudo
    angelical sin que nadie llegue a entenderlo. Se constituye por sí mismo
    en aporía de fuerzas que lo invaden, superan y desnudan en su precariedad
    des-sujetivizada. Panta-león,
    Pant-oja, Pan-Pan : Pan, dios de la naturaleza, de la totalidad, y de la
    total inocencia, creador de Pantilandia, el super-burdel de la selva, la
    disneylandia del sexo. Su
    identidad, al carecer de una personal, es la del ejército. El ejército
    como organización totalitaria y totalizante.  Pantaleón
    es un significante hueco que se nutre de significado según la misión que
    se le encomiende. Así, su sexualidad fetichista e infantil (su fijación
    obsesiva en la orejita) se desborda hasta el paroxismo cuando se le
    encarga compaginar el S.V.G.P.F.A.  La
    razón de su fracaso es justamente su gran éxito. Y éste se debe en
    relidad a su identificación con una maquinaria carente de contenido, en la
    que, en cuerpo y alma, se enajena.  A
    Pantaleón le da lo mismo organizar una cosa que la otra: comida, ropa o
    sexo; todo son suministros. Por eso nunca llega a entender las
    contradicciones internas del ejército, su falta de coherencia y la
    peligrosidad de su propia entrega. No olvidemos que la masacre de hermanos
    del Arca es una amenaza constante en el relato y la pregunta queda siempre
    pendiente ¿Cuál sería la actitud de Pantaleón frente a ella?.  Plantear
    este interrongante a nivel manifiesto sería transformar en drama la farsa y
    exceder en consecuencia, los límites que en su propia especificidad, se
    impone la novela. Pero que la cuestión no se formule en forma expresa, no
    excluye una latencia temática muy consciente en Vargas Llosa. Al incluir
    una experiencia  salvacionista
    que lejos de ser cómica, es por contraposición, trágica y sangrienta,
    territorializa la diferencia, Construye así un interrogante que traspasará
    las fronteras de lo dado, para objetivarse en el genotexto de una futura
    novela . El
    episodio del Hermano Francisco engendrará de este modo, intratextualmente,
    ese gran friso trágico que representa  La
    guerra del fin del mundo. Por
    mi parte no creo que Pantaleón y las
    visitadoras sea una obra ligera. Opino más bien que es una forma
    original de planteo de un problema que habrá de desarrollar luego en forma
    más amplia y profunda. La ironía y el sarcasmo pueden provocar la risa
    momentánea, pero frente al panorama histórico latinoamericano, tras un
    momento de reflexión, éstas no resultan jamás intrascendentes. Hay una
    dimensión trágica de la risa, descubrirlo es apenas una cuestión de
    tiempo. Desde el punto de vista argumental el texto es cerrado y circular, termina exactamente de la misma forma en que empieza: con el translado de Pantaleón a la puna, como al principio lo había sido a la selva, y su entrega maniática a la nueva misión, cuyo símbolo es la "esclava" que trae como sedimento de su empresa anterior y que representa su total entrega. También la historia del Hermano Francisco, paralela a la de Pantaleón, culmina del mismo modo en que comienza: crucificado ritualmente en Leticia (alegría), crucificado y muerto en Indiana. Estructuralmente comienzo y fin es el llamado de Pocha a Pantaleón, que lo despierta. Una profecía de ésta en el primer capítulo refuerza la simetría retrospectiva circularidad de la escena: "…peor hubiera sido la puna ¿no?.” Nos encontramos así ante un mundo completo, cerrado y total del que nada se escapa y al que nada se agrega. Una sociedad representada en su cultura, sus fantasmas, sus aparentes grandezas y su cotidianas miserias, donde lo psicológico y lo social se integran. Casi más que total, totalitaria por su necesaria circularidad autosuficiente. ¿Es este el modelo novelístico que el Vargas Llosa teórico promueve? 
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     Sin
    embargo desde la perspectiva del lector es ésta una obra en apariencia
    abierta, en la que éste debe ir armando el relato a través de pistas,
    indicios y sugerencias. Y deducir por propia iniciativa las preguntas que tácitamente
    se le plantean, para luego encontrar también por sí mismo las posibles
    respuestas. En qué medida ellas subyacen ya dadas, ocultas en la forma
    misma de lectura irónica y detectivesca que el texto le ofrece. Y por lo
    tanto, hasta dónde el texto es realmente abierto, es una cuestión que
    exigiriá un estudio mucho más extenso que el presente. Bástenos
    preguntarnos por el momento acerca de las junturas del relato. Allí donde
    la sutura del discurso emerge – las pegatinas que mantienen unido
    el collage y le dan su carácter de una integridad más allá de la suma de
    sus partes- que es donde el sentido debiera aligerarse, volverse, en cierto
    modo lejano e inasible para garantizar con sus descorporalización la
    polisemia imprescindible a la libertad del lector.¿Hasta qué punto no es
    aquí en cambio dónde, por obra y gracia del recurso a la sátira la
    intencionalidad del autor que quiere  borrar
    sus huellas se densifica? ¿ No es acaso ese sondeo del lenguaje
    convencional, juego entre  niveles
    retórico y objetivo, la refundación de la retórica en una nueva
    codificación? Y esta recodificación ¿ no implica ella misma un
    congelamiento del sentido en una dirección ya de antemano, previa al acto
    -presumido libre- de la lectura, determinada? ¿ Se asume realmente una
    diferencia entre el lenguaje y lo real para crear así la verdadera condición
    de posibilidad del acto libre? O, la diferencia no es nada más que entre
    dos lenguajes que afirman ser la realidad?  Vargas
    Llosa parece basar la libertad del lector en la dialéctica implícito/ explícito: La
    diferencia con Brecht es que en Flaubert la ideología es implícita a la
    ficción (...) La estrategia de creación falubertiana introduce siempre un
    principio relativizador, una ambiguedad 
    de interpretación, por el hecho de excluir de la obra de arte todo
    mensaje explícito.
    7 Y
    nosotros nos preguntmos si esta reflexión no implica la ingenuidad de creer
    que lo que no se ve no existe. De todos modos vislumbramos aquí la
    peligrosa trampa de no adjudicar a lo no-dicho el mismo estatus semántico
    de lo articulado. Por experiencia conocemos (y 
    Vargas Llosa también lo sabe pues juega muy habilmente en su creación
    con el recurso a lo omitido o sobreentendido) el valor cohercitivo que el
    silencio que subyace o escande a la palabra puede adquirir. Los riesgos de
    una falsa democracia del sentido, librado éste simplemente a su mayor o
    menor inmediatez, nos resultan demasiado evidentes como para no preguntarnos
    si la  novela total en
    definitiva no está proyectada como una sofisticada trampa que incluye al
    lector mismo en su concepto de totalidad. Hasta
    que este interrogante no quede despejado será imposible pronunciarse con
    certeza acerca de los alcances ideológicos que la propuesta vargalloseana
    envuelve.  De
    las relaciones que Pantaleón y las
    visitadoras con su desborde de sentido crea en dirección a 
    La guerra del fin del mundo
    me interesaría , a los fines del
    análisis, resaltar lo que yo llamaría el tópico mesiánico. Èste engloba
    las dos corrientes temáticas que tipifican. en ambas obras la realización
    concreta del  concepto de novela
    total: una vertiente militar y otra religiosa. El
    militarismo es mesiánico tanto en el personaje de 
    Pantaleón, como en el del general Moreira César de La guerra del fin del mundo. En el primero está encarado desde una
    perspectiva de salvación individual; él es lo que el ejército le hace
    ser, de otro modo su mera existencia no tendría sentido. El segundo amplía
    esa perspectiva de identificación personal implícita, con el concepto histórico
    de la República Dictatorial sustentado como proyecto de redención social.
    Para ambos personajes fuera del ejército no hay salvación posible.  Salvación
    en un sentido tan escatológico como el que la religión ofrece, pues los
    dos entregan a la institución militar todo su ser: identidad, familia, vida
    y honra. Cada uno se identifica con uno de los dos pilares abstractos de la
    ideología castrense: disciplina y poder. Para Pantaleón la disciplina,
    entendida como obediencia, es absoluta y total; para Moreira César el poder
    debe serlo también. En
    cuanto al mesianismo religioso es en las dos obras escatológico y
    milenarista. Tanto en el Arca como en Canudos se espera el fin del mundo, ya
    sea como diluvio en la selva o como Hargamedóm en el sertao: por el agua o
    por el fuego el fin es inminente y la penitencia necesaria. Pero si en el
    caso del Hermano Francisco, el suyo es un 
    finalismo crístico y sacrificial (de la sangre y la cruz) el del
    Consejero es más bien ascético y militante ( el sufrimiento santifica y
    también lo hace la guerra santa).  Ambos
    pervierten la religión oficial, cuyos representates los rechazan, y
    construyen a su vez sistemas litúrgicos paracatólicos o paracristianos
    residuales (el Hermano Francisco bendice con la fórmula espúrea "…del
    Hijo que está en la cruz."  Y
    los seguidores del Consejero con la forma alterada del saludo monástico:
    "Alabado sea el Buen Jesús Consejero"). Mientras el
    primero responde al modelo del Jesús evangélico, el segundo semejaría más
    bien a Juan el Bautista por su tono profético, su formalismo religioso y su
    belicosidad apocalíptica. El modo en que ambos profetas reciben la muerte refleja tambien el modelo bíblico: crucificado por propia voluntad uno; decapitado post-morten el otro. 
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     Quizás
    sea interesante analizar otro paralelo entre las dos novelas, el que
    representan los personajes femeninos. Ambos textos están poblados por
    mujeres violadas, abusadas, explotadas, apenas presentes y sin ninguna
    subjetividad propia.  Las
    mujeres aparecen como simples objetos que los hombres manipulan, traen y
    llevan sin que ellas mismas tengan nada que hacer o decir al respecto; sino
    que de una forma u otra se pliegan dóciles a su deseo. Conformes, vacías,
    aceptan ser siempre la eterna ofrenda. Aún cuando Pocha parece rebelarse y
    abandonar a Pantaleón por propia iniciativa, ésta no es más que una
    maniobra para recuperar su posición de objeto privilegiado; en ningun
    momento aspira a ser sujeto de su actuar sino que éste está subordinado
    siempre al campo semántico del deseo del hombre. Los varones por su parte, tienen deseos, pasiones, destino; las mujeres apenas presencia. Jurema el personaje femenino más trabajado en este contexto es apenas un objeto potencial de los hombres que la rodean, cuando por fin rechaza a Pajeú lo hace solo para inmediatamente entregarse a otro personaje aún más esperpéntico que el anterior. A su modo es tan vacía de identidad frente a los hombres como Pantaleón lo es ante el ejército. 
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     Cada
    uno a su manera constituyen ambos desechos sociales.El carácter de producto
    residual es más evidente en las mujeres (las prostitutas por ejemplo) pero
    alcanza al hombre también cuando éste se encuentra en una situación de
    subalternidad o marginación del poder, como es el caso de Pantaleón. La
    diferencia consiste en que para el personaje masculino es casi siempre
    posible encontrar un espacio de poder viable aunque sea restringido y se
    trate nada más que, por ejemplo, el poder sobre la mujer. Su acceso a la
    subjetividad queda de tal modo en cierto sentido garantizado. La mujer en
    cambio se define indefectiblemente a partir de su posición y funcionalidad
    respecto  al hombre (madre,
    esposa, amante, puta) y su accesibilidad al poder es igual a cero. No solo
    no lo ejercen, ni siquiera aspiran a él, el poder está completamente fuera
    de su horizonte existencial.  Cuando el poder se da en las relaciones de mujeres entre sí
    aparece siempre referido al hombre, de un modo u otro solo en nombre de la
    masculinidad es posible hacer uso del poder. El
    aspecto residual no representa tan solo una colateralidad de la sociedad que
    se intenta analogizar, es decir, convertir en texto. Por el contrario
    constituye el elemento estructural básico de construcción de la novela.
    Como dijéramos en un principio Pantaleón
    y las visitadoras está construída
    como un collage de elementos de deshecho recuperados sistemáticamente hasta constituír
    un conjunto significante determinado, una totalidad.  Este
    proceso implica una doble articulación en el seno de la producción
    textual. Ya que el residuo es en sí mismo una constructio
    fictiosa, exige
    una primera elaboración de basura en tanto basura, es decir, un vacío de
    significación textual como producto de sobra, un  fuera de contexto.
    Para luego en un segundo momento ser asumida por la superficie manifiesta,
    recuperar así contextualidad y por lo tanto acceder a un segundo
    significado. Todo
    el procedimiento implica al final un plus en la significación ya que cada
    elemento incorporado termina significando dos veces. Una paradigmáticamente,
    al ser remitido a su calidad de vestigio o resto de una totalidad ajena o
    perdida (el diario al que el artículo pertenece, las actas o documentos de
    los que resta un algo de lo que fuera el todo, la conversación de la que se
    sustrae un fragmento, etc,) y  otra
    en cuanto a su posición en el sintagma al que se incorpora, en el que se
    reabsorbe y al que a su vez  retroalimenta. Esa
    tendencia a la plusvalía significativa presenta dos consecuencias
    inmediatas. La primera es el desborde temático hacia La
    guerra del fin del mundo;
    la segunda es la concretización con creces del proyecto de novela
    totalizadora  a la que Vargas
    Llosa refiere en su discurso teórico. Pantaleón
    y las visitadoras  en
    cuanto ficción, es la reinvención de una sociedad a partir de su exceso de
    significación, una especie de máquina recicladora de materiales que se
    recompone a sí misma a partir de sus propios vacíos significantes. Es como
    si en su estrategia totalizadora el autor ya no se conformara con la
    descripcion de un universo psico-social, en lo que él mismo define como “
    ese
    enjambre de verdades y mentiras confundidas, cúmulo de observaciones e
    invenciones8
    “,
    y en su afán de control absoluto sobre su mundo ficticio nos entregara 
    junto con la expresión manifiesta y consciente de esa sociedad,
    también la in-scripción residual de su inconsciente. Porque ¿no es acaso
    en el mundo empírico de nuestra realidad lo que desechamos, la basura, lo
    ab-yecto, el territorio semiótico del inconsciente? Bibliografía: Vargas
    Llosa, Mario: Pantaleón
    y las visitadoras,
    Barcelona, Seix Barral, 1993. La
    guerra del fin del mundo,  Notas: 1.
    Cano Gaviria, Ricardo: El buitre y el fénix. Conversaciones con Mario
    Vargas Llosa. Barcelona, Anagrama, 1972  
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| Sobre el autor: | 
| Angélica Corvetto-Fernández | 
| E-mail: fercor@gamma.telenordia.se | 
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| Sobre el texto: Texto insertado en la revista Hispanista no 10  | 
  
| Informaciones
      bibliográficas: CORVETTO-FERNÁNDEZ, Angélica. Pecado por exceso: la novela total de Mario Vargas Llosa. In: Hispanista, n. 10. [Internet] http://www.hispanista.com.br/revista/artigo83esp.htm  | 
  
| H0ME |