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MUTACIÓN DICURSIVA  EN LAS CIENCIAS SOCIALES CHILENAS. Lecturas de un texto de  Francisco Gallardo

  Nome do Autor: Miguel Alvarado Borgoño[1]

miguel.alvarado@ucv.cl

Palavras-chave: Literatura - antropologia - gêneros híbridos

Minicurrículo:  Professor universitário e ensaista. Antropólogo social pela Universidad de Chile y mestre em Ciências Sociais pela Università Gregoriana di Roma, Doutor em Ciências Humanas pela Universidad Austral de Chile. Docente de pós-graduação em diversas universidades do país, Diretor de  Carrera de Antropología e diretor do Departamento de Ciências Sociais da Universidad Católica de Temuco. Dirigiu a Revista de Ciências Humanas "Soñando el Sur". Publicou dois livros sobre o  sincretismo latino-americano e artigos sobre discurso científico social, literatura, antropologia e estudos culturais em revistas nacionais latino-americanas e européias. Acadêmico da Universidad Católica de Valparaíso.

Resumo: Neste artigo falaremos sobre o surgimento, nos últimos 25 anos, no Chile, de um tipo textual original bastante desconhecido para os circuitos acadêmicos que representa um desafio do ponto de vista de  sua  classificação  e análise; denominamos o conjunto destes textos como "antropologia poética". Nosso intento é colocar nosso questionamento tipológico no tema pontual do "gênero" no qual seria possível localizar estas obras. A hipótese do presente artigo consistirá em afirmar que o conjunto de obras composto pela  "antropologia poética chilena" consiste basicamente em um tipo distinto de produção textual, iniciadora de um novo gênero discursivo. Com esta finalidade se analisa uma obra representativa desta corrente, o livro do chileno Francisco Gallardo "Antropología. Cruzando a través de", obra que expressa, de maneira especialmente nítida, a originalidade da Antropologia Poética Chilena.

Resumen: En este artículo daremos cuenta del surgimiento en los últimos 25 años en Chile de un tipo textual original bastante desconocido para los circuitos académicos que representa un desafío desde el punto de vista de su clasificación y análisis; denominamos al conjunto de estos textos como "antropología poética". Nuestro intento de ubicar nuestra interrogante tipológica en el tema puntual del "género" en el cual sería posible ubicar a estas obras. La hipótesis del presente artículo consistirá en afirmar que el conjunto de obras compuesto por la "antropología poética chilena" consiste básicamente en un tipo distinto de producción textual, iniciadora de un nuevo género discursivo. Con este fin se analiza una obra representativa de esta corriente, el libro del chileno Francisco Gallardo "Antropología. Cruzando a través de", obra que expresa de manera especialmente nítida la originalidad de la Antropología Poética Chilena.

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INTRODUCCIÓN
 

Durante las últimas dos décadas hemos visto aparecer en nuestro país textos originales, disímiles y en algunos casos desconcertantes, surgidos desde campos como el científico y el literario. Poseen ellos  caracteres heterogéneos y son sus contextos de formación espacios culturales como el periodismo, la etnoliteratura, la literatura etnocultural, la poesía experimental, etc. En este artículo daremos cuenta del surgimiento de  un tipo textual  original bastante desconocido para los circuitos académico - literarios y que representan un desafío desde el punto de vista de su clasificación y análisis, lo cual nos permite pensar en el desarrollo de una mutación discursiva en un sector específico de la ciencia social chilena, estos es el de la antropología experimental de orientación más postmodernista. Realizaremos esto desde la aplicación de un modelo de lectura de un texto puntual; el libro “Antropología. Cruzando a través”.  Fondo Matta, Santiago, 1995  del chileno Francisco Gallardo, tanto por la representatividad de este, como también en manera de ensayar un modelo de análisis para el conjunto de obras que le son similares dentro del corpus del tipo específico de texto del que aquí daremos cuenta, esto es  la “Antropología  Poética   Chilena” (en adelante APCH), según denominación de la propia metalengua presente en estos textos. 

El plano fundamental de análisis en que nos ubicaremos para dar cuenta de esta textualidad “antropológico  poética” es el del plano tipológico, ello en tanto el desafío de estos textos esta justamente en su clasificación, ya que desde una primera lectura resultan ambiguos, si intentamos clasificarlos en términos de lo que Bajtín entendía como “género discursivo” (Bajtín, 1998). Son todos ellos escritos  por profesionales del área de la antropología y la arqueología, y recurren a procedimientos textuales muy próximos a los usados por la literatura. Ello en tanto en esta APCH   se reúne  textos donde las textualidades científica y literaria creativamente se ven unidas. Así, la APCH, representada por la obra de antropólogos chilenos como Juan Carlos Olivares, Pedro Mege, Yuri Jeria, Francisco Gallardo, Claudio Mercado,   Daniel Quiroz, Andrés Recasens, Sonia Montecino, Carlos Piña, Ivonne Valenzuela, Alfredo Gaona, entre otros, se nos presenta como un territorio lleno de posibilidades e interrogantes para el estudio interdisciplinario de textos. 

Nuestro  modelo de análisis se centrará en cinco categorías conceptuales proveniente del aporte de distintas fuentes teóricas:

i. Interpretante en tanto código de lectura (Eco, 1995)  entendido este como el modelo mental desde el cual definiremos nuestro análisis.
ii. Expresiones metalingüísiticas asumidas como el conjunto de valores desde el  cual el autor va definiendo  texto (Mignolo, 1978).
iii. Intertextualidad (Genette, 1972) asumida esta como la presencia de un texto en otro texto
v. Campo literario como ámbito social de producción de un tipo textual específico (Bourdieu, 1998).
    v. Lector de autor y lector modelo asumidos como estrategias narrativas, las cuales se define en el texto (Eco, 1995).
vi. Niveles maroestructural y superestructural (van Dijk, 1989) como distinción entre los temáticas presentes en los enunciados que constituyen el texto y los tipos de enunciados presentes. 

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LA AUTORREFERENCIALIDAD COMO CLAVE PARA LA DESCRIPCIÓN

El texto de Gallardo  posee cuatro capítulos  y cada uno tiene una identidad autónoma, aunque vemos de todas formas que una cierta lógica los une, esta lógica interna es la de la autorreferencia como eje de la reflexión respecto de las ciencias sociales y de la sociedad, permitiéndonos también este eje  organizar la descripción panorámica del libro, considerando que autor textual autor empírico y narrador se funden en la figura de Francisco Gallardo. 

El primer capítulo se titula ”Hacer Antropología”, es aquí donde esta la fuerza teórica del texto y por lo mismo, donde sus expresiones metalingüísticas se hacen más evidentes. Resulta un capítulo difícil de entender para un no iniciado (en la antropología como disciplina científica) y se trata de un diálogo quebrado y altisonante con el pensamiento postmoderno, desde una denuncia respecto de la inhumanidad de la muerte del sujeto y por ello de la muerte del autor, por tanto es una reivindicación potente del sujeto desde la propia autoafirmación en su condición de voz   y de autor esencial de su texto”

...la empresa postmoderna en antropología desea emancipar al texto del poder, limpiar la culpa de una disciplina que ha usurpado la voz   del otro. Crear obras polifónicas, multivocales, dialógicas. Poner atención al testimonio del otro e involucrar su voz   en el negocio de la traductibilidad. Tomarlo como interlocutor y “democratizar” el texto etnográfico en u intento por disolver al autor al punto de hacerlo irreconocible”(Gallardo, 1995: 35) 

El autor parte desde una “auto confesión”, se trata de una definición del trabajo antropológico y por ende de la antropología. “Egocéntricos, ventrílocuos y confesos”, es la manera como el autor define la práctica antropológica y en mucha medida su propio actuar en el oficio, en este sentido Gallardo presta  atención y pone en evodencia la constante sensación de intrusidad que le embarga en la práctica etnográfica (como descripción de la diversidad cultural), la constante sensación de ser ajeno al lugar y al contexto, por su propia voluntad o deseo, pero ajeno e invasivo. Desde este capítulo inicial es el autor del texto como personaje quien domina la escena,  y este personaje se identifica con el autor empírico Fancisco Gallardo, es la subjetividad del “yo” en el texto la que constantemente asoma su cabeza entre las líneas del relato antropológico. Se trata de un “ventrílocuo” porque, como el mismo texto confiesa, por medio del trabajo etnográfico se toma la voz   de los otros pero reproducida  siempre desde sí mismo, el autor textual antropológico se apropia del discurso ajeno para hacerlo propio y  Francisco Gallardo  no se autoengaña sobre estas características inalienables del quehacer antropológico, la confesión de Gallardo  lleva implícita la idea de pecado, de transgresión de intromisión, el lector  del capítulo operará como una fuerza redentora de la esclavitud de su pecado un confesor benigno que perdona frente al arrepentimiento sincero. 

El segundo capítulo   se titula “Diarios de Campo”, desde  la apelación metalingüística a Keruac[2] el texto se concentra en la descripción etnográfica particularmente de la diversidad étnica y  de opción sexual en el contexto mexicano. Los diarios de campo han sido siempre parte de la tradición textual de la ciencia antropológica,  Malinowski, el maestro de la práctica en terreno, ha dado un ejemplo póstumo de cómo siempre después del diario antropológico científico, se encuentra una “Confesión de ignorancia y fracaso[3]” donde el paralelismo y la contradicción entre el texto científico de corte positivista y el discurso íntimo de un hombre en “tierra extraña” dejen en evidencia el principio de objetividad básico para el trabajo de campo clásico.  

En este segundo capítulo Francisco Gallardo  como escritor - antropólogo se expresa plenamente consciente de que el trabajo de campo es siempre un viaje hacia el cual nos dirigimos pero al cual no siempre llegamos,  a veces el ”otro” está demasiado lejos del “nosotros” y por mucho que se trate de alcanzar siempre se  escurre, plantea y demuestra que  el valor del trabajo de campo es el constante viaje desde ese  “nosotros mismos” y hacia nosotros mismos, con la mirada fija en los otros. Es el viaje el que necesita ser registrado pero para  especialmente para el propio etnógrafo-escritor.  

El tercer capítulo    titulado ”Apuntes y Borradores” es el más experimental en el plano textual propiamente tal, pasa desde los poemas de Metro /sueño, hacia la descripción de la prostitución en Santiago hasta llegar a una invocación a la figura del escritos peruano José María  Arguedas. Se trata de textos por momentos confusos, pero en su metalengua se anuncia este carácter experimental, que se nos anuncia como una demostración de los derroteros de este ”creacionismo antropológico” parafraseando a Huidobro, indicando caminos, no recorriéndolos hasta el final, pero sí señalando posibilidades expresivas y por ello abriéndoce a distintos tipos de experimentos en su texto etnográfico. La aventura se expresa en este plano, directamente en un tipo de experimento textual, lírico y caótico, que asumimos como texto de vertiente antropológica nada más que por un asunto de pragmática textual. La riqueza creativa del texto  queda de manifiesta en éste capítulo. Toma la fuerza de la metáfora en la  poesía para crear ciencia antropología. 

Por último se nos presenta un capítulo   titulado ”Monografías”, no son conclusiones en sí mismas, sino más bien la evocación de dos fenómenos culturales: las letras de Jorge González del grupo  Los Prisioneros  y la obra del documentalista John Downey, no obstante, ambas son formas de aquello que podríamos denominar como ”etnografía del texto”, texto escrito y cantado en el caso de la poesía rokhera de González y texto audiovisual en el caso de Downey, donde nuestro antropólogo convierte al texto escrito y cantado en su “campo” de trabajo. 

Como podemos ver la primera impresión que genera este libro es el de la radicalización de la autorreferencia, con lo cual conscientemente el autor radicaliza la autorrefrencialidad propia del discurso científico antropológico mismo, no obstante, este texto no se agota allí. Las categorías conceptuales antes detalladas al aplicarse, nos dicen mucho más respecto del texto mismo y de su contexto. Una dimensión llamativa de este texto es su fuerte analogización de carácter estético, asociada a espacios nuevos  como el del ámbito audiovisual. Más que interdisciplina,  nos vemos situados frente a un nuevo modo de asumir  la posibilidad de un acceso antropológico literario al tema de la diversidad, las secuencias fílmicas se nos proponen como caminos de interpretación, asumiendo a la cinta como el vínculo entre el antropólogo y la alteridad. En  este contexto  el cineasta Juan Downey se nos muestra como una suerte de chaman que orienta el camino trazado por Keruac, particularmente en una mirada iniciática  desde la confianza en la posibilidad del encuentro intercultural, el héroe es iniciado por Downey en un tipo de experiencia de desarraigo, para lo cual todo su valor es necesario.   

 

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Resalta de esta parte  final de su texto la confesión de la eterna presencia del guía; del inspirador; del compañero de viaje, de aquel que fue y volvió.  Gallardo  encontró  en Downey al compañero de viaje por medio del trabajo visual y artístico, en él encuentra, la humildad de la que, asegura Gallardo, carecen  muchas veces los científicos y académicos, asumiendo la posibilidad del conocimiento como algo que no se encuentra necesariamente en él, sino que pertenece al ”otro”.”... El no se ha excluido del evento de conocimiento y, por tanto, no se eleva a portavoz   de una cultura que no es la suya”(Gallardo: 1994, 103). Y es a este idea a la que quiere apelar Gallardo,  generar un registro antropológico tiene que ver con la posibilidad de generar algo que permita” ...no extraviarse completamente, como la libreta de apuntes que acompaña al etnógrafo en sus desplazamientos lejos en la cultura.” (Gallardo ,1995: 104). 

Desde lo ya expuesto, podemos apreciar en el texto un tono intimista literario, que va hacia la realidad sociocultural de manera autorreferida,  no obstante, sigue siendo un texto antropológico visto de una manera panorámica, es en el plano de sus estrategias textuales donde los matices y su propia hibridez son identificables. El libro sin duda, en una dimensión a lo menos, es un texto antropológico,  si asumimos que la antropología puede definirse en términos mismos como la expresión del contacto entre el “yo” y los otros y pasa, para ser realmente antropología,  por este nivel etnográfico, empírico y abstracto al mimo tiempo, donde se relata la experiencia directa e isomórfica con la diversidad, las macroestructuras tradicionales son respetadas, es decir los grandes temas científico antropológicos quedan intactos, son su tipos textuales los que innovan.  

Es así como en este libro se puede encontrar diversos tipos de discursos como recursos  estructurales que permiten el logro de los objetivos  del autor modelo, esto es damostrar una posición o metalengua respecto del texto antropológico e ilustrar esta posición por medio de  antecedentes etnográficos, que van desde registros de campo ordenados como estrofas,  que adquieren la forma de poemas con una temática  antropológica escritos respecto del Metro de Santiago, como también experiencias de etnografías del texto respecto de una cancion de un grupo  musical chileno "Los Prisioneros",  la observación semi participativa de la diversidad sexual en un pueblo mexicano o la actividad de la guerrillera zapatista. Estas formas superestructurales (van Dijk, 1989)  son basicamente cinco: 

-          La data etnográfica obtenida de primera fuente en una observación semi participativa, resalta una tipo de textualidad claramente identificable y que se reitera en los capítulos "Diarios de campo"  y  "Apuntes y borradores"

... Los niños son llevados adelante y uno a uno son entregados al apóstol guerrero que espera en su caballo con la espada afilada sobre el piso de piedras volcánicas fueron aplastados suavemente con las andas del santo. Juro que vi sus pequeños perderse en la obscuridad(Gallardo, 1995: 43-44).  

Pero como vemos  este texto tiene fuertes reminicencias respecto del cuento "La noche boca arriva" de Julio Cortazar, con lo cual el relato de la experiencia etnográfica no es en lo más mínimo la introducción de ”verdad” en una textualidad que tenga un propósito descriptivo, por el contario, en cada texto etnográfico  vemos claramente la aparición de la narración literaria, bajo un aforma intertextual, pero que no obtante, lo inunda todo.”... Entre cruces desvencijadas a contraluz” (Gallardo, 1995: 54). 

            Se trata justamente no de relatar la realidad como ebvidencia irrevatible, sino de seducir  por la metáfora y la ficción, translocando la realidad, subvirtiéndola y desde esa subversión escencial hacérnosla creible.”...  Regresar al origen. Aunque no para reproducirlo sino más bien para reinventarlo"(Gallardo :1995, 51), con un recurso a  herramientas literarias como la personificación.”... La simiente indígena contiene la simiente del holocausto. El desierto no puede ser esclavizado. Ya estuvo antes. Primero fue el oro blanco y luego el rojo con su historia de desolación.(Gallardo, 1995: 54). 

            Este tipo de narración, entre onírica y fantástica, se realiza paralelamente con la entrega de datos concretos, datos que podrían hacernos cometer la inegnuidad de creer que estamos frente a un texto objetivo.”... Nos enteramos de que el ejército mexicano fue detenido en este lugar"(Gallardo, 1995: 65). Mas, es justamente esta ruptura esencial de los límites  entre realidad y ficción un recurso que,  más que apoyar el argumento teórico, resulta en una suerte de ironía respecto de la supoción de objetividad en el relato etnográfico, una descripción que pudiese tomar la forma de un relato medianamente realista, rapidamente es decubierta en su irrealidad, más como una catarsis onírica que como un relato de algo "realmente sucedido"... 

 Sus fluidos volvieron a transpirar entre mis dedos. Por unos instantes sentí la humedad de su cuerpo confundida con la mía y la esparcí sobre estas palabras, para dejar en estas páginas algo de su ser. Como una flor aplastada entre las hojas de un libro. Así quedo ella, esperando el sueño del día anterior entre dos luces y remolinos cruzando la carretera. (Gallardo:1995, 55). 

            Con esto, el texto  rompe con la lógica  emnanada de la ciancia tradicional de que a la elucubración teórica   se debe paralelamente anteponer el antecedente  empírico, ojalá obtenido de primera mano, desde el ”estar allí” malinowskiano[4].  Es la esperiencia vital la que se transforma etnografía, más que  dedicarse la vida a la labor etnográfica, un viaje al poblado nortino de  Toconce expresamente planteado para hacer trabajo de campo, pero también un viaje en el metro de Santiago o el escuchar un canción, son antecedentes  empíricos , que poseen un orden propio, no  son realidad externa al autor, son vivencias que ocuuren en su interior y que se reordenan según una suceción cuya lógica es autónoma, es la lógica de la propia  antoropología  poética  ... 

 La causalidad me empujó entonces a internarme en la imagen de la selva y el Alto Amazonas. Buscaba una respuesta que también era una esperanza. Fue en la humedad del barro – donde los caimanes guardan el fuego entre sus fauces – que encontré alivio para mi insospechada angustia. Volví al origen con sólo mirar el horizonte" (Gallardo, 1995: 104).

 

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           La expriencia vital es expresada desde una tremenda angustia exitencial y ella tenciona el relato, dando  pie a la espectación del lector, que a las alturas de algunas páginas ya no espera un relato lineal ni en lo  semántico, ni en lo propiamente narrativo. El autor nos muestra por una parte su experiencia desde el momento en que surge la angustia previa al contacto, hasta la experiencia misma del contacto, el viaje, etc. En este sentido su experiencia en  Toconce, con la cual parte su relato, da pie para una reflexión previa en torno a lo que el mismo superpone a la experiencia del contacto en Colon. Si viaje y su experiencia es procesada acudiendo a múltiples recursos literarios.”... Me refiero a un tipo muy particular de experiencia antropológica que convoca el goce de la aventura dionisíaca y que se resuelve/multiplica en un doble placer: el hacer y el representar"(Gallardo, 1995: 105).

- Como segundo tipo de superestructura textual presente en este libro  constatamos la experiencia de un tipo de análisis antropológico de textos que toma a nuestros ojos la forma de una etnografía del texto, donde lo escrito o visto toma el lugar que la observación empírica tendría en la etnografía tradicional.

            El caso más sintomático de este tipo textul es el análisis de canciones de Jorge González vocalista y letrista del grupo Los Prisioneros, así, opina de una canción de album Corazones Rotos ...  El sentimiento se torna sentido se condena al silencio y la inexistencia"(Gallardo, 1995: 93). No obstante, ella no es la única expersión de análisis textual, Gallardo  intenta someter a este análisis a textos  de autores como Bronislaw  Malinowski o  Margaret Mead, en tanto.”...  Los diarios son ahora mi fascinación porque su construcción es el resultado de una fuerza incontrolable, compulsiva e inexplicable. Nunca podemos estar seguros de cual será su destino"(Gallardo, 1995: 105),  e incluso  utiliza un esquema similar en el análisis, cometario de videos de John Downey.”...

En sus creaciones electrónicas. Downey se sometió a la dura experiencia cognitiva del desarraigo, del desplazamiento cultural. Empujó sus creencias hasta las fronteras de la certidumbre para estimular al espectador a caer dentro de sí mismo, para incitarlo al re-conocimiento y la introspección"(Gallardo :1995, 100).

- Un tercer tipo de recurso superestructural lo cosntituye la toma de  lugar respecto de la voz   de los actores, ello es un recurso que resulta novedoso, ya que no se trata mayormente como en otras obras de la  APCH del rescate de etnocategorías y de discursos de los actores que se intertextualizan, cosa que sí ocurre como es el caso de los travesti mexicanos y los guerrilleros zapatista.”... Lucharemos hasta la muerte".(Gallardo, 1995: 65),  en esos contextos su voz   es apenas un susurro, donde toma un carácter verdaderamente  totalizante es en aquellos momentos de la narración donde  la voz   del narrador es  reemplazada por la voz   de actores, más bien prototípicos, que reperesentan personajes, de cuya voz   se apropia Gallardo  para convertirse en su ventrílocuo, así como un pequeño ejemplo, se nos presenta esta voz   de mujer , con letras cursiovas, interrupiendo el relato del narrador  en el sub capítulo   "Ellas lo hacen mejor demadrugada... Aún ni es de noche. debo seguir oculta. bajo el sol no tengo oprtunidades. Soy víctima de una cospiración. me miro en el espejo roto y veo mi rotro trizado"(Gallardo :1995, 71). Este recurso, más que correponder a un camino narrativo se nos presenta como un tipo textual cuyo objetivo es dar fuerza al argumento, reforzar la metalengua y de esta manera  dar un "cable a tierra" a  lo afirmado, sobte todo respecto de la fragmentación, pero  la radical diferencia es que  se proprciona un cable a tierra desde un recurso narrativo que ralla en el género fantástico, con lo cual el argumento más que operar desde lo racional intenta  afianzarse en el plano de la seducción del texto.

            Como cuarto tipo superestructural presente en el libro, podemos mencionar a la reflexión teórica, el argumento teórico resulta un tipo textual por sí mismo, ya que,  de los libros publicados por el Fondo Matta, vemos a este texto como aquel que hace una reflexión teórica más de peso, más substancial, pero no debemos confundirnos, no estamos frente a un texto de teóría antropológica. Quizás, la escencia del tipo de discurso presente en el libro, cuyo objetivo es convencer y seducir respecto de la propuesta metalingüística planetada, sea  todo aquello plantedo respecto del "espíritu de lo dionisiaco" con fuertes reminisencias interetextuales tanto de Nietszche como de Ruth Benedict[5], en lo quer respecta a lo diosnisiaco como estadio cultural más cercano al ser quer al sentido, ello expresado siempre con un tipo de argumentación cargada de analogías estético literarias.”...  Artaud describió las rocas de México como rostros invocando el gesto” (Gallardo, 1995: 49).

            Lo dionisiaco, a nivel del tipo textual teórico,   es el modelo ordenador, no sólo del argumento, sino del tipo discursivo con el cual desde la urgencia y la fuerza expresiva se avasalla con la propuesta, y ello interviene en el texto entrando y saliendo cada vez que  la expsición  lo requeira, sobre todo a nivel teórico.”... me refiero a un tipo muy particular de experiencia antropológica que convoca el goce de la aventura dionisíaca y que se resuelve/multiplica en un doble placer: el hacer y el representar” (Gallardo, 1995: 105).

- Como quinto y último tipo textual quer podemos reconocer nos  referiremos a la autorreferencia, ella  ronda a cada uno de los tipos textuales anteriores, justamente respecto de ello mismo, casi cómica nos parece la frace .”... Tanta educación se transformó en locura"(Gallardo, 1995: 48), pero ella es fundamental como expresión de un tipo textual presente en este libro  de manera preponderante, ello es la profunda autorrefrencia que cada  párrafo posee, un egocentrismo sin egolatría,  el ”yo rotundo” se ve reafirmado, la educación que se "vuelve locura", como temibles libros de caballería, es la adquisición de categorías que más que acumular verdades hicieron cuestionar las que se pudiera haber traído, por ello este texto es parte de esa locura, como expresión de un tipo de cuestionamineto donde el autor modelo  autorrefiere los avatares de la sociedad occidental y los desarrolos de la  antropología a nivel nacional e internacional.

            Lo anterior define la mirada antropológico poética, que pasa a ser una mirada situada, pero no desde un contexto, sino una lectura egocentrica que se sitúa desde el yo para mirar antropologicamente, como lo indica el curioso y demostrativo subtítulo  de un capítulo   del libro.”...  Nos as para seguir de cerca de ciertas obsesiones mías vistas en las cintas de Juan Downey” (Gallardo, 1995: 101).  

 

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            Es por este egocentrismo que la revindicación del autor se nos transforma, cuando desarrollamos una lectura detallada, en un tipo textual recurrente, donde la presencia del yo es la revindicación del  autor , señalándose implicitamente una identidad escencial entre autor  empírico  y autor textual, ello se nos peresenta, como decimos, no solamente como un argumento sino como un tipo textual.

”... Existe un imperativo cultural que nos empuja a “introducir a los otros a en nuestras obras”, que nos conmina a crear superficies de contacto. Y esto ocurre porque la modernidad y postmodernidad se han empeñado (ayer y hoy) en acortar brutalmente las distancias que nos separaban” (Gallardo , 1995: 39)

Destacados ya los elementos superestructurales, que, desde una profunda utorreferencialidad, le dan un sello extra antropológico al texto, podemos describir brevemente su perfil metalingüístico, como modo de  presentarlo no solamente en su identidad  antropológica o literaria, sino en este plano donde su hibridez se nos presenta más clara.

Este texto de Francisco Gallardo,  posee la metalengua más potente de la APCH, aunque contradictorio en ocasiones, renuncia a la etnoficción[6] para adentrarse por los caminos de la autocontemplación, con toda la honestidad que le permite su formación arqueológica, he aquí  un intento serio de situarse desde una crítica de la postmodernidad y al mismo tiempo de asumir la elementos de la condición postmoderna, tales como la fragmentación, vista como irrenunciable, en una búsqueda  que justifica la autorreferencia desde una búsqueda  del ser, una búsqueda  que va al mundo para internalizarlo y sólo lo convierte en texto antropológico cuando lo considera verdaderamente mascullado, de forma que en este texto toda voz   es una voz   interna y todo diálogo es  la polifonía de una melodía interior, por momentos amarga, en  otros irónica, pero siempre interna al hablante.

Teniendo ya una visión de conjunto respecto de los capítulos dispares que lo componen, vemos como fuentes distintas se acrisolan en la ruta común: el viaje como estrategia y como tema, la experiencia de la diversidad, una fuerte crítica a la etnografía tradicional,  una crítica ambigua  respecto del postmodernismo, como intentando aislar la mirada una especie de “encausamiento de lobo estepario” donde el nihilismo es criticado y simultáneamente predicado, para nosotros todo ello no es más que el experimento de un nuevo tipo de ensayo antropológico con un tremendo nivel de autonomía respecto de la tradición el modo de mostrar y demostrar sus argumentos, al cual la  APCH da cabida.

Cuesta encontrar un texto en la APCH donde la intertextualidad tenga tan poca importancia, es esta autonomÍa concetrada en el autor lo que hace que todas la fuentes interetextualessean situadas en un mismo plano, el de materIas primas  que serán luego procesadas y ordenadas aleatoriamente por el autor.

En párrafos anteriores detallabamos los recursos superestructurales de esta obra, ellos corresponden en mucha medida a la forma en que  distintas experiencias; escuchar un canción, visitar un país, hacer etnografía, soñar, sentir placer o desagrado  frente a un paisaje dado,  se transforman para el autor en un afuente  que se reordena: Aparecen sistematicamente de manera intertextual las voces de actores y la del propio antropólogo, se cita a clásicos de la diciplina como Morgan, Tylor, Malinowski o Mead, a pensadores como Boudillard Fukuyama, Foucault, Barthes y Boudillard, a especialistas en  literatura como Alegría,etc. pero estas citas eruditas son puestas en un mismo nivel que las fuentes de la experiancia primaria, y ello por quer se nos  aclara desde la metalengua  que al fin y al cabo todas son realidades con el mismo satatus epistémico para Gallardo, son fuentes experienciales, a nivel sensible, intelectual, racional o emotivo, que como retazos luego son juntadas, y es en esta mezcla de las fuentes intertextuales donde esta la originalidad del texto y la puesta en práctica de la metalengua, el ”yo radical” que radicaliza la autoría se nos sitúa como el supremo hacedor, que hace del acto de combinar textos un acto de creación  bello, desde un criterio de belleza cuya armonía intenta superar los valores de la estética occidental,  y para ello no le queda más que profundizar este yo en la escritura. Pero justamente aquí vemos una contradicción, acaso el uso del recurso intertextual reordenado desde un yo profundo no reafirma  y evidencia las claves del horizonte cultural del autor  ¿ y con ello más que renunciar a su cultura el autor se sumerge en ella?  supongamos que lo que se intenta es una hermenéutica cultural que se sumerge en el self para dar paso al intento de comprención de la alteridad, supongamos esto de otra forma  la pregunta anterior no tiene respuesta, y nos  asalta la pregunta ¿cómo se escribe desde un yo transcultural?  

 

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LA HEROICIDAD COMO CODIGO DE LECTURA

Asumida la autorreferencia del discurso y sus límites, donde personaje principal, autor empírico y autor modelo se funden, proponemos como clave para leer e interpretar más profundamente este texto la visión de Susan Sontag del.”... antropólogo como héroe”(Sontag: 1996, 159) categoría que nos ubica en un aspecto fundamental  de los textos de la antropología chilena de los últimos 15 años, con ello podremos responder a las preguntas que se suscitan en cualesquier observador medianamente externo este nuevo modo de asumir la antropología como un “modo de vida”. Así, Sontag nos aporta un modelo mental para la lectura que nos es de utilidad. Asumido desde el uso instrumental de este modelo, podemos ver como  el libro trata de sumarse a un tipo específico de textos de  la reciente producción antropológica chilena no solamente como expresión de una manera particular de asumir la praxis científica, sino  como manera de interpretar un conjunto de experiencias vitales que exceden el plano de la etnografía o del ejercicio más o menos intenso de una profesión,  se trata de un conjunto de textos para los cuales la labor etnográfica se convierte en la experiencia vital cotidiana.

El hilo que separaba sigilosamente la labor científica de la vida se destruye y la “heroicidad” supera la esfera de las  búsquedas  de construcción  y concreción de una utopía, por ello se despega de la pregunta por el sentido, para convertirse como plantea Sontag en una experiencia de “autosalvación”(Sontag, 1996), un modo de salvar la propia vida espiritual desde la conexión con las más exóticas espiritualidades, se busca desde un poner en parentesis los valores, desde un ”yo” que no estaría capturado en el sentido.”... Hablo de conmoción, de “catarsis intelectual”, de rodar cuesta abajo, de apreciar las inseguridades y relativizar convicciones"(Gallardo, 1995: 38).

Como hemos dicho este antropólogo héroe será asumido por nosotros como código de lectura  y por ello como  el eje que confiere identidad a  los textos, por ello se nos presenta como una imagen común, la de una autor modelo preocupado de salvar su alma en la experiencia de campo trastocada en experiencia vital, en este proceso de transformar lo cotidiano y vital en experiencia etnográfica Gallardo  nos pone frente a las expresiones metalingüísticas de la APCH, expresiones que se definen desde un código de lectura  el cual es ante todo un estereotipo cultural, un modo de asumir la tarea antropológica y simultáneamente la vida misma, se camina desde la apelación de la antropología comprometida a asumir  la labor profesional y científica como una forma de vida, hasta llegar reconocer  al antropólogo como un estereotipo cultural digno de imitar, un sujeto abstracto y sensible capas de juntar la vida “más” vida y la escritura “más” escritura.  El código de lectura por nosotros asumido es a la vez la estrategia narrativa básica del texto de Gallardo, se debe a ello la densidad conceptual del texto, donde el interrogante se nos presenta como la figura del antropólogo héroe, a la manera de los “poetas héroes” de los que habla Raúl Zurita (Zurita, 1998), código de lectura - estereotipo cultural que supera la esfera de la ideología de clase, un sujeto cultural en el límite entre el escritor y el antropólogo, definido substancialmente desde el autor modelo, cuya meta no se  queda ni en la ciencia ni en la literatura, su norte es más amplio, quiere “salvar su alma”. 

Pierce consideraba al código de lectura  de un signo como su transformación en un nuevo signo, y en el caso de esta obra es un estereotipo cultural.”... A su vez, el significado es el código de lectura  del signo y el proceso de significación llega a ser un proceso de semiosis ilimitada.”(Eco: 1990) El código de lectura  en este texto es del mismo modo una  estrategia narrativa identificable textualmente donde el lector modelo yergue un nuevo estereotipo cultural, las expresiones metalingüísticas, por tanto, son las que confieren sentido a un código de lectura  que requiere de los desarrollos de la ciencia antropológica a nivel nacional  internacional y de mismo modo de la poesía y literatura hispanoamericanas contemporáneas. La semiosis desarrollada llega para este análisis del texto a la generación de un sujeto-estereotipo, abstracto, pero que no obstante nos permite asumir la textualidad como fenómeno textual y como artefacto sociocultural.

El código de lectura  se transforma, por tanto,  en aquello que Eco ha denominado como una “unidad cultural”(Eco, 1995)  Por efecto de una semiosis ilimitada en la acepción que Pierce le da a este concepto. Del antropólogo héroe que Sontag anunciaba desde su lectura de Claude Levi-Strauss y Michel Leiris, el antropólogo poeta se nos hace posible en el plano textual, por que el código de lectura  desde el cual se edifica nos lleva reminiscencias  y  equivalencias también ilimitadas desde el mago, científico innovador,  interdisciplinario y extremadamente culto, hasta el marginal, el insolvente, el inútil, el paria, todo ello en una equivalencia, donde la ambigüedad y la polisémia permite  dar vida  desde el código de lectura   hacia la metalengua, en una propuesta que es textualidad  y es también estilo cultural, propio de una elite específica.

Surge una evocación emotiva desde donde el código de lectura  va variando y con ello  dando una imagen social a esta APCH, imagen ambigua, pero no por eso incoherente, una idea que pragmáticamente va subsistiendo en cada contexto de recepción y así va adquiriendo su sentido. Se trata por lo mismo de un código de lectura  híbrido que se relaciona estrechamente con el autor y el lector modelo, así este código de lectura   en una lectura superficial pareciera identificarse con el  autor textual prototípico, pero en el caso de Gallardo, el arqueólogo se trasforma en etnógrafo y de ahí en poeta, para luego ubicarse socialmente como un observador cuasi neutral.”... quien sabe realmente lo que es una mujer”(Gallardo: 1994, 26), porque paradójicamente en el libro de Francisco Gallardo se pasa de la ética del compromiso en Chiapas al desapego nihilista  en la identidad entender los autor y lector modelo con las letras del grupo Rock los Prisioneros. 

Lecturas superficiales hacen identificar un autor modelo transformador social, comprometido con el sentido, pero una  lectura más profundas  dejan el sesgo nihilista claramente perfilado, así podríamos pensar que las problemáticas e injusticias sociales  presentadas son parte  del circuito problemático del autor empírico y del autor modelo, pero rápidamente percibimos la disociación, el lector, quien no sabe a que atenerse  le pierde la pista al héroe del sentido de los valores  propios del compromiso histórico y del cambio social,  para luego llevarnos a la incertidumbre, generando esta la riqueza misma del texto, en la constatación de un nuevo tipo de heroicidad, una que no quiere  quemar la sociedad par fundar una nueva. 

Según Roland Barthes debe superarse aquella visión mecánica de la obra literaria para pasar  una noción de texto, la cual se sale  de los límites de lo exclusivamente literaria y fundamenta su carácter  en el proceso de recepción, su significado por lo tanto no es único y en él opera de manera fundamental el concepto psicoanalítico de placer (Barthes, 1996), que Barthes asume como la identificación radical con la textualidad. Lo fundamental de esta postura se da en la polisemia del texto, la pluralidad de significados, el campo del texto no se reduce a un significado único, sino más bien a  la experiencia de  la recepción lectora.  Evidentemente en Gallardo  estamos frente a  textos y no obras literarias o científicas, textos cuyas estrategias textuales se definen justamente en este plano de la recepción lectora, el texto se produce en su lectura y justamente en el código de lectura  que vamos asumiendo en cada parte de este libro, el texto nos va confiriendo posibilidades que, al tomarlas nos conviertes en cooperantes del texto y por ello en participantes en el proceso de surgimiento de esta APCH  como género híbrido.  

 

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EL HEROE ASUME EL SINSENTIDO DESDE UN “YO RADICAL” 

Nuestro  autor nos dice claramente, en un párrafo substancial de su metalengua.”... Mi elección, pues siento que – si se me permite una segunda ingenuidad – recuperando el sujeto (Gallardo, 1995: 40). Así, al iniciar la lectura de este libro, resulta difícil no sentirse interpelado, particularmente por que su primer capítulo, el cual es esencialmente donde se expone una metalengua que rechaza las concepciones propias de las ciencias humanas que trabajan sobre la base de la muerte del sujeto,”...  Como Roland Barthes dijo alguna vez, para que la obra nazca el autor debe sucumbir. (Gallardo,  1995, 107). Pero no todo es tan terrible, una lectura más exhaustiva nos hace encontrarnos con un texto más que rechazar ser analizado por sí mismo, con cierta prescindencia de las opiniones y biografía de su autor empírico, es más bien una gran arenga hacia aquello que nosotros denominaremos como la ”ética del autorrespeto”, pues se trata  de un discurso respecto de la recuperación del sujeto pero particularmente de un sujeto, el yo, el self, que  prescinde del compromiso ideológico en su sentido tradicional, es decir político para el contexto latinoamericano, para de esa manerea pasar a definirse desde una suerte de compromiso egocéntrico, de un claro nihilismo.  La recuperación del sujeto no saca a Gallardo de la óptica egocéntrica  del héroe postmoderno. 

Es justamente desde esta apelación egocéntrica donde colindamos con el texto,  nos encontramos con ese “yo” rotundo del autor textual que define la semántica de sus enunciaciones. Existe un clave para comprender  los supuestos subyacentes a esta escritura,  y ello se lograría desde un confiar en la posibilidad de crear una textualidad híbrida  entre antropología y literatura, en base a  la asunción del ”yo” como modo de acceso hacia el mundo retratado y vivido por el autor, ese mundo evidentemente es múltiple variado, o como le gusta decir a Gallardo  ”fragmentado”(Gallardo, 1995: 45), no solamente por la verdad de cada sujeto operando en la identidad del self, la cual, como en este caso, pueden llegar a dar vida a un texto, sino por cada texto en particular del modo en que cada “yo”  frente a la experiencia, en este texto la experiencia etnográfica y antropológica, asume  desde una esquina, desde un punto específico lo narrado, con lo cual cada escenario es múltiple por que múltiples son los observadores y múltiples los modos en que esos observadores pueden ubicarse en él, lo cual no impide una fuerte toma de partido ética, con afirmaciones categóricas.”...  Sólo la autogestión política, económica y cultural puede crear interlocutores capaces de mostrarse a sí mismos, de no temerle a la desnudez de reconocerse. (Gallardo,  1995, 39). 

Vemos en el texto un tipo de contradicción, pero, nos obstante, esta permite amplitud en la postura y  por tanto diálogo, al inicio del mismo hay una suerte de crítica radical al postmodernismo definido desde la muerte del sujeto. 

”...  El tránsito del monólogo al diálogo en la práctica antropológica sienta un beneficioso precedente  en el plano de la convivencia intercultural. Sin embargo, la crítica a la autoridad del autor no cesa de producirme cierta desazón. Si la posibilidad hizo lo posible por disimular al autor,  la postmodernidad ha llegado para desintegrarlo. Ambas lo agreden y lo martirizan,  pero olvidan que a pesar de todo sigue allí, viviendo una pesadilla que lo atormenta más y más”(Gallardo: 1994,36)

 

Categoría que coincide con la de autores como Raúl Zurita(Piña, 1997) y Manfred Engelbert (1996), en lo que respecta a la coincidencia entre la muerte del sujeto como abstracción epistemológica y ontológica y la muerte física  y espiritual en el contexto del tercer mundo,  de grandes grupos humanos (violaciones a los derechos humanos, marginación económica y social, etnocidio, etc.), para luego en el último capítulo  rasgar vestiduras y aceptar la fragmentación como dato irrebatible,  no obstante, ello  adquiere coherencia y la contradicción no es tal, la critica a la muerte del sujeto como negación del “yo” no es contradictoria. A nuestro entender, con una apelación a la multidiversidad de formas de asumir el mundo, desde la infinita variedad de vivencias posibles, con lo cual la fragmentación pasa a reafirmar al sujeto, lo que,  teniendo una base axiológica, no deja de ser una idea muy postmoderna. 

Más bien se trata de que Gallardo  realiza  una lectura foucoultena donde  la supuesta crisis de sentido es más bien la crisis de la racionalidad occidental  en su intento etnocéntrico y totalizador ”...

 el ”otro” en su radical lejanía y distinción suele abrir un hueco en la mente como una superficie llana similar a una tela recién dispuesta sobre un bastidor. Esta apertura promueve en el extranjero un momento pleno de meditación acerca de su propia diferencia. Si aceptamos  que nuestras sombras  no revelan lo que somos en esencia, en la floresta amazónica las sombras son facetas del espíritu, desdoblamiento del ser”(Gallardo: 1994, 103),  

Agregaríamos nosotros, es la crisis de la racionalidad del capitalismo avanzado en su lógica autorefrente vinculada a la autosustentación material y valórica del mercado, esta fragmentación,  según la interpretación que hacemos de lo planteado por Gallardo,  supone más que una suerte de ”limbo angustiante”,  simplemente la captación de las limitantes de la propia racionalidad occidental, para dar paso a las otras formas de mirar, que en muchos casos se salen del sentido y se adentran en el tema del ser como inversión  de la racionalidad, con lo cual la fragmentación no sería más que la captación de las limitaciones del sentido en la sociedad occidental. Como en el inicio de ”Las palabras y las cosas” de Foucault,  (Foucalut, 1966) donde se pone en tela de juicio la clasificación de Linneo y se implanta una clasificación fantástica se subvierte el sentido, desde la risa a mandíbula batiente que la lectura de Borges provoca a Foucault. No se trata necesariamente de que se reemplace un sentido por otro o un valor por otro, sino de intentar según Gallardo  emulando a Foucault de rastrear racionalidades más próximas al ser, donde  actos como la contemplación tiene su propio  norte y el costo social de los valores adquiere otra significación, donde el sacrificio no es introyectado y el dolor se asume de otra manera, social  y personalmente.  

 En el plano de las macroestructuras textuales asumidas como temas que le texto aborda, en este libro se puede encontrar básicamente tres tipos de discurso como recursos  estructurales que permiten el logro de los objetivos  del autor modelo, esto es demostrar una posición o metalengua respecto del texto antropológico e ilustrar esta posición por medio de  antecedentes etnográficos:

1.     Se nos presentan registros de campo, ordenados principalmente como estrofas,  que adquieren la forma de poemas con una temática  antropológica, por ejemplo los escritos presentes  respecto del Metro de Santiago. Estos registros toman distancia respecto de lo observado e intentan  demostrar  un carácter fidedigno y coherente respecto de lo descrito por un observador no participativo

2.     Vemos también experiencias de “etnografías del texto” respecto de textos escritos, orales o audiovisuales, por ejemplo, de una canción de un grupo  musical chileno ”Los Prisioneros”, como relatos etnográficos de la experiencia receptora del oyente de estas canciones.

3.     Por otra parte identificamos la observación participativa, respecto de fenómenos como la diversidad sexual en un pueblo mexicano o la actividad de la guerrillera zapatista como un tipo de tema fundamental del libro.  

Todos estos temas se mueve en el plano de la contradicción aparente antes  mostrada, por un aparte no existe un compromiso abierto  con la superación de la marginación y el sufrimiento, mas ello no involucra un condolerse de este dolor, un condolerse intimo, nihilista en tanto no surge del valor sino de la empatía, donde el “yo” es interpelado por la conciencia de ese dolor que no es del todo ajeno. 

AUTOR MODELO Y LECTOR MODELO. LA AUTORREFERENCIA NIHILISTA COMO ESTRATEGIA NARRATIVA 

Nuestro autor modelo reflexiona sobre sí mismo, particularmente  sobre sus carencias  y necesidades, solamente desde allí se abre al mundo, y esta apertura tiene como motivo la posibilidad de crear un mundo interior que relatarnos, el autor modelo ”pequeño Dios” opera, invitando a emularlo,  como si el lector pudiese luego del proceso mimético continuar su texto particularmente en los relatos de corte etnográfico. Para una gran metalengua entonces grandes preguntas, y las preguntas son siempre autorreferidas. en verdad”... tanta educación produce locura(Gallardo, 1994: 44) y una locura de largo aliento, que define a un autor ideal incrustado en el texto que no se mueve sólo en el desengaño, sino también en el encantado  mundo del pequeño Dios.  Esta posibilidad de crear autorrecursivamente se define desde la identidad que el autor modelo asume,  una identidad entre la pregunta por el ser y la pregunta por el yo, lo cual, a pesar del ciertos atisbos de nihilismo, determina que hablar del “yo” se transforma en un esfuerzo ético, como  pregunta ética respecto de la escritura, con lo cual trasforma a su escritura en una “tecnología del tratamiento de voces”, definida desde un horizonte de valor, el autor modelo es este pequeño Dios, no sólo por su egomanía, sino también por el propósito de  humanizar la escritura, humanizando esta tecnología del tratamiento de las voces, asumiendo que la voz   esencial es la propia y el resto son sólo reflejos. 

El receptor ideal de este texto es un semejante, agobiado por las mismas incertidumbres, puesto frente al computador y a la libreta de campo con los agobios de dar cuenta antropológicamente de algunos tipos de fenómenos concretos, y este agobiado personaje  en el libro encuentra una salida, o más bien algunas pistas para ella, de ninguna manera podría interesar al grueso público un texto con esta densidad conceptual, y no es ese el autor modelo que evidencia en este experimentalismo textual, ello parece tampoco ser importante para el autor empírico, más bien el lector modelo es alguien que dialoga con Gallardo,  alguien acosado por sus mismas preguntas, que encuentra en el texto el placer de la identificación, más nuestro lector modelo es bastante libre, libre para realizar la mimesis, y tan libre que podrá realizar la lectura de todos los textos, especialmente los de carácter más etnográfico, ellos tienen a nuestro entender un carácter inconcluso, muchos de ellos son borradores como el mismo autor lo señala, y la libertad de incluirlos en el libro es también una invitación a continuarlos.

Lo anterior debe ser asumido, en un contexto donde la posibilidad de entender el texto y de continuar ese discurso interminable, es también como diría Bourdieu (1995) ”la elección de los elegidos”, un acto que sólo la clase media intelectual puede hacer, sobre la base de un contexto de producción que es el mismo de recepción, la incertidumbre postmoderna, expresada en la fragmentación irremediable, que acosa el espíritu del antropólogo chileno y que Francisco Gallardo  comprende y ayuda a dilucidar.   

 

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CONCLUSIÓN: AUTORREFERENCIA Y “HEROISMO” COMO PILARES DEL TEXTO 

Vemos en este texto una metalengua ambigua al servicio del código de lectura. En el proceso de cooperación narrativa el interpertante nos va suscitando un estereotipo cultural, el cual va requiriendo de un sentido y por ello de un sistema de valores que lo afiance en nuestra mente, por ello el héroe estereotipado requiere de una metalengua ambigua que juega con ser texto antropológico y dejar de serlo. De esta manara la lectura se hace desde un sujeto innovador cultural y textualmente hablando, de forma tal que la metalengua recubre de sentido a un interpertante que define al texto desde las primeras páginas.   

En el caso de este texto se nos presenta ya como un tipo de ensayística antropológico  poética,  lo cual le da una identidad particular, ya que como en ningún ”otro” texto de la APCH   existe un desarrollo conceptual articulado. Pero no responde este texto únicamente a la lógica del ensayo, básicamente por que no vemos desarrollarse una hipótesis en el sentido tradicional del concepto, siendo ello substituido por un difuso, aunque no por ello menos auténtico, intento de acceder al ser de la cultura. Ello por medio de chispazos donde la reflexión se une a las obsesiones del autor. 

Si usamos la metáfora de raigambre cinematográfica, que tanto gusta a Gallardo,  podríamos decir que el autor modelo es un espectador anónimo en una sala oscura, el cual sólo existe en tanto extrae lo único auténtico en su ser, su existencia, esto es el otro, este enraizamiento en el otro es aquello que confiere sentido al texto. Pero este ”otro” esta capturado en las redes de la percepción del autor-espectador, por ello la metáfora cinematográfica no nos puede hacer pensar en un espectador pasivo, quien ve recibe para luego echar manos a la obra y construir el relato, es una entidad activa cuyo procesamiento de la percepción tiene el poder del  ”pequeño Dios”  que ordena y reordena el mudo desde ”su” plan infinito definido esencialmente por su omnipotente voluntad. 

Frente a la disyuntiva del sujeto encapsulado o negado, el autor  opta por un sujeto reivindicado, lo cual tiene un costo, esto es la negación del yo, frente al espectáculo de la realidad, el  viaje Chiapas o la Población la Victoria, constituye, en  términos de Barthes una experiencia de sumo placer, de placer con mayúscula, placer de la identificación radical con el texto creado, que proviene de una identificación radical con  el  ”otro”,  lo cual trae  como costo el desmembramiento del  autor, su fin,  su negación, este espectro no puede estar ni aun ni a ”otro” lado del espejo,  sencillamente por que el narrador presenta a un autor autonegado, como sacrificio supremo que hace posible el encuentro y por ende la comunicación intercultural.  

Desde la sobre explotada aparición de Tristes Trópicos de Claude Lévi-Strauss, considerada una de las grandes “novelas” francesas del siglo pasado, la apertura de los antropólogos al hecho necesario de que el contacto con el “otro” desnudaba nuestros propios conflictos internos sobre lo que somos, nuestra precariedad existencial, ha generado una profunda reflexión entorno a la posibilidad de generar un discurso/literatura. Francisco Gallardo  pasa esa línea ilusoria entre texto científico antropológico y texto literario antropológico con plena soltura y conciencia. La experiencia antropológica siempre ha sido una experiencia que ha involucrado los resortes más íntimos del yo, al exponerlo a situaciones en que la propia emotividad del sujeto se ve expuesta a lo extremo, es decir, aquello que le es totalmente ajeno pero por  otro  lado extrañamente familiar y cotidiano. Gallardo  define la experiencia antropológica como una experiencia de la búsqueda de la experiencia dionísiaca, la exaltación de los sentidos, la búsqueda de la experiencia absoluta.  

El modo en que Francisco Gallardo  enfrenta la construcción de su textualidad viene dado por la superposición de géneros unidos entre sí por el deseo de dar cuenta del ”otro” desde el yo. La experiencia antropológica no puede ser restringida al relato de la forma en que vemos a ”otro” sino como el ”otro” se construye desde la subjetividad de uno y se forma en un texto. El héroe intenta comprender y de esa forma salva su alma, sin renunciar a la autocontemplación, la que es su estrategia fundamental.   

 

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BIBLIOGRAFÍA 

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[1] Antropólogo Social, Magister en Sociología, Doctor en Ciencias Humanas mención literatura y Lingüística. Académico Instituto de Literatura y Ciencias del Lenguaje Universidad Católica de Valparaíso. Este artículo ha sido redactado en el contexto de la investigación: “Interculturalidad, interdisciplinariedad y canon en la poesía chilena e hispanoamericana”. Fondecyt. Proyecto 1010747 y representa además  un segmento de la tesis doctoral del autor. 

[2]
Asumimos  en este capitulo una alegoría permanente respecto de la obra de Keruac, particularmente  respecto de “On the Road”, en lo que respecta especialmente a la idea de movimiento y viaje que subyace a estos diarios de campo.

[3] Este es el nombre con el cual se publicó por primera vez los diarios íntimos de Malinowski en las Islas Trobriand, publicados por su esposa póstumamente y que ha sido asumidos como un ejemplo de la ambivalencia que subsiste entre la pretensión de objetividad en la etnografía  y la experiencia intima de encuentro con la diversidad cultural

[4] La idea del “estar allí” corresponde  a la propuesta de Bronislaw Malinowski en el sentido de desarrollar una descripción etnográfica  que  estuviese sostenida sobre la base de la concepción isomórfica respecto de la relación entre lenguaje, pensamiento y realidad, lo cual responde a la epistemología surgida en el ambiente británico en las primeras  décadas del siglo XX como las de Bertrand Russell y su “Atomismo Lógico”. 
Véase: Russell, B. 1965.Atomismo lógico, en: A. J. Ayer, El positivismo lógico. México: FCE.
Malinowski, B. 1975. "Confesiones de ignorancia y fracaso", a Llobera, J.R., La antropología como ciencia. Barcelona, Anagrama, pp. 129-139. 

[5] La obra donde se  una conexión entre estas categorías de Nietszche y el análisis cultural es Ruth Benedict, Patterns of Culture, de 1935. 

[6] Utilizamos aquí el concepto de etnoficción  partiendo de la definición de esta como recreación de  arbitraria de un contexto étnico, generada por un autor occidental, presente en la propuesta de Martín Lienhard en su libro. La voz y su huella. Escritura y conflicto étnico social en América Latina 1492-1988. 1991. Hanover: Editorial del Norte.

 

Sobre o autor:
Miguel Alvarado Borgoño
E-mail: miguel.alvarado@ucv.cl
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Sobre o texto:
Texto inserido na revista Hispanista no 10
Informações bibliográficas:
BORGOÑO, Miguel Alvarado.
MUTACIÓN DICURSIVA  EN LAS CIENCIAS SOCIALES CHILENAS. Lecturas de un texto de  Francisco Gallardo. In: Hispanista, n. 10. [Internet] http://www.hispanista.com.br/revista/artigo89.htm 
 

 

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